El Sal­va­dor. Neja­pa: La tra­ge­dia de un Pue­blo y la pre­po­ten­cia de un ministro

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 2 de noviem­bre de 2020.

Cuan­do el edil de Neja­pa lo incre­pó sobre cuá­les serían las medi­das que toma­rían des­pués, ardió Tro­ya y el cobar­de minis­tro huyó del lugar y sol­tó a la jauría.

Des­pués de varias horas de llu­via, una corrien­te de fan­go que se des­pren­dió del vol­cán a eso de las 11 p. m. del día jue­ves ante­rior ter­mi­nó por afec­tar o sepul­tar cer­ca de 60 vivien­das y con ellas a sus habi­tan­tes; y des­de enton­ces, des­de la madru­ga­da del día de ayer, el alcal­de de Neja­pa y sus regi­do­res, acom­pa­ña­dos por veci­nos del lugar y acuer­pa­dos por otras per­so­nas de bue­na volun­tad, se die­ron a la tarea de bus­car sobre­vi­vien­tes y fre­né­ti­ca­men­te se metie­ron en el lodo para con­se­guir­lo. En tan­to el bachi­ller Mario Durán, can­di­da­to a alcal­de, minis­tro de algo y ami­go del lord sinies­tro, todo por gra­cia del mis­mí­si­mo füh­rer gua­na­co, y el direc­tor de la Poli­cía, sir­vien­te incon­di­cio­nal del omni­po­ten­te líder, segu­ra­men­te des­can­sa­ban vien­do Net­flix o hacien­do quien sabe qué.

A la maña­na siguien­te, esa era la noti­cia en casi todos los medios y los perio­dis­tas se acer­ca­ron al lugar para ver las tareas de res­ca­te; y así obser­va­ron al alcal­de Barrios y a sus cola­bo­ra­do­res, jun­to a los Cuer­pos de Soco­rro, con­ti­nuar con las labo­res de sal­va­men­to en medio del desas­tre, para más ade­lan­te, cuan­do el sol ya esta­ba fuer­te y la llu­via se había ido, ver apa­re­cer la cara­va­na del can­di­da­to por NI, el señor Durán, quien se hacía acom­pa­ñar por los perio­dis­tas com­pra­dos por el nue­vo órgano ofi­cial de difu­sión, jun­to con quien sabe cuán­tos sol­da­dos, mili­ta­res y poli­cías, al mejor esti­lo del 9 de febre­ro. Enton­ces los intru­sos mon­ta­ron su tri­bu­na de pro­pa­gan­da e ini­cia­ron con el usual dis­cur­so de odio, en don­de nue­va­men­te los otros par­ti­dos polí­ti­cos eran los res­pon­sa­bles de todo.

El cinis­mo y el des­ca­ro de Durán no tie­ne otro cali­fi­ca­ti­vo que el de indig­nan­te. El tipo lle­gó fres­co, como su ama­do líder, recién baña­do y per­fu­ma­do; y mon­tó un asque­ro­so show flan­quea­do por los esbi­rros del régi­men, hablan­do mal de los que tra­ba­ja­ban sin des­can­so y cul­pan­do de su pro­pia inep­ti­tud a los miem­bros del con­ce­jo muni­ci­pal; lue­go como actor bara­to de tele­vi­sión, mos­tró un fin­gi­do dolor e insi­nuó que ya esta­ban tra­ba­jan­do para resol­ver el pro­ble­ma, pero cuan­do el edil de Neja­pa lo incre­pó sobre cuá­les serían las medi­das que toma­rían des­pués, ardió Tro­ya y el cobar­de minis­tro huyó del lugar y sol­tó a la jauría.

Enton­ces apa­re­ció en la esce­na el cada vez más tris­te­men­te céle­bre, direc­tor de la Poli­cía, el señor Arria­za Chi­cas; aquel que acuer­pó la toma de la Asam­blea el 9 de febre­ro y que se negó más ade­lan­te a lle­var por apre­mio, bajo orden direc­ta, al minis­tro de Hacien­da, que se resis­tía a com­pa­re­cer ante el con­gre­so; aquel que se ha nega­do a cum­plir la orden admi­nis­tra­ti­va del fis­cal gene­ral para des­alo­jar la entra­da al basu­re­ro muni­ci­pal y que por el con­tra­rio, tenía ya des­ti­na­das las uni­da­des para repri­mir la mani­fes­ta­ción pací­fi­ca del pasa­do miér­co­les, en don­de los alcal­des pedían que el gobierno cen­tral cum­plie­ra con su deber de pagar el FODES. Ese mis­mo, sin nin­gu­na razón, pero con la mato­ne­ría típi­ca de quien se sien­te pode­ro­so por los fusi­les que lo res­pal­dan, delan­te de cáma­ras y de todos, ame­na­zó al alcal­de, al pun­to de decir­le que lo lle­va­ría pre­so si no se callaba.

¡Has­ta dón­de hemos lle­ga­do! ¿Qué cater­va de fun­cio­na­rios diri­gen hoy al país? Un minis­tro que se dis­tin­gue por su mato­ne­ría y por apro­ve­char­se de cual­quier situa­ción que le rin­da un poco de publi­ci­dad y un poli­cía, que ya des­ca­ra­da­men­te ame­na­za a los adver­sa­rios del régi­men solo por una pre­gun­ta, y que ha deci­di­do des­obe­de­cer fla­gran­te­men­te la ley. Pero no hay mal que dure cien años ni cuer­po que lo resis­ta; y ya pron­to verán las con­se­cuen­cias de sus fecho­rías, por­que como dice el dicho, Dios tar­da, pero no olvida.

Pidien­do al Señor que nos soco­rra en este tiem­po de oscu­ri­dad para la patria y de for­ta­le­za a los fami­lia­res de las víc­ti­mas en Neja­pa, noso­tros hemos de gri­tar con todas nues­tras fuer­zas, ¡todo por la República!

Fuen­te: La Pren­sa Gráfica

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