Boli­via. Evo sigue inter­nán­do­se en su tie­rra año­ra­da, acla­ma­do por multitudes

Por Kari­na Miche­let­to. 9 de noviem­bre 2020

Los boli­via­nos cele­bran la lle­ga­da de su líder tras un año de exi­lio, el fin del gol­pe de Esta­do y la res­ti­tu­ción de la demo­cra­cia, tras la asun­ción de Luis Arce.

Des­de Villa­zón y Uyu­ni, Bolivia

La lle­ga­da de Evo Mora­les a su país tuvo todos los ele­men­tos de una cele­bra­ción, y como tal fue pen­sa­da: una gran can­ti­dad de gen­te espe­rán­do­lo, un colo­ri­do des­plie­gue de glo­bos, ban­de­ras, car­te­les, diver­sos espa­cios para reci­bir al homa­ne­ja­do, las calles con car­te­les o pare­des pin­ta­das, mani­fes­ta­cio­nes varias de cari­ño. Los boli­via­nos cele­bran la lle­ga­da de su líder tras un año de exi­lio, el fin del Gol­pe de Esta­do y la res­ti­tu­ción de la demo­cra­cia, tras la asun­ción de Luis Arce. Villa­zón, la ciu­dad fron­te­ri­za a La Quia­ca, es peque­ña pero allí hubo espa­cio para que Evo Mora­les habla­ra en dos actos dife­ren­tes, en ambos casos, ante una mul­ti­tud. Tam­bién en un con­cu­rri­do almuer­zo que se ofre­ció en su honor, y en el de Alva­ro Gar­cía Line­ra, en el Magis­te­rio Rural Villa­zón, inau­gu­ra­do duran­te su gobierno. Lue­go de la comi­da, ambos par­tie­ron rum­bo a Uyu­ni, el siguien­te pun­to de la cara­va­na, segui­dos por varios kiló­me­tros de vehículos. 

La pla­ni­fi­ca­ción ori­gi­nal se vio alte­ra­da por algu­nos blo­queos orga­ni­za­dos en la ruta por la opo­si­ción en la región de Tupi­za, de modo que muchos de lo que lo espe­ra­ban al cos­ta­do de la ruta des­de la maña­na tem­prano, se que­da­ron sin ver a Evo. Al cie­rre de esta edi­ción, ya bien entra­da la noche, Evo Mora­les aun esta­ba en via­je. Se espe­ra­ba que final­men­te pudie­ra con­cre­tar el acto en Uyu­ni, don­de des­de tem­prano se con­gre­gó una gran can­ti­dad de gen­te a esperarlo. 

Las pos­ta­les que se vie­ron en la lle­ga­da de Mora­les a su país tuvie­ron una gran car­ga emo­ti­va. Ya des­de el lado argen­tino, la des­pe­di­da que le dio el pre­si­den­te Alber­to Fer­nán­dez, y las mani­fes­ta­cio­nes como el gigan­tes­co car­tel «VOLVIMOS» que col­ga­ron cru­zan­do el puen­te, mar­ca­ron el pul­so de la jor­na­da. Las cho­las y los coyas, los boli­via­nos y boli­via­nas que se reu­nie­ron en Villa­zón bus­ca­ron ver, tocar, estar cer­ca «del Evi­to». El almuer­zo tam­bién tuvo su fuer­te car­ga sim­bó­li­ca: los que le die­ron la bien­ve­ni­da for­mal­men­te fue­ron los maes­tros rura­les. Hay unos 70 mil en toda Boli­via, le cuen­ta a Página/​12 Víc­tor Mama­ni, titu­lar de la Con­fe­de­ra­ción de Magis­te­rios Rura­les Boli­via­nos. Cuen­ta tam­bién que duran­te el gobierno de Añez el gre­mio sufrióu­na gran per­se­cu­ción. https://iframely.pagina12.com.ar/api/iframe?url=https%3A%2F%2Fwww.dailymotion.com%2Fvideo%2Fx7xctww&v=1&app=1&key=68ad19d170f26a7756ad0a90caf18fc1&playerjs=1

Allí esta­ban reu­ni­dos tam­bién repre­sen­tan­tes de las dis­tin­tas regio­nes, de los tra­ba­ja­do­res mine­ros y petro­le­ros, una dele­ga­ción de ATE Capi­tal que via­jó jun­to a Daniel Cata­lano (Evo siem­pre agra­de­ce a ese gre­mio espe­cial­men­te por el apo­yo reci­bi­do duran­te su esta­día en la Argentina).Comieron k’alapurca, hecho con hari­na de maíz, car­ne de cor­de­ro y ají, y otro pla­to prinm­ci­pal de cor­de­ro con maíz. Evo tomó la pala­bra y agra­de­ció «al pue­blo boli­viano por no haber baja­do los bra­zos». No fal­tó la músi­ca y el bai­le. De allí, comen­zó direc­to la caravana. 

En una ruta de mon­ta­ña y en ascen­so, pron­to comen­za­ron a lle­gar las noti­cias de los blo­queos, pasa­das de auto en auto. El medio Pági­na Sie­te, uno de los que apo­yó el gol­pe, infor­ma­ba que «padres de fami­lia ins­ta­la­ron pun­tos de blo­queo en deman­da de un bono estu­dian­til». Los orga­ni­za­do­res de la cara­va­na ase­gu­ran que esos cor­tes de ruta esta­té­gi­cos para per­ju­di­car el paso de la cara­va­na del expre­si­den­te fue­ron orga­ni­za­dos por la oposición.

De modo que hubo que tomar dife­ren­tes ata­jos, algu­nos autos se des­via­ron por escar­pa­dos cami­nos de ripio, luga­res soli­ta­rios que pare­cen saca­dos de otro tiem­po. Hay cabras y lla­mas, cac­tus enor­mes, cerros de todos los colo­res, cada tan­to algu­na casi­ta per­di­da, varias casas de ado­be aban­do­na­das que apa­re­cen como mojo­nes en el camino. E, increí­ble­men­te, en medio de esa casi sole­dad, cada tan­to apa­re­ce algu­na fami­lia vivan­do «al Evo», con su ban­de­ri­ta o su reme­ra. O la leyen­da ins­crip­ta en su pro­pia casa: «Evo es nues­tro presidente». 

Página/​12 tar­dó más de sie­te horas en hacer el tra­yec­to de 292 kiló­me­tros entre Villa­zón y Uyu­ni, con todos los des­víos. En el camino iba apa­re­cien­do gru­pos de gen­te espe­ran­do a Evo, cho­las con sus tra­jes típi­cos, cam­pe­si­nos y cam­pe­si­nas, niños y niñas, muchos con ban­de­ras del MAS. Al ver a la camio­ne­ta de pren­sa con la iden­ti­fi­ca­ción pre­si­den­cial, se acer­ca­ban a pre­gun­tar, o a recla­mar: ¿pero dón­de está el Evo? Lo esta­ban espe­ran­do des­de la maña­na tem­prano. En Ato­cha, direc­ta­men­te habían mon­ta­do un esce­na­rio, con glo­bos azu­les y blan­cos, sillas ves­ti­das y todas las auto­ri­da­des del pue­blo espe­ran­do con la gen­te, para pedir­le al expre­si­den­te que para­ra a hablar. 

«Por los blo­queos no pude ver al her­mano Evo», lamen­tó char­lan­do con Página/​12 Este­la Rodrí­guez, una de las muchas que espe­ra­ban al cos­ta­do de la ruta. «Lo apo­ya­mos, él va a sacar a Boli­via ade­lan­te. Yo soy cam­pe­si­na, y Evo le ha dado mucho al cam­po. Gra­cias a él tene­mos agua pota­ble. Este ulti­mo año ha sido fatal, tal vez no hemos teni­do el pan del día, Añez nun­ca ha pen­sa­do por los pobres, ha pen­sa­do por los ricos. Pero gra­cias al her­mano Evo vamos a seguir ade­lan­te», está segura. 

Al cie­rre de esta edi­ción, Evo Mora­les seguía en el camino. Antes de lle­gar a Uyu­ni, infor­mó que quie­re parar en Ato­cha a salu­dar, por­que ya es de noche, hace frío, y la gen­te sigue «empe­ci­na­da», espe­rán­do­lo. El des­tino final es Chi­mo­ré, a don­de pien­sa lle­gar vivo, dijo, y de don­de salió, exac­ta­men­te un año atrás, con su vida en peligro.

Evo y Álva­ro lle­ga­ron al cen­tro mine­ro de Atocha-Potosi

En medio de un camino terro­so, en Tupi­za, el pue­blo can­tó presente.

Itu­rria /​Fuen­te

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