Esta­dos Uni­dos. Mon­roe, Mc Kinley…Trump: el deseo his­tó­ri­co sobre Cuba

Por Isau­ra Diez Millán, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 20 de octu­bre de 2020. 

Las san­cio­nes de Donald Trump con­tra Cuba bus­can que­brar el sis­te­ma socia­lis­ta cubano y afian­zar el año elec­to­ral, pero el deseo de influir en los desig­nios de la isla per­te­ne­ce a una estra­te­gia dise­ña­da des­de el siglo XIX, cuan­do Esta­dos Uni­dos ape­nas emer­gía como nación.
En exclu­si­va con Pren­sa Lati­na, la pro­fe­so­ra emé­ri­to de la Uni­ver­si­dad de La Haba­na, Fran­cis­ca López, expli­có que des­de la épo­ca de las Tre­ce Colo­nias ya había un inte­rés por apro­piar­se de la isla, apre­cia­da des­de la dimen­sión eco­nó­mi­ca y valo­ra­da como una exten­sión más del terri­to­rio nor­te­ame­ri­cano por la boca del Mississippi.

‘Esta posi­ción geo­grá­fi­ca, que abre las posi­bi­li­da­des hacia el Gol­fo de Méxi­co y el Mar Cari­be, influ­yó para que los padres fun­da­do­res vie­ran la adqui­si­ción de Cuba como par­te de su segu­ri­dad nacio­nal’, refie­re la doctora.

El pre­si­den­te Tho­mas Jef­fer­son (1801−1809) plan­teó a su suce­sor James Madi­son (1809−1817) que la situa­ción de Espa­ña y la pre­sen­cia de Napo­león Bona­par­te en la penín­su­la podía lle­var a una fácil adqui­si­ción de la Flo­ri­da y, con algu­na difi­cul­tad a la de Cuba, aspi­ra­ción mayor para él en ese momento.

En la déca­da de 1820 del siglo XIX el gobierno esta­dou­ni­den­se pres­tó mayor aten­ción a la Amé­ri­ca his­pa­na que cul­mi­na­ba su pro­ce­so inde­pen­den­tis­ta fren­te a la metró­po­li ibérica.

En ese con­tex­to, el secre­ta­rio de Esta­do John Quincy Adams enun­ció en abril de 1823 la polí­ti­ca de la lla­ma­da Fru­ta Madu­ra, la cual expo­ne que Cuba esta­rá en manos de Espa­ña has­ta que pue­da gra­vi­tar hacia los Esta­dos Unidos.

Lue­go, en diciem­bre de ese mis­mo año, el pre­si­den­te James Mon­roe pro­cla­mó la cono­ci­da Doc­tri­na Mon­roe (Amé­ri­ca para los ame­ri­ca­nos), prin­ci­pio de la polí­ti­ca exte­rior de Esta­dos Uni­dos de no per­mi­tir la inter­ven­ción de las poten­cias euro­peas en los asun­tos inter­nos de los paí­ses del hemis­fe­rio americano.

En 1836 sur­gió uno de los pri­me­ros pla­nes con­cre­tos para la com­pra de Cuba plan­tea­do por el cón­sul Nicho­las Phi­lip Trist al pre­si­den­te Mar­tin Van Buren (1837−1841).

‘Varios his­to­ria­do­res coin­ci­den en seña­lar que la suma de 100 millo­nes para el pago de Cuba fue una pro­pues­ta que James K. Polk intro­du­jo en 1848, se tra­ta de una ofer­ta que se man­tu­vo en torno a esa cifra duran­te los años siguien­tes’, expli­ca López.

UNA NUEVA FORMA DE DOMINACIÓN

En 1898 se dan las con­di­cio­nes para que Esta­dos Uni­dos inter­ven­ga en la gue­rra his­pano-cuba­na, debi­do al desa­rro­llo pro­pio que alcan­za ese país y a sus posi­bi­li­da­des fren­te a una poten­cia debi­li­ta­da como España.

‘El Tra­ta­do de París (diciem­bre de 1898) pone fin al con­flic­to béli­co pero no reco­no­ce la inde­pen­den­cia de Cuba, tam­po­co la isla es tras­pa­sa­da a Esta­dos Uni­dos como fue el caso de Puer­to Rico y Fili­pi­nas, pero que­da ocu­pa­da de for­ma mili­tar supues­ta­men­te para su paci­fi­ca­ción y sin defi­ni­cio­nes cla­ras sobre el asunto’.

La inter­ven­ción esta­dou­ni­den­se, así como la impo­si­ción de un gobierno mili­tar de aquel país gene­ró poco enten­di­mien­to entre los cubanos.

El desa­rro­llo de los acon­te­ci­mien­tos evi­den­cia­ba que los nacio­na­les no aguan­ta­rían por mucho tiem­po más la admi­nis­tra­ción mili­tar del vecino del Nor­te, por lo que se ensa­ya­ron otros meca­nis­mos de dominación.

Según la his­to­ria­do­ra, el pre­si­den­te William Mc Kin­ley expre­sa enton­ces que la futu­ra Cuba, levan­ta­da de las ceni­zas de la gue­rra, tie­ne que que­dar liga­da por lazos de sin­gu­lar inti­mi­dad y fuer­za con los Esta­dos Unidos.

‘Aquí hay una defi­ni­ción muy cla­ra de cuá­les eran los obje­ti­vos; pero la for­ma se deter­mi­na­rá por el desa­rro­llo de los acontecimientos’.

En 1900 comen­zó un perío­do de exal­ta­ción nacio­nal ante la con­for­ma­ción de la Con­ven­ción Cons­ti­tu­yen­te y el 21 de febre­ro de 1901 ya la nacien­te Repú­bli­ca tenía su Car­ta Mag­na, pero comen­za­ría un momen­to que gene­ró opi­nio­nes encon­tra­das: cómo defi­nir las rela­cio­nes entre Cuba y Esta­dos Unidos.

El gober­na­dor mili­tar Leo­nard Wood trans­mi­tió a los cons­ti­tu­yen­tes las ins­truc­cio­nes del Secre­ta­rio de Gue­rra esta­dou­ni­den­se, Elihu Root, que con­te­nían par­te de los pos­te­rio­res artícu­los de la deno­mi­na­da Enmien­da Platt.

Pese al recha­zo en la isla a aque­llas esti­pu­la­cio­nes, el sena­dor Orvi­lle H. Platt pre­sen­tó al Sena­do una enmien­da a la Ley de Cré­di­tos del Ejér­ci­to que reco­gía los artícu­los que debían incor­po­rar­se como apén­di­ce a la Cons­ti­tu­ción de Cuba.

Apro­ba­da y san­cio­na­da por el pre­si­den­te esta­dou­ni­den­se, la legis­la­ción gene­ró una reac­ción de recha­zo en la mayor de las Antillas.

La Enmien­da Platt era un meca­nis­mo de domi­na­ción polí­ti­co y jurí­di­co muy fuer­te por­que esta­ble­cía el dere­cho de inter­ven­ción para ‘pro­te­ger’ la inde­pen­den­cia de Cuba y daba a Esta­dos Uni­dos el dere­cho de exi­gir cuál era el gobierno ade­cua­do para la isla, expli­ca la profesora.

Por otro lado, vio­la­ba las pro­me­sas con­te­ni­das en la Reso­lu­ción Con­jun­ta apro­ba­da por el Con­gre­so esta­dou­ni­den­se (1898), don­de se ase­gu­ra­ba que Cuba debía y tenía que ser libre e independiente.

En ese con­tex­to, el cons­ti­tu­yen­te Sal­va­dor Cis­ne­ros hizo pre­gun­tas cuya vigen­cia supera cual­quier con­tex­to his­tó­ri­co por­que guar­dan rela­ción con un axio­ma cons­tan­te de la polí­ti­ca uni­la­te­ral esta­dou­ni­den­se: la creen­cia de que tie­nen un ‘Des­tino Manifiesto’:

‘¿Las leyes que for­mu­la el Con­gre­so de los Esta­dos Uni­dos tie­nen aca­so que ver algo con los cuba­nos?, ¿Son por ven­tu­ra obli­ga­to­rios para indi­vi­duos que no están bajo su juris­dic­ción, por más que esté san­cio­na­do por el pre­si­den­te de los ame­ri­ca­nos?’, cues­tio­na­ba Cis­ne­ros en su ale­ga­to Voto par­ti­cu­lar con­tra la Enmien­da Platt de 1901.

En ese mis­mo docu­men­to, ase­gu­ra­ba que el gobierno de los Esta­dos Uni­dos no con­sen­ti­ría que otra nación le vinie­se a poner con­di­cio­nes en un asun­to inte­rior cual­quie­ra de su gobierno.

EL TIO SAM QUIERE MÁS

A los meca­nis­mos de domi­na­ción jurí­di­cos, se le sumó la pre­sión eco­nó­mi­ca que Esta­dos Uni­dos ejer­cía sobre Cuba duran­te la eta­pa republicana.

La Enmien­da Platt plan­tea­ba un esta­tus ambi­guo de la otro­ra Isla de Pinos e impo­nía el arren­da­mien­to de par­te del terri­to­rio cubano para el esta­ble­ci­mien­to de bases nava­les y carboneras.

Las inver­sio­nes de Esta­dos Uni­dos en la isla habían comen­za­do en la épo­ca colo­nial; se esti­ma en 50 millo­nes de pesos el capi­tal inver­ti­do antes de 1895.

Sin embar­go, tras la ocu­pa­ción, los intere­ses nor­te­ame­ri­ca­nos caye­ron sobre Cuba pues se sabía que las cua­tro quin­tas par­tes de la tie­rra fér­til se halla­ba sin cul­ti­var, la mayo­ría de las plan­ta­cio­nes esta­ban des­trui­das y sus due­ños arrui­na­dos por lo cual sería fácil adqui­rir terre­nos a muy bajos precios.

Leland H. Jenks (1892−1976), pro­fe­so­ra de Cien­cias Eco­nó­mi­cas y de Socio­lo­gía en uni­ver­si­da­des nor­te­ame­ri­ca­nas, ase­gu­ró que para 1905 los esta­dou­ni­den­ses tenían del sie­te al 10 por cien­to de la super­fi­cie total de Cuba.

El cubano Manuel San­guily había pre­sen­ta­do un pro­yec­to de ley ante el Sena­do en 1903 prohi­bien­do la ven­ta de tie­rras a extran­je­ros; tan­to éste, como el pre­sen­ta­do por Emi­lio Artea­ga Que­sa­da, fue­ron recha­za­dos tras inten­sos debates.

‘Ello mani­fies­ta el com­pro­me­ti­mien­to de la cla­se alta cuba­na con las inver­sio­nes nor­te­ame­ri­ca­nas, recor­de­mos que en 1902 se esta­ble­ció un Tra­ta­do de Reci­pro­ci­dad que posi­bi­li­tó una con­cen­tra­ción del comer­cio exte­rior de Cuba con Esta­dos Uni­dos’, refie­re López.

Al comen­zar 1914 la situa­ción eco­nó­mi­ca de Cuba era débil con cier­ta depre­sión indus­trial y mer­can­til debi­do, sobre todo, al bajo pre­cio del azú­car. Washing­ton entra en la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial en 1917 y La Haba­na lo secun­da inme­dia­ta­men­te después.

La cola­bo­ra­ción de Cuba se tra­du­jo en ven­der el azú­car a un pre­cio muy bajo impues­to por Esta­dos Uni­dos: en 1917 se había fija­do la cifra de 4.60 cen­ta­vos por libra.

En 1934, se acor­dó un nue­vo Tra­ta­do de Reci­pro­ci­dad Comer­cial que abrió aún más el mer­ca­do cubano a los pro­duc­tos nor­te­ame­ri­ca­nos, amplian­do el mar­gen de pre­fe­ren­cia aran­ce­la­ria a favor de Esta­dos Unidos.

Las inver­sio­nes de capi­tal nor­te­ame­ri­cano en la isla se mul­ti­pli­ca­ron y Cuba se con­vir­tió en una colo­nia eco­nó­mi­ca de aque­lla nación.

En 1959, estas inver­sio­nes supe­ra­ban los mil millo­nes de pesos, por lo que Cuba ocu­pa­ba uno de los pri­me­ros luga­res en la inver­sión nor­te­ame­ri­ca­na en Amé­ri­ca Lati­na, plan­tea el sitio web Cubavs­Blo­queo. Entre 1902 y 1959, per­so­nas y empre­sas, prin­ci­pal­men­te de intere­ses esta­dou­ni­den­ses, se hicie­ron de los sec­to­res eco­nó­mi­cos del país, con mayor peso en la indus­tria azu­ca­re­ra, trans­por­te, recur­sos mine­ra­les y la mayor par­te de la tierra.

EMBAJADORES QUE DICTAN LEYES

La his­to­ria­do­ra cuba­na Fran­cis­ca López enfa­ti­za que estas accio­nes de apro­pia­ción eco­nó­mi­ca ocu­rren a la par que otros meca­nis­mos de domi­na­ción polí­ti­ca como la pre­sen­cia cons­tan­te de repre­sen­tan­tes diplo­má­ti­cos y una inje­ren­cia per­ma­nen­te sobre lo que esta­ba pasan­do en Cuba, a veces con ame­na­zas de des­em­bar­cos de mari­nes como los ocu­rri­dos en 1912 y 1917.

El pri­mer emba­ja­dor esta­dou­ni­den­se en Cuba fue Enoch H. Crow­der; una de sus visi­tas a la isla ocu­rrió en 1919 cuan­do lle­gó como envia­do per­so­nal del pre­si­den­te esta­dou­ni­den­se con el obje­ti­vo de ela­bo­rar un nue­vo códi­go elec­to­ral que regu­la­ra los comicios.

‘La impor­tan­cia de la pre­sen­cia de Crow­der en Cuba pue­de com­pro­bar­se con los memo­rán­dum que envia­ba al pre­si­den­te Alfre­do Zayas a par­tir de mar­zo de 1922, indi­cán­do­le las deci­sio­nes a tomar’, ase­gu­ra la especialista.

Estos ver­sa­ban sobre diver­sos tópi­cos: asun­tos finan­cie­ros, enmien­das cons­ti­tu­cio­na­les, regis­tro de elec­to­res, deu­das del Esta­do, apro­ba­ción de pre­su­pues­tos, la corrup­ción en las estruc­tu­ras esta­ta­les, pro­yec­to ban­ca­rio y has­ta el nom­bra­mien­to de los miem­bros del Gabi­ne­te, a cau­sa de lo cual aquel Con­se­jo de Secre­ta­rios fue cono­ci­do por ‘Gabi­ne­te Crowder’.

‘El envío de emba­ja­do­res esta­dou­ni­den­ses tie­ne como fin prin­ci­pal mediar en los asun­tos inter­nos de Cuba para evi­tar una solu­ción revo­lu­cio­na­ria, así ocu­rrió con Sum­mer Wells en 1933 o en 1959 con Phi­lip Bon­sal’, expli­ca la pro­fe­so­ra a Pren­sa Latina.

Lue­go del triun­fo de la Revo­lu­ción cuba­na en 1959 bajo el man­do del líder his­tó­ri­co Fidel Cas­tro, la inje­ren­cia esta­dou­ni­den­se en los desig­nios polí­ti­cos y eco­nó­mi­cos de la ansia­da isla lle­gó a su fin.

En los años pos­te­rio­res, el gobierno esta­dou­ni­den­se hizo más explí­ci­to su deseo de evi­tar el desa­rro­llo de Cuba ya sea con la inva­sión mer­ce­na­ria de 1961, sabo­ta­jes en la isla, cam­pa­ñas inter­na­cio­na­les, pla­nes de ase­si­na­to o con la impo­si­ción de un blo­queo eco­nó­mi­co, comer­cial y finan­cie­ro de más de 60 años, que aún perdura.

La per­se­cu­ción de la Casa Blan­ca con san­cio­nes uni­la­te­ra­les con­tra este peque­ño terri­to­rio se incre­men­ta a medi­da que la isla se legi­ti­ma como un refe­ren­te de sobe­ra­nía nacional.

Duran­te todo este tiem­po las inten­cio­nes de Esta­dos Uni­dos por apro­piar­se de Cuba no han cam­bia­do, sino que han adap­ta­do su for­ma según el con­tex­to y al final se han que­da­do ahí: en intenciones.

Con las nue­vas dis­po­si­cio­nes del gobierno de Donald Trump para arre­ciar el blo­queo con­tra la isla ocu­rre igual, obe­de­cen al deseo de apro­pia­ción y a la coac­ción pro­pias de ese gobierno.

El mer­ca­do de Esta­dos Uni­dos está cerra­do para todos los pro­duc­tos cuba­nos, inclu­so aque­llos de reco­no­ci­mien­to mun­dial como ron, haba­nos, e inclu­so otros que resul­tan de nece­si­da­des para la vida huma­na, como medi­ca­men­tos y pro­duc­tos bio­tec­no­ló­gi­cos nove­do­sos en los que Cuba ocu­pa sitios de vanguardia.

Ade­más, el man­da­ta­rio repu­bli­cano ya había prohi­bi­do des­de antes los via­jes turís­ti­cos a Cuba, los vue­los char­ters, los cru­ce­ros, avio­nes y embar­ca­cio­nes pri­va­das, e inclu­so cerra­do los lla­ma­dos con­tac­tos ‘pue­blo a pue­blo’, toda una afren­ta al dere­cho ciu­da­dano reco­no­ci­do en la Cons­ti­tu­ción de la Unión Americana.

En tan­to, Cuba alcan­za mayor pres­ti­gio inter­na­cio­nal y defien­de su mode­lo de desa­rro­llo social fren­te a la cegue­ra de Esta­dos Uni­dos, que con más de dos siglos de his­to­ria aún no entien­de nada.

Fuen­te: Pren­sa Latina

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