Colom­bia. Pac­to con el diablo

Por Inal­do A. Chá­vez. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 5 de octu­bre de 2020.

Nues­tras éli­tes no solo le ven­die­ron el alma a EE. UU. sino que hicie­ron pac­to con el dia­blo para per­pe­tuar­se en el poder, y que bien les ha cum­pli­do Satanás.

En la demo­no­lo­gía cris­tia­na occi­den­tal, se sue­le citar al dia­blo como la con­tra­par­te nece­sa­ria para demos­trar el poder de Dios y de sus súb­di­tos en la lucha con­tra el mal. Por ese camino y esti­lo, lle­va­mos tan­tos siglos (sin tiem­po) libran­do una gue­rra sin fin y que no se sabe quien va ganan­do. Si por mí y otros más nos pre­gun­ta­ran quién lle­va la ven­ta­ja; diría que el dia­blo, y con jus­tas razo­nes. Si por mí y otros más nos pre­gun­ta­ran quién esté­ti­ca­men­te es más atrac­ti­vo; tam­bién diría­mos que el dia­blo, y con jus­tas razo­nes. Para los puris­tas de alma res­ca­ta­das del pur­ga­to­rio lite­ra­rio de Dan­te Alighie­ri, con esta colum­na no esta­mos hacien­do invo­ca­ción demo­nia­ca ni apo­lo­gía algu­na con agua bendita.

Solo es un pre­tex­to narra­ti­vo (aho­ra dicen nue­vas narra­ti­vas) para demos­trar que la “gue­rra” entre el mal y el bien (cate­go­rías funes­tas para cual­quier cul­tu­ra), en esta mar­ti­ri­za­da Colom­bia, tie­ne gana­dor anti­ci­pa­do: si revi­sa­mos a lo lar­go de “la his­to­ria negra, la his­to­ria nues­tra caba­lle­ro; y dice así”: los pue­blos anti­guos que habi­ta­ron el terri­to­rio que lla­ma­ron ame­ri­cano en sus pro­fe­cías cha­má­ni­cas visua­li­za­ron a los demo­nios que ven­drían a con­quis­tar­los y no pre­ci­sa­men­te con pocio­nes mági­cas y can­tos gre­go­ria­nos. Des­de ese pre­ci­so momen­to, el Dios y el dia­blo que habla­ban en espa­ñol de Cas­ti­lla tras­la­da­ron su eter­na lucha a este continente.

En nom­bre de Dios, el dia­blo come­tía (o indu­cía a otros) deli­tos y que lue­go ser­vían para lle­var a los impíos e impu­ros, has­ta el filo de la espa­da, la hogue­ra, el cadal­so, la hor­ca, los fusi­la­mien­tos, los jui­cios, las tomas, los secues­tros, las masa­cres y aho­ra las lapi­da­cio­nes vir­tua­les y reales. Enton­ces la geo­gra­fía del bien y del mal se repar­tie­ron el terri­to­rio sagra­do, y a sus anchas con­quis­ta­ron ejér­ci­tos (arma­dos por supues­to) y legio­nes de adep­tos para sus res­pec­ti­vas causas.

Una cosa que­da en cla­ro enton­ces, si la gue­rra la va ganan­do el dia­blo, huel­ga decir, la mayor par­te de las éli­tes domi­nan­tes en esta geo­gra­fía de la san­gre, hicie­ron pac­tos con ese demo­nio vili­pen­dia­do y ado­ra­do al mis­mo tiem­po. No hay otra expli­ca­ción. Tan­ta bar­ba­rie solo pue­de ser el con­sen­ti­mien­to de un acuer­do subli­mi­nal entre Dios y el dia­blo para per­pe­tuar su rei­no compartido.

Si la gue­rra la va ganan­do el dia­blo, la mayor par­te de las éli­tes domi­nan­tes en esta geo­gra­fía de la san­gre, hicie­ron pac­tos con ese demo­nio vili­pen­dia­do y ado­ra­do al mis­mo tiempo

El poder pocas veces en la tra­di­ción lite­ra­ria occi­den­tal se aso­cia con el bien. Se requie­re un Faus­to o muchos Faus­tos, un Mefis­tó­fe­les o muchos Mefis­tó­fe­les; en clo­na­ción infi­ni­ta y camu­fla­dos en todos lados en nom­bre de la bien inten­cio­na­da polí­ti­ca; en nom­bre de la pro­ve­cho­sa ganan­cia eco­nó­mi­ca del capi­tal; y detrás de la domes­ti­ca­ción de masas con la cul­tu­ra. La demo­cra­cia es cosa del dia­blo y de Dios al mis­mo tiem­po para man­te­ner a sus adep­tos ocu­pa­dos hacien­do el bien indi­vi­dual con el mal colectivo.

Nues­tras éli­tes no solo le ven­die­ron el alma a los Esta­dos Uni­dos de Nor­te­amé­ri­ca (des­de Bolí­var ya se pre­sa­gia­ba el pac­to demo­nia­co), sino que al mis­mo tiem­po hicie­ron pac­to con el dia­blo para per­pe­tuar­se en el poder y que bien les ha cum­pli­do Sata­nás. Pero recuer­den, el dia­blo en sus pac­tos pide algo a cam­bio: obvia­men­te, que el sacri­fi­cio ofre­ci­do han sido los muer­tos que, en fila a lo lar­go de los años, sus cuer­pos ser­vi­rían para cer­car la fron­te­ra de esta geo­gra­fía de san­gre. No lo olviden.

¿Quién rom­pe el pac­to con el dia­blo? El que sobre­vi­va a la mal­di­ción y sea capaz de impo­ner otras reglas, más allá de la dua­li­dad fata­lis­ta del bien y del mal. Ese es el ori­gen de tan­ta pola­ri­za­ción polí­ti­ca en esta tie­rra de impu­ros. Creer­se cada uno que el otro es la encar­na­ción opues­ta de lo que yo repre­sen­to. Olvi­dan­do que Dios y el dia­blo están del mis­mo lado. Para poder seguir sien­do cada uno en sus dife­ren­cias, una sola cosa.

Coda: Bue­nos Pre­sa­gios (Prat­chett y Gai­man) una iró­ni­ca lec­tu­ra sobre la lucha y acuer­dos entre el bien y el mal con­fun­di­dos en sus inten­cio­nes mutuas cuan­do lle­gue el final de los tiem­pos para aca­bar con la espe­cie huma­na o sal­var­la. Véan­se tam­bién la pri­me­ra tem­po­ra­da en Ama­zon Pri­me (Good omens).

Fuen­te: Las 2 Orillas

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *