Colom­bia. Bajo Cau­ca Antio­que­ño: “la gober­na­bi­li­dad en el terri­to­rio se ha perdido”

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 12 de octu­bre de 2020.

El Bajo Cau­ca Antio­que­ño es un terri­to­rio que está atra­ve­san­do una cri­sis de Dere­chos Huma­nos, a par­tir del recru­de­ci­mien­to del con­flic­to social y arma­do, el for­ta­le­ci­mien­to de los gru­pos para­mi­li­ta­res y la pre­sen­cia de las disi­den­cias de las anti­guas Fuer­zas Arma­das Revo­lu­cio­na­rias de Colom­bia ‑FARC. Ser­gio Fló­rez, líder social del terri­to­rio, habló con Colom­bia Infor­ma sobre esta situación.

Colom­bia Infor­ma: ¿Cómo es la cri­sis de Dere­chos Huma­nos en el Bajo Cau­ca antioqueño?

Ser­gio Fló­rez: Esta es una zona don­de ha per­ma­ne­ci­do el con­flic­to. Exis­ten estruc­tu­ras [arma­das ile­ga­les] que hacen la vida impo­si­ble. La per­se­cu­ción a líde­res, el des­pla­za­mien­to masi­vo, el des­pla­za­mien­to intra­ur­bano, el des­pla­za­mien­to selec­ti­vo, la des­apa­ri­ción de per­so­nas y el reclu­ta­mien­to de meno­res son vio­la­cio­nes a los Dere­chos Huma­nos que día a día suce­den. Todas estas cosas real­men­te hacen que la situa­ción sea supre­ma­men­te preocupante.

No hay con­trol para esas estruc­tu­ras y esto, duran­te este nue­vo Gobierno, se ha for­ta­le­ci­do muchí­si­mo más, evi­den­cian­do que el Bajo Cau­ca es un terri­to­rio invi­vi­ble, a pesar de ser tan lin­do y tan productivo.

C.I.: Par­ti­cu­lar­men­te, ¿cuál es la situa­ción de los líde­res y lide­re­sas sociales?

S.F.: Los líde­res tam­bién esta­mos muy solos y somos lla­ma­dos a hacer nues­tro tra­ba­jo silen­cio­so. Un tra­ba­jo que si bien ha dado resul­ta­do de esta mane­ra, pue­de con­ver­tir­se en arma de doble filo. El líder sen­ci­lla­men­te mira, opi­na, expre­sa. Pero muchas veces esas expre­sio­nes, mira­das y opi­nio­nes le pue­den cos­tar sus últi­mos momen­tos de vida. Por eso al líder hay que pro­te­ger­lo, hay que pro­te­ger­le su iden­ti­dad para que pue­da vivir y seguir luchan­do en un terri­to­rio tan inhós­pi­to y tan difí­cil, por­que en cual­quier momen­to le lle­ga su fin.

A los líde­res bajo­cau­ca­nos cuan­do entra­mos a reunio­nes en otros pro­ce­sos socia­les al inte­rior del país (como Mede­llín, Bogo­tá y otras regio­nes), nos dicen: “Por Dios, ¡uste­des cómo viven!”. Pues no vivi­mos, sobre­vi­vi­mos. Hemos tra­ta­do por todos los meca­nis­mos de ser capa­ces de sobre­vi­vir a pesar de las dificultades.

C.I.: ¿Cómo ha impac­ta­do la pan­de­mia por la Covid-19 a toda esta situación?

S.F.: La famo­sa Covid-19 le per­mi­tió a los acto­res terri­to­ria­les (entre comi­llas) decir que ellos iban a con­tro­lar que nadie entra­ra y nadie salie­ra. Esto fue una pér­di­da de auto­no­mía y lide­raz­go en las comu­ni­da­des y hoy por hoy la mayo­ría de las vere­das son coac­cio­na­das y mani­pu­la­das. Eso hace que el líder no actúe con res­pon­sa­bi­li­dad fren­te a los hechos.

C.I.: ¿El para­mi­li­ta­ris­mo insis­te en dispu­tar­se este territorio?

S.F.: El terri­to­rio pre­sen­ta con­di­cio­nes muy impor­tan­tes. Hay unos corre­do­res geo­grá­fi­cos espe­cí­fi­cos que salen hacia Ituan­go y eso hace una cone­xión vial muy impor­tan­te para ellos tran­si­tar y hacer todo lo que quieran.

Fue­ra de eso, la cade­na que hay de pro­pie­da­des de cada uno de ellos (con tes­ta­fe­rros de ter­ce­ra o cuar­ta línea) da a enten­der que no es fácil reti­rar de este terri­to­rio a un gru­po de esos. Los ten­tácu­los están bas­tan­te socia­li­za­dos. Gran par­te de la pobla­ción de Cau­ca­sia y de otros terri­to­rios son pro­pie­dad de jefes para­mi­li­ta­res y eso hay que tener­lo muy claro.

Este, ade­más, es un terri­to­rio un poco sel­vá­ti­co y eso ayu­da al actor arma­do a estar escon­di­do. Tam­po­co se pue­de negar que algu­nos fun­cio­na­rios de des­pa­cho de las alcal­días tie­nen acer­ca­mien­tos con ellos. Eso ya se cono­ce en la opi­nión públi­ca. ¿Cuán­tos hay dete­ni­dos por nexos? Enton­ces no le que­da fácil a un terri­to­rio de estos entrar a una sana paz cuan­do hay tan­tos intere­ses de por medio.

C.I.: ¿Cómo ope­ra el para­mi­li­ta­ris­mo en el Bajo Cau­ca antioqueño?

S.F.: Some­ten a la pobla­ción muy fácil. Por­que ella sabe que no pue­de con­tar con los orga­nis­mos de Esta­do y que, el que habla, pues ya no habla más. Obli­gan a la pobla­ción a asis­tir a reunio­nes for­za­das. ¿Cómo es que las Fuer­zas Mili­ta­res per­mi­ten esto estan­do en el terri­to­rio? Cuan­do lle­ga un actor o un gru­po a una vere­da, lo pri­me­ro que hace es que ase­si­nan a un com­pa­ñe­ro (o a dos o a tres) y le impu­tan cual­quier car­go. Lo ase­si­nan y dicen: “Si vuel­ve a pasar esto, no res­pon­de­mos”. Con eso el cam­pe­si­na­do se asus­ta y a uno le pare­ce que que­dán­do­se calla­do y mudo, nada pasa. A veces pasan muchas cosas más. Enton­ces no es que sea como tan difí­cil entrar a un terri­to­rio por­que la pobla­ción teme­ro­sa, tími­da, calla­da e iner­me per­mi­te cual­quier cosa para que su vida no corra riesgos.

C.I.: ¿Qué ha hecho la comu­ni­dad y las orga­ni­za­cio­nes socia­les ante la vio­len­cia actual en el territorio?

S.F.: La comu­ni­dad se sien­te muy iner­me fren­te a las for­mas de vio­len­cia en el terri­to­rio bajo cau­cano. Sin embar­go, una de las medi­das (que no es la más reco­men­da­ble) es el silen­cio. No hablar por el temor, por­que don­de no hay un Gobierno que sea capaz de con­tro­lar la situa­ción, enton­ces tam­po­co hay garan­tías para que la per­so­na hable y diga qué está pasando.

Eso nos da a enten­der a noso­tros que la gober­na­bi­li­dad en el terri­to­rio se ha per­di­do. Cree­mos pues que a la comu­ni­dad le que­da poco que hacer, aun­que el silen­cio es ago­bian­te. Así a veces sin­ta­mos el valor de hablar, esto se difi­cul­ta por­que no hay cer­ca­nía con las enti­da­des del Gobierno. Tam­bién nos vic­ti­mi­zan quie­nes Gobier­nan, por lo que uno va per­dien­do cre­di­bi­li­dad en los orga­nis­mos de Esta­do y se tie­ne que doble­gar a la situa­ción que se vive en cada terri­to­rio. A la comu­ni­dad le que­da poco por fal­ta de expe­rien­cia y por temor.

C.I.: ¿Qué opi­nan de la pre­sen­cia del Ejér­ci­to Nacio­nal en sus territorios?

S.F.: Al Ejér­ci­to se le tie­ne mie­do, páni­co y terror por­que repre­sen­ta varias cosas. Pri­me­ro, el ries­go de estar en la pobla­ción civil y sen­ci­lla­men­te des­pués de que se vayan, ajus­ti­cien cam­pe­si­nos por­que estu­vie­ron allí inter­lo­cu­tan­do con algún miem­bro de la Fuer­za Mili­tar. Tam­bién hay que tener en cuen­ta que si las cosas fue­ran efec­ti­vas habría leal­tad y con­fian­za del cam­pe­si­na­do. ¿De qué nos vale a noso­tros que nos digan que en el Bajo Cau­ca hay 1.300 o 1.500 o 1.000 efec­ti­vos cuan­do no son tan efec­ti­vos? Y eso lo vemos: no fal­tan los ase­si­na­tos y las desapariciones.

Hace esca­sa­men­te dos meses que se pre­sen­tó un fal­so posi­ti­vo judi­cial en una de las vere­das del Muni­ci­pio de Cáce­res, don­de el Ejér­ci­to se lle­vó a un mucha­cho de una etnia indí­ge­na (en pleno día y en pre­sen­cia de la comu­ni­dad), lo tomó a la fuer­za y lo obli­ga­ron a hacer­se car­go de un ope­ra­ti­vo en el que reco­gie­ron armas de un gru­po en espe­cí­fi­co. El pela­do iba pasan­do por allí e inme­dia­ta­men­te lo invo­lu­cra­ron con eso.

La comu­ni­dad lo sabe. Hemos esta­do pelean­do todo el tiem­po la liber­tad de él pero no lo hemos logra­do. El Ejér­ci­to fue el cau­san­te de la deten­ción de ese mucha­cho ino­cen­te. Pre­gun­te en el terri­to­rio quién quie­re al Ejér­ci­to, quién da un voto a favor por él. Nadie. Por­que saben que le arre­ba­ta­ron la ale­gría, la feli­ci­dad y la dig­ni­dad a ese joven de 21 o 22 años.

C.I.: ¿Cuál es la res­pues­ta de las enti­da­des Esta­ta­les de orden local y nacio­nal ante la vio­len­cia en el Bajo Cauca?

S.F.: Las enti­da­des loca­les se ven muy ama­rra­das a la situa­ción, sin mucha faci­li­dad de manio­brar. Tene­mos per­so­ne­ras y per­so­ne­ros hones­tos en el Bajo Cau­ca, capa­ces de tra­ba­jar, de defen­der a sus comu­ni­da­des y tener pos­tu­ra fren­te a la situa­ción que se vive. Pero vemos que no hay solu­ción por­que el Ejér­ci­to colom­biano no está depu­ran­do a esos acto­res (arma­dos e ile­ga­les) sino que está en el terri­to­rio con­vi­vien­do con ellos.

Las res­pues­tas muni­ci­pa­les o de Gobierno son, más que todo, mili­ta­res. En un muni­ci­pio de estos (sin opor­tu­ni­da­des, sin empleo y sin nada) a mí me pare­ce que lo más impor­tan­te sería entrar a hacer inver­sión social en edu­ca­ción, empleo y opor­tu­ni­da­des de tra­ba­jo. Que la juven­tud, la per­so­na del común y el cam­pe­sino como tal ten­gan acce­so a una vida tran­qui­la y ocu­pa­da en sus labores.

Tam­bién se hacen esfuer­zos de enti­da­des como orga­ni­za­cio­nes no guber­na­men­ta­les, minis­te­rios y cosas así. Pero son some­ros por­que real­men­te lo que uno tie­ne que enten­der es que si no se depu­ran a estos acto­res [arma­dos ile­ga­les], la situa­ción es igual o empeo­ra. De los pro­yec­tos que lle­gan a los terri­to­rios, a ellos [acto­res arma­dos ile­ga­les] hay que entre­gar­les par­te y eso lo cono­ce el Esta­do como tal.

C.I.: ¿Cómo con­ti­nuar el camino de cons­truc­ción de paz y vida dig­na en estas condiciones?

S.F.: En el terri­to­rio exis­ten algu­nos pro­ce­sos socia­les que se han veni­do for­ta­le­cien­do a pesar de las difi­cul­ta­des. Yo pien­so que todos los pro­ce­sos socia­les en Colom­bia se deben uni­fi­car. La unión hace la fuer­za. Pero la dife­ren­cia, el egoís­mo y esos celos de pro­ce­sos socia­les y de líde­res no per­mi­ten la uni­dad, y hay que hacer­lo. Sería la úni­ca solución.

Fuen­te: Colom­bia Informa

Itu­rria /​Fuen­te

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