Bra­sil. Mode­lo de des­truc­ción (Opi­nión)

Por Eric Nepo­mu­ceno. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 20 de sep­tiem­bre de 2020.

El ultra­de­re­chis­ta pre­si­den­te Jair Bol­so­na­ro (foto) ase­gu­ra que Bra­sil es un mode­lo de pre­ser­va­ción ambien­tal, y que los incen­dios fores­ta­les ocu­rren “nor­mal­men­te en esta épo­ca del año”.

Para el vice-pre­si­den­te, el muy reac­cio­na­rio (no con­fun­dir con con­ser­va­dor) gene­ral reti­ra­do Hamil­ton Mou­rão, hay una cam­pa­ña de des­in­for­ma­ción cuyo obje­ti­vo es per­ju­di­car las expor­ta­cio­nes bra­si­le­ñas del agro­ne­go­cio a Euro­pa y “man­char la ima­gen de Bra­sil en el mundo”.

Para el gene­ral – igual­men­te reti­ra­do y espe­cial­men­te reac­cio­na­rio – Augus­to Heleno, minis­tro del Gabi­ne­te de Segu­ri­dad Ins­ti­tu­cio­nal, lo que exis­te es, sí, una cam­pa­ña, resul­ta­do de la orga­ni­za­ción “Arti­cu­la­ción de los Pue­blos Indí­ge­nas”, con­tro­la­da por izquier­dis­tas y vin­cu­la­da al actor nor­te­ame­ri­cano Leo­nar­do di Caprio, que fun­cio­na 24 horas por día para “ensu­ciar la ima­gen de Bra­sil en el exterior”.

Mien­tras, en lo que va del mes incen­dios – en su inmen­sa mayo­ría inten­cio­na­les, o sea, cri­mi­na­les – ya con­su­mie­ron más de dos millo­nes y medio de hec­tá­reas, hacien­do des­apa­re­cer al menos 12 por cien­to de la región cono­ci­da como “Pan­ta­nal”, par­te de la lla­ma­da Ama­zo­nia Legal bra­si­le­ña. Se tra­ta de la mayor área inun­da­da del pla­ne­ta, y abri­ga (o abri­ga­ba) una for­mi­da­ble e incom­pa­ra­ble varie­dad de fau­na y flora.

La huma­re­da pro­vo­ca­da por los miles de focos de incen­dio hizo que en Por­to Ale­gre, en el extre­mo sur del país, haya baja­do una llu­via negra. El mis­mo fenó­meno era espe­ra­do en San Pablo y Río este fin de semana.

A lo lar­go de todo el mes de sep­tiem­bre del año pasa­do se regis­tra­ron 2.887 focos de incen­dio en el Pan­ta­nal. En los pri­me­ros cator­ce días de sep­tiem­bre de 2020, fue­ron casi el doble: 5.300.

De par­te del gobierno nacio­nal no exis­te pro­pia­men­te iner­cia: su acción con­sis­tió en enviar unos 90 sol­da­dos para dar com­ba­te al fue­go y libe­rar un “pre­su­pues­to de emer­gen­cia” de unos esca­sos 650 mil dóla­res. Otra acción, adop­ta­da des­de el comien­zo del año, ha sido redu­cir a menos de dos por cien­to el pre­su­pues­to anual de pre­ven­ción y con­trol del medioambiente.

Espe­cia­lis­tas en el tema ase­gu­ran que la inac­ti­vi­dad guber­na­men­tal, para no men­cio­nar la reite­ra­da aver­sión de Bol­so­na­ro a la legis­la­ción que impi­de, por ejem­plo, la mine­ría en áreas pro­te­gi­das y en reser­vas indí­ge­nas, favo­re­ce, cuan­do no incen­ti­va, la acción de pro­duc­to­res rura­les dis­pues­tos e mul­ti­pli­car las áreas de sus plan­ta­cio­nes, prin­ci­pal­men­te de soya des­ti­na­da a las exportaciones.

En el pala­cio pre­si­den­cial se ase­gu­ra que “el inten­to de actuar de mane­ra diplo­má­ti­ca ha fra­ca­sa­do”, y que a par­tir de aho­ra habrá una nue­va polí­ti­ca: con­fron­tar abier­ta­men­te las ONGs que “no hacen más que ata­car al gobierno bra­si­le­ño bajo el argu­men­to de denun­ciar fal­sos e inexis­ten­tes crí­me­nes ambientales”.

Sin embar­go, hay los que creen exac­ta­men­te lo con­tra­rio, den­tro y fue­ra de Brasil.

Por estos días se regis­tró lo que el dia­rio dere­chis­ta O Glo­bo lla­mó de “pre­sión his­tó­ri­ca”, unien­do empre­sas y los mayo­res ban­cos bra­si­le­ños, orga­ni­za­cio­nes no-guber­na­men­ta­les glo­ba­les y paí­ses euro­peos en un enér­gi­co lla­ma­do al gobierno de Bol­so­na­ro para redu­cir de inme­dia­to la devas­ta­ción forestal.

Nun­ca antes, siquie­ra en tiem­pos de la dic­ta­du­ra mili­tar que duró de 1964 y 1985 (y que Bol­so­na­ro dice que no exis­tió), el país sufrió seme­jan­te ola de pre­sión inter­na y externa.

Si des­de prin­ci­pios del pasa­do mes de junio emba­ja­das bra­si­le­ñas prin­ci­pal­men­te en Euro­pa venían reci­bien­do car­tas con adver­ten­cia de “gra­ve preo­cu­pa­ción” por lo que ocu­rría en Bra­sil, aho­ra las ame­na­zas se hicie­ron más cla­ras y concretas.

El gobierno fran­cés, por ejem­plo, ya anun­ció que no irá adhe­rir al acuer­do comer­cial entre Unión Euro­pea y el Mer­co­sur, a raíz de la devas­ta­ción ambien­tal que ocu­rre en Brasil.

Un gru­po de paí­ses – Ale­ma­nia, Bél­gi­ca, Dina­mar­ca, Ita­lia, Holan­da, Fran­cia, Norue­ga y el Rei­no Uni­do – envió al vice­pre­si­den­te Mou­rão un ofi­cio afir­man­do que el aumen­to de la defo­res­ta­ción “está hacien­do cada vez más difí­cil para empre­sas e inver­sio­nis­tas aten­der a sus cri­te­rios ambien­ta­les, socia­les y de gobernanza”.

O sea, aumen­tó y mucho el ries­go de que se sus­pen­dan inver­sio­nes e impor­ta­cio­nes en el agro-nego­cio del país.

La reac­ción de Mou­rão ha sido típi­ca del gobierno de Bol­so­na­ro: anun­ció que invi­ta­rá a los emba­ja­do­res de eses paí­ses para visi­tar la Ama­zo­nia y cons­ta­tar que no ocu­rre lo que está ocurriendo.

Fuen­te: Pági­na 12

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