Pen­sa­mien­to Crí­ti­co. Con­cre­tar la resig­na­ción de los pue­blos, es la vic­to­ria del coloniaje

Por Jor­ge Rachid, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 11 de agos­to de 2020.

Los pue­blos cons­ti­tu­yen la expre­sión huma­na máxi­ma, de la con­for­ma­ción de los gru­pos socia­les que los cons­ti­tu­yen, y son tales en fun­ción de com­par­tir idea­les y sue­ños comu­nes, cons­trui­dos por lar­gos años de his­to­ria, que les otor­gan iden­ti­dad y per­fil pro­pio de esa cul­tu­ra, hecha esperanza.

Nin­gún abue­lo en esa extra­or­di­na­ria expe­rien­cia que es la trans­mi­sión oral, de gene­ra­ción en gene­ra­ción, rela­ta otras his­to­rias que aque­llas que vis­ten la des­cen­den­cia, lle­nan­do el incons­cien­te del niño, de valo­res y vir­tu­des, for­ja­dos en luchas leja­nas, épi­cas con­mo­ve­do­ras, his­to­rias de vida sobre­vi­vien­tes a mil peri­pe­cias. Ese hecho cons­ti­tu­ye uno de los hitos más ele­va­dos en la con­so­li­da­ción cul­tu­ral de los pueblos.

La Matria y la Patria, el sue­lo y la tie­rra que le brin­da sus­ten­to, más la per­te­nen­cia a su cul­tu­ra, une a los pue­blos, alien­tan sus luchas, defien­den sus dere­chos, asien­tan sus sabe­res, cul­ti­van sus rela­cio­nes socia­les, for­ta­le­cen su iden­ti­dad, desa­rro­llan su sobe­ra­nía, cons­tru­yen su soli­da­ri­dad social acti­va, afian­zan­do el amor que sella a las comu­ni­da­des, como orga­ni­za­ción social, que tras­cien­de los tiem­pos y las cir­cuns­tan­cias que pue­dan presentarse.

Así fue a lo lar­go de la his­to­ria, podrán des­apa­re­cer paí­ses, impe­rios, ciu­da­des inclu­so, geo­gra­fías ente­ras cam­bian, pero los pue­blos y sus memo­rias colec­ti­vas quedan.

Por esas razo­nes las nue­vas for­mas del colo­nia­je, bus­ca­ron influir defi­ni­ti­va­men­te en las pér­di­das de las iden­ti­da­des, en inten­tar borrar toda hue­lla de patri­mo­nio cul­tu­ral ante­rior, en cual­quie­ra de sus for­mas, ya sea apro­pián­do­se del rela­to his­tó­ri­co, ter­gi­ver­sán­do­lo, o pene­tran­do con sus pro­pias cul­tu­ras y reli­gio­nes, ente­rran­do cos­tum­bres, ava­sa­llan­do valo­res ances­tra­les e inclu­so eli­mi­nan­do median­te geno­ci­dios, la posi­bi­li­dad inter­ge­ne­ra­cio­nal de sue­ños comunes.

Pero aun con­si­guien­do esos fines per­ver­sos del colo­nia­lis­mo, el mis­mo no pudo, a lo lar­go de la his­to­ria cono­ci­da, borrar las hue­llas de los pue­blos que fue­ron domi­nan­do. El caso ame­ri­cano, con el rela­to “del des­cu­bri­mien­to de Amé­ri­ca”, habi­ta­da des­de hacía 10 mil años, es para­dig­má­ti­co. Pene­tra­ron con la cruz y la espa­da, los pue­blos se apro­pia­ron de la cruz y lucha­ron con­tra la espa­da, has­ta el día de hoy, fren­te a dife­ren­tes colo­ni­za­cio­nes, con vic­to­rias y derro­tas, pero siem­pre como pue­blos, con sue­ños de un des­tino común.

Podría­mos rela­tar los arme­nios, los hebreos, los ára­bes, los per­sas, los egip­cios, los grie­gos, los indios, los chi­nos, los viet­na­mi­tas y cien­tos de pue­blos más, que siem­pre emer­gie­ron de la noche oscu­ra de la colo­ni­za­ción, como enti­dad constituida.

Por esas razo­nes los Impe­rios moder­nos inten­tan nue­vas for­mas de colo­ni­za­ción y some­ti­mien­to de los pue­blos, actuan­do en espe­cial sobre la cons­truc­ción de sen­ti­do, ocu­pan­do el espa­cio sim­bó­li­co de las repre­sen­ta­cio­nes huma­nas, lle­van­do al con­ven­ci­mien­to de la derro­ta, como epí­lo­go úni­co de la his­to­ria, es decir a la resig­na­ción de la cons­truc­ción de un des­tino común, some­tién­do­se a los desig­nios del poder de turno. Esa ampu­tación de la posi­bi­li­dad his­tó­ri­ca, que inten­ta­ría hacer des­apa­re­cer a los pue­blos como tales, es una de las for­mas más cla­ras, del neo­li­be­ra­lis­mo dominante.

Pen­se­mos crí­ti­ca­men­te en la apro­pia­ción de las pala­bras, el len­gua­je que domi­na, incor­po­ran­do ter­mi­no­lo­gías y cos­tum­bris­mos impor­ta­dos, supues­tos fes­te­jos de otras lati­tu­des, no como los que tenían nues­tros vie­jos inmi­gran­tes, soli­di­fi­can­do su per­te­nen­cia, sino impues­tos por nue­vas moda­li­da­des de con­trol social, entre ellas con­me­mo­ra­cio­nes que no nos per­te­ne­cen, pero empie­zan a ser natu­ra­li­za­das por el pueblo.

Las nue­vas gene­ra­cio­nes, sólo van cono­cien­do ese rela­to, se ins­ta­la un dis­cur­so úni­co, se deni­gra la pro­pia his­to­ria y se la com­ba­te, se le adju­di­can todos los males a una supues­ta no inte­gra­ción al mun­do, a la glo­ba­li­za­ción, a la moder­ni­dad. Se ins­ta­lan sus ins­tru­men­tos y herra­mien­tas comu­ni­ca­cio­na­les, las redes que todo lo ven y escu­chan, tie­ne un men­sa­je uni­fi­ca­dor, des­ti­nan­do a dejar de ser como pue­blo y cons­ti­tuir­se como gen­te del mun­do, sin ros­tro, ni per­te­nen­cia, aban­do­nan­do su cul­tu­ra de cuna, para incor­po­rar­se a una aldea des­co­no­ci­da, cuyos afec­tos no son los suyos, ni las comi­das, ni las cos­tum­bres, pero lo lla­man a “per­te­ne­cer”, a ser alguien indi­vi­dual que crez­ca por sí y para sí, sin his­to­ria ni com­pro­mi­sos pre­vios, menos aún afec­tos que com­pro­me­tan su desa­rro­llo y sus obje­ti­vos personales.

Eso se lla­ma ins­ta­lar la resig­na­ción en los pue­blos, robar­les la his­to­ria y demos­trar­les que no hay otro camino posi­ble que el de la inte­gra­ción a los pode­res eco­nó­mi­cos y cul­tu­ra­les de la eta­pa, que cual­quier cam­bio de esa ecua­ción será some­ti­do al escar­nio y repri­mi­do, por medio de extor­sio­nes eco­nó­mi­cas u ope­ra­cio­nes polí­ti­cas o mili­ta­res. Inten­tan para­li­zar a los pue­blos en sus luchas, aca­bar con los sue­ños com­par­ti­dos, Por esa razón eli­mi­nar el UNASUR era prio­ri­ta­rio en el dise­ño estra­té­gi­co de EEUU, crear el gru­po de Lima para per­se­guir a los pue­blos her­ma­nos que resis­ten la embes­ti­da impe­rial, con los pro­pios nati­vos cipa­yos, como hicie­ron las tro­pas colo­nia­les espa­ño­las, luchan­do con­tra San Mar­tín y Bolí­var con ejér­ci­tos con­for­ma­dos por perua­nos, o como for­zó el Impe­rio inglés la bata­lla de Case­ros y el derro­ca­mien­to de Rosas, con tro­pas bra­si­le­ñas. Tam­bién Perón fue derro­ca­do con auxi­lio de la arma­da ingle­sa, que abas­te­ció los buques de la masa­cre fusi­la­do­ra del 55 y EEUU pro­pi­ció el gol­pe de 76 a tra­vés de Kis­sin­ger con ins­truc­cio­nes para Videla.

Enton­ces no es nue­va esta for­ma del colo­nia­je, ni serán nue­vas las for­mas de lucha que empren­de­re­mos para derro­tar­los, a los de aden­tro y a los de afue­ra, más visi­bles y más cla­ros para enfren­tar­los. En ese camino la Uni­dad del cam­po Popu­lar es indis­pen­sa­ble para la lucha, no se tra­ta de que todos sean revo­lu­cio­na­rios, con no ser par­te del enemi­go colo­nial, pue­den ser alia­dos de la cau­sa popular.

El enemi­go inten­ta la frag­men­ta­ción per­ma­nen­te, el dis­cur­so úni­co, la ins­ta­la­ción de la agen­da y apro­piar­se de la ini­cia­ti­va. Todo aque­llos que el pue­blo haga para evi­tar­lo, será par­te de una lar­ga lucha, por recu­pe­rar la iden­ti­dad des­ga­rra­da de Patria y for­ta­le­cer la Matria sobe­ra­na, para que sea par­te de la cali­dad de vida de los argen­ti­nos y no del espa­cio del lucro, del saqueo y la depre­da­ción, voraz del Imperio.

PRIMERO LA PATRIA
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