Méxi­co. Medi­ci­na tra­di­cio­nal, la alter­na­ti­va para la pan­de­mia en los pue­blos zapotecas

Dia­na Manzo/​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 7 de agos­to de 2020

Cuan­do una per­so­na lle­ga con gri­pe y tos, María López le reco­mien­da un té de euca­lip­to, tam­bién ajo, limón y cane­la, para des­in­fla­mar usa el cor­don­ci­llo o la hoja de yer­ba­bue­na, des­de hace 14 años es médi­ca tra­di­cio­nal en Álva­ro Obre­gón, Oaxa­ca, una comu­ni­dad zapo­te­ca don­de la pan­de­mia del Covid-19 se vive de otra for­ma y se cura has­ta aho­ra usan­do plan­tas medicinales.

Las far­ma­cias del pue­blo cerra­ron y el úni­co médi­co dejó de aten­der pacien­tes por mie­do a un con­ta­gio, por lo que María y sus dos hijas “Pau­la y María” abrie­ron un espa­cio al que lla­ma­ron “Lid­xi Guen­da­na­zaa­ca” “Casa de la sana­ción”, en don­de a tra­vés de plan­tas que ella cono­ce y de la medi­ci­na con­ven­cio­nal que prac­ti­ca su hija de nom­bre María, dan ali­vio a los suyos en esta con­tin­gen­cia sani­ta­ria que aún no repor­ta casos posi­ti­vos, sino sospechosos.

Al inte­rior hay un altar ador­na­do con flo­res y hojas ver­des y la ima­gen de la Vir­gen de Gua­da­lu­pe a quien la médi­ca tra­di­cio­nal se enco­mien­da cada vez que rece­ta un té o rea­li­za una “lim­pia en el cuer­po del paciente”.

Ella y las plan­tas comen­za­ron a rela­cio­nar­se hace 14 años cuan­do en un sue­ño se le reve­ló un ser que le adies­tra la for­ma de uti­li­zar­las correc­ta­men­te para la sana­ción, aun­que recuer­da que esta prác­ti­ca es usual en su comu­ni­dad, su abue­la y su mamá con­su­mían tam­bién las hier­bas para tra­tar sus pade­ci­mien­tos y así tam­bién ella les aga­rró el amor.

Es todo un pro­ce­so ser médi­ca tra­di­cio­nal expli­ca María, quién atien­de todos los días des­de tem­pra­na hora has­ta ocul­tar­se el sol, para ella no hay hora­rios, lle­gan des­de bebés que no pue­den ori­nar o comer, has­ta pacien­tes que tie­nen pará­li­sis facial, pero a todos los ha curado.

A ella lo que le mue­ve es la fe y el amor, sin esos dos sen­ti­mien­tos no podría lograr estos 14 años don­de ha vis­to pasar infi­ni­da­des de pacien­tes, no lo de su comu­ni­dad sino tam­bién de otras par­tes del esta­do de Oaxa­ca e inclu­si­ve de la Ciu­dad de México.

Si tu le pre­gun­tas qué hacer en caso de una dia­rrea o vómi­to, ella tie­ne la res­pues­ta, para todo hay cura, res­pon­de, mien­tras te obser­va len­ta­men­te los ojos y tus expre­sio­nes para decir­te el pade­ci­mien­to que tienes.

Los males más fre­cuen­tes que ha aten­di­do en los últi­mos meses des­de que comen­zó la emer­gen­cia sani­ta­ria son el dolor de gar­gan­ta, tem­pe­ra­tu­ra, dolor de cuer­po, alte­ra­ción ner­vio­sa, tris­te­za y ansie­dad, pero a todos les encuen­tra la res­pues­ta a tra­vés de las plan­tas medicinales.

En su hogar tie­ne varias plan­tas y otras las colec­ta en los cam­pos don­de sema­nal­men­te los cose­cha y los inter­vie­ne median­te un pro­ce­so de seca­do, pos­te­rior­men­te los colo­ca en papel estra­za y los receta.

A María de 50 años de edad nada se le com­pli­ca, mien­tras el pacien­te llo­ra o se pone ner­vio­so cuan­do lo atien­de, ella va enlis­tan­do cada una de las afec­ta­cio­nes y da la solu­ción con las plantas.

Su hija María que es enfer­me­ra se encar­ga de rea­li­zar tomas de glu­co­sa, pre­sión arte­rial, apli­car inyec­cio­nes y sue­ros vita­mi­na­dos ade­más en caso de un pacien­te que lle­ga con com­pli­ca­cio­nes res­pi­ra­to­rias, lo cana­li­zan de inme­dia­to a las auto­ri­da­des para su pron­ta recuperación.

“Hemos hecho un gran trio” refie­re María, quien cele­bra que su espa­cio es un sue­ño que siem­pre había teni­do y que por fin pudo ver rea­li­za­do, y que aho­ra ten­drá mayo­res opor­tu­ni­da­des de brin­dar aten­ción médi­ca usan­do sus plan­tas medicinales.

María tie­ne una memo­ria pri­vi­le­gia­da que no nece­si­ta un catá­lo­go por escri­to para recor­dar los usos de las plan­tas, aun­que no des­car­ta que esa pue­da ser su heren­cia, dejar sus prác­ti­cas medi­ci­na­les y el uso de plan­tas como memo­ria colec­ti­va para para que nun­ca se pier­da esta prác­ti­ca tra­di­cio­nal que apren­dió de sus ances­tros zapotecas.

Ade­más tie­ne una téc­ni­ca cura­ti­va don­de usa masa­jes y plan­tas para la pará­li­sis facial, que con 20 días de tra­ta­mien­to la per­so­na se res­ta­ble­ce por com­ple­to, ape­nas hace un mes dio de alta a una menor de 11 años que se curó de este padecimiento.

“Les he dicho y les recal­co, las plan­tas ali­vian los males, nos curan, yo los com­prue­bo todos los días, des­de un pade­ci­mien­to para el ojo has­ta pará­li­sis facial y el mal de Hue­so de leche “dxi­ta niid­xi”, que es cuan­do los niños adel­ga­zan por com­ple­to y no quie­ren comer, ten­go un acei­te espe­cial que les unto deba­jo de las amíg­da­las y se curan, nin­guno se me ha muer­to, todos han vuel­to a comer y vivir sanamente”.

“Lid­xi Guen­da­na­zaa­ca” o “Casa de la sana­ción” es un encuen­tro don­de el alma repo­sa, se tran­qui­li­za y lo mejor se cura, aquí flo­re­ce la vida y mien­tras María y sus dos hijas lo man­ten­gan abier­to segu­ra­men­te más per­so­nas se cura­ran por­que lo que se res­pi­ra y sien­te es paz y amor.

Méxi­co es el segun­do lugar a nivel mun­dial en pro­du­cir plan­tas medi­ci­na­les, los pue­blos nati­vos como el caso de Álva­ro Obre­gón, son los prin­ci­pa­les cul­ti­va­do­res de estas hier­bas y a ellos se les reco­no­ce su uso y conservación.

Publi­ca­do ori­gi­nal­men­te en Ist­mo­Press

FUENTE: des­In­for­ma­ción

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