Femi­nis­mos. COVID19: Una “reper­cu­sión des­pro­por­cio­na­da en las muje­res que tra­ba­jan”, según la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo (OIT)

Por @FemeninoRural, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 12 de agos­to de 2020.

“Habi­da cuen­ta de que la cri­sis de la COVID19 afec­ta de for­ma des­pro­por­cio­na­da a las muje­res tra­ba­ja­do­ras de muchas mane­ras, exis­te el ries­go de que se pro­duz­ca un retro­ce­so con res­pec­to a algu­nos avan­ces logra­dos en los últi­mos dece­nios, y de que se exa­cer­be la des­igual­dad de géne­ro en el mer­ca­do labo­ral”. Es uno de los alar­man­tes men­sa­jes fun­da­men­ta­les que lan­za el Obser­va­to­rio de la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo (OIT) en la quin­ta edi­ción de su infor­me ‘La COVID19 y el mun­do del tra­ba­jo’.

“A dife­ren­cia de cri­sis ante­rio­res, el empleo feme­nino corre un mayor ries­go que el mas­cu­lino, en par­ti­cu­lar como con­se­cuen­cia de los efec­tos de la rece­sión en el sec­tor de los ser­vi­cios. Por otro lado, las muje­res cons­ti­tu­yen una gran par­te de los tra­ba­ja­do­res que rea­li­zan tra­ba­jos de pri­me­ra línea, espe­cial­men­te en los sec­to­res sani­ta­rio y de asis­ten­cia social. El aumen­to de la car­ga de tra­ba­jo no remu­ne­ra­do de la aten­ción sani­ta­ria que ha pro­vo­ca­do la cri­sis afec­ta en mayor medi­da a las muje­res que a los hom­bres”, aña­de el informe.

Ten­den­cias inquietantes

Según la OIT, los datos reca­ba­dos a tra­vés de una recien­te encues­ta ponen de relie­ve ten­den­cias inquie­tan­tes, sus­cep­ti­bles de exa­cer­bar la dis­pa­ri­dad y con­di­cio­nar los modes­tos avan­ces logra­dos en los últi­mos años en mate­ria de igual­dad de géne­ro en el mer­ca­do laboral.

Ya antes del ini­cio de la cri­sis, seguía exis­tien­do una gran dis­pa­ri­dad de géne­ro en los mer­ca­dos labo­ra­les de todo el mun­do, pese a los avan­ces de los últi­mos dece­nios. Esa dis­pa­ri­dad con res­pec­to al índi­ce de par­ti­ci­pa­ción en la fuer­za de tra­ba­jo había dis­mi­nui­do leve­men­te en los últi­mos dece­nios, si bien la bre­cha a esca­la mun­dial seguía sien­do apro­xi­ma­da­men­te de 27 pun­tos por­cen­tua­les en 2019. En los paí­ses de ingre­sos bajos y media­nos bajos, en los que has­ta el 90 por cien­to de los tra­ba­ja­do­res desa­rro­llan su labor en el sec­tor infor­mal, la mujer sue­le gozar de menor pro­tec­ción social. Con res­pec­to a los tra­ba­ja­do­res asa­la­ria­dos, la dis­pa­ri­dad de géne­ro en mate­ria de remu­ne­ra­ción sigue sien­do de alre­de­dor del 20 por cien­to a esca­la mundial.

Cua­tro son las prin­ci­pa­les esfe­ras en que esta cri­sis inci­de de for­ma des­pro­por­cio­na­da en las muje­res que tra­ba­jan: En pri­mer lugar, una gran pro­por­ción de muje­res tra­ba­ja en sec­to­res muy afec­ta­dos por la cri­sis. En segun­do lugar, las muje­res que tra­ba­jan en el sec­tor de pres­ta­ción de ser­vi­cios domés­ti­cos han sido muy vul­ne­ra­bles fren­te a las medi­das de con­ten­ción. En ter­cer lugar, la inmen­sa mayo­ría de los tra­ba­ja­do­res de los sec­to­res sani­ta­rio y de asis­ten­cia social son muje­res. Y, por últi­mo, la dis­tri­bu­ción dis­par del aumen­to de la deman­da de ser­vi­cios de aten­ción social duran­te la cri­sis inci­de de for­ma des­pro­por­cio­na­da en las mujeres.

En pri­mer lugar, una gran pro­por­ción de muje­res tra­ba­ja en sec­to­res muy afec­ta­dos por la crisis

A esca­la mun­dial, casi 510 millo­nes de muje­res tra­ba­ja­do­ras, a saber, el 40 por cien­to, desa­rro­llan su labor en esos sec­to­res más afec­ta­dos, en par­ti­cu­lar los de la hote­le­ría y la ali­men­ta­ción y los comer­cios al por mayor y al por menor, así como en los ser­vi­cios inmo­bi­lia­rios, empre­sa­ria­les, admi­nis­tra­ti­vos y pro­duc­ti­vos. Por otro lado, esa pro­por­ción es del 36,6 por cien­to en el caso de los hom­bres. La pro­por­ción de muje­res que tra­ba­jan en los sec­to­res más afec­ta­dos es par­ti­cu­lar­men­te ele­va­da en Amé­ri­ca Cen­tral (58,9 por cien­to), Asia Sudo­rien­tal (48,5 por cien­to), Euro­pa Meri­dio­nal (45,8 por cien­to) y Amé­ri­ca Meri­dio­nal (45,5 por cien­to). En esas subre­gio­nes, la pro­por­ción de hom­bres que tra­ba­jan en los sec­to­res más afec­ta­dos es menor (43,0 por cien­to en Amé­ri­ca Cen­tral, 33,2 por cien­to en Asia Sudo­rien­tal y 42,0 por cien­to en Amé­ri­ca Meri­dio­nal), excep­to en Euro­pa Meri­dio­nal, en la que se regis­tra una pro­por­ción mayor (49,1 por ciento).

En lo que res­pec­ta a deter­mi­na­dos sec­to­res en los que el tra­ba­jo feme­nino es mayo­ri­ta­rio, las muje­res rea­li­zan el 61 por cien­to de los empleos en el sec­tor de las artes y el espec­tácu­lo, y en otros ser­vi­cios cone­xos, y el 54 por cien­to de los empleos en el sec­tor de los ser­vi­cios de la hote­le­ría y la ali­men­ta­ción, y están sobre­rre­pre­sen­ta­das en el sec­tor del comer­cio al por mayor y al por menor (al ser el 42,1 por cien­to de las per­so­nas que tra­ba­jan en dicho sec­tor, fren­te al 38,7 por cien­to del total de tra­ba­ja­do­res). En algu­nos seg­men­tos del sec­tor pro­duc­ti­vo que no guar­dan rela­ción con los ser­vi­cios y requie­ren una gran can­ti­dad de mano de obra, en par­ti­cu­lar el de la con­fec­ción, las muje­res son vul­ne­ra­bles fren­te a la pér­di­da de su tra­ba­jo como con­se­cuen­cia dela inte­rrup­ción de las cade­nas de sumi­nis­tro y la dis­mi­nu­ción de la deman­da de los consumidores.

La bre­cha de géne­ro con res­pec­to a la pro­por­ción de tra­ba­ja­do­res en los sec­to­res infor­ma­les más afec­ta­dos es mucho mayor, habi­da cuen­ta de que el 42 por cien­to de las muje­res tra­ba­ja­ban de mane­ra infor­mal en esos sec­to­res al comen­zar la cri­sis, fren­te al 32 por cien­to en el caso de los hombres.

En segun­do lugar, las muje­res que tra­ba­jan en el sec­tor de pres­ta­ción de ser­vi­cios domés­ti­cos han sido muy vul­ne­ra­bles fren­te a las medi­das de contención

Según varias esti­ma­cio­nes de la OIT, al 4 de junio 55 millo­nes de tra­ba­ja­do­res domés­ti­cos de todo el mun­do, a saber, el 72,3 por cien­to, corrían un ele­va­do ries­go de per­der su empleo y sus ingre­sos como con­se­cuen­cia de las medi­das de con­fi­na­mien­to y la fal­ta de cober­tu­ra efi­caz en mate­ria de segu­ri­dad social. La gran mayo­ría de esos tra­ba­ja­do­res domés­ti­cos en situa­ción de ries­go, en torno a 37 millo­nes, son muje­res. En todas las regio­nes, las muje­res cons­ti­tu­yen la mayo­ría de los tra­ba­ja­do­res domés­ti­cos en situa­ción de ries­go, y su pro­por­ció­nes del 58,2 por cien­to en Asia y el Pací­fi­co, el 69,7 por cien­to en Áfri­ca, el 86,0 por cien­to en Euro­pa y Asia cen­tral y el 88,5 por cien­to en Amé­ri­ca. Cabe des­ta­car que los tra­ba­ja­do­res domés­ti­cos sue­len ser migran­tes, lo que aumen­ta su vul­ne­ra­bi­li­dad por la fal­ta de pro­tec­ción social en los paí­ses de des­tino, y por­queno pue­den regre­sar a sus paí­ses de ori­gen debi­doa la implan­ta­ción de medi­das de con­fi­na­mien­to o a prohi­bi­cio­nes de viaje.

En ter­cer lugar, la inmen­sa mayo­ría de los tra­ba­ja­do­res de los sec­to­res sani­ta­rio y de asis­ten­cia social son mujeres

A esca­la mun­dial, las muje­res repre­sen­tan más del 70 por cien­to de las per­so­nas emplea­das en los sec­to­res sani­ta­rio y social; en varias regio­nes desa­rro­lla­das, cons­ti­tu­yen casi el 80 por cien­to de la mano de obra del sec­tor sani­ta­rio. Sin embar­go, las muje­res que lle­van a cabo su labor en dicho sec­tor sue­len ocu­par pues­tos menos cua­li­fi­ca­dos y peor remu­ne­ra­dos, lo que da lugar a una mayor dis­pa­ri­dad sala­rial de géne­ro (del 26 por cien­to en los paí­ses de ingre­sos ele­va­dos y del 29 por cien­to en los paí­ses de ingre­sos media­nos ele­va­dos). Los tra­ba­ja­do­res del sec­tor sani­ta­rio, en par­ti­cu­lar los que tra­tan a pacien­tes que pade­cen COVID-19, sue­len estar suje­tos a arduas con­di­cio­nes de tra­ba­jo (y en oca­sio­nes peli­gro­sas). Sus lar­gas jor­na­das de tra­ba­jo en uni­da­des de cui­da­dos inten­si­vos, la fal­ta de equi­pos de pro­tec­ción per­so­nal o de recur­sos ade­cua­dos, la dota­ción defi­cien­te de per­so­nal y un inten­so estrés emo­cio­nal, hacen que esos tra­ba­ja­do­res sani­ta­rios se expon­gan a un mayor ries­go de infec­ción y trans­mi­sión, en par­ti­cu­lar en los paí­ses de ingre­sos bajos y medianos.

En cuar­to lugar, la dis­tri­bu­ción dis­par del aumen­to de la deman­da de ser­vi­cios de aten­ción social duran­te la cri­sis inci­de de for­ma des­pro­por­cio­na­da en las mujeres

En perío­dos de nor­ma­li­dad, las muje­res lle­van a cabo alre­de­dor de tres cuar­tas par­tes del tra­ba­jo de pres­ta­ción de cui­da­dos no remu­ne­ra­do. El tiem­po que dedi­can las muje­res a dicho tra­ba­jo aumen­ta si hay niños en el hogar. El cie­rre de cen­tros edu­ca­ti­vos para la pri­me­ra infan­cia y de escue­las, así como la inte­rrup­ción de la pres­ta­ción de ser­vi­cios de aten­ción social y la fal­ta de dis­po­ni­bi­li­dad de fami­lia­res de mayor edad para pres­tar ayu­da, ha aumen­ta­do la deman­da de ser­vi­cios de aten­ción social duran­te la cri­sis. La situa­ción de los pro­ge­ni­to­res sol­te­ros, el 78,4 por cien­to de los cua­les son muje­res en todo el mun­do, pue­de ser aún más com­ple­ja, espe­cial­men­te si deben seguir tra­ba­jan­do (en su pues­to de tra­ba­jo o a dis­tan­cia) y cui­dar de los niños sin ayu­da alguna.

En una recien­te encues­ta en línea rea­li­za­da en Euro­pa, el 10,6 por cien­to de las muje­res que par­ti­ci­pa­ron en la mis­ma (de 35 a 49 años de edad) seña­la­ron que duran­te la cri­sis las res­pon­sa­bi­li­da­des fami­lia­res les impe­dían (en todo momen­to o casi siem­pre) dedi­car el tiem­po nece­sa­rio a su tra­ba­jo, fren­te al 6,7 por cien­to de los hom­bres encues­ta­dos. Ade­más de los aspec­tos rela­ti­vos a la pres­ta­ción de cui­da­dos, la OIT tam­bién ha des­ta­ca­do el ries­go de que aumen­te la vio­len­cia domés­ti­ca duran­te la cri­sis, en par­ti­cu­lar como con­se­cuen­cia de las medi­das de confinamiento.

Un empeo­ra­mien­to de la situa­ción labo­ral de la mujer

Los datos de una recien­te encues­ta sobre fuer­za de tra­ba­jo ponen de relie­ve un empeo­ra­mien­to de la situa­ción labo­ral de la mujer. En los paí­ses para los que se dis­po­ne de datos rela­ti­vos a abril y mayo de 2020, la dis­mi­nu­ción inter­anual del empleo ha sido mayor en el caso de las muje­res que en el de los hom­bres. Por ejem­plo, en el Cana­dá, Colom­bia y Esta­dos Uni­dos, el empleo feme­nino dis­mi­nu­yó en más del 16 por cien­to de abril de 2019 a abril de 2020. Esa dis­mi­nu­ción siguió pro­du­cién­do­se en mayo.

Esos efec­tos des­pro­por­cio­na­dos en la mujer podrían pro­vo­car un retro­ce­so con res­pec­to a los avan­ces en mate­ria de igual­dad de géne­ro logra­dos has­ta aho­ra en el mer­ca­do labo­ral y exa­cer­bar la dis­pa­ri­dad al res­pec­to. En ante­rio­res cri­sis se ha pues­to de mani­fies­to que si las muje­res pier­den su empleo, aumen­ta su car­ga de tra­ba­jo no remu­ne­ra­do de pres­ta­ción de ser­vi­cios, y que si no hay empleo sufi­cien­te, con fre­cuen­cia se nie­ga a la mujer las opor­tu­ni­da­des de tra­ba­jo que se ofre­cen a los hom­bres. Cuan­to mayor sea la pér­di­da de empleo feme­nino duran­te la fase con­fi­na­mien­to y menos pues­tos de tra­ba­jo exis­tan como con­se­cuen­cia de la cri­sis de la COVID-19, más difí­cil será recu­pe­rar el empleo para las muje­res. Habi­da cuen­ta de ello, esta cri­sis podría pro­vo­car un retro­ce­so con res­pec­to a los avan­ces logra­dos (a un rit­mo muy len­to) para la mujer en el mer­ca­do de tra­ba­jo, en par­ti­cu­lar con res­pec­to a la dis­tri­bu­ción del tra­ba­jo de pres­ta­ción de cui­da­dos no remunerado.

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