El Sal­va­dor. La Uni­ver­si­dad públi­ca: odios y prejuicios

Por Mar­lon Javier López. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 de agos­to de 2020.

Cuan­do se dio a cono­cer que la Uni­ver­si­dad de El Sal­va­dor (UES) vería recor­ta­do su pre­su­pues­to en casi cua­tro millo­nes en el pró­xi­mo año, muchos jus­ti­fi­ca­ron la medi­da ape­lan­do a las defi­cien­cias que carac­te­ri­zan a la UES. Al hacer­lo, repro­du­cían una serie de pre­jui­cios impues­tos sobre la uni­ver­si­dad públi­ca por años de pro­pa­gan­da neoliberal.

No es la pri­me­ra vez que la uni­ver­si­dad públi­ca es víc­ti­ma de una cam­pa­ña de odio de par­te de gru­pos de segui­do­res y sim­pa­ti­zan­tes de Nue­vas Ideas. En sí mis­mo sus argu­men­tos no mere­cen nin­gu­na res­pues­ta, pero dado su impac­to en la opi­nión públi­ca y el momen­to polí­ti­co en el que vivi­mos me he vis­to ten­ta­do a brin­dar una opi­nión propia.

qui­sie­ra abor­dar algu­nos de los pre­jui­cios que se uti­li­zan para des­pres­ti­giar a la uni­ver­si­dad de El Sal­va­dor, los cua­les for­man par­te de un “sen­ti­do común” pro­pi­cia­do por déca­das de neo­li­be­ra­lis­mo. Dos de ellos mere­cen, des­de mi pun­to de vis­ta, espe­cial aten­ción. El más impor­tan­te tie­ne que ver con el hecho de que los docen­tes uni­ver­si­ta­rios “ganen dema­sia­do dine­ro sin hacer nada”. Según esta idea los pro­ble­mas de la UES se deben a que está secues­tra­da por un gru­po de docen­tes ambi­cio­sos dis­pues­tos a incre­men­tar­se su, ya de por sí one­ro­so sala­rio, ante la míni­ma opor­tu­ni­dad. A su vez esta idea se pue­de des­com­po­ner en dos aspec­tos. El pri­me­ro: “los docen­tes uni­ver­si­ta­rios poseen un sala­rio one­ro­so” y el segun­do “los pro­ble­mas de la Uni­ver­si­dad se deben al one­ro­so sala­rio que reci­ben los docentes”.

En pri­mer lugar, habría que acla­rar que el sala­rio de un docen­te uni­ver­si­ta­rio de más alto nivel (PUIII) efec­ti­va­men­te está por enci­ma de la media sala­rial de El Sal­va­dor. Sin embar­go, no debe­mos per­der de vis­ta dos cosas. Pri­me­ro que un docen­te uni­ver­si­ta­rio es, al menos en teo­ría, un pro­fe­sio­nal que ha hecho carre­ra a lo lar­go de muchos años y gra­cias a su for­ma­ción aca­dé­mi­ca y a la labor que rea­li­za acce­de al sala­rio deven­ga­do. Hago notar mis reser­vas con la fra­se “al menos en teo­ría” por­que el pun­to débil de este argu­men­to es, con toda segu­ri­dad, el con­tras­te entre la teo­ría y la reali­dad, ya que no siem­pre este requi­si­to se cumple. 

No debe­mos dejar de lado, sin embar­go, que para que un docen­te, al igual que cual­quier sal­va­do­re­ño, pue­da hacer carre­ra pro­fe­sio­nal es nece­sa­rio que exis­tan pro­gra­mas de post­gra­dos diver­sos (maes­trías, doc­to­ra­dos, etc.) los cua­les por hoy no exis­ten en nues­tro país, al menos en la Uni­ver­si­dad públi­ca. Mon­tar estos pro­gra­mas y hacer­los acce­si­bles impli­ca una fuer­te inver­sión de recur­sos y, por tan­to, un aumen­to pre­su­pues­ta­rio sobre la edu­ca­ción supe­rior. Por otro lado, pode­mos defen­der y argu­men­tar en favor de la reduc­ción de sala­rios para nues­tros pro­fe­so­res, pero ¿real­men­te es ese el país que que­re­mos? Por años se nos ha dicho que la edu­ca­ción es la vía para salir de la pobre­za, un joven estu­dia y se esfuer­za por sacar una carre­ra con el fin de ele­var­se has­ta una posi­ción que le per­mi­ta man­te­ner un nivel de vida digno y satis­fac­to­rio, aten­tar con­tra el bien­es­tar de cual­quier pro­fe­sio­nal, inclui­dos los pro­fe­so­res, impli­ca aca­bar defi­ni­ti­va­men­te con esta posibilidad.

En segun­do lugar, no es cier­to que los pro­fe­so­res uni­ver­si­ta­rios gocen de un sala­rio one­ro­so. De hecho, esto cons­ti­tu­ye un pri­vi­le­gio al cual es cada vez más difí­cil acce­der, pre­ci­sa­men­te por el bajo pre­su­pues­to que la UES tie­ne asig­na­do. En su gran mayo­ría los pro­fe­so­res uni­ver­si­ta­rios no logran acce­der siquie­ra a un con­tra­to, tenien­do que desa­rro­llar su labor pro­fe­sio­nal en con­di­cio­nes de pre­ca­rie­dad, tal como lo hace la gran mayo­ría de los sal­va­do­re­ños. Esto nos lle­va a con­si­de­rar la posi­ción de aque­llos que resien­ten el enve­je­ci­mien­to de la plan­ta docen­te de la UES. Bajo las con­di­cio­nes pre­su­pues­ta­rias actua­les una reno­va­ción de la plan­ta docen­te en la UES resul­ta impensable.

El segun­do pre­jui­cio que quie­ro con­si­de­rar tie­ne que ver con la idea de que la UES es pre­sa de la corrup­ción. Quie­nes sos­tie­nen esta idea se apo­yan en ella para argu­men­tar lo inú­til e inclu­so per­ju­di­cial que resul­ta cual­quier ini­cia­ti­va que pase por dotar a la uni­ver­si­dad de mayor pre­su­pues­to. Al igual que el pre­jui­cio que se aca­ba de refu­tar, esta idea tie­ne su ori­gen en un “sen­ti­do común” neo­li­be­ral, según el cual lo públi­co es sinó­ni­mo de corrup­ción mien­tras la ini­cia­ti­va pri­va­da está mar­ca­da por el esfuer­zo, el sacri­fi­cio y los méri­tos pro­pios. Diga­mos, para comen­zar, que los recien­tes escán­da­los rela­cio­na­dos con eva­sión fis­cal, frau­des al esta­do, etc. pro­ta­go­ni­za­dos por empre­sa­rios en nues­tro país debe bas­tar para echar por tie­rra ese rela­to. Es inne­ga­ble que en la UES ha exis­ti­do corrup­ción, pero la corrup­ción no es patri­mo­nio de la Uni­ver­si­dad públi­ca, es una lacra que atra­vie­sa todos los sec­to­res de la sociedad. 

La corrup­ción tie­ne bases mate­ria­les y cul­tu­ra­les y es inhe­ren­te a un mode­lo eco­nó­mi­co que exa­cer­ba el egoís­mo y des­tru­ye los lazos comu­ni­ta­rios. Un mode­lo social que no ofre­ce nin­gu­na pers­pec­ti­va de desa­rro­llo per­so­nal empu­ja a los indi­vi­duos a una lucha por la super­vi­ven­cia en la que no cabe nin­gu­na con­si­de­ra­ción de tipo moral. Una reali­dad de este tipo solo se pue­de supe­rar si se abor­dan de mane­ra amplia y sis­té­mi­ca los aspec­tos rela­cio­na­dos con la base social y eco­nó­mi­ca de nues­tro país, ponien­do énfa­sis en lo común. Impli­ca por tan­to for­ta­le­cer los ser­vi­cios públi­cos, una inter­ven­ción social en la eco­no­mía y una revo­lu­ción cul­tu­ral. Todo ello supo­ne indi­rec­ta y direc­ta­men­te poten­ciar la edu­ca­ción públi­ca y en con­se­cuen­cia un mayor pre­su­pues­to para la Uni­ver­si­dad de El Salvador.

* Fuen­te: Kaos en la Red

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