Cuba. Vil­ma, o el hori­zon­te cons­tan­te de la mujer emancipada

Por Leidys María Labra­dor Herre­ra, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 agos­to 2020.

Siem­pre que se hable de los más genui­nos valo­res de las hijas de esta tie­rra, sale tu nom­bre a la luz. El recuer­do de tu incan­sa­ble andar se hace más níti­do y tu cor­dial son­ri­sa se refle­ja en todas las cuba­nas que, posee­do­ras de tu heren­cia patrió­ti­ca, hemos deci­di­do con­ti­nuar tu obra.

Vil­ma, qué sen­ti­do del deber vivió con­ti­go, qué sen­si­bi­li­dad excep­cio­nal habi­tó tu ser, dotán­do­te de la capa­ci­dad de dar­te humil­de­men­te a los demás, de asu­mir con desin­te­rés y fir­me­za la pos­tu­ra revo­lu­cio­na­ria, para hacer de ella glo­rio­so estandarte.

Están tus hue­llas cla­ras toda­vía en los tes­ti­mo­nios de la clan­des­ti­ni­dad, en los sen­de­ros de la Sie­rra Maes­tra, en cada paso dado por el bas­tión feme­nino del socia­lis­mo cubano, en pos de nue­vas metas.

Por­que no abri­gas­te jamás la menor duda de que el triun­fo defi­ni­ti­vo sobre los opre­so­res de esta Isla, sería tam­bién el impul­so nece­sa­rio para poner a las muje­res en su jus­to lugar fren­te a la his­to­ria, como pro­ta­go­nis­tas de la Revo­lu­ción, como deci­so­ras de su des­tino, como los seres capa­ces cuyos apor­tes dia­rios y cons­tan­tes a los obje­ti­vos de este jus­to sis­te­ma social, les gana­ran el cali­fi­ca­ti­vo de imprescindibles.

Fue tan alta tu moral, tan cer­te­ros tus cri­te­rios e invio­la­bles tus prin­ci­pios, que nun­ca te fal­tó el más sin­ce­ro res­pe­to de tus her­ma­nos de lucha, y la escu­cha aten­ta a tus pala­bras del líder natu­ral de aque­lla gene­ra­ción y del camino reco­rri­do por ella.

Tuvis­te siem­pre una visión com­ple­ta y abar­ca­do­ra de lo que debía ser la Cuba con la que soña­ron, por la que bata­lla­ron y die­ron lo mejor de sus años y su vida valio­sas muje­res como tú.

Por eso te con­ver­tis­te, sin que jamás fue­ra esa meta o aspi­ra­ción de tu actuar, en la voz de millo­nes de cuba­nas, que vie­ron en ti la estir­pe de Maria­na, la valen­tía y el arro­jo de Ana Betan­court y, por lo tan­to, la ple­na capa­ci­dad para ser guía e ins­pi­ra­do­ra de las más pro­fun­das trans­for­ma­cio­nes para la ple­na inte­gra­ción de la mujer a la socie­dad. Si la rea­li­za­ción feme­ni­na en esta Isla dejó de ser una uto­pía para con­sa­grar­se como uno de los valo­res que han hecho de Cuba un ejem­plo ante el mun­do, gran par­te de eso te lo debe­mos a ti.

Ganas­te el cari­ño sin­ce­ro de tu pue­blo y, por eso, no serás nun­ca pre­sa de la muer­te o el olvi­do. Vives como semi­lla en el alma de las niñas que sue­ñan el futu­ro, en la ale­gría y el ímpe­tu de las jóve­nes que ya se saben úti­les a su nación, en el camino tran­si­ta­do por aque­llas que en el tiem­po estu­vie­ron más cer­ca­nas a tu per­so­na y eli­gie­ron per­ma­ne­cer fie­les al ejem­plo que aún irradias.

Por eso hoy, cuan­do la orga­ni­za­ción insig­ne de las revo­lu­cio­na­rias, que fun­das­te de la mano de Fidel, arri­ba a un nue­vo cum­plea­ños, se res­pi­ra cla­ra en el aire tu presencia.

En medio de los retos de un com­ple­jo pre­sen­te, la Patria con­vo­ca, y qué res­pues­ta han dado sus muje­res. Incan­sa­bles en la pro­duc­ción, opti­mis­tas tras el micros­co­pio, dis­pues­tas a hacer­le fren­te al virus en otras regio­nes del mun­do, guar­dia­nas incan­sa­bles de la fami­lia, tra­ba­ja­do­ras ejem­pla­res, se han suma­do sin dudar­lo a la pre­mi­sa de pen­sar y actuar como país.

Y eso, heroí­na inta­cha­ble, reden­to­ra madre, revo­lu­cio­na­ria ejem­plar y siem­pre con­se­cuen­te con sus prin­ci­pios, lle­va el sello imbo­rra­ble de tus des­ve­los y total entre­ga por tu tie­rra, por la dig­ni­dad de la mujer, por el ser humano.

Itu­rria /​Fuen­te

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