Colom­bia: Ofen­si­va cri­mi­nal del para­mi­li­ta­ris­mo: 33 muer­tos en 11 días

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 22 agos­to 2020.

foto: Mani­fes­ta­ción en Bogo­tá con­tra el aumen­to de vio­len­cia en el país, este viernes. 

En Colom­bia, duran­te los últi­mos 11 días se han repor­ta­do 33 muer­tes a manos de gru­pos finan­cia­dos por el nar­co­trá­fi­co, tras el ali­vio que tra­jo el pac­to de paz de 2016 con la exgue­rri­lla FARC, tam­bién blan­co de la vio­len­cia. Entre vier­nes y sába­do, las auto­ri­da­des regis­tra­ron 17 muer­tos y dos des­apa­re­ci­dos en dos masa­cres ocu­rri­das en un país supues­ta­men­te semi­pa­ra­li­za­do por la pandemia.

Cin­co de las víc­ti­mas caye­ron en Arau­ca, en la fron­te­ra con Vene­zue­la, y seis en el depar­ta­men­to de Cau­ca, ambas zonas fuer­te­men­te mili­ta­ri­za­das. Este sába­do Jhon Rojas, gober­na­dor de Nari­ño, depar­ta­men­to vecino del Cau­ca y fron­te­ri­zo con Ecua­dor, tam­bién infor­mó sobre una “nue­va masa­cre” con seis víc­ti­mas y dos des­apa­re­ci­dos en el muni­ci­pio de Tuma­co, don­de hay gran can­ti­dad de plan­ta­cio­nes de coca.

Los epi­so­dios se enca­de­nan más o menos de la mis­ma for­ma: un gru­po arma­doi­rrum­pe y abre fue­go en ale­ja­das zonas o se lle­va a sus víc­ti­mas para lue­goa­ban­do­nar los cuer­pos. La mayo­ría de los ase­si­na­dos son jóve­nes. El vier­nes, en la matan­za de El Tam­bo (Cau­ca), ulti­ma­ron a seis hombres.Los agre­so­res los foto­gra­fia­ron “cuan­do se los lle­va­ron para mos­trar­los antes de masa­crar­los”, dijo el pre­si­den­te de la comi­sión de paz del Sena­do, Roy Barreras.

El sena­dor com­par­tió las imá­ge­nes en Twit­ter. “Actúan con sevi­cia y cruel­dad que mas allá del cri­men envía men­sa­je de con­trol del terri­to­rio”, escri­bió. De su lado, el pre­si­den­te Iván Duque lamen­tó que estos “hechos dolo­ro­sos” no hayan “des­apa­re­ci­do”.“Entre el año 2019 y lo que va corri­do del año 2020, pode­mos estar hablan­do de 34 hechos de esa natu­ra­le­za”, dijo en un dis­cur­so en la ciu­dad de Cali (sur­oes­te).

La más recien­te ola de vio­len­cia comen­zó el 11 de agos­to con la masa­cre decin­co meno­res en una zona de cul­ti­vos de caña en Cali; siguió con la de ocho jóve­nes que depar­tían en una fies­ta en Sama­nie­go, Nari­ño, y el ase­si­na­to de tres indí­ge­nas Awá en ese mis­mo departamento.

A esta arre­me­ti­da por el con­trol de pun­tos estra­té­gi­cos de la pro­duc­ción y trá­fi­co de dro­gas se suman los ase­si­na­tos de 224 exgue­rri­lle­ros que fir­ma­ron la paz, según el aho­ra par­ti­do de izquier­da Fuer­za Alter­na­ti­va Revo­lu­cio­na­ria del Común (FARC), así como cien­tos de líde­res o acti­vis­tas dede­re­chos humanos.

Aun­que el acuer­do de 2016 redu­jo sen­si­ble­men­te la vio­len­cia – ana­lis­tas esti­man que por año se han evi­ta­do unas 3 000 muer­tes -, el repun­te del nar­co­trá­fi­co y la fal­ta de con­trol efec­ti­vo del exten­so terri­to­rio por par­te del Esta­do han con­tri­bui­do al regre­so a las épo­cas de terror y plomo.

“Lo que ha suce­di­do en una sema­na es algo horri­pi­lan­te. Son cua­tro masa­cres”, dijo a la AFP Cami­lo Gon­zá­lez, pre­si­den­te del Ins­ti­tu­to de Estu­dios para el Desa­rro­llo y la Paz (Inde­paz). Las mafias del nar­co­trá­fi­co “están apro­ve­chan­do la situa­ción de la pan­de­mia y la debi­li­dad de la pre­sen­cia del Esta­do en (cuan­to a) polí­ti­cas depro­tec­ción y socia­les en esos terri­to­rios”, dijo.

Has­ta el 17 de agos­to Nacio­nes Uni­das había docu­men­ta­do 33 masa­cres en loco­rri­do del año. Se habla de matan­za cuan­do son ase­si­na­das tres o más per­so­nas en el mis­mo hecho. Este sába­do el minis­tro de Defen­sa, Car­los Hol­mes Tru­ji­llo, anun­ció la crea­ción de una uni­dad espe­cial para cap­tu­rar a los res­pon­sa­bles de las matanzas.

Los agresores“harán par­te del car­tel de los más bus­ca­dos por ser per­pe­tra­do­res de homi­ci­dios colec­ti­vos”, así como de un “pro­gra­ma dere­com­pen­sas”, decla­ró des­de Arauca.

Pre­sio­na­do por las crí­ti­cas ante el dete­rio­ro de la segu­ri­dad, el gobierno insis­tió en su plan para reto­mar las fumi­ga­cio­nes aéreas con­tra los nar­co­cul­ti­vos, pese a las pro­tes­tas de los cam­pe­si­nos que ale­gan fal­ta deal­ter­na­ti­vas. Nari­ño y Cau­ca, dos de los depar­ta­men­tos afec­ta­dos por las masa­cres, conec­tan con la prin­ci­pal ruta para la sali­da de dro­ga por el océano Pacífico.

“La pre­sen­cia de Esta­do es sola­men­te mili­ta­ri­za­da”, y aun así no se detie­ne la vio­len­cia, comen­tó el direc­tor de Inde­paz, al apun­tar el retra­so o incum­pli­mien­to de los com­pro­mi­sos del acuer­do de 2016 que bus­ca­ban la “pro­tec­ción de comu­ni­da­des, de su incor­po­ra­ción a la lega­li­dad y de desa­rro­llo rural”.

Colom­bia, el mayor pro­vee­dor mun­dial de la cocaí­na que se con­su­me en Esta­dos Uni­dos y Euro­pa, arras­tra un his­to­rial de vio­len­cias que en seis déca­das deja poco más de nue­ve millo­nes de víc­ti­mas, en su mayo­ría des­pla­za­dos, ade­más de muer­tos y desaparecidos.

Itu­rria /​Fuen­te

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