Colom­bia. Las tor­tu­ras docu­men­ta­das con­tra exgue­rri­lle­ros de las FARC

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 30 de agos­to de 2020.

La Cor­po­ra­ción Soli­da­ri­dad Jurí­di­ca pre­sen­tó infor­me a la Comi­sión de la Ver­dad. La JEP ya lo tiene.

Cuan­do se ideó el Dere­cho Inter­na­cio­nal Huma­ni­ta­rio, como for­ma de “huma­ni­zar” la gue­rra, el men­sa­je de fon­do era que no todo vale en las con­fron­ta­cio­nes, que aún entre las par­tes en con­flic­to hay unos míni­mos huma­ni­ta­rios que deben res­pe­tar­se. Esos míni­mos fue­ron vio­la­dos por todos los acto­res del con­flic­to colombiano.

Así como las Farc los cru­za­ron en sus accio­nes, y come­tie­ron crí­me­nes de gue­rra, tam­bién lo hicie­ron miem­bros de la Fuer­za Públi­ca en con­tra de sus con­trin­can­tes. Así lo sos­tie­ne el infor­me ‘Vio­len­cia con­tra­in­sur­gen­te’, de la Cor­po­ra­ción Soli­da­ri­dad Jurí­di­ca, en el que reco­gen hechos de tor­tu­ra que sufrie­ron exgue­rri­lle­ros en manos de agen­tes del Esta­do, y que fue pre­sen­ta­do este miér­co­les a la Comi­sión de la Verdad.

El infor­me reco­ge y des­cri­be 17 casos, con 17 víc­ti­mas, de hechos que con­si­de­ra crí­me­nes internacionales.

Uno de ellos cuen­ta cómo un gue­rri­lle­ro que fue cap­tu­ra­do por la Poli­cía en 1995, en un muni­ci­pio de Cun­di­na­mar­ca fue tor­tu­ra­do para que die­ra infor­ma­ción de la orga­ni­za­ción. En un sitio cono­ci­do como ‘La Palo­me­ra’, en la sede de la Dijín en Bogo­tá, “lo des­nu­da­ron, lo ama­rra­ron boca aba­jo, lo envol­vie­ron en una toa­lla y empe­za­ron a gol­pear­lo” como un saco de boxeo, cuen­ta el infor­me. “Pos­te­rior­men­te le incrus­ta­ron agu­jas en la cabe­za”, añade.

Mien­tras le hacían esto, le exi­gían reve­lar los pla­nes del fren­te 22 de las Farc, cale­tas de dine­ro y el para­de­ro de jefes de la gue­rri­lla. “Seña­la que los poli­cías le mani­fes­ta­ban que toda­vía no habían hecho el regis­tro de su cap­tu­ra, por lo cual lo podían matar”, rese­ña el documento.

Otro de los casos ocu­rrió el 23 de octu­bre de 2005, tam­bién en zona rural de Cun­di­na­mar­ca. La denun­cia seña­la que, en una embos­ca­da, la Dijín ata­có a varios gue­rri­lle­ros. Uno de ellos sobre­vi­vió, heri­do, y huyó has­ta la casa de su pare­ja, quien es la que cuen­ta la historia.

Ella rela­ta que cer­ca de 10 miem­bros de ese cuer­po de inves­ti­ga­ción entra­ron a su casa, “lo cogie­ron como si fue­ra ani­mal, lo sacan y la reac­ción mía fue decir­le, oiga, ese mucha­cho está des­ar­ma­do, no tie­ne nada, la reac­ción de ellos fue enca­ño­nar­lo” (sic).

En la casa esta­ba la hija de la mujer, a quien saca­ron de allí. Dice que, a pesar de que su com­pa­ñe­ro esta­ba heri­do, lo saca­ron de la casa para gol­pear­lo, mien­tras a ella la man­te­nían enca­ño­na­da. “Yo sé que cuan­do a él le pega­ron el rafa­ga­zo, él esta­ba ya muer­to, por­que la can­ti­dad de gol­pes que reci­bió con esas botas pun­ta de ace­ro, yo creo que él ya esta­ba reven­ta­do”, cuen­ta la mujer.

Dice que a su hija la inte­rro­ga­ron por más de cua­ren­ta minu­tos en un cul­ti­vo de toma­tes cer­cano, y lue­go se la lle­va­ron a ella a inte­rro­gar­la. Le pre­gun­ta­ron si sabía quién era él y por qué lo había auxi­lia­do si era un gue­rri­lle­ro. “Ella res­pon­de que actuó de esa mane­ra por huma­ni­dad, que si hubie­se sido alguno de ellos tam­bién lo hubie­se hecho de la mis­ma mane­ra”, rela­ta el informe.

Aun­que las deja­ron ir, por­que la niña mani­fes­tó que no cono­cía al hom­bre –su padre – , la mujer dice que se lle­va­ron el dine­ro y los docu­men­tos de iden­ti­dad que tenía. Varios de los hechos retra­ta­dos darían cuen­ta de uti­li­za­ción ilí­ci­ta de meno­res de edad para pre­sio­nar a los guerrilleros.

Otro de los casos que reco­ge el infor­me ocu­rrió el 8 de agos­to de 2001 en Corin­to, Cau­ca. Rela­ta que un hom­bre fue cap­tu­ra­do por la Poli­cía con su hijo, menor de edad, a quien retu­vie­ron tres días en un cala­bo­zo e inte­rro­ga­ron para que con­ta­ra todo lo que sabía de su madre, quien era inte­gran­te de la orga­ni­za­ción guerrillera.

“A raíz de esta coac­ción al menor, la entre­vis­ta­da acu­de a la alcal­día y la cap­tu­ra la Poli­cía”, seña­la el infor­me. Lue­go de cap­tu­rar­la, lle­ga­ron miem­bros del Ejér­ci­to. Ella dice que estos inten­ta­ban ata­car­la a tra­vés de la cel­da y que logra­ron gol­pear­la con un fusil.

“Mani­fies­ta que los miem­bros del Ejér­ci­to esta­ban ofen­di­dos por­que ellos tra­ba­ja­ban con las auto­de­fen­sas, ade­más que tenían una ambi­ción por los gue­rri­lle­ros, pues­to que en la zona paga­ban qui­nien­tos mil pesos por un gue­rri­lle­ro y sete­cien­tos mil por un mili­ciano”, seña­la la ficha de este caso.

Pasó cin­co días en el cala­bo­zo, en los que fue inte­rro­ga­da sin pre­sen­cia de nin­gún abo­ga­do. “Dice que pusie­ron en fren­te una mesa con una gran can­ti­dad de armas que ella des­co­no­cía y jamás había usa­do. Ella refie­re que no fue cap­tu­ra­da con armas, pero que les esta­ban atri­bu­yen­do la pose­sión de fusi­les, pis­to­las y gra­na­das”, agre­ga el informe.

Los ‘patro­nes’ detrás de las historias

En su ter­cer capí­tu­lo, el infor­me pre­sen­ta los patro­nes de macro­cri­mi­na­li­dad detrás de los 17 hechos. Allí seña­lan que el Esta­do colom­biano “con­so­li­dó una estra­te­gia anti­sub­ver­si­va sote­rra­da que se cen­tró en la lógi­ca de la eli­mi­na­ción del “enemi­go interno” por medio de la com­bi­na­ción del sis­te­ma penal y la Fuer­za Públi­ca que ope­ra­ba de dis­tin­tas for­mas, pero con el mis­mo fin”.

El infor­me sos­tie­ne que el Esta­do usó meca­nis­mos “lega­les y extra­le­ga­les” para per­se­guir al “enemi­go interno”, indis­tin­ta­men­te a miem­bros de gru­pos sub­ver­si­vos y a per­so­nas de la pobla­ción civil seña­la­das de sim­pa­ti­zar con estos, por lo menos entre ini­cios de los años 90.

Los tra­tos o penas crue­les e inhu­ma­nas deri­va­ron en el des­co­no­ci­mien­to de dere­chos al debi­do pro­ce­so, a la defen­sa y a la con­tra­dic­ción, entre otros, en los pro­ce­sos pena­les, seña­lan tam­bién. En gene­ral, denun­cian que no fue­ron casos alea­to­rios ni ais­la­dos, sino que res­pon­die­ron a una polí­ti­ca por par­te del Esta­do, y que los 17 casos que pre­sen­tan son repre­sen­ta­ti­vos de estos patrones.

Los rea­li­za­do­res del infor­me dije­ron a la Comi­sión de la Ver­dad que estos casos son repre­sen­ta­ti­vos por estar en la cate­go­ría más alta de prohi­bi­ción en el dere­cho inter­na­cio­nal y por­que pre­sen­tan los hechos que sufrie­ron excom­ba­tien­tes al momen­to de ser cap­tu­ra­dos o duran­te su pri­va­ción de la liber­tad, seña­lan­do que los Con­ve­nios de Gine­bra esta­ble­cen la obli­ga­ción de pro­te­ger a quien depo­ne las armas, bien sea por cap­tu­ra o en otros contextos.

Entre los patro­nes des­cri­tos está la tor­tu­ra y otros tra­tos o penas crue­les y degra­dan­tes al momen­to de la cap­tu­ra como méto­do para obte­ner infor­ma­ción con fines mili­ta­res o como méto­do de cas­ti­go o ven­gan­za. Se repi­te la “sus­trac­ción de la víc­ti­ma del ampa­ro de la ley, de sus fami­lia­res o de orga­nis­mos de dere­chos huma­nos”, dice.

Tam­bién se repi­te el ofre­ci­mien­to de bene­fi­cios, como dar­le dine­ro a sus fami­lias a cam­bio de infor­ma­ción sobre cale­tas, coman­dan­tes, etc. Igual­men­te los inte­rro­ga­to­rios vio­len­tos, sin garan­tías judiciales.

Dicen que si estos no fun­cio­na­ban, los agen­tes esta­ta­les recu­rrían a “reper­to­rios de tor­tu­ra” como la asfi­xia con una bol­sa con deter­gen­te, el “escor­pión” en el que se les esti­ra­ban las extre­mi­da­des de for­ma que los talo­nes que­da­ran en la nuca de la per­so­na, cho­ques eléc­tri­cos, que­ma­du­ras y has­ta extrac­cio­nes de par­tes del cuer­po como las uñas o el pelo.

A los cap­tu­ra­dos heri­dos en com­ba­te, seña­la que con fre­cuen­cia los tras­la­da­ban en hama­cas que deja­ban caer inten­cio­nal­men­te para some­ter a los gue­rri­lle­ros. En gene­ral, plan­tean un patrón de “ven­gan­za” con­tra los inte­gran­tes de las Farc por los hechos en los que esta gue­rri­lla actuó con­tra agen­tes del Esta­do. Asi­mis­mo, seña­la entre los res­pon­sa­bles a la Poli­cía, la Sijín, la Dijín, el Ejér­ci­to, el Inpec, y a enti­da­des des­apa­re­ci­das como el DAS y el F2.

Por estos hechos, la cor­po­ra­ción dice que el Esta­do tie­ne res­pon­sa­bi­li­dad patri­mo­nial extra­con­trac­tual, en tér­mi­nos de posi­ción de garan­te y por cade­na de mando.

Este mis­mo infor­me fue pre­sen­ta­do a la Juris­dic­ción Espe­cial para la Paz (JEP) en julio pasado.

Foto: Elia­na Aponte

Fuen­te: El Tiempo

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