Bie­lo­rru­sia. Un polí­gono de prue­bas para occidente

Por Anto­nio Ron­dón. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 de agos­to de 2020.

Los suce­sos en Bie­lo­rru­sia, con una cla­ra inje­ren­cia forá­nea, más bien pare­cen demos­trar un inten­to de Occi­den­te por con­ver­tir a ese país en polí­gono para pro­bar todos los méto­dos de sacar del poder a un gobierno legítimo.

Al arse­nal de cam­bios for­za­dos se agre­gan méto­dos nue­vos como en el caso de Bela­rús, cuan­do se lle­va a la huel­ga a los tra­ba­ja­do­res para res­pal­dar exi­gen­cias polí­ti­cas de lo que sería un inten­to de gol­pe de Estado.

Sin embar­go, se repi­ten las pro­vo­ca­cio­nes con­tra la poli­cía, los des­ór­de­nes en la capi­tal, el invo­lu­cra­mien­to de la juven­tud, la exhor­ta­ción a agen­tes del orden públi­co a deser­tar de sus fun­cio­nes, aún des­pués que muchos de ellos fue­ron ata­ca­dos por los mis­mos protestantes.

A ello se une el uso de gru­pos de muje­res en una manio­bra para pre­sen­tar una cara pací­fi­ca de accio­nes de des­es­ta­bi­li­za­ción, el inten­to de blo­queo de calles o carre­te­ras, la ame­na­za con­tra fami­lia­res de fun­cio­na­rios esta­ta­les o la crea­ción de estruc­tu­ras para­le­las al poder.

Cla­ro está, en algu­nos casos como Ucra­nia, en 2004, en Boli­via, en 2019 y aho­ra en Bela­rús, el pre­tex­to ori­gi­nal fue­ron los comi­cios, aun­que en otras eta­pas de la des­es­ta­bi­li­za­ción se con­vo­ca a accio­nes direc­ta­men­te en con­tra del Gobierno, con­si­de­ran ana­lis­tas rusos.

De acuer­do con Evgue­ni Michen­ko, jefe de una com­pa­ñía con­sul­to­ra que lle­va su nom­bre, en las pro­tes­tas se uti­li­zó el pro­gra­ma Psiphon para evi­tar el blo­queo de la Inter­net, mien­tras el envío de infor­ma­ción tuvo apo­yo de emba­ja­das occi­den­ta­les, reve­ló la pren­sa rusa.

Ade­más, se empleó la comu­ni­ca­ción por móvi­les sin ser­vi­cio de Inter­net o tele­fó­ni­co, a tra­vés de una red de Bluetooth.

El direc­tor del Ins­ti­tu­to de Filo­so­fía de Bela­rús, Piotr Potrovsky, sub­ra­yó que esta vez una pri­me­ra eta­pa de las mani­fes­ta­cio­nes care­ció de un cen­tro úni­co y esas accio­nes fue­ron acom­pa­ña­das por la crea­ción en las redes socia­les de noti­cias falsas.

Potrovsky des­ta­ca el paso momen­tá­neo de las accio­nes vio­len­tas a otras en apa­rien­cia pací­fi­cas que inclu­yen des­de cade­nas huma­nas, has­ta for­mar pique­tes a la entra­da de fábri­cas para alen­tar o pre­sio­nar a obre­ros a ir a una huel­ga y pre­sen­tar eso como algo espontáneo.

El table­ro bielorruso

De acuer­do con la Comi­sión Cen­tral Elec­to­ral bela­ru­sa, Ale­xan­der Lukashen­ko ganó los comi­cios del 9 de agos­to con el 80,1 por cien­to de los votos, mien­tras la can­di­da­ta opo­si­to­ra Svetla­na Tija­novs­ka­ya solo con­tó con el 10,12 por cien­to del apo­yo en las urnas.

Aun­que la dife­ren­cia de votos es visi­ble, el esque­ma pre­pa­ra­do en Occi­den­te igno­ra los núme­ros de los comi­cios e insis­te, sin la demos­tra­ción de una prue­ba con­cre­ta y sin poder des­truir las exis­ten­tes en manos del Esta­do, en des­le­gi­ti­mar el pro­ce­so elec­to­ral. Litua­nia y Polo­nia, los paí­ses fron­te­ri­zos con Bela­rús, están a la van­guar­dia den­tro de la Unión Euro­pea en la insis­ten­cia en des­co­no­cer la legi­ti­mi­dad dada por la pobla­ción a Lukashen­ko en las urnas. Sim­ple­men­te no ganó la opo­si­ción y, al pare­cer, por eso se debe anu­lar la votación.

Obser­va­do­res opi­nan que el plan de una vic­to­ria relám­pa­go sobre Lukashen­ko, con tres días de pro­vo­ca­cio­nes a la poli­cía para obli­gar­la a actuar y obte­ner los ‘inmo­la­dos’ del levan­ta­mien­to, fra­ca­sa­ron, pues ape­nas se repor­ta­ron dos falle­ci­dos, uno de ellos por autoagresión.

Ello lle­vó a pasar de inme­dia­to a una segun­da fase de míti­nes y mani­fes­ta­cio­nes fren­te a gran­des empre­sas esta­ta­les para pro­vo­car paros labo­ra­les, con el anun­cia­do obje­ti­vo de para­li­zar la eco­no­mía, mien­tras se exhor­ta a los tra­ba­ja­do­res a deman­dar nue­vas elecciones.

Ana­lis­tas rusos recuer­dan las gran­des empre­sas esta­ta­les, don­de los obre­ros reci­ben sala­rios de entre 500 y 700 dóla­res, bene­fi­cios socia­les, inclui­dos des­can­sos en sana­to­rios, mien­tras la entra­da en esos cen­tros labo­ra­les por lo gene­ral es por concurso.

Las deman­das de ir a la huel­ga hechas por Tija­novs­ka­ya cho­can con intere­ses par­ti­cu­la­res de los obre­ros, quie­nes cono­cen los pla­nes de la opo­si­ción de pri­va­ti­zar muchas de las fábri­cas del lla­ma­do sec­tor real de la economía.

El gobierno bela­ru­so con­si­de­ra que ape­nas 300 de los 650 mil tra­ba­ja­do­res del sec­tor indus­trial se unie­ron a los lla­ma­dos de para­li­zar las acti­vi­da­des. En otras regio­nes fue­ra de la capi­tal bela­ru­sa, ade­más, se regis­tra­ron mani­fes­ta­cio­nes a favor del Gobierno y la estabilidad.

Por cier­to, en estos casos se tra­ta de empre­sas com­pe­ti­ti­vas con pro­duc­tos aca­ba­dos como trac­to­res, fer­ti­li­zan­tes y deri­va­dos del petró­leo que, aun­que ven­den 60 por cien­to de su volu­men a Rusia, poseen una par­ti­ci­pa­ción en el mer­ca­do europeo.

Algu­nos ana­lis­tas con­si­de­ran que en Occi­den­te podrían estar intere­sa­dos en lle­var a la ban­ca­rro­ta de for­ma arti­fi­cial a esas empre­sas para, lue­go de un pro­ce­so de pri­va­ti­za­ción duran­te otro gobierno, adqui­rir­las a pre­cio de remate.

Por otro lado, ello difi­cul­ta­ría la pro­duc­ción coope­ra­da con Rusia como en el caso de la Fábri­ca de Remol­ques de Minsk, que pro­du­ce los por­ta­do­res de sis­te­mas de defen­sa anti­aé­reos e inclu­so de misi­les inter­con­ti­nen­ta­les rusos.

En lo que sería un obje­ti­vo a lar­go pla­zo, Occi­den­te podría bus­car la crea­ción de con­di­cio­nes para con­ver­tir a Bela­rús en otro pun­to anti­rru­so en la geo­gra­fía regio­nal, como mis­mo ocu­rrió con Ucra­nia, don­de el nacio­na­lis­mo recha­za todo lo que pue­da venir de Moscú.

Ade­más, paí­ses como Polo­nia des­de hace algún tiem­po actúan en regio­nes fron­te­ri­zas como Grodno, don­de el 15 por cien­to de la pobla­ción es de ori­gen pola­co y se pro­mue­ve la iden­ti­dad de sus ciu­da­da­nos con el país vecino, al cual en su tiem­po per­te­ne­cie­ron terri­to­rios como ese. De hecho, una de las pocas admi­nis­tra­cio­nes pro­vin­cia­les bela­ru­sas que acep­ta­ron el tra­ba­jo del lla­ma­do Comi­té de Coor­di­na­ción de la opo­si­ción, fue Grodno, don­de se auto­ri­za­ron pro­tes­tas y huel­gas en los cen­tros labo­ra­les y se deman­da­ron nue­vas elecciones.

Como en ante­rio­res esque­mas de revo­lu­cio­nes de colo­res, los comi­cios rara vez se repi­ten para escu­char la voz del pue­blo en un pro­ce­so trans­pa­ren­te, sino para garan­ti­zar el triun­fo de la fuer­za polí­ti­ca que se inten­ta impo­ner con la des­es­ta­bi­li­za­ción de un país, esti­man expertos.

El comi­té de coor­di­na­ción opo­si­tor exi­ge un diá­lo­go con el Gobierno, aun­que el úni­co pun­to de la agen­da es el de ir a nue­vos comi­cios, algo recha­za­do por Lukashenko.

La opo­si­ción bus­ca abier­ta­men­te un finan­cia­mien­to de sus pro­tes­tas en el exte­rior. El excan­di­da­to pre­si­den­cial Vale­ri Tsep­ka­lo, quien expre­só eno­jo por que­dar fue­ra del comi­té coor­di­na­dor, via­jó a Polo­nia, don­de pare­ció pac­tar la crea­ción de un fon­do pola­co-esta­dou­ni­den­se con ese fin.

De otro lado, lla­ma la aten­ción la par­ti­da de Tija­novs­ka­ya, des­pués de salir del país y dejar tras de sí un vídeo don­de lla­ma­ba al fin de las pro­tes­tas y de la vio­len­cia. De hecho, Lukashen­ko seña­ló en su momen­to que a peti­ción de ella, se le ayu­dó a salir de Belarús.

En Vil­na, la capi­tal de Litua­nia, la excan­di­da­ta pare­ce seguir ins­truc­cio­nes de Occi­den­te de como inten­tar des­de afue­ra acti­var a una opo­si­ción divi­di­da y con esca­so recur­so polí­ti­co para demos­trar algún viso de legitimidad.

Pero Litua­nia pare­ce tener intere­ses par­ti­cu­la­res en la des­es­ta­bi­li­za­ción de Bela­rús, en la cual tam­bién se pro­mo­vió la sus­pen­sión de los tra­ba­jos en la Cen­tral nuclear en cons­truc­ción en la loca­li­dad de Ostrovts.

En Vil­na pare­ce cau­sar preo­cu­pa­ción la pues­ta en fun­cio­na­mien­to de la plan­ta nuclear, cons­trui­da con un cré­di­to ruso de 11 mil millo­nes de dóla­res y en la cual en agos­to de este año se ini­ció el pro­ce­so de car­ga de com­bus­ti­ble en la zona acti­va del reac­tor del pri­mer bloque.

Des­pués que en 2017 la Orga­ni­za­ción del Tra­ta­do del Atlán­ti­co Nor­te orien­tó a Esto­nia, Leto­nia y Litua­nia aban­do­nar el Cir­cui­to de Dis­tri­bu­ción de Ener­gía Eléc­tri­ca, for­ma­do con Bela­rús y Rusia como fuen­te, Vil­na que­dó como prin­ci­pal dis­tri­bui­dor de esa energía.

Litua­nia, que lan­zó una fuer­te cam­pa­ña, apa­ren­te­men­te eco­ló­gi­ca, con­tra la cons­truc­ción de la cen­tral nuclear bela­ru­sa, reci­be, sin embar­go, ener­gía eléc­tri­ca de una plan­ta ató­mi­ca en Sue­cia que reven­de a Leto­nia, Esto­nia y Polonia.

La pues­ta en fun­cio­na­mien­to de la ins­ta­la­ción de Ostrovts deja­ría a la repú­bli­ca exso­vié­ti­ca en el mar Bál­ti­co fue­ra de com­pe­ten­cia, pues su cos­to de pro­duc­ción de un kilowatt/​hora es de 3 – 4 cen­ta­vos de euro, en tan­to el de la cen­tral sue­ca es de poco más de sie­te cen­ta­vos de euro.

De cual­quier for­ma, aun­que con­ti­núa el inten­to de Occi­den­te para pro­mo­ver una acción opo­si­to­ra en Bela­rús, su gobierno mues­tra nue­vas herra­mien­tas para evi­tar con­ver­tir al país en una edi­ción exi­to­sa de la impo­si­ción manual de revo­lu­cio­nes de colores.

(Anto­nio Ron­dón es corres­pon­sal jefe de Pren­sa Lati­na en Rusia)

* Fuen­te: Pren­sa Latina

Itu­rria /​Fuen­te

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