Argen­ti­na. Macro­gran­jas por­ci­nas y su ame­na­za a la salud y al ambiente

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 7 de agos­to de 2020.

Acuer­do Chi­na – Argen­ti­na para pro­du­cir millo­nes de tone­la­das de car­ne de cerdo

El Minis­tro Feli­pe Sola y su Secre­ta­rio de Rela­cio­nes Eco­nó­mi­cas Jor­ge Neme avan­zan en un acuer­do con Chi­na ase­gu­ran­do que Argen­ti­na es pio­ne­ra «en el cui­dar ambien­te» y en esa línea se apo­yan en los tra­ba­jos de Aapre­sid que enve­ne­nan a mas de 12 millo­nes de com­pa­trio­tas con sus fumi­ga­cio­nes de agro­tó­xi­cos. Aquí infor­ma­ción sobre los peli­gros de las macro­gran­jas porcinas.

En 2018 Chi­na sufrió un fuer­te bro­te de Pes­te Por­ci­na Afri­ca­na pro­du­ci­do por el virus Influen­za G4 EA H1N1 alta­men­te con­ta­gio­so en los cer­dos (y que podría mutar para infec­tar humano). Para evi­tar su pro­pa­ga­ción en ese país, se esti­ma que se habrían sacri­fi­ca­do apro­xi­ma­da­men­te entre 180 y 250 millo­nes de cer­dos, per­dien­do más de 20 millo­nes de tone­la­das de pro­duc­ción. Su con­su­mo interno ron­da los 54 millo­nes de tone­la­das por año y cal­cu­lan que ten­drán défi­cit de car­ne de cer­do para pro­veer a su pobla­ción por al menos 8 años.

En este con­tex­to, el 6 de julio pasa­do la can­ci­lle­ría argen­ti­na difun­dió la comu­ni­ca­ción entre el Minis­tro de Rela­cio­nes Exte­rio­res y Cul­to, Feli­pe Solá, y el Minis­tro de Comer­cio de la Repú­bli­ca Popu­lar Chi­na, Zhong Shan, don­de se anun­cia una “aso­cia­ción estra­té­gi­ca” entre ambos paí­ses, refe­ri­da a la pro­duc­ción de car­ne por­ci­na y se anun­cia una “inver­sión mix­ta entre las empre­sas chi­nas y las argen­ti­nas” para “pro­du­cir 9 millo­nes de tone­la­das de car­ne por­ci­na de alta cali­dad”, lo que “le daría a Chi­na abso­lu­ta segu­ri­dad de abas­te­ci­mien­to duran­te muchos años”.

Argen­ti­na cuen­ta actual­men­te con 395.000 madres que gene­ran 750.000 tone­la­das de car­ne y expor­ta­mos 40.000 tone­la­das por año. Lle­gar a expor­tar 9 millo­nes de tone­la­das requie­re mul­ti­pli­car la capa­ci­dad de expor­ta­ción en más de 200 veces.

Según Cla­rín el memo­rán­dum con­tem­pla una pri­me­ra eta­pa de 3 años con la gene­ra­ción de 20 macro­gran­jas de cer­dos que impli­ca una inver­sión de 2.700 millo­nes de dóla­res para gene­rar expor­ta­cio­nes por US$ 2.000 millo­nes por año.

Una segun­da eta­pa con­tem­pla una inver­sión a ocho años que lle­ga­ría a US$ 27.000 millo­nes con 200 macro­gran­jas tec­ni­fi­ca­das y expor­ta­cio­nes has­ta por US$ 20.000 millo­nes por año (recor­de­mos que las ven­tas por gra­nos y acei­tes a Chi­na actual­men­te no supe­ran los 10.000 millo­nes por año).

Una ver­da­de­ra tras­for­ma­ción agro­pe­cua­ria pare­ce acer­car­se a nues­tras tie­rras y para comen­zar a com­pren­der la ame­na­za sani­ta­ria y ambien­tal es que repro­du­ci­mos este estu­dio de la doc­to­ra espa­ño­la Ánge­la Pra­do Mira, titu­la­do: Ries­gos para la Salud Públi­ca rela­cio­na­dos con la ins­ta­la­ción de Macro­gran­jas Por­ci­nas.

A Espa­ña se han tras­la­da­do la pro­duc­ción por­ci­na de paí­ses como Holan­da o Dina­mar­ca don­de la pobla­ción exi­gió con­tro­les muy estric­tos al mane­jo de estas macro­gran­jas por sus efec­tos ambien­ta­les y sani­ta­rios y la Dra. Pra­do des­cri­be los prin­ci­pa­les impac­tos que sufren en su país.

IMPLICACIAS PARA LA SALUD HUMANA

LAS ZOONOSIS o enfer­me­da­des de los cer­dos que afec­tan humanos

Los cer­dos son con­si­de­ra­dos poten­cia­les reser­vo­rios para las nue­vas enfer­me­da­des huma­nas y han sido impli­ca­dos en la recien­te apa­ri­ción de la pan­de­mia de gri­pe H1N1 entre otros.

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La indus­tria moder­na de la cría del cer­do y el comer­cio inter­na­cio­nal favo­re­cen la trans­mi­sión y pro­pa­ga­ción de muchos agen­tes infec­cio­sos. Exis­ten un gran núme­ro de enfer­me­da­des del cer­do que pue­den ser trans­mi­ti­das a los huma­nos y en los últi­mos años se ha vis­to que algu­nos virus son capa­ces de sal­tar la barre­ra interespecie.

Entre las zoo­no­sis rela­cio­na­das con el gana­do por­cino, cabría destacar:

-Ence­fa­li­tis japo­ne­sa. La ence­fa­li­tis japo­ne­sa es una enfer­me­dad trans­mi­ti­da median­te la pica­du­ra de mos­qui­tos que pro­du­ce ence­fa­li­tis gra­ve en equi­nos y huma­nos, y cau­sa en el gana­do por­cino cama­das redu­ci­das y a menu­do ence­fa­li­tis con­gé­ni­ta. Es la ence­fa­li­tis víri­ca más impor­tan­te en Asia y se cal­cu­la que oca­sio­na al menos 50 000 casos al año, prin­ci­pal­men­te en niños meno­res de 10 años, y pro­du­ce alre­de­dor de 10 000 falle­ci­mien­tos y 15 000 casos que sufren secue­las neu­ro­psi­quiá­tri­cas a lar­go pla­zo. Están espe­cial­men­te expues­tos los cria­do­res de cer­do y sus veci­nos, en áreas endé­mi­cas en un radio de 2 km.

-Ence­fa­lo­mio­car­di­tis. La ence­fa­lo­mio­car­di­tis viral del cer­do es una enfer­me­dad infec­to­con­ta­gio­sa que pue­de tener una reper­cu­sión muy impor­tan­te en el gana­do por­cino, cier­tos ani­ma­les y en la espe­cie humana.

-Hepa­ti­tis E. Algu­nas cepas cir­cu­lan entre el gana­do por­cino y se trans­mi­ten espo­rá­di­ca­men­te a las per­so­nas por con­tac­to direc­to o por el con­su­mo de ali­men­tos pro­ce­den­tes de ellos. Tam­bién es posi­ble la trans­mi­sión indi­rec­ta por con­tac­to pro­du­ci­da a tra­vés de la expo­si­ción a purín de cer­do infec­ta­do con el virus. Las hepa­ti­tis E que suce­den en nues­tro medio no sue­len pre­sen­tar gran tras­cen­den­cia clí­ni­ca, excep­tuan­do los casos pun­tua­les de hepa­ti­tis ful­mi­nan­te y de infec­cio­nes cró­ni­cas en pacien­tes inmu­no­de­pri­mi­dos o tras­plan­ta­dos. Los casos autóc­to­nos de hepa­ti­tis E están aumen­tan­do en los últi­mos años.

-Influen­za por­ci­na. Los virus de la gri­pe huma­na pue­den ser tras­mi­ti­dos a los cer­dos por per­so­nas que estén en con­tac­to direc­to con ellos y tam­bién a la inver­sa. El cer­do es capaz de desa­rro­llar nue­vos virus influen­za al infec­tar­se por otros virus por­ci­nos, avia­res y/​o humanos.

-Enfer­me­dad de Aujeszky. La Enfer­me­dad de Aujeszky está pro­du­ci­da por el Her­pes­vi­rus por­cino tipo I y cur­sa con un cua­dro clí­ni­co ner­vio­so, res­pi­ra­to­rio o repro­duc­ti­vo depen­dien­do de la cepa del virus, la edad del ani­mal y la dosis infec­ti­va. La mor­bi­li­dad y mor­ta­li­dad en bro­tes epi­dé­mi­cos es muy alta, sobre todo en lecho­nes y ani­ma­les de cebo, cau­san­do abor­tos en una alta pro­por­ción de hem­bras que estén ges­tan­tes en el momen­to de la infec­ción.

-Rota­vi­rus (tipos A‑B-C). La infec­ción por rota­vi­rus está amplia­men­te dis­tri­bui­da en cer­dos en todo el mun­do, obser­ván­do­se más fre­cuen­te­men­te en cer­dos de 1 a 4 sema­nas de edad y per­ma­ne­cien­do el virus en las heces has­ta tres sema­nas des­pués de la infec­ción. Los virus del gru­po A son los más comu­nes y se aso­cian con la gas­tro­en­te­ri­tis en diver­sas espe­cies de mamí­fe­ros y aves, el gru­po B se aso­cia con bro­tes en adul­tos en Asia y el gru­po C es res­pon­sa­ble de casos espo­rá­di­cos de dia­rrea en niños en todo el mun­do. Clá­si­ca­men­te se con­si­de­ra­ba que los rota­vi­rus por­ci­nos solo infec­ta­ban a esta espe­cie, pero en los últi­mos años, los rota­vi­rus B y C se han rela­cio­na­do con epi­so­dios de dia­rrea en cer­dos y huma­nos en Bra­sil y otros paí­ses de Europa.

-Noro­vi­rus. Las infec­cio­nes por Noro­vi­rus (virus tipo Nor­walk) ocu­rren duran­te todo el año y cau­san enfer­me­dad en todas las eda­des. La enfer­me­dad en gene­ral es leve, pero tam­bién se dan casos gra­ves que oca­sio­nan inclu­so la muer­te del indi­vi­duo, espe­cial­men­te en gru­pos de ries­go como ancia­nos o inmu­no­de­pri­mi­dos. Se ha seña­la­do que la trans­fe­ren­cia de virus ani­ma­les a los huma­nos pudie­ra pro­du­cir una infec­ción más gra­ve. Se des­co­no­ce el modo de trans­mi­sión, se cree que pue­de rela­cio­nar­se con la inges­ta de car­ne de cer­dos infectados

-Sapo­vi­rus. Son impor­tan­tes pató­ge­nos enté­ri­cos que pue­den cau­sar dia­rrea en huma­nos, cer­dos y viso­nes. Algu­nas cepas por­ci­nas han mos­tra­do rela­ción gené­ti­ca con el ser humano, lo cual sugie­re la posi­bi­li­dad de cir­cu­la­ción del virus entre huma­nos y cer­dos. La más alta pre­va­len­cia se ha encon­tra­do en lecho­nes entre 2 a 8 semanas.

La Sal­mo­ne­lla. La Sal­mo­ne­lla es la cau­sa mayo­ri­ta­ria de into­xi­ca­cio­nes ali­men­ta­rias en Espa­ña. Sal­mo­ne­lla typhi­mu­rium se aso­cia con dia­rrea en cer­dos jóve­nes y con gas­tro­en­te­ri­tis en el hom­bre. Se trans­mi­te a tra­vés de la vía oral, por con­tac­to con heces de ani­ma­les infec­ta­dos. La Sal­mo­ne­lla es resis­ten­te al pH del estó­ma­go y a las sales bilia­res y colo­ni­za el intes­tino del­ga­do inva­dien­do los gan­glios lin­fá­ti­cos mesen­té­ri­cos, pro­vo­can­do una infec­ción loca­li­za­da. Así, la car­ne del gana­do por­cino se pre­sen­ta como uno de los reser­vo­rios fun­da­men­ta­les de infec­ción en el hombre.

-Esche­ri­chia coli. Algu­nas cepas de E. coli pro­duc­to­ras de toxi­nas, lla­ma­das vero-toxi­nas o toxi­nas de tipo shi­ga, pue­den cau­sar cua­dros gas­tro­in­tes­ti­na­les gra­ves en el ser humano. Los cer­dos pue­den ser reser­vo­rio de esta bac­te­ria, sin pre­sen­tar enfer­me­dad, pero eli­mi­nan­do las bac­te­rias por las heces. Éstas sobre­vi­ven duran­te meses en el estiér­col y puri­nes con­ta­mi­nan­do las aguas super­fi­cia­les (bebi­da y rie­go) y la super­fi­cie de las tie­rras de cul­ti­vo. Las bac­te­rias pue­den trans­mi­tir­se al hom­bre a tra­vés de los ali­men­tos por una inade­cua­da higie­ne en las gran­jas, por con­tac­to direc­to con ani­ma­les o a tra­vés de la trans­mi­sión per­so­na a per­so­na, sobre todo en el ámbi­to fami­liar, esco­lar y de cen­tros de aten­ción de personas.

-Equi­no­co­co­sis-hida­ti­do­sis. La hida­ti­do­sis huma­na es endé­mi­ca en Espa­ña (y en Argen­ti­na). El cer­do es un hos­pe­da­dor inter­me­dio en el cual se desa­rro­lla la for­ma lar­va­ria. La puer­ta de entra­da en el ser humano es la vía oral, a tra­vés de la inges­ta de los hue­vos, en for­ma de ali­men­tos o bebi­das, espe­cial­men­te aguas contaminadas.

-Tae­nia solium- cis­ti­cer­co­sis. Tam­bién endé­mi­ca en Espa­ña, la tae­nia­sis es el nom­bre de la infec­ción intes­ti­nal cau­sa­da por gusa­nos adul­tos y la cis­ti­cer­co­sis es el nom­bre de la infec­ción de teji­dos (ade­más de intes­ti­nal), cau­sa­da por la lar­va del gusano. La para­si­ta­ción ocu­rre por con­su­mo de car­ne de cer­do cru­da o par­cial­men­te cocida.

-Tri­chi­ne­lla spi­ra­lis. Gusano intes­ti­nal redon­do cuyas lar­vas pue­den migrar del sis­te­ma diges­ti­vo y for­mar quis­tes en varios múscu­los del cuer­po. La pre­va­len­cia gene­ral de la tri­qui­no­sis en los cer­dos des­ti­na­dos al con­su­mo humano es baja y sue­le dar­se en ani­ma­les cria­dos en sis­te­mas poco controlados.

‑Toxo­plas­ma. La toxo­plas­mo­sis es una enfer­me­dad zoo­nó­ti­ca que infec­ta a huma­nos y que se rela­cio­na con la inges­ta de car­ne de cer­do cru­da o poco cocinada.

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OTROS VECTORES DE INTERÉS

Las mos­cas.

La pre­sen­cia de mos­cas en las gran­jas de cer­dos pue­de actuar como vec­tor de trans­mi­sión de enfer­me­da­des. La acu­mu­la­ción de puri­nes hace que la pre­sen­cia de mos­cas y otros insec­tos en las gran­jas por­ci­nas sea algo nor­mal. Las mos­cas no son tan sólo una moles­tia; son por­ta­do­ras de enfer­me­da­des que plan­tean un serio ries­go sani­ta­rio a per­so­nas y ani­ma­les. Las mos­cas no pica­do­ras pro­vo­can una irri­ta­ción con­ti­nua al ali­men­tar­se de las secre­cio­nes de los ojos, nariz y peque­ñas heri­das de los ani­ma­les domés­ti­cos. Esto les dis­trae de comer, cau­san­do una reduc­ción en el cre­ci­mien­to y pro­duc­ti­vi­dad. Las mos­cas no pica­do­ras pue­den actuar como vec­to­res mecá­ni­cos de un amplio aba­ni­co de pató­ge­nos, y se han rela­cio­na­do con la trans­mi­sión de más de 65 enfer­me­da­des en seres huma­nos, inclu­yen­do mul­ti­tud de enfer­me­da­des enté­ri­cas, fie­bre tifoi­dea, disen­te­ría, polio­mie­li­tis, enfer­me­da­des ocu­la­res, car­bun­co, tula­re­mia, lepra y tubercu­losis. Cuan­do las pobla­cio­nes de mos­cas alcan­zan pro­por­cio­nes de pla­ga en zonas pró­xi­mas a núcleos huma­nos y rura­les, sobre todo en pre­sen­cia de un cal­do de cul­ti­vo pro­pi­cio como pue­den ser los ver­ti­dos de puri­nes, repre­sen­tan un serio ries­go sani­ta­rio y ambien­tal impor­tan­te para la comunidad.

Los mos­qui­tos.

Los puri­nes son focos de pro­li­fe­ra­ción de mos­qui­tos, de la espe­cie común, de sus varian­tes y de la espe­cie tigre (aedes albo­pic­tus). Se ha con­fir­ma­do la pre­sen­cia exten­di­da del mos­qui­to tigre asiá­ti­co en las pro­vin­cias del lito­ral orien­tal espa­ñol (Cata­lu­ña, Comu­ni­dad Valen­cia­na y Mur­cia). Este mos­qui­to pue­de trans­mi­tir enfer­me­da­des como el ‘zika’, el den­gue y el ‘chi­kun­gun­ya’, toda­vía no docu­men­ta­das en el terri­to­rio espa­ñol. El mos­qui­to tigre sue­le picar en las zonas más pró­xi­mas al sue­lo, y es atraí­do entre otras cosas por el sudor y los olo­res fuer­tes. Los excur­sio­nis­tas y cami­nan­tes, entre otros, cer­ca de las bal­sas de puri­nes o en terre­nos ricos en puri­nes deben tomar precauciones.

Los roe­do­res.

Los roe­do­res cau­san gra­ves daños en las explo­ta­cio­nes por­ci­nas, com­pro­me­tien­do la segu­ri­dad agro­ali­men­ta­ria, dete­rio­ran­do las ins­ta­la­cio­nes y ponien­do en ries­go la salud públi­ca, ya que son por­ta­do­res de enfer­me­da­des que afec­tan al hom­bre y a los ani­ma­les (sal­mo­ne­lo­sis, toxo­plas­mo­sis, lep­tos­pi­ro­sis, tri­qui­no­sis, para­si­to­sis, etc.). Los roe­do­res son eli­mi­na­dos del inte­rior de las ins­ta­la­cio­nes por­ci­nas, sis­te­mas de sanea­mien­to y otras estruc­tu­ras inte­rio­res, pero en la red de alcan­ta­ri­lla­do o en las con­duc­cio­nes de purín el cri­te­rio es menos res­tric­ti­vo. Las ratas a menu­do viven en las gran­jas por­ci­nas por­que ahí tie­nen fácil acce­so a ali­men­tos. Los roe­do­res actúan tam­bién como vec­to­res o reser­vo­rios de muchas enfer­me­da­des a tra­vés de sus ecto­pa­rá­si­tos, como pul­gas, garra­pa­tas, pio­jos y áca­ros, y de los mosquitos.

RESISTENCIA A LOS ANTIBIÓTICOS

Para ace­le­rar la ganan­cia de peso en los ani­ma­les y pre­ve­nir enfer­me­da­des, muchas gran­jas de cría inten­si­va sumi­nis­tran anti­bió­ti­cos a los ani­ma­les. Entre 2001 y 2009, el con­su­mo de anti­bió­ti­cos en la pro­duc­ción ani­mal sufrió un aumen­tó de 45%, y más del 80% de los anti­bió­ti­cos rece­ta­dos fue­ron uti­li­za­dos en el sec­tor por­cino. Si se admi­nis­tran anti­bió­ti­cos de for­ma indis­cri­mi­na­da a los ani­ma­les des­ti­na­dos al con­su­mo humano, estos ani­ma­les desa­rro­lla­rán cepas comen­sa­les resis­ten­tes a los anti­bió­ti­cos, que pos­te­rior­men­te podrían pasar al ser humano a tra­vés de los dife­ren­tes pro­duc­tos ali­men­ta­rios. Es decir, la pro­pia flo­ra comen­sal del ani­mal se vuel­ve resis­ten­te a la acción de la mayor par­te de los anti­bió­ti­cos de uso común, y cuan­do el ser humano con­su­me la car­ne, por dife­ren­tes meca­nis­mos, estas bac­te­rias mul­ti­rre­sis­ten­tes podrían cau­sar enfer­me­dad en el individuo.

En Espa­ña, los anti­mi­cro­bia­nos beta­lac­tá­mi­cos, y los macró­li­dos son los más usa­dos duran­te la lac­tan­cia del lechón en pro­duc­ción por­ci­na. El uso de anti­bió­ti­cos macró­li­dos en ani­ma­les comes­ti­bles se ha rela­cio­na­do con el desa­rro­llo de cepas resis­ten­tes a macró­li­dos entre la flo­ra bac­te­ria­na del pro­pio ani­mal. A modo de ejem­plo, esto podría ocu­rrir en el caso de la bac­te­ria Campy­lo­bac­ter, que habi­ta de for­ma común el trac­to intes­ti­nal de ani­ma­les ali­men­ti­cios y en el hom­bre pue­de pro­du­cir infec­ción gas­tro­in­tes­ti­nal y otras enfer­me­da­des más raras, como el sín­dro­me de Gui­llain Barré. La car­ne del ani­mal se con­ver­ti­ría así en una posi­ble fuen­te de Campy­lo­bac­ter y las per­so­nas que con­su­man la car­ne deri­va­da de ani­ma­les tra­ta­dos con macró­li­dos podrían adqui­rir infec­cio­nes por Campy­lo­bac­ter resis­ten­te a macró­li­dos y no res­pon­der así al tra­ta­mien­to que de mane­ra habi­tual se le admi­nis­tra­ría a la per­so­na infectada.

Las bac­te­rias comen­sa­les encon­tra­das en el gana­do con fre­cuen­cia están pre­sen­tes en pro­duc­tos cár­ni­cos fres­cos y pue­den ser­vir como reser­vo­rios de genes resis­ten­tes que podrían poten­cial­men­te trans­fe­rir­se a orga­nis­mos pató­ge­nos en huma­nos. Debi­do a que el pro­ce­so de diges­tión de los ani­ma­les no degra­da todos estos medi­ca­men­tos, los resi­duos de los anti­bió­ti­cos pue­den ser trans­fe­ri­dos al ambien­te cuan­do el excre­men­to es rocia­do sobre tie­rras agrí­co­las, y han sido encon­tra­dos en el sue­lo y en la super­fi­cie del agua cer­ca de las gran­jas por­ci­nas de cría intensiva.

En 2006 la Unión Euro­pea prohi­bió el uso de anti­bió­ti­cos como agen­tes pro­mo­to­res del cre­ci­mien­to del gana­do, pero se siguen uti­li­zan­do de for­ma pro­fi­lác­ti­ca para pre­ve­nir enfer­me­da­des. En gene­ral, la gana­de­ría indus­trial uti­li­za muchos más anti­bió­ti­cos que la medi­ci­na huma­na, y se tra­ta de anti­bió­ti­cos estruc­tu­ral­men­te simi­la­res a los emplea­dos en huma­nos. En 2014, un ter­cio de todos los anti­mi­cro­bia­nos uti­li­za­dos la Unión Euro­pea en gana­de­ría fue­ron ven­di­dos a Espa­ña. Si no se resuel­ve el pro­ble­ma de la resis­ten­cia anti­bió­ti­ca, encon­tra­re­mos en el futu­ro más muer­tes en per­so­nas por bac­te­rias muta­das e inmu­nes a cual­quier anti­bió­ti­co que por cán­cer o por acci­den­tes de tráfico.

En 2014 el con­su­mo de un anti­bió­ti­co lla­ma­do colis­ti­na, alcan­zó los 36 mili­gra­mos por kilo de car­ne pro­du­ci­da, el tri­ple que Ale­ma­nia y has­ta sie­te veces el máxi­mo reco­men­da­do por Euro­pa, según los últi­mos datos dis­po­ni­bles del 25 pro­yec­to ESVAC (pro­yec­to de ámbi­to euro­peo de reco­gi­da y eva­lua­ción de datos sobre la ven­ta y el con­su­mo de medi­ca­men­tos vete­ri­na­rios que con­ten­gan en su com­po­si­ción anti­bió­ti­cos como prin­ci­pio acti­vo). A pesar de las ini­cia­ti­vas guber­na­men­ta­les, a día de hoy la admi­nis­tra­ción de anti­bió­ti­cos en ani­ma­les no está suje­ta a un con­trol real en nues­tro país. El Plan Nacio­nal fren­te a la Resis­ten­cia a los Anti­bió­ti­cos apun­ta la nece­si­dad de tec­ni­fi­car la reco­pi­la­ción de datos de con­su­mo median­te una rece­ta elec­tró­ni­ca vete­ri­na­ria y con­tem­pla tam­bién reco­ger infor­ma­ción por espe­cies y gran­jas. Sin embar­go, a día de hoy, la reco­gi­da no es obligatoria.

LA SALUD DEL TRABAJADOR

Otro tipo de con­si­de­ra­cio­nes hay que esta­ble­cer en cuan­to a la inci­den­cia de even­tos adver­sos en los tra­ba­ja­do­res de las gran­jas. Los tra­ba­ja­do­res de las gran­jas inten­si­vas están expues­tos regu­lar­men­te a la inha­la­ción de par­tí­cu­las y gases, como el amo­nio y el sul­fu­ro de hidró­geno, a con­cen­tra­cio­nes que pue­den resul­tar peli­gro­sas. Las par­tí­cu­las en sus­pen­sión pro­vie­nen de dife­ren­tes fuen­tes, inclu­yen­do mate­ria fecal seca, ali­men­tos, la cas­pa y célu­las de piel de los ani­ma­les, hon­gos, pol­vo, y endo­to­xi­nas bac­te­ria­nas, y pue­den ser inha­la­das duran­te la res­pi­ra­ción nor­mal por los humanos.

La com­bi­na­ción de gases y par­tí­cu­las es dis­tin­ta en cada gran­ja y depen­de de la espe­cie de ani­mal que se cría, del tipo de ali­men­tos que uti­li­zan, del méto­do de ven­ti­la­ción y de las prác­ti­cas de mane­jo y alma­ce­na­mien­to de estiér­col, pero es difí­cil negar cier­tos efec­tos sobre la salud huma­na. De hecho, un impor­tan­te por­cen­ta­je de los tra­ba­ja­do­res de las gran­jas por­ci­nas sufren uno o más sín­to­mas de irri­ta­ción o enfer­me­dad pul­mo­nar crónica.

El amo­nio es un gas que se pro­du­ce en las gran­des acu­mu­la­cio­nes de ori­na y estiér­col en las gran­jas de cría inten­si­va, y que pue­de pro­du­cir irri­ta­ción ocu­lar y pro­ble­mas res­pi­ra­to­rios, ade­más de dañar el sis­te­ma ciliar y faci­li­tar así la inha­la­ción de par­tí­cu­las en sus­pen­sión. El sul­fu­ro de hidró­geno es un gas que se gene­ra prin­ci­pal­men­te a par­tir del estiér­col líqui­do. La expo­si­ción repe­ti­da a bajas con­cen­tra­cio­nes de sul­fu­ro de hidró­geno pue­de cau­sar sín­to­mas como rese­que­dad de la piel, irri­ta­ción de los ojos, náu­seas, tras­tor­nos car­dio­vas­cu­la­res, dolo­res de cabe­za y tos crónica.

IMPLICANCIAS AMBIENTALES

En este tipo de gran­jas la ali­men­ta­ción de los cer­dos se basa, en su mayor par­te, en pien­sos com­pues­tos fun­da­men­tal­men­te por soja en for­ma de pellet o hari­na. La soja se impor­ta a Espa­ña des­de gran­des plan­ta­cio­nes de Suda­mé­ri­ca, cuyo fun­cio­na­mien­to con­lle­va un gra­ve impac­to ambien­tal y social, la defo­res­ta­ción masi­va y la pér­di­da de bio­di­ver­si­dad en zonas eco­ló­gi­cas del Ama­zo­nas. “El sec­tor de la gana­de­ría es pro­ba­ble­men­te la mayor fuen­te de con­ta­mi­na­ción del agua”, seña­la la FAO. La acu­mu­la­ción del exce­so de nitra­tos en las aguas super­fi­cia­les pro­vo­ca un cre­ci­mien­to des­me­su­ra­do de algas y plan­tas acuá­ti­cas, cuya des­com­po­si­ción da lugar a una exce­si­va tur­bi­dez y a la muer­te de nume­ro­sa fau­na acuícola.

Los cer­dos pro­du­cen cua­tro veces más dese­chos que los seres huma­nos y una ins­ta­la­ción ani­mal con una gran pobla­ción de ani­ma­les pue­den fácil­men­te igua­lar a una ciu­dad peque­ña en tér­mi­nos de pro­duc­ción de desechos.

En una macro­gran­ja por­ci­na, la can­ti­dad de excre­men­to nor­mal­men­te exce­de la capa­ci­dad del terreno cir­cun­dan­te para absor­ber­lo, mien­tras que en las gran­jas tra­di­cio­na­les se com­bi­nan la gana­de­ría con la agri­cul­tu­ra, balan­cean­do de esta mane­ra el núme­ro de ani­ma­les con la habi­li­dad de los cul­ti­vos para absor­ber sus excrementos.

El pro­ble­ma de los purines

Los puri­nes están for­ma­dos por un mate­rial hete­ro­gé­neo de color oscu­ro cons­ti­tui­do por las deyec­cio­nes sóli­das y líqui­das, res­tos de ali­men­tos del gana­do y agua pro­ce­den­te del lava­do de los esta­blos. Las deyec­cio­nes sóli­das están for­ma­das por frac­cio­nes no dige­ri­das de ali­men­tos jun­to con cons­ti­tu­yen­tes de ori­gen interno, como jugos diges­ti­vos, célu­las epi­te­lia­les, micro­or­ga­nis­mos y los pro­duc­tos de su actividad.

Los puri­nes de las gran­jas por­ci­nas de cría inten­si­vos son alma­ce­na­dos usual­men­te en embal­ses, bal­sas, lagu­nas u hoyos, y de ahí ver­ti­dos a cam­pos cir­cun­dan­tes en los que se “emplea” como abono. Las prác­ti­cas con­ta­mi­nan­tes en Espa­ña deri­va­das de la eli­mi­na­ción de los puri­nes, con una legis­la­ción más laxa que otros paí­ses euro­peos en esta mate­ria per­mi­te inclu­so rociar o inyec­tar los dese­chos míni­ma­men­te tra­ta­dos (o inclu­so sin tra­tar) en los cam­pos cer­ca­nos a las gran­jas, con­ta­mi­nan­do así el agua, el sue­lo y el aire.

Publi­ca­cio­nes cien­tí­fi­cas han iden­ti­fi­ca­do la rela­ción entre el tama­ño de la caba­ña por­ci­na en una zona deter­mi­na­da y las ele­va­das con­cen­tra­cio­nes de nitra­tos en las fuen­tes loca­les de agua.

A dife­ren­cia de las ciu­da­des, don­de los excre­men­tos huma­nos se cana­li­zan hacia las plan­tas depu­ra­do­ras, los excre­men­tos ani­ma­les se lavan des­de las naves don­de los ani­ma­les están ence­rra­dos hacia gran­des repre­sas. Estos enor­mes volú­me­nes de purín pue­den fil­trar su con­te­ni­do o rom­per­se, espe­cial­men­te duran­te tor­men­tas, ver­tien­do a los cau­ces de agua super­fi­cial o sub­te­rrá­nea, libe­ran­do resi­duos y malos olo­res por el territorio.

El purín de estos embal­ses se emplea en cam­pos de cul­ti­vo como fer­ti­li­zan­te, pero cuan­do estas apli­ca­cio­nes exce­den la capa­ci­dad de los sue­los para absor­ber los nutrien­tes (prin­ci­pal­men­te nitró­geno y fós­fo­ro) su exce­so con­ta­mi­na acuí­fe­ros y ríos. Es fre­cuen­te leer en los medios loca­les noti­cias sobre muni­ci­pios en los que se ha prohi­bi­do beber agua del gri­fo por alta con­cen­tra­ción de nitra­tos. Recor­de­mos que en 2015 el Gobierno de Ara­gón emi­tió 61 inci­den­cias ofi­cia­les rela­cio­na­das con la cali­dad del agua debi­da a la con­ta­mi­na­ción por nitra­tos. En Cata­lu­ña la con­ta­mi­na­ción por nitra­tos supera el lími­te legal (50 mg/​l) en el 41% de los acuí­fe­ros y exis­ten pro­ble­mas de acce­so a agua pota­ble en 142 muni­ci­pios de los 947 muni­ci­pios cata­la­nes. En Espa­ña se han docu­men­ta­do infi­ni­dad de ver­ti­dos y fil­tra­cio­nes ile­ga­les de puri­nes, pro­ble­ma inten­si­fi­ca­do des­de 2014 por la can­ce­la­ción del gobierno de las ayu­das a las plan­tas de tra­ta­mien­tos de puri­nes uti­li­za­dos para co-gene­rar ener­gía. Diver­sas agen­cias ambien­ta­les han repor­ta­do ver­ti­dos ile­ga­les a ríos o alcan­ta­ri­lla­do pro­du­ci­dos en Cata­lu­ña, aun­que los mis­mos se pro­du­cen de for­ma ince­san­te en toda España.

El amo­nia­co

El amo­nia­co pro­vie­ne del nitró­geno excre­ta­do prin­ci­pal­men­te en la ori­na (85%) y en las heces (15%). Asi­mis­mo, la pro­duc­ción de dió­xi­do de car­bono y metano con­tri­bu­ye al efec­to inver­na­de­ro mundial.

Espa­ña está obli­ga­da a intro­du­cir en el Regis­tro Esta­tal de Emi­sio­nes y Fuen­tes Con­ta­mi­nan­tes aque­llos valo­res que superen el umbral per­mi­ti­do de 10.000 kilos al año. En la últi­ma déca­da, 2330 empre­sas de nues­tro país se exce­die­ron en sus emi­sio­nes de amo­nia­co a la atmós­fe­ra. De ellas, casi el 94% eran gran­jas (1.293 de cer­dos para pro­duc­ción de car­ne, 537 de cer­das para repro­duc­ción y 356 para aves).

En 2010, la Agen­cia Euro­pea de Medio Ambien­te decre­tó res­trin­gir al máxi­mo la emi­sión de cua­tro con­ta­mi­nan­tes muy tóxi­cos, noci­vos tan­to para la salud huma­na como para la natu­ra­le­za, entre ellos el amo­nia­co. Duran­te varios años Espa­ña ha incum­pli­do el lími­te de con­ta­mi­na­ción por amo­nia­co. Es más, en el año 2013, el nues­tro era el úni­co país de Euro­pa que no sólo no había redu­ci­do sus emi­sio­nes de amo­nia­co sino que las había aumen­ta­do en un 11% con res­pec­to a 1990.

Se ha encon­tra­do amo­nía­co en el aire, el sue­lo y en mues­tras de agua en sitios de dese­chos y ver­ti­dos peli­gro­sos. En el aire cer­ca de los cita­dos sitios, el amo­nía­co tam­bién pue­de encon­trar­se en for­ma de gas y disuel­to en lagu­nas y en otros acú­mu­los de agua. Nive­les altos de amo­nía­co se pue­den pro­du­cir cuan­do se apli­can puri­nes que con­tie­nen amo­nía­co o com­pues­tos de amo­nio a terre­nos agrí­co­las, y de esta mane­ra pro­vo­car varios sín­to­mas, en fun­ción de la con­cen­tra­ción, tiem­po de per­ma­nen­cia, tem­pe­ra­tu­ra ambien­te, dis­tan­cia al foco, sus­cep­ti­bi­li­dad indi­vi­dual, etc.

Los sín­to­mas deri­va­dos de la inges­tión, con­tac­to o inha­la­ción del amo­nía­co pue­den afec­tar muchas par­tes del cuer­po, y pro­vo­car tos, dolor torá­ci­co, difi­cul­tad para res­pi­rar, sibi­lan­cias, fie­bre, lagrimeo, hin­cha­zón de labios, mareos y pér­di­das de cono­ci­mien­to, dolor abdo­mi­nal y vómitos.

El sul­fu­ro de hidrogeno

Supo­ne un ries­go higié­ni­co impor­tan­te para los tra­ba­ja­do­res duran­te el pro­ce­so de vacia­do de los puri­nes. El sul­fu­ro de hidró­geno afec­ta direc­ta­men­te al sis­te­ma ner­vio­so, pro­du­cien­do pará­li­sis res­pi­ra­to­ria a con­cen­tra­cio­nes lige­ra­men­te ele­va­das. Al agi­tar los des­per­di­cios o al extraer los puri­nes de las bal­sas se libe­ra rápi­da­men­te el sul­fu­ro de hidró­geno. Tenien­do en cuen­ta que se pue­de acu­mu­lar fácil­men­te en zonas bajas, o con poca reno­va­ción de aire, se con­si­de­ra que exis­te ries­go de into­xi­ca­ción en estas ins­ta­la­cio­nes. En el peor de los casos, tan­to los ani­ma­les como las per­so­nas lle­gan a per­der el cono­ci­mien­to y mue­ren en un perío­do de tiem­po rela­ti­va­men­te cor­to des­pués de la expo­si­ción a con­cen­tra­cio­nes elevadas.

Par­tí­cu­las cau­san­tes de olor y salud humana

Se ha encon­tra­do rela­ción entre el mal olor y la pro­li­fe­ra­ción de casos de estrés y otras enfer­me­da­des en per­so­nas que viven cer­ca de estas explo­ta­cio­nes. Un estu­dio lle­va­do a cabo en la Uni­ver­si­dad de Caro­li­na del Nor­te y publi­ca­do en Envi­ron­ment Health Pers­pec­ti­ves, demues­tra que este tipo de gran­jas pue­de pro­vo­car incre­men­to en la ten­sión arte­rial de las per­so­nas que viven cer­ca de estas explo­ta­cio­nes. Los olo­res pue­den ser emi­ti­dos por fuen­tes fijas como los ester­co­le­ros, o fuen­tes difu­sas, como el espar­ci­mien­to de los puri­nes en la tierra.

Se han iden­ti­fi­ca­do más de 40 com­pues­tos quí­mi­cos olo­ro­sos en el estiér­col, los cua­les se ori­gi­nan a par­tir de las fer­men­ta­cio­nes anae­ro­bias en el estiér­col alma­ce­na­do. La res­pues­ta al olor en los seres huma­nos varía en rela­ción a la con­cen­tra­ción en el aire de las dife­ren­tes sus­tan­cias olo­ro­sas, el amo­nia­co, los com­pues­tos orgá­ni­cos volá­ti­les y el sul­fu­ro de hidrógeno.

Según las dis­tin­tas Leyes de los Par­la­men­tos Auto­nó­mi­cos de Orde­na­ción Urba­nís­ti­ca y Pro­tec­ción del Medio debe haber una dis­tan­cia míni­ma para estas nue­vas explo­ta­cio­nes por­ci­nas. En gene­ral, las explo­ta­cio­nes sin base terri­to­rial no podrán situar­se a una dis­tan­cia infe­rior a 1.000 metros de los asen­ta­mien­tos de pobla­ción y a 250 metros de la vivien­da más pró­xi­ma. Cuan­do se tra­te de nue­vas explo­ta­cio­nes con base terri­to­rial, la dis­tan­cia míni­ma a los asen­ta­mien­tos de pobla­ción y a la vivien­da más apro­xi­ma será de 100 metros. Se inten­ta de este modo evi­tar pro­ble­mas de salud a la pobla­ción colin­dan­te o cercana.

La contaminaci{on del agua y su consumo

Ade­más de su papel en la con­ta­mi­na­ción del agua a tra­vés de los puri­nes, la crian­za de gana­do por­cino de for­ma inten­si­va para con­su­mo humano con­tri­bu­ye de muy diver­sas for­mas a la esca­sez de agua. Cada vez se emplea más can­ti­dad de agua para acti­vi­da­des rela­cio­na­das con la indus­tria del gana­do, sobre todo en rela­ción al con­su­mo de los ani­ma­les y las ope­ra­cio­nes indus­tria­les de limpieza.

Tam­bién el pro­ce­sa­mien­to de los pro­duc­tos ani­ma­les requie­re gran­des volú­me­nes de agua y pue­de dar como resul­ta­do can­ti­da­des sig­ni­fi­ca­ti­vas de aguas resi­dua­les. Esto resul­ta en la dis­mi­nu­ción del nivel de los acuí­fe­ros en zonas en zonas con alta pre­sión de con­su­mo, dete­rio­ro ambien­tal y pro­ble­mas rela­cio­na­dos con la salud públi­ca a cor­to, medio y lar­go pla­zo. El tér­mino muni­ci­pal de Brihue­ga (Gua­da­la­ja­ra, Cas­ti­lla-La Man­cha) ha sido decla­ra­do por la JCCLM zona vul­ne­ra­ble a la con­ta­mi­na­ción por nitra­tos, con las res­tric­cio­nes y limi­ta­cio­nes al con­su­mo de agua pota­ble que ello conlleva.

El hecho de que el estiér­col de por­cino sea lim­pia­do por el arras­tre de agua no impli­ca que cam­bien sus carac­te­rís­ti­cas agro­nó­mi­cas. Por tan­to, su apli­ca­ción como abono órgano-mine­ral en los cul­ti­vos es una prác­ti­ca agrí­co­la reco­men­da­ble, pero a veces el pun­to de satu­ra­ción del sue­lo no se res­pe­ta. El exce­so de nitra­tos en el sue­lo, que no es uti­li­za­do por las plan­tas para la sín­te­sis de pro­teí­nas vege­ta­les, pue­de lle­gar a las aguas super­fi­cia­les o fil­trar­se a tra­vés del sue­lo y lle­gar a los acuí­fe­ros subterráneos.

Una inves­ti­ga­ción rea­li­za­da por la Uni­ver­si­dad de Valen­cia demos­tró que en más de 18 comu­ni­da­des de Valen­cia los nive­les de nitra­tos en las aguas esta­ban por enci­ma de los 150 mg/​l, con ries­gos para la salud de los infan­tes. La prin­ci­pal vía de entra­da de los nitra­tos en el cuer­po, es la vía oral. Para una per­so­na que pese 70 kg, la inges­ta dia­ria admi­si­ble de nitra­tos y nitri­tos no debe­ría ser supe­rior a 259 mg/​día y 4,9 mg/​día, res­pec­ti­va­men­te. De cara a pre­ve­nir toxi­ci­dad, espe­cial­men­te en niños meno­res de cua­tro meses, la OMS ha esta­ble­ci­do el lími­te de nitratos/​nitritos en 50 mg/​L para nitra­tos y 0.5 mg/​L para nitri­tos. La prin­ci­pal pato­lo­gía que cau­san los nitra­tos es la meta­he­mo­glo­bi­ne­mia o sín­dro­me del niño azul, que pro­vo­ca difi­cul­tad res­pi­ra­to­ria, taqui­car­dia, náu­seas, vómi­tos y en casos gra­ves con­vul­sio­nes y coma. Aun­que los lac­tan­tes meno­res de cua­tro meses son el prin­ci­pal gru­po de ries­go, exis­ten otros gru­pos que pue­den resul­tar afec­ta­dos: emba­ra­za­das, pacien­tes en tra­ta­mien­tos con medi­ca­men­tos para el estó­ma­go, per­so­nas con défi­cits enzi­má­ti­cos here­di­ta­rios y per­so­nas con hemoglobinopatías.

Ade­más, la inges­ta exce­si­va de nitra­tos en per­so­nas adul­tas trans­for­ma los nitra­tos en nitri­tos y, éstos en nitro­sa­mi­nas y nitro­sa­mi­das, que son sus­tan­cias con efec­to can­ce­rí­geno. Tam­bién se ha encon­tra­do rela­ción con mal­for­ma­cio­nes con­gé­ni­tas tales como fisu­ra pala­ti­na, labio lepo­rino y mal­for­ma­cio­nes de los brazos.

GASES VOLÁTILES Y OLORES

Los olo­res gene­ra­dos por los puri­nes de los cer­dos pue­den ser dise­mi­na­dos por el vien­to has­ta los núcleos de pobla­ción cer­ca­nos, con­vir­tién­do­se en una gra­ve ame­na­za al con­jun­to de acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas y socia­les de los mis­mos. En las comu­ni­da­des rura­les, las gran­jas de mayor tama­ño han reem­pla­za­do a las gran­jas más peque­ñas, expe­ri­men­tan­do los resi­den­tes y los pro­duc­to­res peque­ños una reduc­ción en sus ingresos.

Nume­ro­sos estu­dios han mos­tra­do los efec­tos adver­sos del metano, el óxi­do de nitró­geno, el amo­nía­co, el sul­fu­ro de hidro­geno y los olo­res en la salud físi­ca y men­tal, tan­to de los tra­ba­ja­do­res de las gran­jas, como de los habi­tan­tes de la zona.

Estos efec­tos noci­vos son mayo­res cuan­to mayor es la exten­sión y el tama­ño de las gran­jas. De hecho, las comu­ni­da­des rura­les loca­li­za­das a menos de dos kiló­me­tros de ins­ta­la­cio­nes por­ci­nas podrían estar expues­tas a nive­les de amo­nia­co has­ta 40 veces mayo­res que las con­cen­tra­cio­nes pro­me­dio en el ambien­te. Algu­nos de los sín­to­mas más común­men­te refe­ri­dos por los afec­ta­dos son irri­ta­ción de ojos, nariz y gar­gan­ta, dolor de cabe­za, náu­seas, dia­rrea, tos, opre­sión en el pecho, pal­pi­ta­cio­nes, fal­ta de alien­to, estrés y som­no­len­cia. De ahí posi­ble­men­te deri­ven el mayor núme­ro de enfer­me­da­des men­ta­les (depre­sión, ansie­dad…) que acon­te­cen entre los resi­den­tes de zonas cer­ca­nas a estas ins­ta­la­cio­nes. Ade­más, las per­so­nas que sufren de asma o aler­gias sue­len sufrir exa­cer­ba­cio­nes de sus pro­ble­mas de salud en estas condiciones.

CONCLUSIONES

Debi­do a la rela­ción de pro­ble­mas refe­ri­dos pre­via­men­te que se deri­van del fun­cio­na­mien­to de las macro­gran­jas por­ci­nas, somos muchas las per­so­nas que nos mani­fes­ta­mos con­tra­rias a la ini­cia­ti­va de cons­truc­ción de este tipo de explotaciones.

Los bene­fi­cios que pue­dan con­lle­var en modo alguno supe­ran los per­jui­cios que supo­nen. La con­ta­mi­na­ción del agua cau­sa­da por la fil­tra­ción de puri­nes alte­ra el equi­li­brio del eco­sis­te­ma acuá­ti­co, favo­re­ce la resis­ten­cia a los anti­bió­ti­cos y pue­de ser vec­tor de trans­mi­sión de varias enfer­me­da­des. Los agen­tes con­ta­mi­nan­tes del agua con­ta­mi­nan pri­me­ro el sue­lo. Los ver­ti­dos inade­cua­dos de puri­nes y otros resi­duos resul­tan tóxi­cos para los cul­ti­vos. La acu­mu­la­ción de pota­sio, deri­va­da del rie­go y dre­na­je inco­rrec­tos, pro­vo­ca la sali­ni­za­ción del sue­lo. El fós­fo­ro orgá­ni­co de los puri­nes, pasa a su for­ma inor­gá­ni­ca tras un tiem­po en el sue­lo y pro­vo­ca la satu­ra­ción de fós­fo­ro en el sue­lo. El aire pue­de ver­se con­ta­mi­na­do por las ema­na­cio­nes pro­du­ci­das en las gran­jas. La libe­ra­ción a la atmós­fe­ra de dió­xi­do de car­bono y metano, pro­ce­den­tes de la degra­da­ción de la mate­ria orgá­ni­ca del estiér­col y del purín, con­tri­bu­yen al calen­ta­mien­to de la tie­rra y a la des­truc­ción de la capa de ozono. Ade­más, se pue­den pro­du­cir malos olo­res cau­sa­dos por gases tóxi­cos como el sulfhí­dri­co y el amo­nía­co, con el con­se­cuen­te impac­to sobre el pai­sa­je y la comu­ni­dad de veci­nos. La atmós­fe­ra sería irres­pi­ra­ble duran­te casi todo el año en un radio de varios kiló­me­tros en torno a las explo­ta­cio­nes, las bal­sas de decan­ta­ción y las par­ce­las suje­tas a abo­na­do de puri­nes. Este hecho, jun­to a la exis­ten­cia de mos­cas y demás fau­na opor­tu­nis­ta, ero­sio­na­rían gra­ve­men­te el poten­cial turís­ti­co de los muni­ci­pios colin­dan­tes. Has­ta aho­ra se ha pres­ta­do poca aten­ción a cómo el uso de anti­bió­ti­cos en las gran­jas con­tri­bu­ye al pro­ble­ma gene­ral de la resis­ten­cia a los anti­bió­ti­cos. La Medi­ci­na Vete­ri­na­ria cada vez con­ce­de mayor impor­tan­cia al uso res­trin­gi­do de anti­bió­ti­cos en ani­ma­les cria­dos para con­su­mo humano. Si sumi­nis­tra­mos anti­bió­ti­cos de for­ma indis­cri­mi­na­da a los ani­ma­les des­ti­na­dos al con­su­mo humano, estos ani­ma­les desa­rro­lla­ran cepas comen­sa­les resis­ten­tes a los anti­bió­ti­cos, que pos­te­rior­men­te podrían pasar al ser humano a tra­vés de los dife­ren­tes pro­duc­tos alimentarios.-

10 de Mar­zo de 2017

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fuente:Raduas

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