Méxi­co. El día que AMLO dio otro mal paso

Por Car­los Aznárez, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 10 julio 2020

En una mues­tra de exce­si­vo «prag­ma­tis­mo», por no decir «inopor­tu­ni­dad» para hacer una visi­ta al pre­si­den­te del país más terro­ris­ta del mun­do, Andrés Manuel López Obra­dor can­ta loas al acuer­do de Libre Comer­cio con los EE.UU y Cana­dá. Ya se sabe lo que sig­ni­fi­ca en cual­quier momen­to de los pue­blos estam­par una fir­ma en un TLC con el impe­rio, pero ele­gir jus­ta­men­te esta ins­tan­cia en que el mun­do está dado vuel­ta pre­ci­sa­men­te por la bar­ba­rie que se deri­va de las gue­rras, los agro­tó­xi­cos, la mega­mi­ne­ría y muchas des­gra­cias más que gene­ran los mul­ti­mi­llo­na­rios de las tras­na­cio­na­les, la ver­dad es que pare­ce, por lo menos, irres­pon­sa­ble. Pero AMLO no pare­ce enterarse. 

Si esto no fue­ra sufi­cien­te tam­bién AMLO agra­de­ce el «buen tra­to» (lo peor es que no es una iro­nía) que el gobierno de Trump brin­da a «nues­tros com­pa­trio­tas mexi­ca­nos», y ense­gui­da se des­vi­ve por pon­de­rar per­so­nal­men­te a quien en estos momen­tos enfren­ta una rebe­lión inter­na por su mal­tra­to a la pobla­ción en lo que hace a las medi­das sani­ta­rias por el Covid 19 (cien­tos de miles de muer­tos), y por pro­te­ger, como buen supre­ma­cis­ta blan­co, a los fas­cis­tas de la poli­cía local que en pocos días han ase­si­na­do a varios afro­ame­ri­ca­nos. Dice tex­tual­men­te AMLO mien­tras lo mira al pre­si­den­te USA (no se tra­ta de una fake news): «Pero lo que más apre­cio, es que usted nun­ca ha bus­ca­do impo­ner­nos nada que vio­le o vul­ne­re nues­tra soberanía…Usted no ha pre­ten­di­do tra­tar­nos como colo­nia, sino que, por el con­tra­rio, ha hon­ra­do nues­tra con­di­ción de nación inde­pen­dien­te. Por eso estoy aquí para expre­sar al pue­blo de Esta­dos Uni­dos que su pre­si­den­te se ha com­por­ta­do hacia noso­tros con gen­ti­le­za y respeto». 

Ni Sali­nas de Gor­ta­ri, el vaque­ro Zedi­llo, Feli­pe Cal­de­rón o Peña Nie­to, cua­tro ama­nuen­ses dis­ci­pli­na­dos de las polí­ti­cas de Washing­ton hubie­ran sido tan entu­sias­ta­men­te «cor­dia­les» con quien no ha para­do de des­pre­ciar, repri­mir y depor­tar no solo a los mexi­ca­nos sino a todos aque­llos cen­tro­ame­ri­ca­nos que osa­ron que­rer cru­zar su sacro­san­ta frontera.

¿En qué mun­do cree estar vivien­do AMLO? ¿Quien lo está ase­so­ran­do en polí­ti­ca exte­rior? Son dos pre­gun­tas que sur­gen muy rápi­da­men­te al escu­char sus pala­bras pero tam­bién al inter­pre­tar estos «bon­da­do­sos» acuer­dos comer­cia­les firmados.

Mire por don­de se lo mire, Trump debe fes­te­jar este enor­me sal­va­vi­das ‑en tiem­po elec­to­ral- que le arro­jó quien menos se espe­ra­ba, en un momen­to don­de la popu­la­ri­dad del empre­sa­rio grin­go des­cien­de rápi­da­men­te, como resul­ta­do de apli­car en su patio interno polí­ti­cas bru­ta­les, pri­me­ro para con su pue­blo y segui­da­men­te para con los migran­tes, las y los afro­ame­ri­ca­nos y lati­nos en general. 

Todo el mun­do ha vis­to estos días lo que es la repre­sión bru­tal y racis­ta a la que tan­to Trump elo­gia y esti­mu­la, todo el mun­do menos, así pare­ce, el pre­si­den­te mexi­cano, quien des­oyen­do las reco­men­da­cio­nes y pedi­dos urgen­tes de orga­ni­za­cio­nes de dere­chos huma­nos y de movi­mien­tos de sus com­pa­trio­tas en su país y en EE.UU. se empe­ñó en via­jar jus­ta­men­te aho­ra y edul­co­rar (¿hay otra mane­ra de cali­fi­car­lo?) la pre­po­ten­cia imperial. 

Decir muy suel­to de cuer­po en su dis­cur­so, mirán­do a los ojos a Trump, que «usted no ha pre­ten­di­do tra­tar­nos como colo­nia» y elo­giar su com­por­ta­mien­to «res­pe­tuo­so», cuan­do fue esa mis­ma per­so­na que al asu­mir su car­go demo­ni­zó al pue­blo mexi­cano como cri­mi­na­les, nar­co­tra­fi­can­tes y vio­la­do­res”, sue­na muy fuer­te, casi pro­vo­ca­dor. Más aún, fue el pro­pio Trump el que en un acto de abier­ta inten­ción humi­lla­do­ra hacia sus veci­nos exi­gía que fue­ron los mexi­ca­nos los que paga­ran el muro que los sepa­ra­ría. O el mis­mo que en otro dis­cur­so apun­tó que los cen­tro­ame­ri­ca­nos son una «bol­sa de mierda». 

Por eso, no es casual que un hijo de bra­ce­ros mexi­ca­nos que aho­ra fun­ge como dipu­tado pro­gre­sis­ta por Ari­zo­na, Raúl Gri­jal­va, con­fe­sa­ra que cuan­do lle­gó AMLO al gobierno él brin­dó por la espe­ran­za de cam­bio que se abría para su pue­blo natal, pero que aho­ra «que lo veo como un cola­bo­ra­dor de Trump, sien­to que nos ha abo­fe­tea­do a todos los mexicano-americanos».

Por otro lado, ¿AMLO no sabe que exis­ten las cár­ce­les migra­to­rias don­de nume­ro­sos niños y niñas se encuen­tran ence­rra­dos, sepa­ra­dos de sus padres mexi­ca­nos y de otros paí­ses de Cen­troa­mé­ri­ca, y que varios de ellos han muer­to allí? ¿Pue­den ser más impor­tan­tes los acuer­dos eco­nó­mi­cos a la baja que le impu­sie­ron fir­mar sus anfi­trio­nes, que no haber dicho una pala­bra sobre esta lis­ta de agra­vios y vio­la­cio­nes de los dere­chos huma­nos que USA ejer­ce con­tra su pue­blo y los demás de este sufri­do continente?

Pre­ci­sa­men­te hablan­do de «acuer­dos» y TLCs vale recor­dar que uno de los pun­tos del que se rubri­có este 9 de julio es el que obli­ga a los fir­man­tes a rela­cio­nar­se eco­nó­mi­ca­men­te solo con paí­ses que defien­den y apli­can la eco­no­mía de mer­ca­do. O sea, Cuba y Vene­zue­la afue­ra del tablero.

AMLO aho­ra pue­de decir lo que quie­ra, que por ejem­plo este via­je ha sido de lo más exi­to­so para su pue­blo, que llo­ve­rán pues­tos de tra­ba­jo o que Trump ha cam­bia­do su posi­ción hacia los migran­tes, pero lo real es que nada de eso es creí­ble, y lo úni­co cier­to es ver como Trump y sus ase­so­res elec­to­ra­les uti­li­za­ron la visi­ta y las dis­cur­sos en la cam­pa­ña que has­ta aho­ra tenía poco para mos­trar. Todo lo demás son con­je­tu­ras, ilu­sio­nes o des­ubi­ca­ción de una reali­dad en la que un gobierno pro­gre­sis­ta, vota­do con entu­sias­mo por millo­nes de mexi­ca­nos, comien­za a ren­guear de la mis­ma pier­na que otros simi­la­res. Pre­fie­ren coque­tear con Esta­dos Uni­dos que inten­tar des­mar­car­se de esa influen­cia que final­men­te ter­mi­na ale­ján­do­los de su pro­pia base de sus­ten­ta­ción. Es decir, están con­de­na­dos a morir de fue­go cru­za­do, hos­ti­ga­dos por la dere­cha oli­gár­qui­ca y cues­tio­na­dos por la izquier­da anti imperialista.

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