Cuba. Heroi­ca por dere­cho propio

Cuba, Eduar­do Palo­ma­res Cal­de­rón, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 24 de julio del 2020

Fue­ron los extra­or­di­na­rios méri­tos his­tó­ri­cos adqui­ri­dos por su deci­si­va con­tri­bu­ción a la total y defi­ni­ti­va inde­pen­den­cia de la nación cuba­na, sus tra­di­cio­nes patrió­ti­cas, revo­lu­cio­na­rias y de pro­fun­da raíz popu­lar, los que con­vir­tie­ron a San­tia­go de Cuba en Ciu­dad Héroe de la Repú­bli­ca de Cuba.

En el Acuer­do del Con­se­jo de Esta­do No. 207, de 1983, fir­ma­do por su enton­ces Pre­si­den­te Fidel Cas­tro Ruz, para el otor­ga­mien­to del títu­lo hono­rí­fi­co acon­te­ci­do el 1ro. de enero de 1984, entre otros memo­ra­bles acon­te­ci­mien­tos refle­ja­dos sobre esta urbe resal­tan el asal­to al cuar­tel Mon­ca­da y el levan­ta­mien­to arma­do del 30 de noviembre.

«En su ámbi­to –expre­sa tex­tual­men­te – , reso­nó la cla­ri­na­da insur­gen­te del 26 de Julio de 1953 que con­vo­ca­ba a la car­ga final para cul­mi­nar la cen­te­na­ria lucha de los cuba­nos por su inde­pen­den­cia. Sus calles y pla­zas aco­gie­ron, por pri­me­ra vez, a los com­ba­tien­tes de la liber­tad, ves­ti­dos con el glo­rio­so uni­for­me ver­de oli­vo, el 30 de noviem­bre de 1956 (…)».

Ambos hechos están ins­pi­ra­dos en las épi­cas luchas pre­ce­den­tes del Orien­te, don­de como diría Fidel en su ale­ga­to La his­to­ria me absol­ve­rá: «Al ama­ne­cer, cuan­do los gallos can­tan como cla­ri­nes que tocan dia­na lla­man­do a los sol­da­dos, y el sol se ele­va radian­te sobre las empi­na­das mon­ta­ñas, cada día pare­ce que va a hacer otra vez el de Yara o el de Baire».

Para la His­to­ria­do­ra de la Ciu­dad, doc­to­ra Olga Por­tuon­do Zúñi­ga, obe­de­cen a la rebel­día y al heroís­mo peren­ne en los san­tia­gue­ros, cuyas cla­ses popu­la­res abra­za­ron la revo­lu­ción inde­pen­den­tis­ta diri­gi­da por Car­los Manuel de Cés­pe­des, y tie­nen en la fami­lia Maceo Gra­ja­les un para­dig­ma de patrio­tis­mo ele­va­do a lo más glo­rio­so en la Pro­tes­ta de Man­gos de Baraguá.

Fidel cono­cía toda esa tra­di­ción de lucha y mucho más de la que fue pri­me­ra capi­tal de la colo­nia espa­ño­la en la Isla, de don­de había par­ti­do Her­nán Cor­tés a con­quis­tar el impe­rio azte­ca, del esce­na­rio de la Gue­rra his­pano-cubano-esta­dou­ni­den­se, que mar­có la derro­ta del deca­den­te impe­rio espa­ñol y el sur­gi­mien­to del impe­ria­lis­mo norteamericano.

Para sus pla­nes resul­ta­ba esen­cial la estir­pe del san­tia­gue­ro, su patrio­tis­mo y antim­pe­ria­lis­mo, su dig­na posi­ción polí­ti­ca y el sen­ti­do más demo­crá­ti­co de uni­dad, al abo­gar con ener­gía y valor por un cam­bio radi­cal. Ade­más, por haber vivi­do aquí sabía que ale­ja­das de los cuer­pos repre­si­vos de La Haba­na, de ser nece­sa­rio las mon­ta­ñas cer­ca­nas podían con­ver­tir­se en un fir­me bastión.

LA FUERZA DE LAS IDEAS

Como apun­ta el jefe del Depar­ta­men­to de His­to­ria y Patri­mo­nio de la Uni­ver­si­dad de Orien­te, doc­tor en Cien­cias His­tó­ri­cas Frank Josué Solar Arias, ante los muros del Mon­ca­da esta­lla la pri­me­ra acción insu­rrec­cio­nal efec­ti­va con­tra la dic­ta­du­ra batis­tia­na, y con ella mar­ca­rá a San­tia­go de Cuba otro momen­to cum­bre, como es el ini­cio de la últi­ma eta­pa de la gue­rra de libe­ra­ción en el país.

Enca­be­za­dos por Fidel, el puña­do de jóve­nes dis­pues­tos a lim­piar la afren­ta del gol­pe de Esta­do del 10 de mar­zo de 1952, esta­ba más arma­do de ideas y valor que de fusi­les, de ahí la con­fian­za en un plan cuya cla­ve radi­ca­ba en dos aspec­tos bási­cos: pri­me­ro el fac­tor sor­pre­sa, y segun­do el con­ven­ci­mien­to de sumar a la lucha al pue­blo santiaguero.

Entre los pri­me­ros en apro­xi­mar­se está el joven Frank País Gar­cía, quien lue­go refie­re cómo logró pene­trar en el cuar­tel: «Me dio una rabia y un dolor (…). Yo los lle­gué a ver el domin­go por la noche por­que me lle­gué a colar con un gru­po que tenía un sol­da­do heri­do, esta­ban toda­vía tira­dos en el sue­lo, todos lle­nos de san­gre, de balas y de honor (…)».

Vil­ma Espín Gui­llois, su her­ma­na Nil­sa y Ase­la de los San­tos Tama­yo, tam­bién esta­rán entre quie­nes asis­ten a los heri­dos, a la vez que los ocul­ta­dos por la pobla­ción reci­ben ali­men­tos y ropas, otros jóve­nes has­ta pla­nean res­ca­tar a los dete­ni­dos en la cár­cel de Bonia­to, y gru­pos de mucha­chas lan­zan flo­res a los vehícu­los que tras­la­dan pri­sio­ne­ros al tribunal.

«En sesio­nes del jui­cio –pre­ci­sa el pro­fe­sor auxi­liar de His­to­ria de la Uni­ver­si­dad de Orien­te e inves­ti­ga­dor de la eta­pa insu­rrec­cio­nal, más­ter Rafael Bor­ges Betan­court – , Fidel refu­ta fal­sos cri­te­rios de la pren­sa acer­ca de que los san­tia­gue­ros no habían apo­ya­do el asal­to, expli­ca el carác­ter secre­to y com­par­ti­men­ta­do de la acción y nie­ga que el pue­blo fue­se indi­fe­ren­te a la acción».

Al decir de Por­tuon­do Zúñi­ga, Fidel ates­ti­gua el res­pal­do popu­lar des­de el pri­mer dis­pa­ro, así como su indig­na­ción por los crí­me­nes, y el ries­go asu­mi­do por algu­nos como Glo­ria Cua­dras de la Cruz, su espo­so Ama­ro Igle­sias, el padre de Rena­to Gui­tart Rosell y tra­ba­ja­do­res del cemen­te­rio San­ta Ifi­ge­nia, al res­ca­tar los cuer­pos de los com­ba­tien­tes caí­dos para dar­les dig­na sepultura.

«¿Quién duda –afir­mó en su auto­de­fen­sa – , del valor, el civis­mo y el cora­je sin lími­tes del rebel­de y patrió­ti­co pue­blo de San­tia­go de Cuba? Si el Mon­ca­da hubie­ra caí­do en nues­tras manos, ¡has­ta las muje­res de San­tia­go habrían empu­ña­do las armas! ¡Muchos fusi­les se los car­ga­ron a los com­ba­tien­tes las enfer­me­ras del Hos­pi­tal Civil! Ellas tam­bién pelea­ron. Eso no lo olvi­da­re­mos jamás».

EL COMPROMISO SAGRADO

San­tia­go va a estar siem­pre en Fidel, y Fidel esta­rá siem­pre en San­tia­go, con­si­de­ra Bor­ges Betan­court al valo­rar la impor­tan­cia otor­ga­da a la ciu­dad, a sus mili­tan­tes revo­lu­cio­na­rios y en espe­cial a la figu­ra de Frank País, por la direc­ción del Movi­mien­to 26 de Julio (M‑26 – 7), fun­da­do en La Habana.

La orga­ni­za­ción de lo mejor de la juven­tud san­tia­gue­ra, que sin vaci­la­ción Frank pon­drá a dis­po­si­ción del Movi­mien­to, y jun­to a ello su accio­nar en el arre­ba­to de armas a efec­ti­vos de la tira­nía, la rea­li­za­ción de sabo­ta­jes y aten­ta­dos, demues­tran tem­pra­na­men­te cuán­to habían influi­do en ella el Mon­ca­da y La his­to­ria me absol­ve­rá.

Según coin­ci­den los inves­ti­ga­do­res, el levan­ta­mien­to del 30 de noviem­bre, orga­ni­za­do y diri­gi­do por Frank, fue la con­ti­nui­dad del Mon­ca­da. El sagra­do com­pro­mi­so con­traí­do en Méxi­co entre Fidel y el joven Jefe de la lucha clan­des­ti­na para pro­pi­ciar el des­em­bar­co del Gran­ma, fue cum­pli­do por quie­nes, lucien­do el uni­for­me ver­de oli­vo, toma­ron la ciu­dad duran­te varias horas.

Arman­do Hart Dáva­los, par­ti­ci­pan­te en la acción, afir­mó años des­pués que el alza­mien­to reve­ló el espí­ri­tu indo­ma­ble y rebel­de de la juven­tud san­tia­gue­ra y orien­tal. Con él los suce­sos del Mon­ca­da, el pro­ce­so del jui­cio y La his­to­ria me absol­ve­rá, reso­na­ron con gran fuer­za en la con­cien­cia revo­lu­cio­na­ria de la juven­tud y el pue­blo cubanos.

«Des­de ese ins­tan­te –recor­dó el Gene­ral de Ejér­ci­to Raúl Cas­tro Ruz años des­pués – , la ciu­dad de San­tia­go de Cuba entra­ría en una eta­pa de gue­rra sin cuar­tel con­tra la tira­nía y, ade­más, a par­tir de aquel momen­to los com­ba­tien­tes del 30 de noviem­bre, Frank País y la ciu­dad de San­tia­go de Cuba se con­vir­tie­ron en el pri­mer pun­to de avan­za­da de la efi­cien­te reta­guar­dia en que se trans­for­mó todo el pue­blo de Cuba, en apo­yo al núcleo gue­rri­lle­ro, que sobre­pa­san­do los reve­ses ini­cia­les, logró orga­ni­zar­se en la Sie­rra Maestra».

En todo derro­che de heroís­mo estu­vo siem­pre el Mon­ca­da a tra­vés del Movi­mien­to, cuyo nom­bre (26 de Julio) inmor­ta­li­zó en cada acción a sus már­ti­res, estu­vo en la mani­fes­ta­ción popu­lar que tras su ase­si­na­to acom­pa­ñó a Frank País ves­ti­do de ver­de oli­vo y con el bra­za­le­te roji­ne­gro, y en la entra­da triun­fal de Fidel el 1ro. de enero de 1959.

San­tia­go de Cuba: serás libre, por­que te lo mere­ces más que nin­gu­na, dijo ese día el Coman­dan­te en Jefe en sus ins­truc­cio­nes al pue­blo san­tia­gue­ro, y ya al pro­cla­mar el triun­fo revo­lu­cio­na­rio anun­cia­ba que sería la capi­tal pro­vi­sio­nal de la Revo­lu­ción, por­que en esta lucha había sido, jun­to a la Sie­rra Maes­tra, su bas­tión más firme.

Sus incon­ta­bles haza­ñas las resu­mió magis­tral­men­te el Gene­ral de Ejér­ci­to Raúl Cas­tro al decir: «Si el calle­jón del Muro, Enra­ma­das, Gar­zón, Tro­cha, Vis­ta Ale­gre, San Geró­ni­mo, y El Caney pudie­ran hablar. Si los muros del Mon­ca­da, las aulas del Ins­ti­tu­to, la Nor­mal y la Uni­ver­si­dad, los ban­cos del par­que Cés­pe­des y la Pla­za de Mar­te, los cam­pa­na­rios de la Cate­dral y El Cobre, las alme­nas del Morro y las losas de San­ta Ifi­ge­nia pudie­ran con­tar­nos su his­to­ria de cen­te­na­rias luchas, vería­mos de nue­vo que no hay pie­dra en San­tia­go que no haya sido pedes­tal de un héroe: No hay minu­to de nues­tra his­to­ria en el que los orien­ta­les no hayan ocu­pa­do un lugar y nin­gu­na pági­na heroi­ca ha sido escri­ta sin su concurso».

No en vano, al otor­gar­le el títu­lo de Ciu­dad Héroe de la Repú­bli­ca de Cuba, y reco­no­cer en sus pala­bras fina­les la con­tri­bu­ción de esta ciu­dad en los días más difí­ci­les de la lucha, has­ta la vic­to­ria final, des­de lo hon­do de su cora­zón Fidel expre­só: «¡Gra­cias, Santiago!».

Toma­do de Gran­ma (Cola­bo­ra­ción de RC)

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