Perú. El Minis­te­rio de Eco­no­mía y Finan­zas es un gran problema

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 16 de junio de 2020

Esta­mos en un perio­do refle­xi­vo por dos razo­nes. La pri­me­ra por­que vamos camino al bicen­te­na­rio y nece­si­ta­mos un nor­te; la segun­da, por­que la cri­sis del Coro­na­vi­rus per­mi­te ver qué fun­cio­na y qué no fun­cio­na en el país. Y algo que no fun­cio­na es el MEF, que no ha sido capaz de res­pon­der a los retos que nos ha plan­tea­do la pan­de­mia. Por eso una de las tareas camino a la cele­bra­ción de nues­tro bicen­te­na­rio, como país sobe­rano y demo­crá­ti­co, debe ser la refor­ma del MEF. 

El tema, para algu­nos, pue­de pare­cer poco impor­tan­te. Sin embar­go, es equi­vo­ca­do pen­sar así. El MEF es un super­mi­nis­te­rio que man­tie­ne a una con­cen­tra­ción extre­ma del poder eco­nó­mi­co del Esta­do, que no tie­ne con­tra­pe­sos, que nadie fis­ca­li­za y que hoy requie­re, por ello, cam­bios urgen­tes. Des­de que el dic­ta­dor Alber­to Fuji­mo­ri clau­su­ró el Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Pla­ni­fi­ca­ción (INP) y los tec­nó­cra­tas neo­li­be­ra­les copa­ron el MEF y se con­vir­tie­ron en los dise­ña­do­res e imple­men­ta­do­res del mode­lo de libre mer­ca­do, empe­zó el pro­ble­ma. El MEF no solo con­cen­tró fun­cio­nes y abu­so de sus pode­res, sino que tam­bién hizo de la eco­no­mía un lugar “sagra­do” que no podía ser “pro­fa­na­do” por la polí­ti­ca; idea que se con­vir­tió en una par­te impor­tan­te del “cate­cis­mo neo­li­be­ral”. Así, el MEF pasó a ser un actor vital de la dic­ta­du­ra fuji­mo­ris­ta y colum­na prin­ci­pal del mode­lo eco­nó­mi­co neoliberal. 

Minis­tros y tec­nó­cra­tas se acos­tum­bra­ron a deci­dir, legis­lar, pre­su­pues­tar, nego­ciar y pro­mo­ver inver­sio­nes lue­go de con­sul­tar con los gru­pos de poder. Por eso la arro­gan­cia es su carac­te­rís­ti­ca prin­ci­pal: no con­sul­tan, excep­to a los lob­bies y a sus ase­so­res lega­les, muchos de ellos liga­dos a los gran­des estu­dios de abo­ga­dos, gene­ran­do una “correa de tras­mi­sión” entre el MEF y las gran­des empre­sas. La lla­ma­da “puer­ta gira­to­ria”, es decir, el tras­la­do de esta tec­no­cra­cia del sec­tor pri­va­do al esta­tal, es una de sus más cla­ras expre­sio­nes de cómo fun­cio­na esta “correa de tras­mi­sión” en lo que pode­mos hoy lla­mar la “Repú­bli­ca empresarial”. 

Por eso no es extra­ño que redu­je­ran las fun­cio­nes del BCR en mate­ria de estu­dios y pro­pues­tas eco­nó­mi­cas, limi­tán­do­lo a polí­ti­cas mone­ta­rias y de vigi­lan­cia de la infla­ción. Al eli­mi­nar­se la pla­ni­fi­ca­ción, el MEF opto por seguir, muchas veces a los lob­bies, y a la “mano invi­si­ble del mer­ca­do”, sin pla­ni­fi­car, pro­yec­tar y orien­tar la inver­sión públi­ca al mediano y lar­go pla­zo. Lo para­dó­ji­co de ello es que el MEF es quien vigi­la la situa­ción fis­cal (ingre­sos y gas­tos) y super­vi­sa y deci­de, al mis­mo tiem­po, las inver­sio­nes públi­cas, pero sin tener ni la capa­ci­dad ni el menor inte­rés en pla­ni­fi­car estra­té­gi­ca­men­te estas mis­mas inver­sio­nes públicas. 

Es más, el MEF domi­na al res­to de minis­te­rios. Pre­su­pues­ta casi a su volun­tad y se lo impo­ne a los otros minis­te­rios de línea. Lo pre­pa­ra y lue­go lo nego­cia “mer­can­ti­lis­ta­men­te” en el Con­gre­so en la Comi­sión de Pre­su­pues­to, vía su con­tac­to legis­la­ti­vo. A cam­bio de unas cuan­tas con­ce­sio­nes a los con­gre­sis­tas y a otros sec­to­res, se aprue­ba casi sin deba­te y dejan­do de lado la opi­nión de la socie­dad. Una vez apro­ba­do el pre­su­pues­to, el MEF usa dis­cre­cio­nal­men­te su poder para dar­les a los minis­te­rios, a los gobier­nos regio­na­les, los muni­ci­pios y demás sec­to­res, no los recur­sos que ellos nece­si­tan y deman­dan, sino más bien de acuer­do a lo que el MEF ya había deci­di­do antes de su apro­ba­ción. El MEF deci­de quién reci­be, cuán­do lo reci­be y cuán­to reci­be. Acep­ta con reve­ren­cia y admi­ra­ción que las cor­po­ra­cio­nes pla­ni­fi­quen, pero cri­ti­can que el Esta­do deba pla­ni­fi­car. Inclu­so, como expre­sión de este “pen­sa­mien­to úni­co” en que se ha con­ver­ti­do el neo­li­be­ra­lis­mo, han veta­do el tér­mino pla­ni­fi­car. Pre­fie­ren hablar vaga­men­te de “pla­nea­mien­to”. Su dog­ma­tis­mo eco­nó­mi­co, jun­to con su auto­ri­ta­ris­mo tec­no­crá­ti­co, es extremo.

Es más, el MEF, muchas veces con la com­pli­ci­dad del Con­gre­so, se ha acos­tum­bra­do a legis­lar por Decre­tos Legis­la­ti­vos evi­tan­do así cual­quier deba­te públi­co sobre el futu­ro de la eco­no­mía. Todos los gobier­nos le piden al Con­gre­so pode­res extra­or­di­na­rios para gober­nar de mane­ra excep­cio­nal. El Con­gre­so se los con­ce­de y el MEF pre­pa­ra la legis­la­ción. Ahí entran a tallar los estu­dios de abo­ga­dos, exper­tos en tri­bu­ta­ción y “con­sul­to­res eco­nó­mi­cos”. Pre­pa­ran por lo bajo y sin dis­cu­sio­nes, con la excep­ción de la Con­fiep, las pro­pues­tas eco­nó­mi­cas que lue­go las tra­mi­ta­ran al Con­gre­so para que éste las aprue­ba casi sin deba­te. Lo mis­mo suce­de con los Decre­tos de Urgen­cia que pro­mul­ga el Eje­cu­ti­vo pues des­de el pri­mer gobierno de Alan Gar­cía, son cada vez más la regla y no la excep­ción. Inclu­so se toman la liber­tad de pro­mul­gar leyes sin con­sul­tar con los sec­to­res invo­lu­cra­dos como suce­dió con la “Ley Pul­pín” tiem­po atrás. Igual suce­dió con la pri­va­ti­za­ción de la edu­ca­ción. Han pri­va­ti­za­do la polí­ti­ca económica.

Una de las caren­cias mayo­res del MEF es su fal­ta de visión del país y, por lo tan­to, su mani­fies­ta inca­pa­ci­dad de mirar el mediano pla­zo y deci­dir hacia don­de se debe diri­gir la inver­sión públi­ca. Perú, a dife­ren­cia de Chi­le, Colom­bia y otros paí­ses, que tie­nen mejor Esta­do y más sen­ti­do de pla­ni­fi­ca­ción, es uno de los pocos paí­ses que optó por la fór­mu­la de jun­tar en un solo minis­te­rio fun­cio­nes de Hacien­da y Eco­no­mía, dejan­do al país sin una visión de futu­ro y per­mi­tien­do que los lob­bies y los intere­ses pri­va­dos man­den en este sector. 

Hay otros con­flic­tos de intere­ses. El MEF al ser el encar­ga­do de los equi­li­brios macro­eco­nó­mi­co y, a la vez, el que deci­de sobre el gas­to, pri­vi­le­gia los equi­li­brios macro en detri­men­to de la inver­sión públi­ca. Y nadie le pue­de decir nada. El CEPLAN, que debie­ra prio­ri­zar las inver­sio­nes no es toma­do en cuen­ta. Está pin­ta­do en la pared. Es un adono que escon­de la fal­ta de pla­ni­fi­ca­ción en nues­tro país.

El Mar­co Macro­eco­nó­mi­co Anual a las jus­tas ve qué hacer en los pró­xi­mos tres años. Las inver­sio­nes se hacen en fun­ción a lo que pro­po­nen los minis­te­rios (y tam­bién los gobier­nos regio­na­les y loca­les) y le “sugie­re” el sec­tor pri­va­do. En reali­dad, el MEF antes que minis­te­rio es un ope­ra­dor polí­ti­co y repre­sen­tan­te de deter­mi­na­dos gru­pos eco­nó­mi­cos y socia­les. No exis­te un Plan de Desa­rro­llo Nacio­nal que orde­ne una visión de con­jun­to de mediano y lar­go pla­zo que orien­te al país.

Hace poco, para inten­tar par­char el pro­ble­ma, se aprue­ba un Plan de Pro­duc­ti­vi­dad dis­cu­ti­do con la CONFIEP y no con el país ade­más de un Plan de Inver­sio­nes en Infra­es­truc­tu­ra (30 años des­pués de haber opta­do por el camino equi­vo­ca­do; lue­go que ter­mi­na­ron los recur­sos de la bonan­za, habien­do gas­ta­do en carre­te­ras caras y poco úti­les, como la Inter­ocea­ni­ca, al doble del pre­su­pues­to ori­gi­nal). A lo que se agre­ga el hecho que las inver­sio­nes, pre­su­pues­ta­das en US$ 100,000 millo­nes están des­agre­ga­das en 66% para las Aso­cia­cio­nes Públi­co Pri­va­das (APPs, lo que impul­san la CONFIEP y el AFIN para finan­ciar­se con dine­ro del Esta­do) y solo 33% para la inver­sión pública.

Por ello, plan­tea­mos la nece­si­dad de crear una real uni­dad de pla­ni­fi­ca­ción y no una deco­ra­ti­va; que sea un minis­te­rio o un orga­nis­mo con ese nivel; que pien­se el país en nue­vos tér­mi­nos: moderno, téc­ni­ca­men­te, inte­gran­do, par­ti­ci­pa­ti­vo; que ten­ga cla­ro qué cla­se de desa­rro­llo que­re­mos y arti­cu­lan­do al mis­mo tiem­po al cum­pli­mien­to de las metas eco­nó­mi­cas con las socia­les, labo­ra­les y medioam­bien­ta­les, en el enten­di­do que son igual­men­te importantes. 

Esta pro­pues­ta, lo sabe­mos, va a ser recha­za­da por aque­llos que se bene­fi­cian de este dise­ño: tec­nó­cra­tas, gran­des empre­sa­rios, estu­dios de abo­ga­dos, lobis­tas y el ejér­ci­to de con­sul­to­res y con­sul­to­ras que rodean al MEF. Por su par­te, los gran­des medios cor­po­ra­ti­vos inten­ta­ran dis­tor­sio­nar el tema, alar­mar a la pobla­ción e invi­tar a comen­tar solo aque­llos que defien­den el mode­lo neo­li­be­ral como lo vemos en estos días. 

Hoy, a nivel mun­dial, el coro­na virus demues­tra las falen­cias y fala­cias de las polí­ti­cas de libre mer­ca­do. El mun­do ente­ro, inclu­yen­do orga­nis­mos inter­na­cio­na­les, se cues­tio­nan una glo­ba­li­za­ción lide­ra­da por las trans­na­cio­na­les que deja de lado las nece­si­da­des públi­cas en salud, edu­ca­ción e infra­es­truc­tu­ra. Una res­pues­ta a estos cues­tio­na­mien­tos debe ser la reva­lo­ri­za­ción del rol del Esta­do como tam­bién de la lucha con­tra des­igual­dad que hoy se ha con­ver­ti­do en la otra pan­de­mia. El Perú no se pue­de que­dar a la zaga y seguir pre­go­nan­do y prac­ti­can­do las polí­ti­cas obso­le­tas del lla­ma­do Con­sen­so de Washing­ton. Esas polí­ti­cas repre­sen­tan el pasa­do. Lo que nece­si­ta­mos es mirar con otros “ante­ojos” como diría nues­tro poe­ta mayor César Valle­jo, el futu­ro. Es impe­ra­ti­vo poner­se al día. Eso sig­ni­fi­ca cam­biar las rela­cio­nes de poder que cons­tru­yó la dic­ta­du­ra fuji­mo­ris­ta y que has­ta aho­ra con­ti­núan en el país en los últi­mos 30 años. 

Es hora de cam­biar. De crear, como se dice aho­ra, una nue­va con­vi­ven­cia social don­de todas y todos los perua­nos com­par­ta­mos por igual un mis­mo futu­ro. En ese camino se inser­tan los nece­sa­rios cam­bios y trans­for­ma­cio­nes del MEF, que es aho­ra el “bun­ker” de la defen­sa tras­no­cha­do y mer­can­ti­lis­ta mode­lo neo­li­be­ral actual.

FUENTE: Otra Mirada

Itu­rria /​Fuen­te

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