Cuba. Amor y humor

Cuba, Oni Acos­ta Lle­re­na, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 18 de junio del 2020

Cuan­do en días pasa­dos se estrenaba
el tema Dale can­de­la, varias ideas con­ver­gie­ron en una espe­cie de taller
per­so­nal, entre viven­cias pro­pias, aje­nas y pro­fe­sio­na­les: la canción
para mí sig­ni­fi­ca­ba un feliz acon­te­ci­mien­to, por lo audaz de su mirada,
pero más que todo, por el hecho mis­mo de su con­cep­ción musi­cal. También
sería pla­ta­for­ma para un regre­so o, dicho de otro modo, reen­cuen­tro de
Viru­lo para con su públi­co de siempre.

El entorno musi­cal de Ale­jan­dro Gar­cía, Viru­lo, tie­ne orí­ge­nes muy
fér­ti­les y sóli­dos, des­de el res­pe­to –en pri­mer lugar– de los grandes
jugla­res musi­ca­les cuba­nos has­ta su pro­pia iden­ti­fi­ca­ción y espa­cio en
la nacio­na­li­dad, lo que mar­ca des­de hace muchos años una total
defi­ni­ción o sello den­tro de un entorno bien defi­ni­do y defen­di­do por
él. Cuan­do men­ciono su roce con los clá­si­cos cuba­nos, habría que
recon­tex­tua­li­zar, sobre todo, en audien­cias jóve­nes –en ocasiones
caren­tes de can­cio­nes, videos o tex­tos expli­ca­ti­vos– lo que significan
nom­bres como Miguel Mata­mo­ros, Raúl Pla­nas, Arse­nio Rodrí­guez, Cuní, Los
Com­pa­dres (en sus dos eta­pas), Gui­llén, El Gua­ya­be­ro y, en especial,
Ñico Saquito.

Com­pren­der mor­fo­ló­gi­ca­men­te cómo bai­la Rita la cai­ma­na, dón­de está el
pla­ta­nal de Bar­to­lo o cómo cami­na la mujer de Anto­nio, por ejem­plo, son
cla­ves mili­mé­tri­cas en el com­ple­jo arte de las apor­ta­cio­nes y
apro­pia­cio­nes del juglar o tro­va­dor, que han de tener­se a la mano al
momen­to jus­to y mági­co de la crea­ción musi­cal. Des­co­no­cien­do ese
mara­vi­llo­so lega­do no podría enten­der­se el dis­co Ñico Saqui­to al bate,
home­na­je de Viru­lo a la mejor pica­res­ca nacio­nal, que lo defi­ni­ría como
crea­dor alfa en su pos­te­rior tra­ba­jo satí­ri­co, lo que tam­bién le
con­ver­ti­ría en nece­sa­rio refe­ren­te de la paro­dia contemporánea.

Viru­lo ha teji­do un humor inte­li­gen­te y crí­ti­co, nada complaciente
con temá­ti­cas dóci­les del fácil reír o la moda de turno. Este nuevo
tema, Dale can­de­la, no es una mofa hirien­te o dis­cri­mi­na­to­ria, sino que
acu­de a espa­cios comu­nes con un fuer­te baga­je musi­cal pro­pio y
dife­ren­te. La gua­ra­cha, la can­ción o el son han sido cami­nos bien
reco­rri­dos y estu­dia­dos por él, con res­pe­to y con­cien­cia real de la
rique­za intrín­se­ca de cada uno, y aquí se tra­du­ce un agradecido
resul­ta­do sono­ro, ponien­do de mani­fies­to su ape­go al son, ¿y qué mejor
home­na­je al géne­ro que la pre­sen­cia del Sep­te­to Nacio­nal Ignacio
Piñei­ro? Con picar­día y talen­to, el autor inclu­ye la sáti­ra política
como ele­men­to dis­cur­si­vo y de preo­cu­pa­ción social, así como el doble
sen­ti­do en lo refe­ren­te a la belle­za feme­ni­na, sin lle­gar a degra­dar­la o
con­ver­tir­la en bur­do atri­bu­to sexual, sino exal­tan­do su belle­za y
entorno, qui­zá como aque­llas Crio­lli­tas de Wil­son que refren­da­ban a la
mujer cuba­na des­de el ima­gi­na­rio popu­lar, pero con res­pe­to. Viru­lo y su
arte nos iden­ti­fi­can como cuba­nos, no sola­men­te aho­ra, sino por su larga
obra musi­cal y humo­rís­ti­ca. Gra­cias Viru­lo, y ¡dale candela!

Toma­do de Gran­ma (Cola­bo­ra­ción de RC) 

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