Esta­dos Uni­dos. Pue­de estar pre­pa­ran­do algo mayor: Aler­ta, más que nun­ca, alerta

Por Ser­gio Rodrí­guez Gel­fens­tein, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 6 mayo 2020.-

Tras la des­apa­ri­ción de la Unión Sovié­ti­ca y el fin del mun­do bipo­lar, Esta­dos Uni­dos se que­dó sin enemi­go, nece­si­ta­ba crear uno nue­vo aho­ra que el “fin de la his­to­ria” había hecho posi­ble que el capi­ta­lis­mo impe­ra­ra en el mun­do has­ta la eternidad.

Pero tal situa­ción pro­vo­có un des­ajus­te en la estruc­tu­ra­ción de los pla­nes hege­mó­ni­cos impe­ria­les por lo que se dio a la tarea de crear ese nue­vo enemi­go que le per­mi­tie­ra esta­ble­cer un nue­vo orden mun­dial a par­tir de sus intere­ses. En este con­tex­to, el nar­co­trá­fi­co y los migran­tes indo­cu­men­ta­dos vinie­ron a ocu­par ese sitial como ejes de la reor­ga­ni­za­ción de su poder mili­tar. En Amé­ri­ca Lati­na, estos pla­nes tuvie­ron que ser ajus­ta­dos cuan­do el día final del siglo pasa­do, el últi­mo sol­da­do del ejér­ci­to de ocu­pa­ción yan­qui en Pana­má debió aban­do­nar el terri­to­rio de ese país en cum­pli­mien­to de los acuer­dos Torri­jos- Carter.

Aun­que des­de la mis­ma fir­ma de estos tra­ta­dos, el Pen­tá­gono había comen­za­do a tomar medi­das para reor­ga­ni­zar su con­tin­gen­te béli­co en el hemis­fe­rio occi­den­tal, el pro­ce­so pro­vo­có no pocas con­tra­rie­da­des para el alto man­do cas­tren­se esta­dou­ni­den­se. El Plan Colom­bia vino a ser el pro­ce­di­mien­to dise­ña­do para rees­truc­tu­rar su pre­sen­cia mili­tar en la región, a par­tir aho­ra de la lógi­ca de una supues­ta lucha con­tra el narcotráfico.

Dos hechos ven­drían a tener nue­vo impac­to para este asun­to: en pri­mer tér­mino, la vic­to­ria elec­to­ral de Hugo Chá­vez en 1998 en Vene­zue­la que ini­ció un pro­ce­so de trans­for­ma­ción de las reglas de jue­go en la región y, por otro lado, las accio­nes terro­ris­tas per­pe­tra­das por oscu­ras fuer­zas aún no iden­ti­fi­ca­das el 11 de sep­tiem­bre de 2001 que per­mi­tie­ron a Esta­dos Uni­dos y al pre­si­den­te Bush seña­lar al terro­ris­mo como su enemi­go prin­ci­pal. Así, a cam­bio de 3.000 muer­tos, cifra irri­so­ria si se com­pa­ra con los 100 a 200 mil que Trump ha dis­pues­to sacri­fi­car en pos de su reelec­ción, Bush apro­ve­chó de inau­gu­rar una estruc­tu­ra uni­po­lar del mun­do, emer­gien­do como el úni­co gana­dor tras estos tene­bro­sos hechos.

La fusión ope­ra­ti­va de estos dos enemi­gos per­mi­tió dar­le vita­li­dad y glo­ba­li­dad al con­cep­to de nar­co­te­rro­ris­mo. Aun­que naci­do en los años 80 del siglo pasa­do en Colom­bia para iden­ti­fi­car a los gran­des car­te­les de la dro­ga que rea­li­za­ban delez­na­bles accio­nes arma­das con­tra la pobla­ción civil, Esta­dos Uni­dos se apro­pió del tér­mino a par­tir de 2001 y comen­zó su difu­sión masi­va por la nece­si­dad de regis­trar un enemi­go tras su inva­sión a Afga­nis­tán en octu­bre de ese año.

Des­de ese momen­to, la mediá­ti­ca trans­na­cio­nal se ha encar­ga­do de aso­ciar ese ape­la­ti­vo a cual­quier gobierno u orga­ni­za­ción polí­ti­ca o social que no siga los dic­ta­dos de Washing­ton y no se ajus­te a su nue­vo esque­ma de domi­na­ción. De esta mane­ra, han sido per­ver­sa­men­te agru­pa­dos bajo la deno­mi­na­ción de “eje del mal” gene­ra­li­zan­do un con­cep­to emi­ti­do por el pre­si­den­te Geor­ge W. Bush el 29 de enero de 2002 en su dis­cur­so del Esta­do de la Unión ante el Con­gre­so de su país.

Esta con­cep­tua­li­za­ción polí­ti­ca eva­de que Irán, Cuba, Vene­zue­la y Nica­ra­gua han sido refren­da­dos por orga­ni­za­cio­nes inter­na­cio­na­les inde­pen­dien­tes de Esta­dos Uni­dos y por la pro­pia Orga­ni­za­ción de Nacio­nes Uni­das (ONU) como paí­ses des­ta­ca­dos en la lucha con­tra el nar­co­trá­fi­co, ade­más de tener un ínfi­mo con­su­mo interno. La incor­po­ra­ción a esta lis­ta de la orga­ni­za­ción islá­mi­ca liba­ne­sa Hez­bo­lá se entien­de sola­men­te como par­te del meca­nis­mo de sus­ten­ta­ción de la polí­ti­ca de Esta­dos Uni­dos en el Asia occi­den­tal que tie­ne en Israel su prin­ci­pal soporte.

En el momen­to actual, la irra­dia­ción mediá­ti­ca del con­cep­to de nar­co­te­rro­ris­mo per­si­gue obje­ti­vos simi­la­res en aque­llas áreas del glo­bo en las que Esta­dos Uni­dos posee intere­ses geo­po­lí­ti­cos estra­té­gi­cos. En el Asia Occi­den­tal, ante el ven­ci­mien­to y pro­ba­ble reno­va­ción del Plan de Acción Inte­gral Con­jun­to con Irán sin Esta­dos Uni­dos, este país que­da­rá aún más ais­la­do de Euro­pa toda vez que su pos­tu­ra solo ha sido apo­ya­da por Israel y Ara­bia Sau­di­ta, sus tra­di­cio­na­les alia­dos en la región. Las san­cio­nes a Irán han afec­ta­do de mane­ra sóli­da su eco­no­mía, pero no han que­bra­do su volun­tad de resis­ten­cia y apo­yo a las posi­cio­nes anti­im­pe­ria­lis­tas y anti sio­nis­tas en la región. Euro­pa ya ha anun­cia­do que, con­tra­rio a su polí­ti­ca tra­di­cio­nal, en este caso no se subor­di­na­rá a Esta­dos Uni­dos, lo cual deja al gobierno de Trump en una situa­ción de debi­li­dad en esta estra­té­gi­ca zona del mundo.

En la mis­ma con­di­ción se ins­cri­ben las recien­tes accio­nes impe­ria­les en Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be, en par­ti­cu­lar con­tra Cuba y Vene­zue­la. La incur­sión naval rea­li­za­da por deser­to­res vene­zo­la­nos orga­ni­za­dos y entre­na­dos por una empre­sa de reclu­ta­mien­to de mer­ce­na­rios de Esta­dos Uni­dos con finan­cia­mien­to de este país y de la ultra­de­re­cha terro­ris­ta de Vene­zue­la da cuen­ta de que, ade­más de la pre­sión por vía terres­tre, aho­ra Washing­ton ha comen­za­do a ope­rar por vía marí­ti­ma. Expre­sión de ello son las manio­bras nava­les de la OTAN, bajo coman­do de Esta­dos Uni­dos en el Cari­be; la irrup­ción de un bar­co por­tu­gués que trasn­por­ta­ba mer­ce­na­rios en aguas terri­to­ria­les vene­zo­la­nas, que tras un encuen­tro vio­len­to con una patru­lle­ra de la arma­da boli­va­ria­na, fue obli­ga­do a reti­rar­se a las Anti­llas Holan­de­sas; la incor­po­ra­ción de un bar­co de los Paí­ses Bajos y el uso del terri­to­rio de las islas holan­de­sas del Cari­be muy cer­ca­nas a las cos­tas de Vene­zue­la como base de ope­ra­cio­nes de la OTAN con­tra nues­tro país. Así mis­mo, se debe con­si­de­rar la pre­sen­cia de navíos bri­tá­ni­cos, fran­ce­ses y espa­ño­les en el Cari­be y la cap­tu­ra de dos bar­cos car­ga­dos con cocaí­na que se diri­gían des­de Colom­bia, uno a Bra­sil y otro a Espa­ña, que des­pués de ser cap­tu­ra­dos, fue­ron suje­to de un inten­to de invo­lu­crar a Vene­zue­la en el des­pa­cho de la dro­ga dicien­do que habían sali­do des­de su juris­dic­ción, cuan­do lo cier­to es que nun­ca pasa­ron por terri­to­rio terres­tre ni marí­ti­mo de este país.

Todo esto va con­fi­gu­ran­do un expe­dien­te a tra­vés del cual se va esca­lan­do el con­flic­to. En momen­tos en que las fron­te­ras terres­tres, de la mis­ma mane­ra que los aero­puer­tos están cerra­das, y el trans­por­te aéreo ha sido dis­mi­nui­do a una míni­ma expre­sión, la vía marí­ti­ma sur­ge como la prin­ci­pal y casi úni­ca ruta para las comu­ni­ca­cio­nes de Vene­zue­la con el exterior.

Ello expli­ca el extra­or­di­na­rio e insó­li­to des­plie­gue mili­tar y naval de la OTAN en el Cari­be bajo dis­fraz de ope­ra­cio­nes anti­nar­có­ti­cos en una región por la que sólo tran­si­ta el 4% del total de cocaí­na que Colom­bia envía a Esta­dos Uni­dos en su per­fec­to nego­cio de mayor ofer­tan­te y mayor deman­dan­te. Todas las otras accio­nes, antes men­cio­na­das for­man par­te de la fase explo­ra­to­ria que la OTAN y el Coman­do Sur están rea­li­zan­do en la pre­pa­ra­ción de una acción con­tra Vene­zue­la, esta vez con sol­da­dos pro­fe­sio­na­les y bajo man­do direc­to del Pentágono.

La ter­ce­ri­za­ción de las ope­ra­cio­nes per­si­guen el obje­ti­vo de obte­ner infor­ma­ción sobre la capa­ci­dad de res­pues­ta téc­ni­co ope­ra­ti­va del dis­po­si­ti­vo de defen­sa de las fuer­zas arma­das de Vene­zue­la en el mar­co de la con­cep­ción de “gue­rra de todo el pue­blo”, ante lo que altos ofi­cia­les de Esta­dos Uni­dos han reco­no­ci­do que las resul­ta muy difí­cil pla­ni­fi­car y even­tual­men­te eje­cu­tar ope­ra­cio­nes toda vez que des­co­no­cen la can­ti­dad y cali­dad de la mili­cia y el pue­blo mili­tar­men­te organizado.

Ante esto, es pro­ba­ble que el accio­nar mili­tar de Esta­dos Uni­dos se decan­te por ope­ra­cio­nes qui­rúr­gi­cas de cap­tu­ra de altos diri­gen­tes boli­va­ria­nos o la ocu­pa­ción de algu­na de las muchas islas del Cari­be bajo sobe­ra­nía de Vene­zue­la a fin de ins­ta­lar un gobierno que pida ayu­da a Esta­dos Uni­dos para dar­le fal­so sopor­te legal a una even­tual ope­ra­ción en gran esca­la con­tra el terri­to­rio nacional.

Otra posi­bi­li­dad sería la rea­li­za­ción de una ope­ra­ción de fal­sa ban­de­ra en Bra­sil o Colom­bia, orga­ni­za­da y eje­cu­ta­da por fuer­zas espe­cia­les de Esta­dos Uni­dos o Israel y apo­yo de los gobier­nos de esos paí­ses con el obje­ti­vo de cul­par de las mis­mas a Vene­zue­la, las FARC, el ELN de Colom­bia, Irán, Hez­bo­lá o a cual­quie­ra que se le ocu­rra a los labo­ra­to­rios de terror de los órga­nos de inte­li­gen­cia esta­dou­ni­den­ses, bus­can­do el mis­mo obje­ti­vo de lega­li­zar una acción de gran enver­ga­du­ra con­tra Venezuela.

En la memo­ria recien­te, están las armas ató­mi­cas en Irak, la repre­sión del pue­blo por par­te de Gada­fi en la Pla­za Ver­de de Trí­po­li, las armas quí­mi­cas nun­ca encon­tra­das en Siria, la pre­sen­cia de Osa­ma Bin Laden en Afga­nis­tán, todo lo cual ha resul­ta­do fal­so, pero que han ser­vi­do para jus­ti­fi­car inva­sio­nes de Esta­dos Uni­dos que han pro­vo­ca­do millo­nes de muer­tos y cen­te­na­res de millo­nes de dóla­res de daños pro­du­ci­dos por la agre­sión imperial

A estas altu­ras, está amplia­men­te demos­tra­do ‑por las pro­pias decla­ra­cio­nes de sus máxi­mos diri­gen­tes- que Esta­dos Uni­dos ha pues­to todas las varia­bles sobre la mesa para derro­car al gobierno de Vene­zue­la. Habría que agre­gar que hoy, el con­tex­to elec­to­ral que hace solo dos meses favo­re­cía amplia­men­te a Trump, se está revir­tien­do ace­le­ra­da­men­te tras su desas­tro­so mane­jo de la cri­sis pro­vo­ca­da por la pan­de­mia del COVID-19 y la funes­ta situa­ción de la eco­no­mía de la poten­cia nor­te­ame­ri­ca­na . A esto habría que sumar­le la públi­ca deci­sión de los pre­si­den­tes de Colom­bia y Bra­sil de subor­di­nar la sobe­ra­nía de sus paí­ses a Esta­dos Uni­dos a fin de ganar su apo­yo para mane­jar el pro­pio des­cré­di­to interno.

La aler­ta está dada, ante cada nue­va derro­ta de la polí­ti­ca de Esta­dos Uni­dos, emer­gen tam­bién nue­vas accio­nes dise­ña­das en sus labo­ra­to­rios de gene­ra­ción y pro­mo­ción del terro­ris­mo. Es evi­den­te –por­que tam­bién lo han dicho sus diri­gen­tes- que irán esca­lan­do y apre­tan­do la hor­ca con­tra Vene­zue­la. En esa medi­da, en tan­to se acer­quen las elec­cio­nes de noviem­bre y en tan­to sigan aumen­tan­do –como se ha pro­nos­ti­ca­do por los cien­tí­fi­cos- el núme­ro de con­ta­mi­na­dos y muer­tos por la pan­de­mia en Esta­dos Uni­dos, el peli­gro será mayor.

Hace unos años se corea­ba que había que estar aler­ta por­que la espa­da de Bolí­var esta­ba cami­nan­do por Amé­ri­ca Lati­na, hoy, hay que tener esa espa­da pres­ta para defen­der la ciu­dad y el país natal del Libertador.

Itu­rria /​Fuen­te

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