Méxi­co. ¡Áni­mo! le com­pro la con­fian­za a AMLO

Por Gerar­do Fer­nán­dez Casa­no­va, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 4 mar­zo 2020.- 

Estoy ence­rra­do; ten­go 77 años; estoy en tran­ce de dejar de fumar, padez­co un efec­to refle­jo que me con­ge­la las neu­ro­nas de escri­bir si no ten­go un ciga­rro encen­di­do en el ceni­ce­ro (que gene­ral­men­te se fuma solo); mis esca­sos ingre­sos están por el sue­lo pero estoy vivo y con muchas ganas de seguir están­do­lo; me cui­do sufi­cien­te­men­te; leo más de 200 pági­nas dia­rias o resuel­vo un ejem­plar de la revis­ta de cru­ci­gra­mas; sigo con cier­ta asi­dui­dad la infor­ma­ción gene­ral: la maña­ne­ra com­ple­ta; Aris­te­gui en Vivo igual; ínte­gra leo La Jor­na­da; me ati­bo­rro de COV-19 vir­tual (sin con­ta­gio); me due­le lo que le suce­de a la enor­me can­ti­dad de gen­te que está obli­ga­da a salir para traer comi­da a la casa, los que han per­di­do su modus viven­di, los que están enfer­mos y tan­tos otros que sufren por la pandemia.

Obser­vo con enor­me tris­te­za y mayor cora­je a los mer­ca­de­res de la des­gra­cia, los que ven­den su dig­ni­dad y mien­ten, que se enri­que­cen al pro­vo­car el páni­co; los que pre­ten­den des­truir al Pre­si­den­te López Obra­dor median­te la difu­sión de rumo­res cri­mi­na­les; los que no tie­nen patria ni matria que defen­der y cons­truir, sólo sus mez­qui­nos intere­ses. Dis­fru­to ver la for­ma como logran acu­mu­lar des­cré­di­to y pér­di­da de públi­co como ago­re­ros a suel­do de quie­nes se han vis­to des­pla­za­dos del poder y qui­sie­ran recu­pe­rar­lo, aun­que sea arre­ba­tán­do­lo “hai­ga sido como hai­ga sido”.

En este entorno dis­fru­to el tozu­do opti­mis­mo del Pre­si­den­te López Obra­dor: “el pue­blo es mucha pie­za y sabrá sacar­nos ade­lan­te de la adver­si­dad”, la soli­da­ri­dad es el mayor anti­vi­rus y la fami­lia es la más impor­tan­te ins­ti­tu­ción de segu­ri­dad social. Con­ta­mos con el equi­po humano de exce­len­cia en mate­ria de salud públi­ca y la direc­ción polí­ti­ca se some­te a sus dic­ta­dos, sin dar lugar a dudas ni hacer caso de voces aje­nas o a rumo­res intere­sa­dos. La infor­ma­ción flu­ye con inten­si­dad, cla­ri­dad y coti­dia­ni­dad (más vale que sobre y no que fal­te). Se con­vo­ca al encie­rro en liber­tad y la gen­te res­pon­de en alto gra­do; se recha­za cual­quier suer­te de auto­ri­ta­ris­mo y se pri­vi­le­gian los dere­chos huma­nos. La estra­te­gia pare­ce cer­te­ra y, por lo menos has­ta aho­ra, está fun­cio­nan­do con­for­me a lo pro­yec­ta­do; el opti­mis­mo no sig­ni­fi­ca ocul­tar la gra­ve­dad del peli­gro, sino la con­fian­za en noso­tros mis­mos, vir­tud tan aban­do­na­da des­de que los tec­nó­cra­tas made in Har­vard, que sólo pien­san en inglés, se hicie­ron del poder en México.

El opti­mis­mo tam­po­co nie­ga la tre­men­da car­ga eco­nó­mi­ca que se nos vie­ne enci­ma. El paro de la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca mun­dial y local, el derrum­be de los pre­cios del petró­leo, la deva­lua­ción de la mone­da, la rece­sión de nues­tro prin­ci­pal com­pra­dor, la acti­tud entre timo­ra­ta y chan­ta­jis­ta de los inver­sio­nis­tas pri­va­dos que pre­ten­den regre­sar el reloj a los vie­jos tiem­pos de la corrup­ción y el dis­pen­dio. Todo ello es real pero no fatal, inclu­so el opti­mis­mo va por el camino de que la cri­sis aca­be de dar por total­men­te aca­ba­do el vie­jo régi­men y sur­ja una nue­va eco­no­mía sus­ten­ta­da en la base popu­lar mexi­ca­na, con la ope­ra­ción del esta­do de bien­es­tar. La reali­dad obli­ga a radi­ca­li­zar esta opción como úni­ca y, ade­más, coin­ci­de con el Pro­yec­to Alter­na­ti­vo de Nación vota­do por la mayo­ría de la gen­te en 2018. Se for­ta­le­ce y adquie­re via­bi­li­dad ante el desas­tre de la glo­ba­li­za­ción imperialista.

Un ele­men­to a con­si­de­rar: en tres meses, la Repú­bli­ca Popu­lar Chi­na, ori­gen de la pan­de­mia, ya la tie­ne bajo con­trol, ayer sólo se regis­tró una defun­ción y el núme­ro de pacien­tes recu­pe­ra­dos supera al de nue­vos con­ta­gios. Por su par­te los Esta­dos Uni­dos son hoy el país cam­peón en núme­ro de con­ta­gios y dece­sos y no se con­tem­pla un pron­to arre­glo, con un tre­men­do sis­mo en su eco­no­mía de difí­cil recu­pe­ra­ción. Euro­pa ente­ra está igual. El nue­vo orden mun­dial está cayen­do por su pro­pio peso y afec­ta­rá seria­men­te los modos de pro­duc­ción y de con­su­mo, con más ape­go a los intere­ses de la mayo­ría y al cui­da­do de la natu­ra­le­za. Esta es nues­tra gran opor­tu­ni­dad como país y como región lati­no­ame­ri­ca­na, esta últi­ma con un ver­da­de­ro terre­mo­to para aca­bar con los Bol­so­na­ros, Duques, More­nos y demás ali­ma­ñas hijas de Donald Trump, quien ya per­dió su relección.

Es un honor estar con Obra­dor y una enor­me for­tu­na con­tar con él. Áni­mo que vamos pa’lante.

Itu­rria /​Fuen­te

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