Femi­nis­mos. Capi­ta­lis­mo, repro­duc­ción y cua­ren­te­na. Por Sil­via Federici

Resu­men Latinoamericano*/ 20 de abril 2020 .–

Noso­tras como femi­nis­tas, los movi­mien­tos de muje­res en todo el mun­do, hace muchí­si­mos años veni­mos repi­tien­do que este sis­te­ma no garan­ti­za nues­tro futu­ro, no garan­ti­za nues­tra vida. Este sis­te­ma nos está matan­do de tan­tas for­mas dife­ren­tes pero conec­ta­das: nos está matan­do con la agri­cul­tu­ra indus­tria­li­za­da, con la comi­da que nos da dia­be­tes. En el 2019 más de 4 millo­nes de per­so­nas murie­ron de dia­be­tes en el mun­do por esta comi­da fast food tan vene­no­sa. Y tam­bién la con­ta­mi­na­ción de las aguas, los pes­ti­ci­das. Enton­ces las muje­res del mun­do, cam­pe­si­nas, indí­ge­nas, urba­nas, son la pri­me­ra línea en la lucha por una socie­dad dife­ren­te. Por una repro­duc­ción que nos da vida, nos da futu­ro, que nos nutre, que no nos va a matar.

Es muy impor­tan­te decir que esta pan­de­mia hace muy visi­ble, muy evi­den­te, lo que pasa cada día con la gue­rra, con los desahu­cios, con las des­lo­ca­li­za­cio­nes, las expro­pia­cio­nes, la gen­te que es expul­sa­da de su cam­po, con la con­ta­mi­na­ción del medio ambien­te, la des­truc­ción de la natu­ra­le­za. Otro ejem­plo es el aumen­to de la deses­pe­ra­ción. Hoy se habla en Esta­dos Uni­dos de que 20 mil per­so­nas murie­ron por el coro­na­vi­rus. Es terri­ble, es terro­rí­fi­co. Sola­men­te el año pasa­do 48 mil per­so­nas se sui­ci­da­ron. Se sui­ci­da­ron por­que esta vida siem­pre es más tris­te, siem­pre es más difícil.

Como siem­pre, las que más sufren son las muje­res. Hoy pode­mos ver que son la pri­me­ra línea como tra­ba­ja­do­ras de cui­da­do (enfer­me­ras, caje­ras en las tien­das). Y tam­bién el incre­men­to de tra­ba­jo en la casa, tener a los hijos, no trans­mi­tir­les mie­do, pro­te­ger­los de esta amenaza.

Todo esto pone en el cen­tro, hace muy visi­ble, la impor­tan­cia de la repro­duc­ción. Repro­duc­ción es una pala­bra que toda­vía hace refe­ren­cia a muchí­si­mas reali­da­des dife­ren­tes pero conec­ta­das. Repro­duc­ción es el cui­da­do, las crian­zas, coci­nar, acom­pa­ñar a los enfer­mos. Y tam­bién el cui­da­do de la natu­ra­le­za. Es la agri­cul­tu­ra sus­ten­ta­ble, don­de las muje­res son las pri­me­ras tra­ba­ja­do­ras. Una agri­cul­tu­ra que no ter­mi­na en el lucro, sino en el sus­ten­to de su fami­lia. Es así que pue­den con­tro­lar que lo que entra al cuer­po no te va a matar, te va a nutrir. Esta agri­cul­tu­ra indus­tria­li­za­da nos ha dado el cán­cer, muchí­si­mas enfer­me­da­des que son com­ple­ta­men­te deri­va­das de un mode­lo basa­do en el lucro. No es como la peque­ña agri­cul­tu­ra, don­de la gen­te tra­ba­ja­ba con una rela­ción muy direc­ta con la natu­ra­le­za. Esta glo­ba­li­za­ción, esta divi­sión inter­na­cio­nal de la pro­duc­ción basa­da en el lucro no tie­ne nin­gún sen­ti­do: bus­car la man­za­na que lle­ga de Chi­na o de miles de kilómetros.

Enton­ces pode­mos ver que la repro­duc­ción es el terreno estra­té­gi­co fun­da­men­tal para la cons­truc­ción de un futu­ro, de una socie­dad. Repro­duc­ción sig­ni­fi­ca vida, sig­ni­fi­ca futu­ro. Vivi­mos en un sis­te­ma capi­ta­lis­ta que su pro­ble­ma fun­da­men­tal, lo que lo hace insus­ten­ta­ble, es que sis­te­má­ti­ca­men­te se basa sobre la subor­di­na­ción de la repro­duc­ción de la vida. La subor­di­na­ción de nues­tra vida, de nues­tro futu­ro. Se basa en el lucro indi­vi­dual, en el lucro de las gran­des com­pa­ñías y cor­po­ra­cio­nes. Esto es el capi­ta­lis­mo. Se fun­da sobre la explo­ta­ción del tra­ba­jo humano y la subor­di­na­ción de nues­tra repro­duc­ción. Se pue­de ver que todas las medi­das polí­ti­cas y eco­nó­mi­cas que ponen en acción están con­for­ma­das por esta finalidad.

Las muje­res ya están dan­do esta lucha. Los movi­mien­tos de muje­res son hoy estra­té­gi­ca­men­te impor­tan­tes. Pode­mos ver que la lucha es para recu­pe­rar la medi­da más bási­ca de nues­tra repro­duc­ción. Que sea la rique­za social que hemos pro­du­ci­do, que sea la tie­rra, que sea el con­trol sobre el agua, sobre las sel­vas. Crear una for­ma de orga­ni­za­ción. Hay redes de muje­res que ya se están for­man­do para for­ta­le­cer los lazos. For­ta­le­cer no solo nues­tra capa­ci­dad de resis­ten­cia al Esta­do, sino de impo­ner otro tipo de socie­dad. Como se dice en Espa­ña y en Amé­ri­ca Lati­na: una socie­dad don­de la vida esté en el cen­tro. Y tam­bién crear for­mas de repro­duc­ción más solidarias.

Duran­te muchos años, con com­pa­ñe­ras de todo el mun­do habla­mos de la polí­ti­ca de los comu­nes. Nun­ca se veri­fi­có con tan­ta cla­ri­dad este con­cep­to. Pen­sar colec­ti­va­men­te, no indi­vi­dual­men­te. Pen­sar nues­tra vida coti­dia­na, nues­tro tra­ba­jo, el futu­ro. Pen­sar­lo colec­ti­va­men­te, no como seres ais­la­dos. Aho­ra están inten­tan­do ais­lar­nos en el nom­bre de esta epi­de­mia. Debe­mos tener mucho cui­da­do. El mie­do es que usa­rán la epi­de­mia. El mie­do de morir, que es muy fuer­te, muy legí­ti­mo, lo usa­rán para con­ti­nuar ais­lán­do­nos, des­man­te­lan­do nues­tras protestas.

Es impor­tan­te que des­de aba­jo empe­za­mos a recu­pe­rar el con­trol de nues­tra vida y a tomar deci­sio­nes colec­ti­vas. Esto sign­fi­ca tam­bién que par­te de nues­tra lucha debe ser la de impo­ner al Esta­do como par­te de la recu­pe­ra­ción de la rique­za social. El Esta­do debe relo­ca­li­zar los luga­res don­de pode­mos cui­dar nues­tra salud. Aho­ra solo pode­mos estar en la casa o en el hos­pi­tal. Mucha gen­te tie­ne mie­do de ir al hos­pi­tal por­que saben que se pue­den infec­tar. El hos­pi­tal no es sola­men­te un espa­cio de cui­da­do de la salud. Es un lugar don­de no hay insu­mos, don­de quie­nes tra­ba­jan están en peli­gro. Enton­ces: la impor­tan­cia de relo­ca­li­zar, de tener estruc­tu­ras de la comu­ni­dad, como algu­na vez tuvie­ron muchí­si­mos paí­ses. Antes del neo­li­be­ra­lis­mo exisi­tie­ron peque­ñas clí­ni­cas, luga­res, don­de una per­so­na podía ir si tenía pro­ble­mas, sin nece­si­dad de ir al hos­pi­tal. En esta estruc­tu­ra se podía ejer­ci­tar tam­bién un mayor con­trol sobre el tipo de cui­da­do que nos dan, que nece­si­ta­mos. Se podría esta­ble­cer un inter­cam­bio entre la gen­te del barrio, de la comu­ni­dad, con quie­nes tra­ba­jan en las ins­ti­tu­cio­nes. Nece­si­ta­mos revi­ta­li­zar esta estructura.

Hoy no es Esta­do sí o no. Es cla­ro que tene­mos la nece­si­dad de usar estruc­tu­ras que lle­gan de las ins­ti­tu­cio­nes, por­que no tene­mos alter­na­ti­va. Una alter­na­ti­va es comen­zar a refle­xio­nar colec­ti­va­men­te sobre lo que nece­si­ta­mos, sobre nues­tra salud, sobre la comi­da, sobre el terri­to­rio, sobre todas las situa­cio­nes que afec­tan nues­tra vida. Mien­tras tan­to, relo­ca­li­zar la agri­cul­tu­ra, la salud. Crear for­mas de con­trol colec­ti­vo, de tomar deci­sio­nes de comprender.

Yo creo que es impor­tan­te refle­xio­nar sobre la reali­dad coti­dia­na antes del coro­na­vi­rus. Y hablo sobre todo de Esta­dos Uni­dos: en el perío­do 2017 – 2018 más de 60 per­so­nas han muer­to por Influen­za. Y cer­ca de medio millón de per­so­nas murie­ron de cán­cer. Miles y miles mue­ren de dia­be­tes. Es una esta­dís­ti­ca increí­ble. Vol­vien­do al comien­zo: es un sis­te­ma que crea una con­di­ción de muer­te per­ma­nen­te. Y sin hablar de la gue­rra: por años y años Esta­dos Uni­dos y la Comu­ni­dad Euro­pea en com­pli­ci­dad están crean­do una situa­ción de gue­rra per­ma­nen­te que ha des­trui­do Medio Orien­te y aho­ra el nor­te de África.

Enton­ces: como muje­res, como femi­nis­tas, ver que tene­mos una mira­da par­ti­cu­lar­men­te cla­ra de la impor­tan­cia de la repro­duc­ción de la vida. De cuá­les son nues­tras vul­ne­ra­bi­li­da­des y cuá­les son las nece­si­da­des que tene­mos. Pode­mos ver que nece­si­ta­mos una lucha muy amplia. Una lucha que conec­ta a las muje­res de áreas urba­nas con áreas rura­les para crear nue­vas estruc­tu­ras, nue­vos lazos de soli­da­ri­dad, nue­vas for­mas de repro­duc­ción. Siem­pre ins­pi­ra­das por el con­cep­to de que la repro­duc­ción de la vida, la fina­li­dad de la socie­dad, debe ser el bien­es­tar, el buen vivir y no el lucro privado.

Trans­crip­ción: Tin­ta Limón Ediciones. 

*Fuen­te: Lobo Suelto

Itu­rria /​Fuen­te

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