EEUU. Huel­ga de alqui­le­res. El movi­mien­to de inqui­li­nos quie­re rebe­lar­se este Pri­me­ro de Mayo

A. Buis­son /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​25 de abril de 2020

Cien­tos de miles de inqui­li­nos ya no pue­den pagar sus alqui­le­res, en par­ti­cu­lar en la ciu­dad de Nue­va York, don­de los pre­cios son exor­bi­tan­tes. Here­de­ra de las huel­gas de alqui­le­res del siglo XX, la «rent stri­ke» de 2020 se dife­ren­cia por su amplitud.

Hay en mar­cha una revuel­ta en el 1234 de Paci­fic Street, un edi­fi­cio sin his­to­ria de Crown Heights, un barrio del este de Brooklyn, Nue­va York, don­de la mayo­ría de los inqui­li­nos de las 34 vivien­das del inmue­ble no tie­nen la inten­ción de pagar su alqui­ler este Pri­me­ro de Mayo, fecha del pró­xi­mo pago. Algu­nos han per­di­do sus tra­ba­jos a cau­sa del Covid-19 y otros lo hacen por soli­da­ri­dad con sus vecinos.

«Si alcan­za­mos un núme­ro impor­tan­te, será más difí­cil para el pro­pie­ta­rio expul­sar­nos», afir­ma Anu Bis­was, una de las orga­ni­za­do­ras de esta huel­ga, una joven lle­ga­da de India jus­to antes de la cri­sis del covid-19 y sin empleo. Des­de hace algu­nas sema­nas, ella y otro inqui­lino, Jacob Ber­nard, un cama­re­ro que per­dió su tra­ba­jo en mar­zo, dejan men­sa­jes a sus veci­nos para movi­li­zar­los. Aquí, los alqui­le­res ron­dan los 2.200 dóla­res men­sua­les de media.

Los «rent stri­kers» (huel­guis­tas del alqui­ler) del 1234 de Paci­fic Street no están solos. En todo Esta­dos Uni­dos se mul­ti­pli­can los pro­yec­tos de huel­gas bajo el títu­lo #Can­cel­Rent en Twit­ter. Un gru­po nacio­nal, Rent Stri­ke 2020 3, soli­ci­ta a los gober­na­do­res de los Esta­dos que auto­ri­cen la sus­pen­sión del pago de los alqui­le­res y los gas­tos, ade­más de la devo­lu­ción de los prés­ta­mos hipo­te­ca­rios. En su web, la peti­ción alcan­za ya cer­ca de 1,8 millo­nes de firmas.

En otras gran­des ciu­da­des han apa­re­ci­do ini­cia­ti­vas simi­la­res, como en Los Ánge­les, Fila­del­fia, San Fran­cis­co y Atlan­ta. Este tipo de huel­gas no es nada nue­vo, pues a prin­ci­pios del siglo XX ya se orga­ni­za­ban con fre­cuen­cia en EEUU, para recla­mar repa­ra­cio­nes en edi­fi­cios des­cui­da­dos por sus pro­pie­ta­rios. Pero nun­ca han alcan­za­do tan­ta amplitud.

En Nue­va York, don­de viven 5,6 millo­nes de inqui­li­nos (sobre una pobla­ción total de 8,4 millo­nes de habi­tan­tes), se han pues­to en mar­cha varios gru­pos para reclu­tar huel­guis­tas antes del 1 de mayo a tra­vés de ins­truc­cio­nes onli­ne y video­con­fe­ren­cias. Recla­man, entre otros a la ciu­dad y al Esta­do, la con­ge­la­ción de los alqui­le­res y la anu­la­ción de pagos duran­te cua­tro meses. Según Cea Wea­ver, miem­bro de Ups­ta­te Downs­ta­te Hou­sing Allian­ce 3, una coa­li­ción de gru­pos de inqui­li­nos, son ya 95.000 per­so­nas las que han comu­ni­ca­do que no rea­li­za­rán el pró­xi­mo pago en soli­da­ri­dad con sus veci­nos insolventes.

«La cues­tión es: ¿deja­re­mos a las per­so­nas que no pue­den pagar el alqui­ler que lo hagan solas o lo hare­mos todos jun­tos?», nos expli­ca Cea Wea­ver. «En Esta­dos Uni­dos, la socie­dad está orga­ni­za­da alre­de­dor de los dere­chos del pro­pie­ta­rio y del acce­so a la pro­pie­dad pri­va­da. Noso­tros que­re­mos que los inqui­li­nos sean escu­cha­dos. Tene­mos dere­cho al mis­mo respeto».

Estados Unidos2504 II

La Covid-19 ha supues­to un gol­pe de gra­cia en una ciu­dad don­de los alqui­le­res comer­cia­les y de resi­den­tes con­ti­núan aumen­tan­do a lo loco des­de la cri­sis eco­nó­mi­ca de 2008. Según la agen­cia Dou­glas Elli­man, el alqui­ler medio de la vivien­da ascen­día a 3.600 dóla­res (unos 3.300 euros) men­sua­les a fina­les de 2019. Antes de que la Covid-19 lle­ga­ra a la Gran Man­za­na, el 44% de las fami­lias inqui­li­nas eran con­si­de­ra­das como «rent bur­de­ned» (arrui­na­das por el alqui­ler), según un estu­dio de 2018. Es decir, que el cos­to de su alqui­ler absor­bía más del 30% de sus sala­rios. La mitad de ellos, unas 420.000 fami­lias, gas­ta­ba en el alqui­ler más de la mitad de sus ingresos.

«La pobla­ción y el núme­ro de empleos han aumen­ta­do estos últi­mos años en Nue­va York, pero el par­que inmo­bi­lia­rio no ha segui­do el mis­mo rit­mo y los pre­cios han aumen­ta­do», expli­ca Char­les McNally, res­pon­sa­ble de comu­ni­ca­ción del Fur­man Cen­ter de la Uni­ver­si­dad de Nue­va York (NYU), un cen­tro espe­cia­li­za­do en el estu­dio de la vivien­da neo­yor­ki­na. «Por otra par­te, a pesar de las bue­nas cifras de empleo, las fami­lias con menos for­ma­ción han sufri­do la con­ge­la­ción de sus salarios».

En la actua­li­dad, con cien­tos de miles de recién lle­ga­dos al mer­ca­do labo­ral y con los alqui­le­res por las nubes, los neo­yor­ki­nos más frá­gi­les se que­dan des­col­ga­dos. Un recien­te son­deo rea­li­za­do por la web Pro­perty Nest 3 reco­gi­do por el New York Times, mues­tra que un 44% de los inqui­li­nos encues­ta­dos ya no está en con­di­cio­nes de pagar su alqui­ler en caso de que cesen sus ingre­sos (era un 39% en abril). «Nues­tros miem­bros son taxis­tas, emplea­dos de comer­cio y cama­re­ros. Han sufri­do una impor­tan­te pér­di­da de ingre­sos pero se les sigue pidien­do que pasen por caja», dice, indig­na­da, Rok­sa­na Mun, res­pon­sa­ble de estra­te­gia en DRUM (Desis Rising Up & Moving), una aso­cia­ción neo­yor­ki­na de tra­ba­ja­do­res migran­tes de Asia del Sur que mili­ta a favor de la sus­pen­sión de los alquileres.

En Inwood, un barrio his­pano del nor­te de Manhat­tan, Lena Melén­dez, pre­si­den­ta de la aso­cia­ción de inqui­li­nos de su edi­fi­cio, tra­ta tam­bién de movi­li­zar a sus veci­nos. Has­ta aho­ra, sie­te de las 31 vivien­das no van a pagar el alqui­ler el 1 de mayo. «La Covid-19 es un cho­llo para los pro­pie­ta­rios de vivien­das. Van a dejar que se mue­ran los inqui­li­nos más pobres y así no ten­drán que echar­los. Enton­ces podrán ser sus­ti­tui­dos por per­so­nas más aco­mo­da­das, de fue­ra del barrio, y así aumen­tar los alqui­le­res», cuen­ta esta mili­tan­te de ori­gen puer­to­rri­que­ño que ha cre­ci­do en la casa don­de vive.

Mora­to­ria de tres meses sobre los desalojos

Lena Melén­dez, con­duc­to­ra de Uber, ha deci­di­do dejar de tra­ba­jar por­que pade­ce dia­be­tes, un fac­tor de comor­bi­li­dad. Des­de hace un mes está espe­ran­do cobrar el paro. Su mari­do tra­ba­ja­ba en la res­tau­ra­ción, pero ha per­di­do su empleo. «Las ayu­das no son sufi­cien­tes para pagar un alqui­ler de 2.000 dóla­res», nos dice. Inclu­so en un edi­fi­cio de tama­ño medio como el suyo, la movi­li­za­ción es difí­cil. Lo hace a tra­vés de car­tas por deba­jo de las puer­tas y video­lla­ma­das a tra­vés de la apli­ca­ción Zoom. Igual que otros en Nue­va York, su edi­fi­cio tie­ne vivien­das socia­les y otras a pre­cio de mer­ca­do, con per­fi­les de resi­den­tes diferentes.

Y ade­más apa­re­ce el mie­do al pro­pie­ta­rio, el «land­lord», como se lla­man en Esta­dos Uni­dos –lite­ral­men­te «señor de las tie­rras» – , que podría echar­les o deci­dir no reno­var su con­tra­to de alqui­ler. «La gen­te tie­ne mie­do, sobre todo en las comu­ni­da­des de migran­tes. Ven a los pro­pie­ta­rios como dio­ses y tie­nen mie­do de hacer valer sus dere­chos. ¡Tie­nen que des­per­tar!», dice Lena.

El alcal­de de Nue­va York, Bill de Bla­sio, ha inten­ta­do cal­mar los áni­mos de los huel­guis­tas dicién­do­les que no pagar los alqui­le­res pon­dría en peli­gro a los peque­ños pro­pie­ta­rios, que viven nor­mal­men­te fue­ra de Manhat­tan. El gober­na­dor demó­cra­ta del Esta­do, Andrew Cuo­mo, muy valo­ra­do por su lide­raz­go des­de el comien­zo de la cri­sis del Covid-19, tam­po­co ha arre­gla­do las cosas. Para solu­cio­nar lo que él lla­ma «el pro­ble­ma del alqui­ler», se ha limi­ta­do a anun­ciar, el pasa­do mes de mar­zo, una mora­to­ria de tres meses para los des­alo­jos, como han hecho otros gobernadores.

Dicha medi­da no gus­ta dema­sia­do a los repre­sen­tan­tes de los inqui­li­nos, seña­lan­do que nada impe­di­rá la expul­sión de los huel­guis­tas cuan­do expi­re la mora­to­ria. Tam­po­co están a favor de apla­zar los pagos. «Segu­ra­men­te, los inqui­li­nos serán obli­ga­dos a pagar los alqui­le­res atra­sa­dos. Pero si hoy no tie­nen dine­ro, tam­po­co lo ten­drán den­tro de tres meses», afir­ma Anu Bis­was, que paga 2.430 dóla­res por un piso de dos habi­ta­cio­nes. Bis­was ha con­tac­ta­do con la com­pa­ñía de ges­tión del inmue­ble (pro­pie­dad de un hom­bre de nego­cios que posee, según ella, «una car­te­ra de unos cin­cuen­ta edi­fi­cios esti­ma­dos en 87 millo­nes de dóla­res») para infor­mar­les de que no se paga­rán los alqui­le­res el Pri­me­ro de Mayo. Sólo ha reci­bi­do una « res­pues­ta impre­ci­sa». Su vecino Jacob Ber­nard aña­de: «Yo veo las con­fe­ren­cias de pren­sa dia­rias de Cuo­mo e igno­ra una gran par­te del pro­ble­ma: no tene­mos medios de pagar el alquiler».

Los gru­pos de pro­pie­ta­rios tam­bién han pedi­do ayu­da a las auto­ri­da­des, hacien­do valer que, sin ingre­sos, no podrán ocu­par­se del man­te­ni­mien­to de sus edi­fi­cios. En el con­jun­to del país, 22,7 de los 45 millo­nes de vivien­das de alqui­ler son pro­pie­dad de peque­ños inver­so­res, a veces fami­lias. A fal­ta de medios, sus pro­pie­da­des podrían ser ven­di­das a gran­des gru­pos inmo­bi­lia­rios. «Esos gran­des pro­pie­ta­rios son millo­na­rios. Tie­nen 200 ó 300 edi­fi­cios y no viven en Nue­va York. Están en los Ham­ptons, una zona chic de las afue­ras, mien­tras que noso­tros hace­mos repar­tos», se revuel­ve Lena Melén­dez. «Cuo­mo y De Bla­sio pro­te­gen a sus bases de donan­tes. Igno­ran a las cla­ses trabajadoras».

Media­part

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