Perú. ¿Qué es la liber­tad de las mujeres?

Por Mari­na Laguar­da Batet /​Resu­men Latinoamericano/​1° de mar­zo de 2020

El Sal­to, 1 de mar­zo, 2020.- Para el día 8 de mar­zo, las inter­na­cio­na­lis­tas que esta­mos en Roja­va nos hemos pues­to la tarea de pen­sar sobre la liber­tad de las muje­res, cómo la enten­de­mos y qué sig­ni­fi­ca para noso­tras, naci­das en dis­tin­tos sitios pero aho­ra vivien­do aquí, dón­de la lucha de las muje­res está sien­do la van­guar­dia del movi­mien­to revolucionario.

Si me hubie­ran hecho hace diez años esta pre­gun­ta, pro­ba­ble­men­te hubie­ra res­pon­di­do que la liber­tad es algo que tie­ne que ver con lo que una pue­de o no pue­de hacer, que apa­re­ce cuan­do des­apa­re­cen los lími­tes… Aho­ra, sin embar­go, no sé por dón­de empe­zar. Aun­que intui­cio­nes las hay… intui­cio­nes que tie­nen muchas voces, de com­pa­ñe­ras cono­ci­das y des­co­no­ci­das, del pasa­do y del pre­sen­te, lucha­do­ras de todas las lati­tu­des que poco a poco nos ayu­dan a ima­gi­nar qué es eso que esta­mos per­si­guien­do y qué tan difí­cil es poner en palabras…

Pero las intui­cio­nes sólo no bas­tan, por­que para com­par­tir­lo pri­me­ro hay que poder decir­lo. Así que aquí voy con este inten­to, que segu­ro que se que­da­rá cor­to, pero que igual me ayu­da­rá a orde­nar un poco las ideas.

¿Qué es enton­ces para mí la liber­tad de las mujeres?

La liber­tad de las muje­res es que nin­gún Esta­do, nin­gu­na empre­sa ni nin­gu­na per­so­na, pue­da vio­len­tar los terri­to­rios don­de vivi­mos, nues­tros cuer­pos y nues­tras vidas. Es poder esco­ger vivir o no en la tie­rra don­de hemos naci­do, y hablar y cre­cer en la len­gua que pen­sa­mos. Es poder vivir lo pro­pio de nues­tras cul­tu­ras, sin que ello sea un lími­te para cam­biar­las si es pre­ci­so. Es cons­truir­nos a noso­tras mis­mas sin que nadie nos diga qué pode­mos o no pode­mos ser o sen­tir. Es cono­cer nues­tra his­to­ria, la de ver­dad, y no la que nos han con­ta­do para que no poda­mos ima­gi­nar otras opcio­nes que las que nos pre­sen­tan como posibles.

Es cons­truir­nos a noso­tras mis­mas sin que nadie nos diga qué pode­mos o no pode­mos ser o sentir. 

Es tener tiem­po para pasar­lo con las com­pa­ñe­ras y con las per­so­nas que que­re­mos, es poder esco­ger cómo y con quien nos que­re­mos rela­cio­nar. Es apren­der a que­rer y a dejar­se que­rer, sin poseer ni ser poseí­das, a dis­fru­tar cuan­do esta­mos jun­tas y, a la vez, per­der el mie­do a per­der a aque­llas que nos rodean, sabien­do que los lazos que teje­mos son sóli­dos y per­du­ran más allá del tiem­po compartido.

Es poder sen­tar­nos bajo los árbo­les, res­pi­rar aire que no sea más que aire, saber dón­de encon­trar el silen­cio y poder ir a bus­car­lo cuan­do sea nece­sa­rio. Pero para ello, tie­ne que haber árbo­les, aire y silencio.

Es no depen­der del dine­ro para vivir, ni nece­si­tar con­su­mir ocio para disfrutar.

Es saber que no tene­mos que lle­gar a todo solas y tener una comu­ni­dad y redes para lle­gar a todo jun­tas. Es tener el tiem­po y los espa­cios para orga­ni­zar­nos. Es acep­tar que en el hacer nos pode­mos equi­vo­car, sabien­do a la vez que tene­mos com­pa­ñe­ras que si come­te­mos erro­res nos lo harán ver para que poda­mos apren­der de ellos y arre­glar­los. Es poder reco­no­cer­nos tam­bién vul­ne­ra­bles, sol­tar­nos cuan­do ya no nos pode­mos sos­te­ner y saber que habrá alguien que esta­rá allí para echar­nos una mano para remon­tar lo caído.

Liber­tad es no tener que poner en ries­go nues­tras vidas para defen­der­la, pero saber­nos pre­pa­ra­das y dis­pues­tas a hacer­lo si alguien la ame­na­za. Es per­der el mie­do a la muer­te, que no el res­pe­to, y lle­ga­do el caso, poder esco­ger cómo y cuán­do morir.

***

Y estoy escri­bien­do y en mi cabe­za en vez de res­pues­tas apa­re­cen más pre­gun­tas, pro­ba­ble­men­te hechas por mi yo del pasa­do, a quien le pare­cía mucho más fácil su defi­ni­ción de liber­tad que la que me está salien­do aho­ra mis­mo. Por­que enton­ces, ¿qué pasa con los lími­tes? ¿Tie­ne o no tie­ne lími­tes la liber­tad? Y la liber­tad de las muje­res, ¿es indi­vi­dual o colectiva?

Pero a estas altu­ras, las res­pues­tas están un poco más cla­ras. Por­que la liber­tad de unas no pue­de ser a cos­ta de la liber­tad de las otras y, si eso es lo que se pre­ten­de, enton­ces no habría que aban­de­rar la lucha por la liber­tad de las muje­res, sino que habría que espe­ci­fi­car para qué muje­res, sin que ello lo haga más jus­ti­fi­ca­ble. La liber­tad de las muje­res o es de todas y para todas o no es. Y en nin­gún caso esta liber­tad pue­de ser tam­po­co a cos­ta del mundo.

Por otro lado, en el pro­ce­so de cons­truir esta liber­tad colec­ti­va, los lími­tes son inevi­ta­bles para ayu­dar­nos a decons­truir el ideal de liber­tad indi­vi­dual neo­li­be­ral. Lími­tes al con­su­mo para apren­der a vivir sin depen­der de él. Lími­tes a la pro­pie­dad pri­va­da para recu­pe­rar la pro­pie­dad colec­ti­va. Lími­tes a los tiem­pos y los espa­cios de deba­te y repre­sen­ta­ción para que otras com­pa­ñe­ras los ocu­pen. Lími­tes en las rela­cio­nes, para ase­gu­rar­nos que todo lo que demos es lo que que­re­mos dar. Lími­tes al “yo” para dejar espa­cio al “noso­tras”.

Se oye otra voz den­tro de mi cabe­za que, esta vez, con un tono un poco repe­len­te, me dice que esto de lo que estoy hablan­do no es la liber­tad de las muje­res, sino la liber­tad de todas las per­so­nas. Y yo me pre­gun­to… ¿es que aca­so aún no han enten­di­do que es pre­ci­sa­men­te eso lo que pretendemos?

Fuen­te: SERVINDI

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