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Los presupuestos, un instrumento de política económica a favor del capitalismo
Los presupuestos son un instrumento clave para repartir la riqueza y garantizar a todas las personas los mínimos materiales necesarios para vivir con dignidad. No podemos dejar en manos del poder capitalista y sus partidos del régimen las decisiones en materia presupuestaria. Tenemos que tomar la iniciativa y ser conscientes de que hablar de presupuestos es hablar de cómo recaudamos, en qué gastamos lo recaudado y quién decide cómo se lleva a cabo este proceso. No estamos hablando sólo de gastos.
Las personas y colectivos sociales debemos poder aportar, elaborar y decidir cuáles son las necesidades y las prioridades, de dónde y cómo conseguir los ingresos y qué tipo de gastos hay que realizar y cuáles no. Hay que construir desde abajo y las personas debemos ser protagonistas activas, participando, decidiendo y creando un contrapoder popular. Por eso, exigimos un proceso participativo desarrollado desde abajo para realizar unos presupuestos sociales. Presupuestos hechos por el pueblo y para el pueblo. Sobra dinero para cubrir las necesidades materiales básicas de las personas y hay otra forma de ingresar y repartir la riqueza generada entre todas. Se trata de poner la economía al servicio de la mayoría de la población y democratizarla, ser partícipes y protagonistas activas en las decisiones y su plasmación.
Los mismos que nos han traído a esta situación quieren seguir viviendo a costa de nuestra miseria. Los gestores políticos del régimen capitalista siguen apostando por un modelo sometido a los intereses de sus amos (los banqueros, las constructoras, las multinacionales…). Siguen haciendo negocio a costa de los derechos de las personas y continúan con los recortes sociales. No existe voluntad de que paguen más quienes más tienen y así poder empezar a repartir la riqueza. Prefieren decir que no hay dinero y seguir atacando las condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores populares.
Año tras año vemos como las rentas más bajas siguen soportando el mayor peso de los impuestos. La crisis es una excusa para seguir profundizando en los rasgos básicos de la regresiva estructura impositiva del capital. Los impuestos indirectos, que no tienen elementos de progresividad, siguen aumentando (53,4% en 2016, frente al 46% presupuestado en 2008), de modo que el mayor peso sigue recayendo sobre las espaldas de la clase trabajadora y los sectores populares. La presión fiscal sigue siendo una de las más bajas de Europa lo que se resume en una bajada en la recaudación. A esto hay que añadirle el aumento del fraude fiscal, que superaría los 10.000 millones de euros, perfecto ejemplo de la impunidad de la que gozan las grandes fortunas.
Aun teniendo menos ingresos seguimos pagando el cupo y el convenio. Cada vez pagamos más a Madrid por su endeudamiento (gastos militares, trasferencias no asumidas, grandes infraestructuras…). En total, para 2016, Madrid es acreedora de un cupo líquido provisional de 1.746,97 millones de euros, mientras que en 2015, Hego Euskal Herria trasvasó a Madrid 1.738,07 millones de euros en concepto de cupo.
Si a las continuas privatizaciones, trasvases de dinero público a la iniciativa privada y recortes en todos los ámbitos, le sumamos el incremento exponencial del desempleo, tenemos la imagen clara del abandono que sufren las clases populares, desde el principal instrumento de la política económica: EL PRESUPUESTO, elemento clave para redistribuir renta social paliando los negativos efectos del «mercado» o lo que es lo mismo, del «capitalismo depredador».
Las necesidades van a seguir aumentando como consecuencia de las cada vez peores condiciones laborales (precariedad, paro, flexibilización, bajada de sueldos, pensiones raquíticas…). Aumentan las enfermedades y muertes ligadas a esta situación. La salud y la educación se están privatizando por medio de la degradación del sector público. La vivienda sigue siendo un derecho denegado con el que constructoras y bancos siguen haciendo negocio (explotación, subvenciones, desgravaciones fiscales, leyes antisociales…). Las prestaciones y servicios sociales se recortan, privatizan y se endurecen las condiciones de acceso. Endeudamiento masivo, tanto público como privado, y riesgo de «quiebra financiera» del sector público vasco.
Sin embargo las obras faraónicas (TAV, Superpuertos, Supersur…) se mantienen para seguir llenando los bolsillos de los de siempre. Un ejemplo demoledor, el valor total presupuestado y comprometido para el TAV entre 2010 y 2018 asciende en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa a 2.570,47 millones, si se comparan estos 2.570 millones con los 108,9 destinados en 2016 a toda la Viceconsejería de vivienda, vemos que el TAV se lleva un importe (en 8 años) igual al presupuesto de vivienda de 25 años. Así se explica que en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa (no tenemos datos para Nafarroa) el 1,67% de la población controle el 44,78% de la riqueza, mientras que el 8% sobrevive con ingresos inferiores a 500 euros al mes, y el 36,33% se situaba por debajo del Umbral de pobreza (37,5% del PIB per cápita). Aunque tal vez el dato más alarmante es que el 30% de personas en edad activa (16−64 años) está en situación de pobreza absoluta.
Los presupuestos 2016, son papel mojado, siguen sin responder a los objetivos que proclaman los partidos en el gobierno
El creciente peso de la deuda está hipotecando el verdadero gasto social de toda la década que viene, donde la recaudación será absorbida casi en exclusiva por el Cupo, el pago de la deuda y el propio mantenimiento burocrático del sector público. Ya hemos comentado que para el 2016, Madrid recibirá más de mil millones de euros en concepto de cupo y concierto a lo que hay que sumarle el endeudamiento masivo que estamos sufriendo. La deuda pública en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa se ha multiplicado por 12 en los últimos siete años de crisis. La carga financiera de la deuda para 2016 ascenderá en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa a 1.170,13 millones de euros de los cuales 892 millones corresponderán a reembolso de principal y 278,13 millones al pago de intereses. En solo los dos últimos años la carga financiera ha aumentado el 43,6% dado que en 2014 el coste fue de 815 millones de euros. Las partidas destinadas a los diferentes departamentos como educación, sanidad o vivienda continúan siendo afectadas por recortes en periodo de crisis. Por ejemplo en 2016 el gasto total en la Viceconsejería de Vivienda (incluidos todos los gastos de personal y funcionamiento de la Administración Pública) es de 108,91 millones de euros, cuando en 2008 fue de 204,33 millones (a precios constantes de 2016 serían 224 millones). Entre 2008 – 2016 el gasto en vivienda ha descendido en términos reales un 51%.
El gasto en Sanidad representa la partida más elevada de gasto de los presupuestos. En Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, el gasto en 2016 asciende a 3.421,97 millones de euros, suponiendo un descenso del gasto real de un 2,2% en el periodo 2008 – 2016.
La clase política tiene tan poca vergüenza que ya ni siquiera cumplen lo que dicen. Estamos asistiendo a decretos a golpe de ley, recortes anuales, ajustes presupuestarios de lo previamente recortado con lo cual, los presupuestos como documento, han perdido toda su validez jurídica, se han convertido en papel mojado. Desde los diferentes gobiernos se nos dice que los presupuestos son los más sociales posibles, cuando la realidad nos muestra que la verdadera participación del gasto social directo realizado por las instituciones públicas vascas se va hundiendo paulatinamente. Empezarán como siempre diciendo cosas como que el 70% del presupuesto se dedica a gasto social, que no hay más dinero y que llegarán mejores tiempos. Mienten, engañan y manipulan con sus medios de comunicación. Incluyendo como gasto presupuestario tanto los gastos fiscales como la ap
ortación del cupo (líquido), la verdadera participación del gasto social directo realizado en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa en 2016, representa solo el 42%. De hecho si comparamos las cifras de gasto de toda la partida de protección social (RGI, PCV, dependencia…) con el PIB, vemos que en Hego Euskal Herria se gastan entre su propia «ciudadanía» mucho menos del famoso 0,7 del PIB que en otros países se gastan en «ayuda al tercer mundo».
Para hacer frente a la precarización solo nos queda la organización y la lucha
Solo nos queda decir con rotundidad que:
No se van a confeccionar unos presupuestos participativos. Primero porque el debate y las posibles enmiendas se hacen solamente en una parte del presupuesto: el presupuesto de gastos. Y esto es crucial ya que es el capítulo de ingresos el que determina el gasto presupuestario posible. Y luego porque tanto la población como los diferentes agentes sociales no podemos participar ni en la elaboración ni en la discusión del documento presupuestario.
No se va a repartir la riqueza de una manera más equilibrada, debido al tratamiento
de favor concedido a las rentas de capital, a las de alquileres, a los beneficios empresariales y al fraude fiscal y a la escasa voluntad de gasto en políticas sociales. De hecho en los presupuestos de 2014, 2015 y 2016 se ha recortado en un 7% cada año (21% en total) la cuantía de la RGI, percepción esta, muy alejada del Umbral de la Pobreza que defendemos (37,5% del PIB per cápita).
No se van a garantizar los derechos sociales básicos [derecho a vivienda y unos ingresos superiores al umbral de la pobreza (calculado como el 37,5% del PIB per cápita de un territorio)] y no se van a garantizar unos servicios sociales públicos y de calidad.
Ante esta situación, urge democratizar la economía para poner freno a la precarización social que estamos padeciendo. Urge ir dando pasos en la transformación social e ir materializando un nuevo sistema económico en beneficio de la mayoría de la población.
Por todo ello exigimos la participación en la elaboración y toma de decisión de los presupuestos, para que respondan a las verdaderas necesidades de las personas. Tenemos que organizarnos, luchar y recordarles que nuestros derechos ni se negocian ni se pactan, se respetan y se ponen los medios para garantizarlos. Hacemos un llamamiento a toda la población a organizarse, salir a la calle, movilizarse y luchar por unos presupuestos participativos que repartan la riqueza.
¡LUCHA POR TUS DERECHOS SOCIALES! ¡HAZ FRENTE A LA PRECARIEDAD!
¡TRANSFORMA LA SOCIEDAD!
En Euskal Herria, 2015-12-22