«El inter­na­cio­na­lis­mo de Marx no era abs­trac­to sino muy con­cre­to»: Entre­vis­ta con Kevin B. Anderson

Con la ama­ble auto­ri­za­ción de la revis­ta Con­tre­temps

Kevin B. Ander­son impar­te socio­lo­gía, cien­cia polí­ti­ca y estu­dios femi­nis­tas en la Uni­ver­si­dad de Cali­for­nia en San­ta Bár­ba­ra. Es miem­bro de la aso­cia­ción mar­xis­ta-huma­nis­ta inter­na­cio­nal(http://​www​.inter​na​tio​nal​mar​xisthu​ma​nist​.org) – que se ins­pi­ra sobre todo en los escri­tos de Raya Duna­yevs­ka­ya – y cola­bo­ra con la Marx-Engels Gesam­taus­ga­be. Espe­cia­lis­ta en Marx y en Hegel así como en el huma­nis­mo mar­xis­ta y en la Escue­la de Fránc­fort, K. B. Ander­son tra­ba­ja sobre las rela­cio­nes entre cla­ses, razas, géne­ros y sexua­li­da­des. Tra­du­ci­do a varias len­guas, su obra Marx at the Mar­gins: On Natio­na­lism, Eth­ni­city, and Non-Wes­tern Socie­ties [Marx en los már­ge­nes– Obra no tra­du­ci­da al espa­ñol], publi­ca­do en 2015, tra­ta de la etni­ci­dad, de las nacio­nes y de las socie­da­des no-occi­den­ta­les. «Con este libro K. A. Ander­son se impo­ne en el futu­ro como uno de los mejo­res espe­cia­lis­tas en Marx sobre la deli­ca­da cues­tión de los pue­blos no euro­peos» (*)

(*): Cf. Jean-Numa Ducan­ge, Marx au-delà de l’Europe. À pro­pos d’un ouvra­ge de Kevin Ander­son [Marx más allá de Euro­pa. Sobre una obra de Kevin Ander­son],Con­tre­temps, n° 15.

Con­tre­temps : ¿En qué con­tex­to aca­dé­mi­co y polí­ti­co deci­dió usted escri­bir Marx en los már­ge­nes?

Kevin Ander­son: Como casi siem­pre, el con­tex­to polí­ti­co era bas­tan­te con­ser­va­dor, pero no menos con­ser­va­dor que hace vein­te años. Des­pués de Seattle y la recien­te cri­sis eco­nó­mi­ca, la gen­te es un poco más crí­ti­ca con el sis­te­ma. En Esta­dos Uni­dos se pro­nun­cia la pala­bra “capi­ta­lis­mo” de vez en cuan­do, en el movi­mien­to Occupy se tomó con­cien­cia del impac­to de las rebe­lio­nes ára­bes, sobre todo en Egip­to. En el perio­do ante­rior a estas revuel­tas, pero sobre todo des­pués de Seattle y la cri­sis eco­nó­mi­ca [el libro apa­re­ció en Uni­ver­sity Of Chica­go Press en mayo de 2010. N. d. T.], la reac­ción a mi libro fue más impor­tan­te de lo pre­vis­to: apa­re­cie­ron más de 40 rese­ñas, de las cua­les 30 en inglés y 10 en otras len­guas. Sus­ci­tó gran inte­rés, de modo que se anun­cia una segun­da edi­ción para el año que vie­ne. En refe­ren­cia al con­tex­to aca­dé­mi­co, está cla­ro que duran­te los trein­ta últi­mos años el mar­xis­mo ha esta­do en retro­ce­so, y los inves­ti­ga­do­res se inte­re­sa­ron más por auto­res como Michel Fou­cault, Edward Said y otros. Ade­más, los efec­tos de la des­acre­di­ta­ción del mar­xis­mo y del socia­lis­mo des­pués de la caí­da del muro de Ber­lín pesan mucho. Los años 90 han sido muy hos­ti­les para el mar­xis­mo. Richard Rorty, un gran filó­so­fo ame­ri­cano, escri­bió en 1992 que nadie, nin­gún inte­lec­tual serio, cree ya en una gran teo­ría de los pro­ble­mas: hay pro­ble­mas, sí, pero no pue­den impu­tar­se al capi­ta­lis­mo ni a un sis­te­ma. Nadie cree ya en eso. Ni Haber­mas ni tam­po­co Fou­cault. Y dijo tam­bién, cal­cu­lan­do cui­da­do­sa­men­te sus pala­bras, y es un hom­bre de izquier­das, que para crear valor y rique­za hace fal­ta gen­te como Donald Trump. A mí esto no me gus­ta pero es la reali­dad. Dos años más tar­de tuvo lugar la revuel­ta Zapa­tis­ta, des­pués la bata­lla de Seattle y el libro de Hardt y Negri Impe­rio. Es un libro muy impor­tan­te – aun­que yo no esté de acuer­do con el con­jun­to de su con­te­ni­do – por­que pone en el cen­tro del aná­li­sis el pro­ble­ma del capi­ta­lis­mo y de las cla­ses socia­les. El libro cri­ti­ca eso que noso­tros lla­ma­mos la polí­ti­ca de la iden­ti­dad. Los auto­res seña­lan que el capi­ta­lis­mo ame­ri­cano es muy hábil: hay un emba­ja­dor negro en Kenia, Coca-Cola tie­ne eje­cu­ti­vos negros y pare­ce que fun­cio­na, pero es siem­pre capi­ta­lis­mo, es siem­pre un sis­te­ma jerár­qui­co y estruc­tu­ra­do por pode­res. Des­de hace diez años se per­ci­be una mejo­ra y un inte­rés cada vez mayor por Marx y otros pen­sa­do­res de izquier­da como Rosa Luxem­bur­go; sobre todo entre los jóve­nes inte­lec­tua­les. Hace mes y medio asis­tí en la New York Uni­ver­sity a una con­fe­ren­cia de His­to­ri­cal Mate­ria­lism y había más de 200 par­ti­ci­pan­tes, la gran mayo­ría meno­res de 35 años. Eran sobre todo estu­dian­tes, jóve­nes docen­tes que están inves­ti­gan­do sobre his­to­ria, socio­lo­gía y filo­so­fía marxistas.

CT: ¿Cuá­les son las ideas cen­tra­les de su libro?

KA: Es, por una par­te, un libro sobre Marx, el colo­nia­lis­mo y las socie­da­des no-occi­den­ta­les en Asia, Áfri­ca, Rusia y Euro­pa del Este. Por otro lado, se tra­ta de un aná­li­sis de lo que Marx escri­be sobre la raza, la etni­ci­dad y las cla­ses en los paí­ses más indus­tria­li­za­dos como Esta­dos Uni­dos e Ingla­te­rra: la cues­tión de los negros en EE UU y la cues­tión de los tra­ba­ja­do­res irlan­de­ses en Ingla­te­rra, por ejem­plo en Man­ches­ter. Duran­te dece­nios Marx ha sido cri­ti­ca­do por no haber com­pren­di­do el pro­ble­ma del colo­nia­lis­mo. No sólo Edward Said, otros pen­sa­do­res libe­ra­les tam­bién han seña­la­do duran­te déca­das que en sus artícu­los sobre la India de 1853, Marx apo­ya prác­ti­ca­men­te el colo­nia­lis­mo bri­tá­ni­co como un fenó­meno pro­gre­sis­ta. Marx dice que la ingle­sa es una civi­li­za­ción supe­rior y que la civi­li­za­ción es una eta­pa en el desa­rro­llo dia­léc­ti­co. Pero los inte­lec­tua­les mar­xis­tas espe­cia­li­za­dos en este tema, en la India, por ejem­plo (se han publi­ca­do cen­te­na­res de artícu­los sobre este pro­ble­ma), com­pren­den que el asun­to es mucho más com­pli­ca­do. En 1857 Marx cam­bió pro­fun­da­men­te de opi­nión y apo­yó las revuel­tas anti­im­pe­ria­lis­tas de aquel tiem­po, como la rebe­lión de los Cipa­yos en la India y la de los chi­nos en la Segun­da Gue­rra del Opio que les impu­sie­ron los bri­tá­ni­cos. Yo he segui­do aten­ta­men­te este desa­rro­llo por­que estu­ve tra­ba­jan­do en la MEGA, la Marx-Engels-Gesam­taus­ga­be, y adqui­rí mi for­ma­ción mar­xis­ta de la mano de Raya Dunaevs­ka­ya, que había escri­to sobre Marx y las rela­cio­nes socia­les de raza duran­te la déca­da de 1940. Al final de su vida, Marx escri­bió los Cua­der­nos etno­ló­gi­cos, en los cua­les toma notas sobre la India, Arge­lia, Suda­mé­ri­ca, Sri Lan­ka, Indo­ne­sia y otros paí­ses más, y ade­más lee a los gran­des antro­pó­lo­gos de su épo­ca, sobre todo a Lewis Henry Mor­gan. Tam­bién escri­be sobre el pro­ble­ma de la raza y la fami­lia. Es muy intere­san­te por­que duran­te los años 1920 el gran espe­cia­lis­ta Ria­za­nov publi­ca las obras com­ple­tas de Marx, que inme­dia­ta­men­te se publi­can en Ale­ma­nia. Uno de los mejo­res inves­ti­ga­do­res de Marx, el his­to­ria­dor ale­mán Hans-Peter Hars­tick, expli­ca en 1977 que «los ojos de Marx se des­vían del mun­do euro­peo. […] para fijar­se en Asia, Amé­ri­ca lati­na y Áfri­ca del nor­te». Al final de su vida Marx comien­za efec­ti­va­men­te a apren­der ruso, lee los tex­tos antro­po­ló­gi­cos en ruso sobre la India y Amé­ri­ca lati­na y los tra­du­ce al alemán.

CT: Sin embar­go, a menu­do los detrac­to­res de Marx, y no sólo ellos, le atri­bu­yen una visión lineal de la his­to­ria, una pers­pec­ti­va euro­cén­tri­ca. Su libro vie­ne a cues­tio­nar la idea de que Marx sea un pen­sa­dor deter­mi­nis­ta, euro­cén­tri­co. ¿Se pue­den defi­nir eta­pas en el desa­rro­llo inte­lec­tual de Marx?

K.A: Hay que decir de entra­da que exis­te una con­ti­nui­dad en cier­tas cues­tio­nes, como la de la eman­ci­pa­ción de los irlan­de­ses o los pola­cos, a los que Marx y Engels siem­pre apo­ya­ron. Inclu­so en elMani­fies­to Comu­nis­ta, aun cuan­do se cita a menu­do la fra­se «los obre­ros no tie­nen patria»,(sino que tie­nen una cla­se), al final los auto­res del Mani­fies­to insis­ten en el hecho de que los comu­nis­tas apo­yan la eman­ci­pa­ción nacio­nal de Polo­nia. Es un prin­ci­pio de los comu­nis­tas: si se es comu­nis­ta hay que apo­yar la eman­ci­pa­ción nacio­nal de Polo­nia, todas las nacio­nes tie­nen el dere­cho de auto­de­ter­mi­na­ción y a la eman­ci­pa­ción nacio­nal. Marx y Engels apo­yan asi­mis­mo a los ita­lia­nos del nor­te bajo ocu­pa­ción aus­tría­ca. Aho­ra bien, en cuan­to al colo­nia­lis­mo la situa­ción es dife­ren­te. Ini­cial­men­te, en sus escri­tos, Marx sos­tie­ne la idea de que hay que salu­dar los aspec­tos posi­ti­vos del capi­ta­lis­mo, lo pode­mos ver en las cin­co pri­me­ras pági­nas del Mani­fies­to Comu­nis­ta: el capi­ta­lis­mo crea rique­za, libe­ra el poten­cial de los seres huma­nos de una mane­ra nue­va, des­tru­ye las jerar­quías feu­da­les, etc. Lo mis­mo dice res­pec­to a la India: el capi­ta­lis­mo va a minar el sis­te­ma de cas­tas, las anti­guas jerar­quías, trae el ferro­ca­rril y la indus­tria moder­na. Es terri­ble y mucha gen­te lo sufre, pero en resu­mi­das cuen­tas es el pro­gre­so. En opo­si­ción a los pro­tec­cio­nis­tas, Marx expli­ca en el Dis­cur­so sobre la cues­tión del libre­cam­bio de 1848 que hay que dejar hacer al capi­ta­lis­mo para barrer todas las anti­guas jerar­quías y pode­ríos. En los paí­ses capi­ta­lis­tas tam­bién hay opre­sión cau­sa­da por el capi­ta­lis­mo, por ejem­plo las cri­sis recu­rren­tes cada diez años, que ponen en cues­tión todo el sis­te­ma: por­que, en pri­mer lugar, este sis­te­ma no satis­fa­ce las nece­si­da­des de la pobla­ción y, en segun­do lugar, el capi­ta­lis­mo engen­dra el pro­le­ta­ria­do, que es ena­je­na­do en su tra­ba­jo. Dice Marx que el tra­ba­jo se hace mecá­ni­co y repe­ti­ti­vo y el pro­le­ta­ria­do sale empo­bre­ci­do. De modo que el capi­ta­lis­mo es un sis­te­ma limi­ta­do a cau­sa de las cri­sis, cada vez más vio­len­tas y el pro­le­ta­ria­do cada vez más nume­ro­so y más enfu­re­ci­do a cau­sa de este sis­te­ma, comien­za a orga­ni­zar­se en sin­di­ca­tos y par­ti­dos polí­ti­cos. En cuan­to a India y Chi­na, los pri­me­ros escri­tos de Marx no son dia­léc­ti­cos pues no hay con­tra­dic­cio­nes. Los bri­tá­ni­cos lle­gan a la India y traen el pro­gre­so. Hay resis­ten­cias pero para Marx son reac­cio­na­rias. Esta visión cam­bia­rá más tarde.

CT : En The poli­tics of com­bi­ned and une­ven deve­lop­ment: the theory of per­ma­nent revo­lu­tion (Hay­mar­ket, 2010)), Michael Löwy seña­la que el tér­mino revo­lu­ción per­ma­nen­te emplea­do por Marx por pri­me­ra vez en La cues­tión judía de 1844, fue uti­li­za­do sobre todo para ana­li­zar acon­te­ci­mien­tos euro­peos como el gol­pe de Esta­do espa­ñol de 1856. Sin embar­go, en la medi­da en que los deba­tes sobre la estra­te­gia revo­lu­cio­na­ria dis­mi­nu­ye­ron, la cues­tión de la revo­lu­ción per­ma­nen­te pasó a segun­do plano. Vuel­ve a apa­re­cer unos 20 años más tar­de cuan­do Marx ana­li­za las rela­cio­nes socia­les en Rusia ¿Cómo expli­ca usted el cre­cien­te inte­rés de Marx por las socie­da­des no occidentales?

KA: Exis­te un gran ensa­yo sobre la revo­lu­ción per­ma­nen­te escri­to en 1850, al final de la secuen­cia revo­lu­cio­na­ria de 1848. Marx dice que la revo­lu­ción está en retro­ce­so, que la pró­xi­ma revo­lu­ción ya no será sólo demo­crá­ti­ca, sino una revo­lu­ción per­ma­nen­te que tie­ne que cam­biar las rela­cio­nes de cla­se y eco­nó­mi­cas y no sólo las rela­cio­nes polí­ti­cas. ¿Por qué? Exis­ten razo­nes tan­to inte­lec­tua­les como polí­ti­cas. Pode­mos encon­trar dos perio­dos en los que Marx se intere­sa por las socie­da­des no occi­den­ta­les: el pri­me­ro es en los años 1850, des­pués del fra­ca­so de la revo­lu­ción de 1848. Era un perio­do reac­cio­na­rio en Euro­pa, así que orien­ta su inte­rés hacia otras par­tes del mun­do. Se hace perio­dis­ta para el Tri­bu­ne, lo que supo­ne abor­dar no sola­men­te temas euro­peos sino tam­bién inter­na­cio­na­les, apar­te de Esta­dos Uni­dos. Des­ta­ca la revuel­ta de los Tai­pings en los años 1850 y más tar­de en El Capi­tal dice que en Chi­na las cosas se están movien­do de ver­dad. Así que duran­te esos años escri­be cen­te­na­res de pági­nas con notas sobre la India, Chi­na y otros paí­ses como Indo­ne­sia. Duran­te el segun­do perio­do ocu­rre algo pare­ci­do; son los años 1870, des­pués de la derro­ta de la Comu­na de París. La publi­ca­ción del pri­mer libro de El Capi­tal en Ale­ma­nia había sido un éxi­to, pero un éxi­to limi­ta­do al movi­mien­to obre­ro. Marx hubie­ra que­ri­do un éxi­to como el de Dar­win, que gene­ra­se una gran dis­cu­sión, pero ésta ape­nas tuvo lugar. Sin embar­go, en Rusia se des­en­ca­de­nó una gran dis­cu­sión en la que par­ti­ci­pa­ron todas las gran­des revis­tas y todos los inte­lec­tua­les. La pri­me­ra tra­duc­ción de El Capi­tal en len­gua extran­je­ra fue la ver­sión rusa de 1872; mien­tras que la ver­sión ingle­sa vio la luz en 1887, ya des­pués de la muer­te de Marx; y la fran­ce­sa se había ter­mi­na­do en 1875. Marx empie­za a apren­der el ruso y se intere­sa en otras par­tes geo­grá­fi­cas del mun­do en las que con­si­de­ró que la situa­ción polí­ti­ca pudie­ra evo­lu­cio­nar sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te. En Rusia no sólo había inte­lec­tua­les, eran los tiem­pos del movi­mien­to popu­lis­ta y un zar había sido ase­si­na­do por los revo­lu­cio­na­rios. En la nove­la Ger­mi­nal de Zola el revo­lu­cio­na­rio ruso es una figu­ra muy impre­sio­nan­te por­que se hace volar con su dina­mi­ta y todo sal­ta alre­de­dor. Un revo­lu­cio­na­rio ruso hace todo por des­truir el sis­te­ma, arries­ga inclu­so su vida, y los revo­lu­cio­na­rios rusos empie­zan a escri­bir­se mucho con Marx. Por ejem­plo, Marx dia­lo­ga con el señor Kova­levsky, un antro­pó­lo­go ruso que le rega­ló un ejem­plar del libro La Socie­dad arcai­ca de Lewis Henry Mor­gan – un estu­dio sobre la fami­lia, la socie­dad, los indí­ge­nas. Marx redac­ta sus notas sobre este estu­dio y Engels escri­be El ori­gen de la fami­lia, de la pro­pie­dad y del Esta­dosobre esta base. Mi men­to­ra inte­lec­tual, Raya Dunaevs­ka­ya, escri­bió que, pues­to que Marx había hecho sus inves­ti­ga­cio­nes sobre la agri­cul­tu­ra en Esta­dos Uni­dos, tal vez Marx hubie­ra cen­tra­do los libros 2 y 3 de El Capi­tal en Rusia y Amé­ri­ca. Duran­te los años 1870 Marx empren­de inves­ti­ga­cio­nes sobre la agri­cul­tu­ra en Rusia, Irlan­da y Amé­ri­ca en las que ana­li­za las trans­for­ma­cio­nes de la pro­pie­dad de la tie­rra, las cos­tum­bres de la gen­te, la fami­lia, el pue­blo y las rela­cio­nes de géne­ro. Todo ello le intere­sa muc
ho, y has­ta lee libros sobre los hom­bres de las caver­nas, cuya exis­ten­cia aca­ba­ba de ser des­cu­bier­ta en los años 1870. Tam­bién redac­ta cua­der­nos sobre mate­má­ti­cas; y gran par­te de
las cien­cias puras y socia­les ocu­pa­ron los últi­mos años de su vida. Por aque­llos años habla de Rusia como poten­cial pun­to de par­ti­da de la revo­lu­ción mun­dial por­que ya exis­te un comu­nis­mo pri­mi­ti­vo en las aldeas rusas, don­de se repar­te la tie­rra de mane­ra colec­ti­va. Al con­tra­rio que en Euro­pa occi­den­tal, no exis­te la pro­pie­dad par­ce­la­ria y regu­lar­men­te, pasa­dos unos años, se con­vo­ca­ba una reu­nión para reor­ga­ni­zar el repar­to de tie­rras en fun­ción del tama­ño de las fami­lias, con el fin de que las tie­rras se corres­pon­die­ran con la reali­dad de la pobla­ción. Cuan­do Marx era joven escri­bió que en la base del des­po­tis­mo esta­ba un comu­nis­mo bas­tan­te con­ser­va­dor y que la dis­ci­pli­na colec­ti­va era muy dura. Inclu­so en Esta­dos Uni­dos, en el cuer­po de mari­nes, don­de rei­na la mayor dis­ci­pli­na, todo el gru­po es cas­ti­ga­do por el esca­so ren­di­mien­to de un solo indi­vi­duo, con el fin pre­ci­sa­men­te de ani­mar a los otros a ayu­dar al com­pa­ñe­ro y así actuar mejor colec­ti­va­men­te. Es en cier­to modo comu­nis­mo, y Marx no idea­li­za el comu­nis­mo. La posi­ción de la mujer en Rusia era muy baja en la jerar­quía social, pero com­prue­ba que las comu­nas están en rebe­lión median­te la agi­ta­ción de popu­lis­tas e inte­lec­tua­les y que hay posi­bi­li­dad para una gran revo­lu­ción agra­ria en Rusia. Con estas comu­nas podría even­tual­men­te ser posi­ble sal­tar­se la eta­pa capi­ta­lis­ta y lle­gar direc­ta­men­te al socia­lis­mo si los revo­lu­cio­na­rios rusos se ponen en con­tac­to con el movi­mien­to obre­ro de Euro­pa occi­den­tal. Si ambos van de la mano, están dadas las con­di­cio­nes para una revo­lu­ción. Yo creo, al igual que otros inves­ti­ga­do­res que tra­ba­jan en las notas de Marx del final de su vida, que él con­si­de­ra­ba que en las socie­da­des en la India o en Amé­ri­ca lati­na la pro­pie­dad y las rela­cio­nes socia­les de los pobla­dos esta­ban orga­ni­za­das de modo que cons­ti­tuían el pun­to de par­ti­da para las revo­lu­cio­nes no occi­den­ta­les. Auto­res como Adolphe Thiers o el juris­ta bri­tá­ni­co Henry Sum­mer Mai­ne, que tra­ba­jó en la admi­nis­tra­ción colo­nial en la India, sos­te­nían que hay que extir­par la pro­pie­dad comu­nal, que es algo malo, que blo­quea el pro­gre­so y que es un peli­gro para la revo­lu­ción. En la medi­da en que el capi­ta­lis­mo se glo­ba­li­za, el aná­li­sis de Marx sobre las posi­bi­li­da­des de un nue­vo suje­to revo­lu­cio­na­rio tam­bién se globaliza.

CT: En su libro lla­ma usted la aten­ción sobre dos aspec­tos a menu­do mar­gi­na­dos en la lec­tu­ra de Marx. El mis­mo Marx evo­lu­cio­nó en el trans­cur­so de su vida hacia una visión mul­ti­li­neal del desa­rro­llo de las rela­cio­nes socia­les. ¿Qué nos dice Marx en los már­ge­nes sobre la mane­ra de leer a Marx?

KA: Yo estoy de acuer­do con Fou­cault cuan­do en su Qu’est- ce qu’un auteur? dice que se crea un autor, que se habla de las gran­des obras de un gran autor, pero inclu­so los mis­mos gran­des auto­res han redac­ta­do libros menos intere­san­tes. Se dice que un autor corres­pon­de a sus obras prin­ci­pa­les y se le dis­tan­cia de otras obras suyas menos intere­san­tes. En la biblio­te­ca públi­ca de Nue­va York, antes de la cata­lo­ga­ción numé­ri­ca [CDU], para encon­trar a Marx en el catá­lo­go había que ir pri­me­ro a ‘eco­no­mía’ y des­pués a ‘Marx’. Se con­si­de­ra­ba a Marx como eco­no­mis­ta, inclu­so por par­te de los mar­xis­tas. Engels mis­mo se pre­gun­ta­ba deso­la­do por qué Marx no había ter­mi­na­do El Capi­tal. Para Althus­ser no hay más que El Mani­fies­to comu­nis­taEl Capi­tal, pero Marx no es mar­xis­ta en 1844; cuan­do escri­be sobre la alie­na­ción, sobre la dia­léc­ti­ca de Hegel en tér­mi­nos posi­ti­vos, en cier­to sen­ti­do no era Marx. En esta línea, Eugè­ne Geno­ve­se, un his­to­ria­dor mar­xis­ta y anti­guo pre­si­den­te de la Orga­ni­za­tion of Ame­ri­can His­to­rians, espe­cia­lis­ta en escla­vi­tud, sub­ra­ya que los escri­tos de Marx sobre la gue­rra civil en Esta­dos Uni­dos no son mar­xis­tas. En estos escri­tos Marx sería más bien libe­ral por­que su opo­si­ción emo­cio­nal a la escla­vi­tud habría con­di­cio­na­do su con­cep­ción sobre la mis­ma. Aho­ra bien, yo creo que hay que releer a Marx en cada épo­ca ya que él es un escri­tor muy sutil, un ade­lan­ta­do en rela­ción con su épo­ca. Sar­tre dijo que no se pue­de supe­rar a Marx mien­tras se siga vivien­do bajo el capi­ta­lis­mo. En mi libro tra­to de releer a Marx rela­cio­nán­do­lo con cues­tio­nes de hoy. Cuan­do se hace así se encuen­tra uno con muchas cosas: en el joven Marx no se encuen­tran muchos ele­men­tos sobre la mun­dia­li­za­ción o las socie­da­des no occi­den­ta­les pero sí pasa­jes muy intere­san­tes sobre el géne­ro, por ejem­plo en Los manus­cri­tos de 1844, en La sagra­da fami­lia y en La ideo­lo­gía ale­ma­na. Una de mis alum­nas, Heather Brown, aca­ba de escri­bir un libro titu­la­doMarx on Gen­der and the Family, en cier­to modo para­le­lo a mi libro. Comien­za por las obras del joven Marx y ter­mi­na con los Cua­der­nos redac­ta­dos poco antes de su muer­te. Es un tema cen­tral para Marx. Muchas notas suyas sobre las socie­da­des no occi­den­ta­les y sobre la Roma anti­gua abor­dan la fami­lia y el géne­ro. En la Anti­güe­dad, por ejem­plo, la fami­lia incluía a los escla­vos así que la fami­lia desig­na­ba todo el hogar.

CT: ¿Duran­te el perio­do del Marx “madu­ro”, que según su libro va de 1872 a 1883, cree usted que Marx una mayor impor­tan­cia a los indi­vi­duos, a las luchas, en detri­men­to de las estruc­tu­ras? Marx con­si­de­ra que la cla­se obre­ra en Euro­pa no es el úni­co suje­to revo­lu­cio­na­rio y que la revuel­ta en Irlan­da pue­de tam­bién derro­car al capi­ta­lis­mo o que socie­da­des rura­les como las de Rusia, pue­den ser el pun­to de par­ti­da de un desa­rro­llo comu­nis­ta en Europa.

KA: No, yo no creo que su posi­ción cam­bie, por­que Marx siem­pre tie­ne pre­sen­te la rela­ción entre el indi­vi­duo y las estruc­tu­ras. El pro­le­ta­ria­do pier­de su indi­vi­dua­li­dad, está casi aplas­ta­do por el capi­tal. En el comu­nis­mo el pro­le­ta­rio va a encon­trar su indi­vi­dua­li­dad, en el sen­ti­do de indi­vi­duo crea­dor ver­da­de­ra­men­te humano. Se pue­den encon­trar estas ideas en El Capi­tal. El obrero/​la obre­ra es deshumanizado/​a por el capi­ta­lis­mo y se hace mucho más cos­mo­po­li­ta, ya no quie­re vol­ver al pue­blo, ya es urba­ni­ta. Su huma­ni­dad se ha desa­rro­lla­do pero al mis­mo tiem­po tam­bién se ha alie­na­do. Hay un pasa­je en El Capi­tal en el que el/​la obrero/​a dice: «yo he tra­ba­ja­do en seis paí­ses y en diez pues­tos dis­tin­tos, soy fle­xi­ble», y Marx comen­ta que el capi­ta­lis­mo ha crea­do hom­bres uni­ver­sa­les pero muy des­hu­ma­ni­za­dos. Marx con­ti­núa apo­yan­do las luchas democr
áti­cas; en uno de sus dis­cur­sos de 1881 se diri­ge a los pola­cos y les habla de la revo­lu­ción que vie­ne y de la pro­pie­dad comu­nal en Polo­nia. Estos escri­tos sobre el indi­vi­duo y la socie­dad son pro­ba­ble­men­te los más explí­ci­tos. En mi opi­nión, él no cam­bia sus con­cep­cio­nes filo­só­fi­cas y meto­do­ló­gi­cas más pro­fun­das, su
Wel­tans­chauung (visión del mun­do) no cam­bia ver­da­de­ra­men­te entre 1844 y 1883, al con­tra­rio que sus posi­cio­na­mien­tos sobre cues­tio­nes pre­ci­sas como la India o Irlan­da. Su apa­ra­to con­cep­tual sobre la plus­va­lía, el tra­ba­jo abs­trac­to y con­cre­to, no cam­bia, inclu­so si no tie­ne aún con­cep­cio­nes muy pre­ci­sas al res­pec­to. Ya dis­po­ne de la base que le lle­va­rá a estas con­cep­cio­nes. Engels dice de su encuen­tro con Marx en el verano de 1844: «Marx me con­tó casi todo lo que fue desa­rro­llan­do más tar­de».

CT: Marx com­pa­ró la situa­ción de los irlan­de­ses en Gran Bre­ta­ña con la de los negros en Esta­dos Uni­dos. Al mis­mo tiem­po, ofre­ce una crí­ti­ca de las for­mas res­tric­ti­vas del nacio­na­lis­mo, sobre todo las de las ver­sio­nes irlan­de­sas que se refu­gia­ron en iden­ti­da­des reli­gio­sas o que que­da­ron al mar­gen del pue­blo bri­tá­ni­co. ¿Median­te qué fac­to­res pudo Marx dis­tin­guir entre un nacio­na­lis­mo sus­cep­ti­ble de con­tri­buir al derro­ca­mien­to del capi­ta­lis­mo y las for­mas res­tric­ti­vas, con­ser­va­do­ras, del nacio­na­lis­mo? ¿Qué nos dice Marx de la dia­léc­ti­ca entre las rela­cio­nes socia­les de cla­se y de raza?

KA: Para Marx uno de los hilos rojos es saber si en un movi­mien­to se pue­den abor­dar las cues­tio­nes de cla­se. Por ejem­plo, en Polo­nia muchos habla­ban de la eman­ci­pa­ción nacio­nal, pero Marx y Engels apo­ya­ban a los que en Polo­nia que­rían tam­bién cam­biar las rela­cio­nes en la pro­pie­dad de la tie­rra y libe­rar al cam­pe­si­na­do. En Irlan­da, por los años 1860, Marx se intere­sa par­ti­cu­lar­men­te por el movi­mien­to de libe­ra­ción nacio­nal de los fenia­nos por­que era un movi­mien­to agra­rio, sin igle­sias, que ata­ca­ba tan­to a los terra­te­nien­tes irlan­de­ses como a los cató­li­cos. Era un movi­mien­to cam­pe­sino más popu­lis­ta que socia­lis­ta. Marx apo­ya el dere­cho de auto­de­ter­mi­na­ción de las nacio­nes, enton­ces ¿por qué no apo­ya­ba al Sur en Esta­dos Uni­dos? No lo apo­ya por­que exa­mi­nan­do el con­te­ni­do social y polí­ti­co de este movi­mien­to ve que es muy reac­cio­na­rio. Al prin­ci­pio el Nor­te no está muy ade­lan­ta­do ya que no abor­da la escla­vi­tud, pero insis­te en la uni­dad nacio­nal ya que el Nor­te, pien­sa sobre todo en los Esta­dos fron­te­ri­zos como Ken­tucky, Ten­nes­see y Mary­land que tie­nen escla­vos pero que apo­yan la cau­sa nor­te­ña. El Sur redac­tó una nue­va cons­ti­tu­ción que pro­cla­ma­ba el dere­cho al escla­vis­mo, lo con­si­de­ra­ba un dere­cho humano. Por cier­to, los impe­ria­lis­tas bri­tá­ni­cos cri­ti­ca­ban como una locu­ra la idea del repu­bli­ca­nis­mo, ya que no habría dado resul­ta­dos serios ni en Fran­cia ni en Esta­dos Uni­dos. Al mis­mo tiem­po, algu­nos pro­po­nían elu­dir el blo­queo del Nor­te e ir a bus­car algo­dón al Sur con el pre­tex­to de la liber­tad de comer­cio. Sin embar­go, esto hubie­ra sig­ni­fi­ca­do una decla­ra­ción de gue­rra con­tra el Nor­te. Pues bien, un día el Nor­te inter­cep­tó un bar­co bri­tá­ni­co con dos diplo­má­ti­cos del Sur a bor­do que via­ja­ban a Lon­dres, así que detu­vie­ron a la tri­pu­la­ción. Ima­gí­nen­se, por ejem­plo, que los ira­níes detie­nen un bar­co ame­ri­cano en el océano Índi­co y arres­tan a diplo­má­ti­cos ame­ri­ca­nos a bor­do. Aque­llo fue como un acto de gue­rra por par­te de Esta­dos Uni­dos, pero el apo­yo al Nor­te por par­te de los obre­ros ingle­ses y de muchos inte­lec­tua­les fue tan gran­de que los “jin­goís­tas” [equi­va­len­te inglés de los ‘chau­vi­nis­tas” fran­ce­ses] bri­tá­ni­cos no fue­ron capa­ces de impo­ner­se. Esta­dos Uni­dos era una socie­dad revo­lu­cio­na­ria, no en el sen­ti­do pro­le­ta­rio, pero revo­lu­cio­na­ria y demo­crá­ti­ca. Los años 1870 cono­cie­ron la inten­si­fi­ca­ción de esta radi­ca­li­dad con ideas socia­lis­tas. Algu­nos de los más gran­des abo­li­cio­nis­tas fue­ron miem­bros de la Pri­me­ra Internacional.

CT: Marx vin­cu­la la ten­den­cia uni­ver­sa­li­zan­te del capi­ta­lis­mo con las par­ti­cu­la­ri­da­des de las socie­da­des, por ejem­plo, de las socie­da­des no occi­den­ta­les. Usted sub­ra­ya que Marx cri­ti­ca­ba seve­ra­men­te a los demó­cra­tas de Fran­cia y de Euro­pa occi­den­tal por­que real­men­te no apo­ya­ron a los pola­cos en su lucha. ¿Qué ense­ñan­zas nos ofre­ce Marx sobre el inter­na­cio­na­lis­mo y el víncu­lo entre inter­na­cio­na­lis­mo y la auto­de­ter­mi­na­ción nacional?

KA: Marx, según la tra­di­ción euro­pea, era un inter­na­cio­na­lis­ta; tam­bién vemos eso en Dan­te: «el mun­do es mi patria». Su inter­na­cio­na­lis­mo no era abs­trac­to sino muy con­cre­to. Hay nacio­nes y gobier­nos reac­cio­na­rios y hay otros que son muy reac­cio­na­rios, como por ejem­plo Rusia. Enton­ces cuan­do Ingla­te­rra y Fran­cia están en gue­rra con­tra Rusia en Cri­mea ¿qué dice Marx? ¿qué dicen los socia­lis­tas? Marx dice que Napo­león quie­re dar la impre­sión de estar com­ba­tien­do el des­po­tis­mo ruso, pero en reali­dad no es eso lo que bus­ca; es una gue­rra falaz. El inter­na­cio­na­lis­mo de Marx y Engels es siem­pre muy con­cre­to. Ini­cial­men­te ellos apo­yan a los ale­ma­nes en la gue­rra fran­co-pru­sia­na. Engels redac­ta unos escri­tos casi nacio­na­lis­tas. Aho­ra bien, la situa­ción cam­bia con la Comu­na de París: Rusia era con­si­de­ra­da como el país más reac­cio­na­rio, pero el bona­par­tis­mo era con­si­de­ra­do como más peli­gro­so ¿Por qué? Por­que ade­más de ser reac­cio­na­rio se mez­cla­ba con el movi­mien­to obre­ro y demo­crá­ti­co. El mis­mo Napo­león III apo­ya­ba a algu­nos revo­lu­cio­na­rios rusos, lo que era muy peli­gro­so. Por eso su caí­da es impor­tan­te. Marx y Engels toma­ron pues siem­pre posi­ción según las cir­cuns­tan­cias con­cre­tas, como en el caso de Irlan­da o res­pec­to al Nor­te en Esta­dos Uni­dos. Pero no man­tu­vie­ron su apo­yo a los movi­mien­tos en Euro­pa del Este con­tra los oto­ma­nos por­que pen­sa­ban que estos movi­mien­tos eran mane­ja­dos por Mos­cú. El panes­la­vis­mo era una polí­ti­ca reac­cio­na­ria y peli­gro­sa, aun­que en reali­dad estas obser­va­cio­nes son exa­ge­ra­das. Putin está jugan­do este mis­mo jue­go con su mun­do orto­do­xo cuan­do dice que el mun­do esla­vo no acep­ta la homo­se­xua­li­dad; es muy con­ser­va­dor y al mis­mo tiem­po abo­ga por com­ba­tir la hege­mo­nía de Esta­dos Uni­dos y apo­ya a los revan­chis­tas en la comu­ni­dad rusa de Leto­nia. Lo mez­cla todo.

Marx habla tres len­guas: inglés, fran­cés y ale­mán. Se dice que una ter­ce­ra par­te de sus escri­tos están en inglés, pero muchos de sus tex­tos más impor­tan­tes están en fran­cés: La mise­ria de la filo­so­fía, sus car­tas sobre Rusia a final de su vida y sus escri­tos sobre Polo­nia. Así pues, el inter­na­cio­na­lis­mo es un prin­ci­pio gene­ral que se pue­de ver en la estruc­tu­ra de la Pri­me­ra Inter­na­cio­nal. Fue en la Segun­da Inter­na­cio­nal cuan­do se lle­gó a la idea de que cada país debía tener su pro­pia orga­ni­za­ción. En la Pri­me­ra cada país tenía su secre­ta­rio, pero el Con­se­jo gene­ral en Lon­dres toma­ba las deci­sio­nes por toda la orga­ni­za­ción. Baku­nin no esta­ba de acuer­do por­que que­ría más des­cen­tra­li­za­ción. Pero Marx que­ría, por ejem­plo, que los bri­tá­ni­cos escu­cha­sen lo que decían los otros sobre la cues­tión de Irlan­da. Los sin­di­ca­lis­tas bri­tá­ni­cos apo­ya­ban a los irlan­de­ses pero no tan­to como Marx que­ría. Un día hubo un gran deba­te – El Lon­don Timesescri­bía artícu­los sobre cada una de las reunio­nes del Con­se­jo inter­na­cio­nal – y un ale­mán (o un sui­zo, no sé) le dice a los ingle­ses: “todos incon­di­cio­nal­men­te apo­ya­mos la inde­pen­den­cia de Polo­nia, hay que hacer lo mis­mo con los irlan­de­ses. No pode­mos hacer dis­tin­cio­nes entre las nacio­nes”. Todos los ingle­ses progresis
tas apo­ya­ban a Polo­nia, era una de las gran­des cau­sas del siglo XIX. De algu­na mane­ra la Pri­me­ra Inter­na­cio­nal esta­ba más cen­tra­li­za­da que la Ter­ce­ra. No es un mode­lo de orga­ni­za­ción para nues­tro tiem­po, pero las ideas de orga­ni­za­ción de Marx siguen sien­do intere­san­tes. Marx no con­tro­la la Inter­na­cio­nal, tenía mucha influen­cia, sí, pero tam­bién esta­ban los proudho­nia­nos y los anar­quis­tas. Cuan­do habla­mos de inter­na­cio­na­lis­mo en el movi­mien­to social y polí­ti­co hay que tener pre­sen­tes gran­des con­gre­sos como por ejem­plo el de hace unos meses en Túnez
. Ahí se ve cómo las orga­ni­za­cio­nes tie­nen polí­ti­cas dife­ren­tes. Entre los dele­ga­dos ára­bes, por ejem­plo, que son anti­ca­pi­ta­lis­tas y anti-fun­da­men­ta­lis­tas, muchos apo­yan a Assad o dicen que no es tan malo como se pien­sa. Hay que nego­ciar en torno a estas dife­ren­cias pero sin sacri­fi­car el prin­ci­pio ¿Cómo hacer­lo? En el mani­fies­to de la Inter­na­cio­nal se deba­tió cada pala­bra; Marx escri­be en rela­ción con la Pri­me­ra reu­nión de la Inter­na­cio­nal que tuvo que hacer con­ce­sio­nes, pero no con­ce­sio­nes de prin­ci­pio. Los esta­tu­tos de la Pri­me­ra Inter­na­cio­nal sub­ra­yan sobre todo que era posi­ble adhe­rir­se a ella “sin dis­tin­ción de color, de cre­do o de nacio­na­li­dad”, y hom­bres de color como Paul Lafar­gue se reu­nían con los obre­ros de Londres.

CT: La dia­léc­ti­ca entre las rela­cio­nes socia­les de cla­se y las rela­cio­nes socia­les de raza: en el últi­mo párra­fo de sus con­clu­sio­nes usted dice que los escri­tos de Marx sobre las etnias pue­den ayu­dar­nos a com­pren­der los acon­te­ci­mien­tos de 2005 en los barrios [de Fran­cia] ¿Qué pode­mos extraer de los escri­tos de Marx sobre las rela­cio­nes entre cla­se y raza?

KA: Exis­te un pro­le­ta­ria­do uni­ver­sal, pero no se tra­ta de una uni­ver­sa­li­dad abs­trac­ta. Esta idea de una uni­ver­sa­li­dad abs­trac­ta era una idea fal­sa que el mis­mo Hegel com­ba­tió dia­léc­ti­ca­men­te con­tra Sche­lling. Hegel decía que para Sche­lling duran­te la noche todas las vacas son negras, sin dis­tin­ción. En cuan­to a este uni­ver­sal abs­trac­to, Hegel sub­ra­ya que el uni­ver­sal debe par­ti­cu­la­ri­zar­se y es por ello que Hegel habla del espí­ri­tu del mun­do pen­san­do por ejem­plo en Napo­león, Ale­jan­dro o Julio César. Estos hom­bres por­ta­ban las ideas uni­ver­sa­les de su épo­ca y las ponían en prác­ti­ca. Para Hegel, la idea, el abso­lu­to, debe siem­pre con­cre­tar­se en una reli­gión, en una filo­so­fía, inclu­so en un indi­vi­duo. Para Marx los pro­le­ta­rios del mun­do tie­nen su pro­pia his­to­ria, sus pro­pias divi­sio­nes, sus pre­jui­cios, expe­rien­cias y posi­bi­li­da­des. En tres oca­sio­nes abor­da Marx la cues­tión del racis­mo: entre los irlan­de­ses y los bri­tá­ni­cos por­que los irlan­de­ses eran un sub­pro­le­ta­ria­do al que los tra­ba­ja­do­res ingle­ses temían por razo­nes de empleo; en Esta­dos Uni­dos los tra­ba­ja­do­res blan­cos son libres, no son escla­vos y tie­nen dere­cho de voto; en ter­cer lugar, con la ple­be roma­na: hay revuel­tas ple­be­yas al mis­mo tiem­po que revuel­tas de escla­vos en Asia menor, pero ambos movi­mien­tos no están mez­cla­dos. En este pun­to Marx comen­ta que la ple­be roma­na tuvo la mis­ma acti­tud que los blan­cos del Sur en Esta­dos Uni­dos para con los escla­vos. No dice que se tra­te de razas dife­ren­tes, pero esa con­di­ción de escla­vo, esa con­di­ción de inmi­gran­te o hijo de inmi­gran­te, de no tener la ciu­da­da­nía, es una con­di­ción social. Estos tres momen­tos, el ple­be­yo romano, el tra­ba­ja­dor blan­co del Sur y los pro­le­ta­rios ingle­ses, son tres ejem­plos de esta acti­tud de supe­rio­ri­dad, de con­des­cen­den­cia, que tan pro­ble­má­ti­ca es para las luchas sociales.

CT: Sub­ra­ya usted que Marx se intere­sa por las for­mas de orga­ni­za­ción en los pue­blos de la India, de Chi­na o de Rusia, y al mis­mo tiem­po se atri­bu­ye a menu­do a Marx una visión deter­mi­nis­ta, eco­no­mi­cis­ta, liga­da sobre todo al pre­fa­cio de la Con­tri­bu­ción a la eco­no­mía polí­ti­ca, don­de se insis­te en el hecho de que “las fuer­zas pro­duc­ti­vas mate­ria­les de la socie­dad entran en con­tra­dic­ción con las rela­cio­nes de pro­duc­ción exis­ten­tes. […] Enton­ces se abre una épo­ca de revo­lu­ción social”. En los escri­tos de Marx sobre las socie­da­des no occi­den­ta­les se encuen­tran otras con­di­cio­nes pre­vias ¿Cómo expli­ca usted que esta visión eco­no­mi­cis­ta que se atri­bu­ye a Marx siga sien­do aun hoy tan per­sis­ten­te cuan­do Marx tie­ne un aná­li­sis de las rela­cio­nes socia­les mucho más fino?

KA: Se crea una doc­tri­na mar­xis­ta post-Marx. La Segun­da Inter­na­cio­nal creó el mar­xis­mo y, al mis­mo tiem­po, pen­sa­do­res tan ori­gi­na­les como Rosa Luxem­burg, Lenin o Trotsky estu­vie­ron mar­ca­dos por ello. Por ejem­plo, cuan­do leen los escri­tos de Marx sobre el comu­nis­mo pri­mi­ti­vo, eso no les intere­sa en tan­to que fuen­te de suje­tos revo­lu­cio­na­rios. Luxem­burg tam­bién escri­be sobre la comu­ni­dad agrí­co­la, había leí­do a Kova­levsky, pero su Intro­duc­ción a la eco­no­mía polí­ti­ca – muy intere­san­te – está mar­ca­da por un cier­to esque­ma­tis­mo según el cual la comu­ni­dad agrí­co­la debe aca­bar­se por­que esa es la mar­cha de la his­to­ria. Ella nun­ca esgri­mió argu­men­tos deter­mi­nis­tas; como jus­ta­men­te seña­la Michäel Löwy, Luxem­burg rom­pió con la con­cep­ción de pro­gre­so de la Segun­da Inter­na­cio­nal en sus escri­tos sobre la Pri­me­ra Gue­rra mun­dial, por ejem­plo, cuan­do ella habla de “socia­lis­mo o bar­ba­rie” (otros como Kautsky uti­li­za­ron tam­bién esta fór­mu­la, inclu­so Marx va en esta direc­ción en el Mani­fies­to comu­nis­ta cuan­do habla de “la des­truc­ción de las dos cla­ses en lucha”). De modo que Luxem­burg dice en El Folle­to Junius que la bar­ba­rie es un fin posi­ble del capi­ta­lis­mo moderno. Aho­ra bien, ahí per­sis­te un esque­ma­tis­mo; ella no había estu­dia­do direc­ta­men­te a Hegel. Al con­tra­rio, Marx escri­be, por poner un ejem­plo, en una car­ta a Engels fecha­da en 1858, que «los indios son nues­tros mejo­res alia­dos» y que había vuel­to a leer La cien­cia de la lógi­ca, lo que le dio ganas de escri­bir un ensa­yo sobre la dia­léc­ti­ca de Hegel. Marx leía regu­lar­men­te los gran­des escri­tos dia­léc­ti­cos para refres­car su mane­ra de pen­sar pero muchos mar­xis­tas no han hecho lo mis­mo. Pen­sar dia­léc­ti­ca­men­te es un esfuer­zo que debe sos­te­ner­se a lo lar­go de toda la vida. Hay que nadar en la dia­léc­ti­ca. Por supues­to que tene­mos a Marx, pero tam­po­co él pudo abor­dar algu­nos pro­ble­mas con­tem­po­rá­neos. Marx no escri­bió nada sobre la homo­se­xua­li­dad – excep­to algu­nas notas bas­tan­te hete­ro­nor­ma­ti­vas – y hoy, sin embar­go, dis­cu­ti­mos sobre sexua­li­dad y géne­ro. Pen­sa­do­res como Fou­cault redac­ta­ron obras muy ori­gi­na­les sobre la sexua­li­dad y la homo­se­xua­li­dad. Even­tual­men­te se pue­den inte­grar aspec­tos de este pen­sa­mien­to en el mar­xis­mo. Nos hace fal­ta un aná­li­sis mar­xis­ta del géne­ro, de la eco­lo­gía – Marx los abor­dó y Michael Löwy y Joel Kovel no han deja­do de sub­ra­yar­lo. The Enemy of Natu­rede Kovel está fuer­te­men­te influen­cia­do por Marx, los mar­xis­tas y prin­ci­pal­men­te por la Escue­la de Fránc­fort. Hay for­mas de nacio­na­lis­mo que son pro­gre­sis­tas y revo­lu­cio­na­rias, hay reli­gio­nes y nacio­na­lis­mos muy reac­cio­na­rios; nues­tra tarea es dis­tin­guir­los con el fin de saber con quién se pue­de tra­ba­jar polí­ti­ca­men­te. Muchos libros de socio­lo­gía abor­dan el géne­ro, el trans­gé­ne­ro, el racis­mo y el colonialismo,
pero no en fun­ción de un esque­ma de aná­li­sis mar­xis­ta. Hay que leer esos libros des­de un pun­to de vis­ta mar­xis­ta, dialéctico.

Decla­ra­cio­nes reco­gi­das por Ben­ja­min Birn­baum

Tra­duc­ción para Mar­xis­mo Crí­ti­co de  J.Mª Fdez. Criado

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