Yemen, la posi­bi­li­dad cier­ta de un fue­go incontrolable

El pue­blo yeme­ni­ta, al igual que otros de la región, se levan­tó acti­va­men­te en 2011 para luchar con­tra el gobierno repre­si­vo pro esta­dou­ni­den­se y pro sau­di­ta de Alí Abdu­llah Saleh ele­van­do un cla­mor por liber­tad y demo­cra­cia y su aspi­ra­ción de mejo­ra­mien­to de sus con­di­cio­nes de vida. Este movi­mien­to popu­lar, mal lla­ma­do “pri­ma­ve­ra ára­be” por Occi­den­te, tor­ció su rum­bo bajo la pre­sión inter­ven­cio­nis­ta de Esta­dos Uni­dos y Euro­pa quien con­tó con el inva­lua­ble apo­yo de las monar­quías dic­ta­to­ria­les suni­tas del Gol­fo Pér­si­co agru­pa­das en el Con­se­jo de Coope­ra­ción del Gol­fo (CCG).
Tal inje­ren­cia posi­bi­li­tó apli­car la tra­di­cio­nal polí­ti­ca gato­par­dia­na de “cam­biar todo sin cam­biar nada”, des­ti­tu­yen­do al ya inú­til Saleh, pero man­te­nien­do sin alte­ra­cio­nes la com­po­si­ción de un gobierno que, por déca­das, repri­mió bru­tal­men­te cual­quier tipo de orga­ni­za­ción o mani­fes­ta­ción popu­lar, a fin de favo­re­cer los intere­ses estra­té­gi­cos de las poten­cias occi­den­ta­les en un pun­to muy sen­si­ble del pla­ne­ta en el que se encuen­tra ubi­ca­do el estre­cho de Bab el Man­deb entra­da y sali­da del Mar Rojo hacia el Océano Indi­co y prin­ci­pal vía de comu­ni­ca­ción marí­ti­ma entre Occi­den­te y Asia.
En ese mar­co, se rea­li­za­ron sufra­gios pre­si­den­cia­les bajo la mira­da escru­ta­do­ra de los paí­ses del CCG, a fin de ele­gir al sus­ti­tu­to de Saleh. En estos comi­cios, ‑de muy dudo­sa trans­pa­ren­cia- resul­tó “ven­ce­dor” por “con­sen­so” Abd Rab­bo Man­sur Hadi quien había fun­gi­do duran­te 17 años como vice­pre­si­den­te duran­te el man­da­to de Saleh.
Por su par­te, los huthies, alia­dos del ex pre­si­den­te Ali Abdu­lah Saleh al ini­cio de su man­da­to en la déca­da de los 80, rom­pie­ron con éste debi­do a que asu­mie­ron, ‑bajo influen­cia del triun­fo de la revo­lu­ción islá­mi­ca de Irán en 1979- una posi­ción fron­tal de recha­zo a Esta­dos Uni­dos e Israel. A par­tir del quie­bre que los enfren­tó con Saleh, los huthies desa­rro­lla­ron cua­tro gue­rras con­tra éste entre 1990 y 2011.
Pos­te­rior al apa­ci­gua­mien­to de las movi­li­za­cio­nes popu­la­res de 2011, Saleh recha­zó la hoja de ruta ela­bo­ra­da por el CCG en la que se pro­pu­so la rea­li­za­ción de elec­cio­nes bajo su super­vi­sión, no obs­tan­te, tras sufrir un aten­ta­do en el que resul­tó heri­do y debió tras­la­dar­se a Ara­bia Sau­di­ta para su recu­pe­ra­ción, Saleh renun­ció, acep­tan­do la pro­pues­ta del CCG. Este aten­ta­do, ‑en el que estu­vo invo­lu­cra­do direc­ta­men­te un alto ofi­cial de las Fuer­zas Arma­das- se ges­tó en Ara­bia Sau­di­ta, con el obje­ti­vo de apar­tar del poder a Saleh, quien has­ta ese momen­to se resis­tía a tal hecho.
En la con­ti­nua­ción del plan de acción inje­ren­cis­ta dise­ña­do por Esta­dos Uni­dos y los paí­ses de CCG para Yemen, el nue­vo pre­si­den­te reali­zó lo que deno­mi­nó “Gran Deba­te Nacio­nal” del que que­da­ron exclui­das algu­nas de las más impor­tan­tes fuer­zas polí­ti­cas del país. Así mis­mo, se pro­fun­di­zó la cri­sis eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca y social, adop­tan­do una serie de medi­das que dete­rio­ra­ron aún más las ya pre­ca­rias con­di­cio­nes de vida del pue­blo, ade­más hizo apro­bar una nue­va divi­sión polí­ti­ca admi­nis­tra­ti­va que esta­ble­ció seis provincias.
Ante esta situa­ción, una gama de fuer­zas polí­ti­cas mayo­ri­ta­rias, inclu­yen­do a los huthies, recha­zan las medi­das y soli­ci­ta­ron su dero­ga­ción. Tras la nega­ti­va del nue­vo pre­si­den­te de acep­tar las deman­das popu­la­res, se ini­cian amplias pro­tes­tas pací­fi­cas que son repri­mi­das bru­tal­men­te por el gobierno, pro­du­cien­do la muer­te de varios mani­fes­tan­tes. En estas con­di­cio­nes, a pesar de los lar­gos años de ene­mis­tad, los huthies pac­tan una alian­za con el ex pre­si­den­te Saleh, quien aún con­ver­sa gran influen­cia al inte­rior de las fuer­zas arma­das, así mis­mo otras fuer­zas polí­ti­cas se suman a la alian­za, la cual, tras una arro­lla­do­ra ofen­si­va toma la capi­tal Saná, con­tro­lan­do alre­de­dor del 70% del terri­to­rio nacio­nal, logran­do la renun­cia del pre­si­den­te Man­sur Hadi.
Con la media­ción del Con­se­jo de Segu­ri­dad, se inten­tan nego­cia­cio­nes entre las fuer­zas opo­si­to­ras que se han hecho con el con­trol de la capi­tal y el pre­si­den­te dimi­ti­do. Éste se tras­la­da a la ciu­dad por­tua­ria de Adén don­de esta­ble­ce gobierno, al con­mu­tar su deci­sión de renun­ciar, reci­bien­do el apo­yo de Esta­dos Uni­dos, Euro­pa y el CCG que tras­la­dan sus emba­ja­das a esa ciu­dad en una cla­ra deci­sión de apo­yo al has­ta enton­ces presidente.
Por otra par­te, vale decir que con la excu­sa de luchar con­tra el terro­ris­mo, Esta­dos Uni­dos posee fuer­te pre­sen­cia arma­da en el país y varias bases mili­ta­res dis­lo­ca­das en su terri­to­rio. Al Qae­da, que reci­bió duros gol­pes en Afga­nis­tán e Irak has­ta fina­les del año 2010, tras­la­dó una par­te de sus miem­bros y diri­gen­tes hacía Yemen, Pakis­tán y a paí­ses ára­bes afri­ca­nos. En Yemen, con­tan­do con el apo­yo de miem­bros de la monar­quía sau­di­ta ini­cia­ron una gue­rra de des­pla­za­mien­to y des­es­ta­bi­li­za­ción de otras fuer­zas, en espe­cial desa­rro­llan­do accio­nes en zonas que his­tó­ri­ca­men­te han per­te­ne­ci­do a tri­bus yazi­díes, don­de se estruc­tu­ró el movi­mien­to de los Huthies. Así mis­mo, Al Qae­da, cobró cre­cien­te pre­sen­cia en la región sur del país.
En este con­tex­to, se pro­du­jo a fina­les de mar­zo, la inter­ven­ción mili­tar de una coa­li­ción de paí­ses ára­bes enca­be­za­do por Ara­bia Sau­di­ta. Los huthies han recha­za­do esta­ble­cer un diá­lo­go bajo super­vi­sión de la CCG, por con­si­de­rar­los par­te de este con­flic­to, y han adver­ti­do que tras la inter­ven­ción mili­tar, incre­men­ta­rán sus accio­nes arma­das has­ta lograr el total con­trol del país.
Des­de el pun­to de vis­ta estra­té­gi­co, la posi­bi­li­dad de con­trol del Estre­cho de Bab el Man­deb por par­te de una fuer­za de orien­ta­ción chii­ta alia­da de Irán, el cual ya tie­ne pre­sen­cia geo­grá­fi­ca direc­ta en el estre­cho de Ormuz, el otro paso impor­tan­te para los súper tan­que­ros en su ruta des­de el Gol­fo Pér­si­co hacia Euro­pa y Esta­dos Uni­dos, gene­ra una situa­ción extre­ma­da­men­te peli­gro­sa para los intere­ses occi­den­ta­les. Así mis­mo, esta situa­ción podría difi­cul­tar el trán­si­to de naves israe­líes por el Mar Rojo en caso de que se pro­duz­ca un con­flic­to béli­co de dimen­sio­nes supe­rio­res. En tal esce­na­rio, habría que con­si­de­rar la deci­sión que pudie­ran tomar las auto­ri­da­des egip­cias que con­tro­lan el Canal de Suez. En el tras­fon­do se gene­ra­rían pro­fun­das con­tra­dic­cio­nes entre la gran alian­za suní-sio­nis­ta que ha crea­do Esta­dos Uni­dos. El recien­te acuer­do en las nego­cia­cio­nes entre Irán y el G5+1 (for­ma­do por los 5 miem­bros per­ma­nen­tes del Con­se­jo de Segu­ri­dad de la ONU + Ale­ma­nia) hace pren­der las alar­mas en este sen­ti­do tan­to en Israel como en las monar­quías suni­tas, tal como lo han mani­fes­ta­do sus líde­res prác­ti­ca­men­te des­de el mis­mo momen­to en que se dio a cono­cer el acuerdo.
Duran­te los pri­me­ros días de los ata­ques aéreos sau­di­tas fue­ron ase­si­na­dos un núme­ro con­si­de­ra­ble, pero aún inde­ter­mi­na­do de civi­les, entre ellos 62 niños según infor­ma­ción entre­ga­da por UNICEF. Así mis­mo, un perió­di­co israe­lí citan­do al Coman­dan­te Amir Eshel de la fuer­za aérea sio­nis­ta, con­fir­mó la par­ti­ci­pa­ción de la avia­ción israe­lí como apo­yo a los bom­bar­deos sau­di­tas en Yemen, a par­tir de una soli­ci­tud de los paí­ses ára­bes de la coa­li­ción agre­so­ra. De igual for­ma, el lunes 30 de mar­zo, la Arma­da esta­dou­ni­den­se se unió a los ata­ques aéreos sau­di­tas, lan­zan­do un misil cru­ce­ro sobre una bri­ga­da de misi­les, según infor­mó una fuen­te mili­tar a la agen­cia rusa Sput­nik. Mien­tras esto ocu­rre, Al Qae­da comen­zó una gran ofen­si­va en el sur de Yemen, ata­can­do edi­fi­cios guber­na­men­ta­les en la ciu­dad de Al Mukalla.
A pesar de esto, el jue­ves 2 de abril, dece­nas de com­ba­tien­tes de Ansa­ro­lá (fuer­za mili­tar de los huthies) acom­pa­ña­dos por fuer­zas tri­ba­les, entra­ron al pala­cio pre­si­den­cial Al-Maashiq, en Adén según infor­ma­ron ciu­da­da­nos con­sul­ta­dos al res­pec­to. Esta infor­ma­ción fue con­fir­ma­do por la agen­cia sau­dí Al Ara­bi­ya la cual dio a cono­cer que los bom­bar­deos sau­di­tas no pudie­ron impe­dir el avan­ce de las fuer­zas mili­ta­res huthies. De la mis­ma mane­ra, otras colum­nas huthies ocu­pa­ron la loca­li­dad en la que se encuen­tran las misio­nes diplo­má­ti­cas que se han ins­ta­la­do en la ciu­dad. Los acon­te­ci­mien­tos béli­cos con­ti­núan su desa­rro­llo con pro­nós­ti­cos indescifrables.
Esta­dos Uni­dos está lle­van­do a cabo un jue­go peli­gro­so al tra­tar de man­te­ner su socie­dad con la alian­za suni­ta-sio­nis­ta y al mis­mo tiem­po mejo­rar sus rela­cio­nes con Irán, habi­da cuen­ta que ha sido inevi­ta­ble que ten­ga que acep­tar a éste como inter­lo­cu­tor váli­do en cual­quier asun­to del Medio Orien­te, en par­ti­cu­lar en la lucha con­tra el terro­ris­mo suni­ta de al Qae­da y el Esta­do Islámico.
La inter­ven­ción mili­tar de Ara­bia Sau­di­ta y sus alia­dos en Yemen, abre nue­vos esce­na­rios de con­flic­tos para la región. Los huthies podrían tras­la­dar el tea­tro de la gue­rra al pro­pio terri­to­rio sau­di­ta, lo que trae­ría con­se­cuen­cias impre­vi­si­bles. En esa lógi­ca, es pre­vi­si­ble un levan­ta­mien­to de la mayo­ría chii­ta de Bah­réin, en la pers­pec­ti­va de pasar de las pro­tes­tas pací­fi­cas a la con­fron­ta­ción direc­ta con­tra la monar­quía suni­ta de ese país, sede de la V Flo­ta de la Arma­da de Esta­dos Uni­dos. En estas con­di­cio­nes, no es des­pre­cia­ble supo­ner que el esca­la­mien­to de este con­flic­to supon­ga una ele­va­ción de los pre­cios del petró­leo, toda vez que podrían ser afec­ta­das, inclu­so de for­ma direc­ta, zonas de pro­duc­ción y pro­ce­sa­mien­to de hidrocarburos,
En estas cir­cuns­tan­cias, los acto­res inter­na­cio­na­les, en espe­cial Esta­dos Uni­dos, ten­drán que actuar con extra­or­di­na­rio tino e incon­men­su­ra­ble pru­den­cia, para evi­tar el des­bor­de de una situa­ción que podría tener reper­cu­sio­nes tras­cen­den­ta­les para la región, e inclu­so para todo el planeta.

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