Pue­do ser mamá, pero no quiero

Tex­tos: Lau­ra Fio­chet­ta – Ilus­tra­ción: Maria­na Baizán
Muchas optan por resig­nar la mater­ni­dad por volun­tad pro­pia. Sin embar­go, su deci­sión sue­le cau­sar asom­bro, recha­zos y crí­ti­cas. Tes­ti­mo­nios de muje­res que no sien­ten que tener hijos sea un man­da­to ni tam­po­co un plan de rea­li­za­ción personal.
«¿Cuán­tos hijos que­rés tener?», pre­gun­ta una ami­ga a otra. Y la escue­ta res­pues­ta es «nin­guno». Diá­lo­gos como éste han empe­za­do a ser fre­cuen­tes en nues­tra socie­dad y aun­que con reac­cio­nes varia­das, cada vez son más las muje­res que deci­den que no quie­ren ser madres, inde­pen­dien­te­men­te de si tie­nen o no pare­ja. Los pre­jui­cios a esa deci­sión de vida per­sis­ten social­men­te, sin embar­go, nos gus­te o no, el bino­mio mujer/​madre está en jaque.
Valen­ti­na tie­ne 32 años y es artis­ta plás­ti­ca. Des­de hace dos años vive con su novio, tie­ne un hijo de 7. «No quie­ro tener hijos, siem­pre lo supe, no me gus­tan los niños, no ima­gino mi vida con un bebé ni la sue­ño», sen­ten­cia. ¿Qué dice su pare­ja al res­pec­to? «Lo acep­ta, espe­cial­men­te por­que él ya tie­ne un hijo. El pro­ble­ma son otras per­so­nas, que me advier­ten que ya me van dar ganas, que es lo más mara­vi­llo­so del mun­do, pero la ver­dad es que yo no lo sien­to ni lo pien­so así». Es decir que hablar de «ins­tin­to mater­nal» o «rea­li­za­ción per­so­nal a tra­vés de la mater­ni­dad», no vie­nen a este caso.
El año pasa­do, la Ciu­dad de Bue­nos Aires difun­dió una encues­ta que indi­ca­ba que 4 de cada 10 por­te­ñas en edad fér­til no tie­nen hijos. Ade­más, que 30% de las muje­res tie­ne sólo un hijo. Aun­que en las pro­vin­cias la situa­ción no es simi­lar, la ten­den­cia existe.

Al res­pec­to, la soció­lo­ga Vale­ria Fer­nán­dez Han­san refle­xio­na: «Aun­que todas, o casi todas las muje­res bio­ló­gi­cas ten­ga­mos la posi­bi­li­dad de engen­drar, ser madres, debie­ra poder ser una deci­sión toma­da tras una refle­xión per­so­na­lí­si­ma. Ser madre por pro­pia volun­tad o lle­gar a ser­lo por­que así lo indi­ca un deber ser social o fami­liar, son viven­cias com­ple­ta­men­te dife­ren­tes que nos lle­van a vivir la mater­ni­dad o la no mater­ni­dad, tam­bién de mane­ras distintas».

En ese sen­ti­do opi­na María José Ber­nas­co­ni, Coor­di­na­do­ra Nacio­nal de Red Lati­no­ame­ri­ca­na y del Cari­be por la Huma­ni­za­ción de Par­tos y Naci­mien­tos (Rela­cahu­pan). «Noso­tras tra­ba­ja­mos con muje­res que están emba­ra­za­das y han deci­di­do ser madres. Pero pen­sa­mos que no es natu­ral ser­lo. Cree­mos que lo pri­me­ro que tie­ne la mujer es un terri­to­rio que es su cuer­po, y a par­tir de ahí habla­mos de auto­no­mía para tomar las deci­sio­nes», opina.

¿Qué lle­va a las muje­res a ele­gir si quie­ren ser o no madres? Segu­ra­men­te la res­pues­ta tie­ne muchos argu­men­tos, como muje­res y madres exis­ten. En el libro «Madre no hay una sola», la his­to­ria­do­ra Kari­na Felit­ti se expla­ya sobre las dife­ren­tes mane­ras de ser madres, y nos saca rau­da­men­te de las estructuras.

Con­sul­ta­da por Los Andes, dijo: «Como seres socia­les es evi­den­te que no pode­mos abs­traer­nos por com­ple­to de nues­tro entorno y por eso es muy difí­cil aun pen­sar dife­ren­tes mode­los de fami­lia y de mater­ni­da­des. Por otra par­te la deci­sión de no ser madre es algo que cada vez más muje­res plan­tean pero toda­vía pue­de seguir cau­san­do asom­bro, sos­pe­cha y a veces estig­ma­ti­za­ción. En estas sema­nas de pro­mo­cio­nes de jugue­tes para el Día del Niño vea­mos cuán­tos bebés y coche­ci­tos se ven­den para las niñas, la mater­ni­dad como lugar de rea­li­za­ción de las muje­res sigue estan­do muy pre­sen­te aun­que hoy con­vi­va con otras alter­na­ti­vas», asegura.

Esca­par del mandato

El libro «Equis, la igual­dad y la diver­si­dad de géne­ro des­de los pri­me­ros años» tam­bién da cuen­ta de la nece­si­dad de pres­tar espe­cial aten­ción a los jugue­tes con los que jue­gan nues­tros niños y niñas, que influi­rán en sus futu­ras elec­cio­nes. «Si somos niñas, se espe­ra­rá que imi­te­mos la coti­dia­ni­dad de un hogar, que jue­gos a ser maes­tras pacien­tes y cari­ño­sas, y si somos varo­nes, que sea­mos com­pe­ti­do­res fuer­tes, super­hé­roes valien­tes y que no llo­re­mos si se nos pin­cha la pelo­ta», dice este libro.

Sin embar­go, pese a todo lo que nos ense­ñan des­de peque­ñas, no todas cre­ce­mos con las mis­mas expec­ta­ti­vas. Ele­na tie­ne 36 años, es licen­cia­da en Cien­cias Polí­ti­cas y sos­tie­ne que nun­ca qui­so tener hijos. «Siem­pre lo supe, aho­ra no estoy en pare­ja, pero cuan­do lo esta­ba, mi pare­ja coin­ci­día con­mi­go, no íba­mos a tener hijos». ¿Cues­ta decir­lo en públi­co? «Cada vez menos me cues­ta decir­lo delan­te de otras muje­res. Hace diez años era difí­cil que enten­die­ran esta posi­ción, todas mis ami­gas decían que ya me iban a lle­gar las ganas. Tenía muy cla­ro que no que­ría tener hijos, siem­pre usé méto­dos anti­con­cep­ti­vos para evi­tar un embarazo».

La doc­to­ra en inves­ti­ga­cio­nes femi­nis­tas de la Uni­ver­si­dad espa­ño­la Pablo de Ola­vi­de, Rosa­na Rodrí­guez , agre­ga: «Hay tan­tos aspec­tos que nos influ­yen para tomar la deci­sión de no ser madres, como diver­sas son las mujeres.

No ser madre es una mane­ra de tran­si­tar el mun­do tan váli­da como ser­lo, nun­ca se nos ocu­rri­ría pen­sar en esos tér­mi­nos res­pec­to de los varones.

Las pre­sio­nes cons­tan­tes de la mater­ni­dad no son com­pa­ti­bles con el desa­rro­llo pro­fe­sio­nal, obli­ga a las muje­res a tener que ele­gir por una u otra, pos­ter­gán­do­se. La no adhe­sión a los roles de géne­ro, esca­par del man­da­to, por no que­rer ser madres, impli­ca una lucha con­tra todas las ins­ti­tu­cio­nes patriar­ca­les, pues estas muje­res (como las les­bia­nas, o las muje­res que abor­tan) se ale­jan de su géne­ro, y sue­len ser asi­mi­la­das al mode­lo mas­cu­lino, tam­bién con­si­de­ra­das excep­cio­na­les, es decir fue­ra de lo «nor­mal” ».

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