Quie­bra de McDonald´s en Bolivia

Des­pués de 14 años de pre­sen­cia en el país sud­ame­ri­cano, y a pesar de haber inten­ta­do todas las cam­pa­ñas ima­gi­na­bles, la cade­na grin­ga se vio obli­ga­da a cerrar los ocho res­to­ra­nes que man­te­nía abier­tos en las tres prin­ci­pa­les ciu­da­des del país: La Paz, Cocha­bam­ba y San­ta Cruz de la Sierra.

Se tra­ta del segun­do país lati­no­ame­ri­cano –tam­bién Cuba- que no ten­drá McDonald´s y el pri­mer país en el mun­do don­de la empre­sa cie­rra por tener sus núme­ros en rojo duran­te más de una década.

El impac­to para los crea­ti­vos y jefes de mar­ke­ting, que no aca­ban de supe­rar su frus­tra­ción, ha sido de tal fuer­za que gra­ba­ron un docu­men­tal titu­la­do ‘¿Por qué que­bró McDonald´s en Boli­via?’, don­de inten­tan expli­car de algún modo las razo­nes que lle­va­ron a los boli­via­nos a seguir pre­fi­rien­do las ricas empa­na­das a las frías hamburguesas.

Recha­zo cultural

El docu­men­tal inclu­ye repor­ta­jes a coci­ne­ros, soció­lo­gos, nutri­cio­nis­tas, edu­ca­do­res, his­to­ria­do­res y más, don­de hay una coin­ci­den­cia gene­ral: el recha­zo no es a las ham­bur­gue­sas ni a su gus­to, el recha­zo está en la men­ta­li­dad de los boli­via­nos. Todo indi­ca que el con­cep­to ‘fast-food’ es, lite­ral­men­te, la antí­te­sis de la con­cep­ción que un boli­viano tie­ne de cómo debe pre­pa­rar­se una comida.

En Boli­via, aun se con­ser­va el con­cep­to de la cul­tu­ra gas­tro­nó­mi­ca tra­di­cio­nal, en don­de el rito de la comi­da empie­za des­de deci­dir que se va a comer, ir al mer­ca­do a com­prar los ingre­dien­tes, con­vi­vir mien­tras se pre­pa­ran los ali­men­tos, la for­ma en que se pre­sen­tan y la mane­ra en que se sir­ven. La comi­da para ser bue­na requie­re, ade­más de gus­to, esme­ro e higie­ne, y sazón que se adquie­re con mucho tiem­po de pre­pa­ra­ción. Así es como valúa un con­su­mi­dor la cali­dad de lo que se lle­va al estómago.

La pri­me­ra quie­bra de McDonald´s en el mun­do repre­sen­tó un trau­ma para los yan­kees y sig­ni­fi­ca un gol­pe al capi­ta­lis­mo mer­can­ti­lis­ta comer­cial. La comi­da rápi­da, “no es para esta gen­te”, con­clu­ye­ron los gaba­chos. A tem­blar Coca-Cola.

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