“Esta­dos Uni­dos, Israel o Ingla­te­rra, ven­den armas al esta­do colom­biano y no les intere­sa la paz”- Entre­vis­ta de Ani­bal Gar­zón al abo­ga­do Eduar­do Carreño

Eduar­do Carre­ño, es un abo­ga­do de Dere­chos Huma­nos, miem­bro del Colec­ti­vo de abo­ga­dos José Alvear Res­tre­po, con más de 35 años de expe­rien­cia en las viven­cias duras del con­flic­to colombiano.

En su visi­ta a Boli­via fue invi­ta­do al pro­gra­ma CON-TEXTOS* de la radio Patria Nue­va para dar a cono­cer una reali­dad sobre las penu­rias de un con­flic­to olvi­da­do en muchos pue­blos her­ma­nos de Amé­ri­ca Latina

¿Por qué su visi­ta a Bolivia? 

Para noso­tros es muy impor­tan­te dar a cono­cer lo que está pasan­do en Colom­bia con las víc­ti­mas de crí­me­nes de esta­do. El tema de la devo­lu­ción de tie­rras que le roba­ron a los des­pla­za­dos, el juz­ga­mien­to de los polí­ti­cos vin­cu­la­dos con el para­mi­li­ta­ris­mo, el caso del Depar­ta­men­to Admi­nis­tra­ti­vo de Segu­ri­dad (DAS) como prue­ba feha­cien­te del terro­ris­mo de esta­do, el lla­ma­mien­to de los mili­ta­res que han sido vin­cu­la­dos a los pro­ce­sos por los lla­ma­dos Fal­sos Posi­ti­vos, o la pre­ten­sión del esta­do colom­biano de ampliar el fue­ro penal mili­tar para dejar estos crí­me­nes en la impu­ni­dad, son los temas cen­tra­les de la visi­ta para infor­mar al pue­blo boliviano.

¿Y por qué es impor­tan­te hacer esta cam­pa­ña a nivel latinoamericano?

Por que en la últi­ma eta­pa hemos vis­to que se pre­ten­de res­tar impor­tan­cia a la Cor­te Inter­ame­ri­ca­na de Dere­chos Huma­nos (CIDH) de la OEA y allí noso­tros hemos tra­mi­ta­do y se tra­mi­tan los casos fun­da­men­ta­les de las masa­cres socia­les en Colom­bia, casos tan impor­tan­tes como el exter­mi­nio polí­ti­co de la Unión Patrió­ti­ca en los años 80 y 90. Si se debi­li­ta esta ins­ti­tu­ción con nue­vas ins­tan­cias que se van a con­for­mar pues vemos muy incier­to el dere­cho de las víc­ti­mas en este contexto.

¿Qué impor­tan­cia jue­ga la CIDH cuan­do es un orga­nis­mo de la OEA, una ins­ti­tu­ción en momen­to de cri­sis con la crea­ción de otras ins­ti­tu­cio­nes regio­na­les en Amé­ri­ca Lati­na, como UNASUR o la CELAC?

Noso­tros cree­mos que para las víc­ti­mas la Comi­sión y la Cor­te Inter­ame­ri­ca­na son fun­da­men­ta­les dado que la impu­ni­dad en Colom­bia es casi del 99% en los crí­me­nes de esta­do. La Comi­sión ha decre­ta­do medi­das de pro­tec­ción casi para todos los diri­gen­tes polí­ti­cos de opo­si­ción de izquier­das, para movi­mien­tos sin­di­ca­les, movi­mien­tos indí­ge­nas o cam­pe­si­nos, y para defen­so­res de los Dere­chos Huma­nos y víc­ti­mas del con­flic­to. Sino fue­ra por esas medi­das los para­mi­li­ta­res y la fuer­za públi­ca nos hubie­ran ase­si­na­do hace mucho tiem­po. Por otra par­te los fallos que ha pro­du­ci­do impli­ca que se hayan abier­to nue­vos pro­ce­sos que en otras con­di­cio­nes hubie­ra sido impo­si­ble por que esta­ban cobi­ja­dos con fallos abso­lu­to­rios que bene­fi­cia­ban a los miem­bros de la fuer­za públi­ca pero que las prue­bas en los pro­ce­sos demos­tra­ban que eran cul­pa­bles. El hecho que se implan­te la pre­des­cre­di­bi­li­dad de los Crí­me­nes de Lesa Huma­ni­dad para noso­tros es muy impor­tan­te por que impli­ca reabrir los pro­ce­sos. Casos como la matan­za en el Pala­cio de Jus­ti­cia en 1985 hubie­ran sido impo­si­bles reabrir­los. Cree­mos que los pará­me­tros que fija la Comi­sión y la Cor­te en tér­mi­nos de lo que son los bene­fi­cia­rios de carác­ter mate­rial y moral por el daño cau­sa­do a las víc­ti­mas son impor­tan­tes. Sin estos pará­me­tros esta­ría­mos en cero.

¿Hay posi­bi­li­da­des de eli­mi­nar la para­po­lí­ti­ca colom­bia­na median­te el mis­mo sis­te­ma judi­cial estatal?

En sín­te­sis el con­gre­so colom­biano tie­ne 268 miem­bros de estos 132 están sien­do inves­ti­ga­dos por la Sala Penal de la Cor­te, y de estos 60 han sido con­de­na­dos y pre­sos entre 6 y 9 años de pri­sión por cone­xio­nes con la estruc­tu­ra para­mi­li­tar, inclu­so está con­de­na­do Mario Uri­be, el pri­mo del expre­si­den­te Álva­ro Uri­be. Y lo que pedi­mos como soli­da­ri­dad inter­na­cio­nal en varios con­gre­sos en Amé­ri­ca lati­na es que pre­sio­nen los pue­blos lati­no­ame­ri­ca­nos a la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia de Colom­bia para que juz­guen a los 72 que fal­tan y ter­mi­nen con los fallos, sean abso­lu­to­rios o con­de­na­to­rios. Lo que no sea pue­de acep­tar es que estos con­gre­sis­tas sigan legis­lan­do en bene­fi­cio pro­pio y de la estruc­tu­ra cri­mi­nal. Este fenó­meno, a dife­ren­cia de lo que podría suce­der en otros paí­ses, en Colom­bia no pro­du­ce una caí­da del gobierno. Por el con­tra­rio los fami­lia­res de los con­de­na­dos son aho­ra sena­do­res o repre­sen­tan­tes por que las estruc­tu­ras polí­ti­cas no han cam­bia­do. En las elec­cio­nes del año pasa­do los can­di­da­tos a par­la­men­ta­rios fue­ron la espo­sa, hijos, her­ma­nos, o alle­ga­dos de los con­gre­sis­tas cri­mi­na­li­za­dos. Pode­mos decir que éti­ca­men­te no es lo mejor pero tam­po­co pode­mos afir­mar que los fami­lia­res come­tie­ron los mis­mos deli­tos, pero cree­mos que estos pro­ce­sos deben ter­mi­nar por que lle­va­mos cer­ca de 7 años en estos juicios.

¿Con estos datos pode­mos decir que Colom­bia es una dic­ta­du­ra de corrup­tos o una democracia?

Noso­tros tene­mos que afir­mar que quie­nes gobier­nan Colom­bia tra­di­cio­nal­men­te son per­so­nas muy inte­li­gen­tes y mane­jan los sis­te­mas jurí­di­cos nacio­na­les e inter­na­cio­na­les con sol­ven­cia. Des­de el sur­gi­mien­to de los movi­mien­tos gue­rri­lle­ros en la épo­ca de los años 60 has­ta la fecha las orga­ni­za­cio­nes de los Dere­chos Huma­nos hemos ido reco­gien­do la infor­ma­ción del núme­ro de víc­ti­mas exis­ten­tes y pode­mos afir­mar que del año 65 has­ta el 2011 mas o menos tene­mos 62.000 casos de dete­ni­dos y des­apa­re­ci­dos, rati­fi­ca­do por la Fis­ca­lía Gene­ral de la Nación, 250.000 per­so­nas eje­cu­ta­das extra­ju­di­cial­men­te o en Fal­sos Posi­ti­vos, y per­ma­ne­cien­do el 99% de los casos en la impu­ni­dad. Por eso es impor­tan­te en los fallos uti­li­zar la Comi­sión de la CIDH que hay un pun­to de jus­ti­cia y sobre esa base siem­pre se ha pedi­do que se reac­ti­ven las inves­ti­ga­cio­nes y ahí es don­de se acla­ran muchos de estos pro­ce­sos. La Ofi­ci­na del Alto Comi­sio­na­do de la ONU tie­ne la ofi­ci­na más gran­de en Colom­bia y una de las reco­men­da­cio­nes siem­pre es crear uni­da­des espe­cia­les de inves­ti­ga­ción de DDHH en la fis­ca­lía o jue­ces espe­cia­li­za­dos ara resol­ver estos pro­ce­sos y por eso se avan­za en ese peque­ño mar­co. Igual tene­mos cer­ca de 7500 pre­sos polí­ti­cos en las cár­ce­les en alta o media­na seguridad.

¿Todos los casos que comen­tas están liga­dos con las FARC?

Están acu­sa­dos de ser o miem­bros de la gue­rri­lla del EPL, del ELN o de las FARC. Pero hemos habla­do con los gru­pos de Dere­chos Huma­nos y la mayo­ría de estas per­so­nas no son gue­rri­lle­ros, sino indí­ge­nas, cam­pe­si­nos, estu­dian­tes, pobla­do­res o en la últi­ma eta­pa defen­so­res de los Dere­chos Humanos.

¿Qué actua­li­dad vive aho­ra el con­flic­to arma­do en Colombia? 

Anual­men­te el esta­do colom­biano está depor­tan­do, depen­de las cifras que dan, entre 4 mil y 10 mil gue­rri­lle­ros de baja. Pero los cadá­ve­res no se han pre­sen­ta­do, sal­vo en casos excep­cio­na­les don­de ellos tie­nen el con­trol de los terri­to­rios. Los mili­ta­res dicen que en las con­fron­ta­cio­nes las gue­rri­llas se lle­van a sus cadá­ve­res, sal­vo los cadá­ve­res que se dan en los cam­pa­men­tos gue­rri­lle­ros don­de que­dan ahí y lo reco­gen los miem­bros de la fuer­za públi­ca para pre­sen­tar­los. En reali­dad la gue­rri­lla no infor­ma de las bajas ofi­cia­les pero los mili­ta­res si repor­tan sobre sus pro­pios heri­dos que apa­re­cen en el hos­pi­tal mili­tar o los que falle­cen en com­ba­te, y esta­mos hablan­do de un pro­me­dio de 2000 mili­ta­res muer­tos anua­les y cer­ca de 5000 heridos.

¿Qué otras víc­ti­mas hay en el conflicto?

Están las vic­ti­mas liga­das a zonas exclu­si­vas de con­trol para­mi­li­tar don­de para noso­tros el para­mi­li­ta­ris­mo es una polí­ti­ca ofi­cial del esta­do des­de orí­ge­nes, en los años 65, y actúan en zonas don­de hay pre­sen­cia públi­ca. Si no hay ejér­ci­to no hay para­mi­li­ta­res en la zona pero para efec­to de deba­te se pre­sen­tan como acto­res inde­pen­dien­tes del estado.

¿Hay posi­bi­li­da­des de algún pro­ce­so de paz, des­pués del geno­ci­dio de la Unión Patriótica?

Este acuer­do polí­ti­co his­tó­ri­co, de los años 80, sus­cri­to con el expre­si­den­te Beli­sa­rio Betan­court, del Par­ti­do Con­ser­va­dor, efec­ti­va­men­te da lugar al ini­cio de esta orga­ni­za­ción, la Unión Patrió­ti­ca (UP). Hubo un sec­tor del movi­mien­to gue­rri­lle­ro, peque­ño por eso, que pasó a ejer­ci­tar la polí­ti­ca legal en la UP pero al lado de ellos se vin­cu­la­ron per­so­nas de dife­ren­tes estra­tos, sec­to­res de pobla­ción, etc. Cuan­do par­ti­ci­pan en la pri­me­ra cam­pa­ña elec­to­ral ellos pasan a ser el 6% de los votan­tes, cosa que nun­ca había teni­do la opo­si­ción de izquier­das en Colom­bia con un máxi­mo del 1,2 %. Esto gene­ró una reac­ción muy fuer­te por par­te del sis­te­ma y empe­zó un pro­ce­so de repre­sión sis­te­má­ti­ca de los miem­bros de la UP que la exter­mi­na­ron en 10 años. Tam­bién la mayo­ría de los gue­rri­lle­ros que salie­ron a hacer polí­ti­ca retor­na­ron a la gue­rri­lla como defen­sa y quie­nes fue­ron exter­mi­na­dos eran per­so­nas que no tenían nada que ver con la gue­rri­lla. No se muy bien la cifra pero el caso está pre­sen­ta­do con 4.300 per­so­nas ase­si­na­das de las cua­les cer­ca de 250 eran fun­cio­na­rios del esta­do, con­ce­ja­les, dipu­tados, repre­sen­tan­tes de ins­ti­tu­cio­nes, etc., De los miem­bros de los cuer­pos cole­gia­dos solo sobre­vi­vie­ron dos per­so­nas, Her­nán Mot­ta exi­lia­do en Sui­za, y la direc­to­ra de la UP, Aída Abe­lla, que tam­bién está allí. El año pasa­do la CIDH con­de­nó al esta­do colom­biano por homi­ci­dio de Manuel Cepe­da, el últi­mo de los miem­bros de la UP ase­si­na­do en una ope­ra­ción con­jun­ta entre para­mi­li­ta­res y mili­ta­res. Esto es impor­tan­te por que si estos casos no se plan­tean públi­ca­men­te cómo se gene­ran garan­tías para que haya pro­ce­sos de par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca cuan­do el esta­do his­tó­ri­ca­men­te ha teni­do como de cos­tum­bre eli­mi­nar al opo­si­tor polí­ti­co. Por eso se requie­re que haya un fuer­te acom­pa­ña­mien­to de carác­ter inter­na­cio­nal por par­te de los esta­dos para acom­pa­ñar a los polí­ti­cos de opo­si­ción de izquier­das, a los movi­mien­tos socia­les y a las víc­ti­mas de los crí­me­nes de estado.

¿Cuán­tos colom­bia­nos hay des­pla­za­dos y refu­gia­dos en paí­ses vecinos?

Uno de los paí­ses que reci­be des­pla­za­dos por la fron­te­ra es Ecua­dor. Allí el gobierno de Rafel Correa ofi­cial­men­te ha reco­no­ci­do como refu­gia­dos a 70.000 colom­bia­nos para ser lega­li­za­dos, y tener todos los bene­fi­cios como cual­quier per­so­na nacio­nal, como tener pro­gra­mas de capa­ci­ta­ción y vin­cu­la­ción labo­ral. De des­pla­za­dos inter­nos des­de 1982 has­ta 2011 se han con­ta­bi­li­za­do cer­ca de 6 millo­nes de personas.

Y en un país de gue­rra y con tan­tos ase­si­na­tos, como en el caso de los para­mi­li­ta­res que son ile­ga­les ofi­cial­men­te, ¿cómo esté el tema de la ley para por­tar armas en Colombia?

En el caso de la ley de por­te de armas el año pasa­do pidie­ron la ley de segu­ri­dad ciu­da­da­na que aumen­ta las penas sus­tan­cial­men­te para el por­ta­dor de armas. Las penas son de9 a11 años sin bene­fi­cios, y las de uso pri­va­do de12 a15 años sin bene­fi­cios. Esto quie­re decir que es más prác­ti­co aso­ciar­se al para­mi­li­ta­ris­mo o a la gue­rri­lla, que no se con­si­de­ran de uso pri­va­do, por que las penas para estas per­so­nas son inferiores.

Has comen­ta­do varias veces la estra­te­gia mili­tar de los Fal­sos Posi­ti­vos, ¿a qué te refie­res con ello?

En el gobierno de Uri­be se esta­ble­ció una polí­ti­ca de recom­pen­sar a los miem­bros de la fuer­za públi­ca por accio­nes que die­ran de baja a gue­rri­lle­ros. A raíz de un caso gra­ve cer­ca de Bogo­ta en el año 2008, don­de 28 pobla­do­res fue­ron lle­va­dos a zonas del Mag­da­le­na Medio y fue­ron pre­sen­ta­dos como gue­rri­lle­ros dados de baja en com­ba­te, las fami­lias se orga­ni­za­ron con la Defen­so­ría del Pue­blo y demos­tra­ron que estas per­so­nas no eran vin­cu­la­das a la gue­rri­lla y se hicie­ron las prue­bas téc­ni­cas por el Ins­ti­tu­to de Medi­ci­na Legal y se demos­tró que eran par­ti­cu­la­res. Como con­se­cuen­cia de ello se pro­du­jo un gran escán­da­lo a nivel nacio­nal. Hoy tene­mos cer­ca de 3.200 casos docu­men­ta­dos de este tipo de eje­cu­cio­nes como Fal­sos Posi­ti­vos y tene­mos cer­ca de 12.000 mili­ta­res impli­ca­dos por que ellos fir­ma­ron las eje­cu­cio­nes para reci­bir los bene­fi­cios mate­ria­les. Ellos son res­pon­sa­bles de esas eje­cu­cio­nes y la mayo­ría de ellos fue­ron dete­ni­dos, pero por un mane­jo de pro­ce­di­mien­to don­de siem­pre se enfer­ma­ba el abo­ga­do o el pre­so se dila­ta­ron los pro­ce­sos y hoy en día la mayo­ría de los acu­sa­dos estén en liber­tad por ven­ci­mien­to de tér­mi­nos. En estos casos sola­men­te se ha con­de­na­do has­ta aho­ra a 35 mili­ta­res de 12000.

A todo esto, lo que esta­mos pidien­do en Amé­ri­ca a nivel de todas las víc­ti­mas es que haya pro­nun­cia­mien­tos fren­tes a la admi­nis­tra­ción de Colom­bia para que se agi­li­cen estos pro­ce­sos y para que no se vaya apro­bar una ini­cia­ti­va del Pre­si­den­te San­tos, que fue Minis­tro de Defen­sa, que esta pidien­do la amplia­ción del fue­ro penal mili­tar para que todos estos pro­ce­sos regre­sen a la jus­ti­cia mili­tar y ahí se con­so­li­de la impu­ni­dad abso­lu­ta. Cuan­do la CIDH ha defi­ni­do que si hay casos de vio­la­ción de DDHH estos siem­pre tie­ne que ser inves­ti­ga­dos por la juris­dic­ción ordinaria.

¿Enton­ces cómo solu­cio­nar el conflicto? 

Plan­te­mos noso­tros la nece­si­dad de solu­cio­nar el con­flic­to des­de hace mucho tiem­po, pero hay una des­con­fian­za total entre las par­tes que están enfren­ta­das, ade­más de los gran­des intere­ses eco­nó­mi­cos que están detrás de la gue­rra. Esta­dos Uni­dos, Israel o Ingla­te­rra, que ven­den armas al esta­do colom­biano y no le intere­sa la paz. El pre­su­pues­to nacio­nal tie­ne cer­ca del 40% des­ti­na­do a la gue­rra, sumas gran­des. Por eso deci­mos que es muy impor­tan­te la par­ti­ci­pa­ción de los gobier­nos de Amé­ri­ca Lati­na para que acom­pa­ñen al pro­ce­so de paz y se sien­ten todas las par­tes en con­flic­to en el pro­ce­so de nego­cia­ción y para lo que se acuer­de des­pués sea cum­pli­do por las par­tes y que ese acom­pa­ña­mien­to siga has­ta que se de por cul­mi­na­do el cum­pli­mien­to total de los acuer­dos y poda­mos decir que hay paz en tér­mi­nos militares.

Los medios de comu­ni­ca­ción en un con­flic­to arma­do tie­nen un papel des­ta­ca­do. ¿Bene­fi­cian o perjudican?

Lo que los medios pre­gun­tan a Pie­dad Cór­do­ba es, por ejem­plo, cuán­do ella va a orde­na­dor la libe­ra­ción de los pre­sos de las FARC, como si fue­ra la coman­dan­te, se ter­gi­ver­sa la reali­dad. Los tér­mi­nos son per­ver­sos en la pren­sa, en lugar de pre­sos polí­ti­cos se les lla­ma secues­tra­dos. La faci­li­ta­ción mediá­ti­ca se debe desa­rro­llar dicien­do cuál es el papel de cada actor, de la Cruz Roja Inter­na­cio­nal, el papel de media­do­res como Bra­sil que faci­li­ta heli­cóp­te­ros para que libe­re la gue­rri­lla a sus pre­sos,… pero un deba­te sobre esto no es posi­ble hacer­lo en Colom­bia. Es difí­cil que la pobla­ción colom­bia­na apo­ye una sali­da nego­cia­da si el estí­mu­lo mediá­ti­co cons­tan­te­men­te es apo­yar la solu­ción mili­tar y la derro­ta del enemi­go. Así hay pro­ble­mas para inser­tar a media­do­res de paz o nego­cia­do­res. Y cree­mos que es lo con­tra­rio, por esa vía vamos a tener gue­rra toda la vida.

¿El papel de las FARC gene­ra algu­na con­se­cuen­cia nega­ti­va a la izquier­da colombiana? 

Hacien­do hipó­te­sis, si con la UP, como hemos dicho, se pasó a ser el 6% de votos, y si la exgue­rri­lla urba­na del M‑19 entró al pro­ce­so de la cons­ti­tu­yen­te en 1991 y en las elec­cio­nes de 70 con­gre­sis­tas sacó 19, pues si aho­ra entra­ra un pro­ce­so de paz y el movi­mien­to gue­rri­lle­ro hicie­ra una nue­va cons­ti­tu­ción para inser­tar­se en la vida polí­ti­ca ins­ti­tu­cio­nal es posi­ble que las fuer­zas serian gran­des. El pro­ble­ma del mane­jo polí­ti­co del sis­te­ma fren­te a los movi­mien­tos socia­les crí­ti­cos o a quien opi­ne dis­tin­to es que siem­pre se uti­li­za la estig­ma­ti­za­ción para des­ca­li­fi­car sus peti­cio­nes. Uno no pue­de decir que los indí­ge­nas que recla­man sus tie­rras sean gue­rri­lle­ros, cuan­do las tie­rras ori­gi­na­ria­men­te son de ellos. No hay que con­fun­dir las peti­cio­nes de los movi­mien­tos socia­les con las aspi­ra­cio­nes de la gue­rri­lla, ade­más muchas veces los mis­mos movi­mien­tos socia­les son más intran­si­gen­tes que los movi­mien­tos gue­rri­lle­ros. En el tema de res­ti­tu­ción o evo­lu­ción de sus res­guar­dos ellos son más radi­ca­les que cual­quier movi­mien­to gue­rri­lle­ro, y por ello no se pue­de decir que el movi­mien­to gue­rri­lle­ro diri­ge a los demás movi­mien­tos socia­les. Esa es la prin­ci­pal crí­ti­ca que se ha hecho de por qué se eli­mi­nan fun­da­men­tal­men­te a orga­ni­za­cio­nes socia­les que tra­ba­jan en la lega­li­dad por un esta­do de derecho.

¿A quién no le con­vie­ne que se aca­be la gue­rra en Colombia?

A las gran­des empre­sas trans­na­cio­na­les no les con­vie­ne. Pue­den tra­ba­jar las empre­sas mejor en un con­tex­to de paz pero ten­drían que dar mayo­res rega­lías al esta­do colom­biano y a las pobla­cio­nes. Actual­men­te paga­mos noso­tros para que nos roben los recur­sos natu­ra­les. Como hay un con­flic­to arma­do se debe dar faci­li­da­des para que las mul­ti­na­cio­na­les invier­tan. Ade­más, los gran­des terra­te­nien­tes ten­drían que devol­ver las tie­rras que le roba­ron a las vic­ti­mas y los gran­des empre­sa­rios se verían afec­ta­dos por que los impues­tos serian gra­ba­dos en tér­mi­nos supe­rio­res y no des­ti­na­rían dine­ro para la gue­rra, y los polí­ti­cos aso­cia­dos con el para­mi­li­ta­ris­mo per­de­rían su posición.

¿Y qué es el Plan Colombia? 

Teó­ri­ca­men­te es un plan de lucha con­tra el nar­co­trá­fi­co para la erra­di­ca­ción de los cul­ti­vos de coca y pro­ce­sa­mien­to que se imple­men­tó en 1998 y está actual­men­te en la fase III. Impli­ca que EUA sumi­nis­tre el arma­men­to, equi­pos, quí­mi­cos, entre­na­mien­to mili­tar al eje­ci­to colom­biano y saté­li­tes para ubi­car las zonas de cul­ti­vo. Y en un pro­ce­so de 4 años se tenía que erra­di­car el 50% y en 6 años aca­bar el cul­ti­vo. Sino se hacia se auto­ri­za­ba que EUA podía hacer toda la ope­ra­ción y en la II Fase del Plan Esta­dos Uni­dos metió sus bases mili­ta­res. Si no hubie­se sido por UNASUR don­de se dis­cu­tió la inva­sión a Ecua­dor en 2008 con la muer­te del diri­gen­te de las FARC Raúl Reyes no cono­ce­ría­mos el tex­to del docu­men­to sobre las 7 bases mili­ta­res de Esta­dos Uni­dos en Colom­bia. Al dar­lo a cono­cer públi­ca­men­te noso­tros deman­da­mos la situa­ción en la cor­te cons­ti­tu­cio­nal por que es un con­ve­nio que vio­la la sobe­ra­nía nacio­nal al esta­ble­cer las 7 bases y que el esta­do colom­biano ofre­cie­ra la tota­li­dad de las bases colom­bia­nas para uso de EUA, 37 bases mili­ta­res. Pero EUA dijo que solo nece­si­ta 7 por que hay limi­tan­tes inter­nas de per­so­nal que solo pue­den sacar 800 mili­ta­res acti­vos y 600 con­tra­tis­tas civi­les, y por eso esco­gie­ron esas 7 fun­da­men­ta­les. Al decla­ra­se la incons­ti­tu­cio­na­li­dad no vie­ron pro­ble­ma y siguie­ron en la fase III del Plan que impli­ca que sigue toda la ase­so­ría mili­tar para las fumi­ga­cio­nes, pero noso­tros no sabe­mos quie­nes están en esto por que los mili­ta­res de EUA no entran a Colom­bia por el Depar­ta­men­to de Extran­je­ría sino direc­ta­men­te a las bases mili­ta­res. Ade­más, adi­cio­nal­men­te fir­ma­ron un pro­to­co­lo don­de Colom­bia soli­ci­ta no inves­ti­gar en la CIDH los crí­me­nes come­ti­dos por los mili­ta­res nor­te­ame­ri­ca­nos. El Pan Colom­bia no sola­men­te eli­mi­nó los cul­ti­vos de coca sino que aumen­ta­ron, pasan­do de gran­des terri­to­rios a cul­ti­vos en tie­rras peque­ñas en la selva.

¿Usted como abo­ga­do de Dere­chos Huma­nos y cono­cer de todas las masa­cres y vio­la­cio­nes del esta­do colom­biano con­tra los enemi­gos polí­ti­cos y jurí­di­cos se sien­te tran­qui­lo en su país? 

No esta­mos tran­qui­los, por que esta­mos ame­na­za­dos, somos obje­ti­vos mili­ta­res de fuer­zas públi­cas dis­fra­za­das de para­mi­li­ta­res, pero tene­mos medios de pro­tec­ción de la CIDH y acom­pa­ña­mien­to inter­na­cio­nal de Bri­ga­das de Paz.

* Comu­ni­ca­do­res del Pro­gra­ma CON-TEXTOS en la radio Patria Nue­va de Boli­via, Andrés Sal.lari y Ricar­do Bajo.

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