Mil tareas dis­tin­tas y una cau­sa común- Jesús Valentzia

El inter­na­cio­na­lis­mo no es bene­fi­cien­cia, ni Eus­kal Herri­ko Lagu­nak (ami­gos de Eus­kal Herria) un movi­mien­to de volun­ta­ria­do para la coope­ra­ción. Son acti­vis­tas con lúci­da con­cien­cia política.

Fue uno de los momen­tos más emo­ti­vos de aquel inol­vi­da­ble 7 de enero. Avan­za­ban con difi­cul­tad entre una mul­ti­tud que les reci­bía con aplau­sos cáli­dos. El fla­mear de sus ban­de­ras deja­ba al des­cu­bier­to sus dife­ren­tes pro­ce­den­cias; se tra­ta­ba de la bri­ga­da inter­na­cio­na­lis­ta. Per­so­nas lle­ga­das a Bil­bo para dejar cons­tan­cia de que la lucha popu­lar de Eus­kal Herria es com­par­ti­da, y de que los pre­sos y pre­sas vas­cas no están solos. No acu­die­ron en bus­ca de reco­no­ci­mien­to, pero encon­tra­ron la más ape­te­ci­da gra­ti­fi­ca­ción: «Reci­bi­mos el aplau­so de los fami­lia­res de los pre­sos; fue la mejor recom­pen­sa al tra­ba­jo que realizamos».

La Sex­ta Sema­na Inter­na­cio­nal de Soli­da­ri­dad con Eus­kal Herria ‑recién con­clui­da- ha vuel­to a dejar cons­tan­cia de la sim­pa­tía y com­pli­ci­da­des que nues­tra cau­sa pro­vo­ca. Aska­pe­na se hizo acom­pa­ñar de otros agen­tes socia­les vas­cos y todos ellos gol­pea­ron las alda­bas de Eus­kal Herri­ko Lagunak.Bastó aquel reque­ri­mien­to para que muchas puer­tas ami­gas se abrie­ran de par en par en quin­ce paí­ses dife­ren­tes. Enu­me­rar todas sus res­pues­tas resul­ta­ría tedio­so, pero el agra­de­cer­las obli­ga­do. Las char­las pre­ce­die­ron a los deba­tes y estos a las cenas soli­da­rias; las pro­yec­cio­nes sobre la reali­dad vas­ca fue­ron acom­pa­ña­das de con­cen­tra­cio­nes; la toma rei­vin­di­ca­ti­va de algu­nas calles bonae­ren­ses fue un anti­ci­po de la con­cu­rri­da mani­fes­ta­ción de Milán. Ini­cia­ti­vas que han reque­ri­do inte­rés pre­vio, dedi­ca­ción con­cien­zu­da y, por enci­ma de todo, afi­ni­da­des. Cada acto, más allá de las per­so­nas que con­gre­ga­ra, supo­nía un res­pal­do impres­cin­di­ble a nues­tras rei­vin­di­ca­cio­nes nacio­na­les y sociales.

Pero el inter­na­cio­na­lis­mo no es bene­fi­cen­cia ni Eus­kal Herri­ko Lagu­nak un movi­mien­to de volun­ta­ria­do para la coope­ra­ción. Se tra­ta de gen­tes com­pro­me­ti­das con las cau­sas de sus res­pec­ti­vos pue­blos y con las rei­vin­di­ca­cio­nes de su pro­pia cla­se. Acti­vis­tas que hacen gala de una lúci­da con­cien­cia polí­ti­ca y de un com­pro­mi­so exi­gen­te. Lucha­do­res incan­sa­bles por la uto­pía de un mun­do nue­vo sin man­gan­tes ni sin­ver­güen­zas que nos explo­ten. Nun­ca han pedi­do nada a cam­bio del apo­yo que nos brin­dan, pero su soli­da­ri­dad mere­ce el ejer­ci­cio de la corres­pon­den­cia. El inter­na­cio­na­lis­mo se com­ple­men­ta en la reci­pro­ci­dad. ¿Cómo no pres­tar aten­ción a las rei­vin­di­ca­cio­nes de estos gru­pos cuan­do ellos se han intere­sa­do por las nues­tras? ¿Cómo no apo­yar sus luchas cuan­do ellos asu­men desin­te­re­sa­da­men­te las de Eus­kal Herria? Un pue­blo que ha sido res­pal­da­do debe­ría desa­rro­llar la prác­ti­ca internacionalista.

Lo que nos une con todas estas per­so­nas no es la exó­ti­ca sim­pa­tía que alguien pudie­ra sen­tir por un pue­blo tenaz y com­ba­ti­vo. Nos agru­pa el reco­no­ci­mien­to mutuo y el res­pe­to que mutua­men­te nos con­ce­de­mos. En la base de este ejer­ci­cio soli­da­rio está el con­ven­ci­mien­to de que somos par­te de un mis­mo pro­yec­to pla­ne­ta­rio. Cada lla­ma revo­lu­cio­na­ria que se encien­de alum­bra a toda la huma­ni­dad. Y en la vic­to­ria que con­si­gue cual­quier pue­blo resul­tan triun­fa­do­res todos los pue­blos del mun­do. La cau­sa de la jus­ti­cia nos con­vo­ca y nos enri­que­ce a todos.

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