Ver­da­des, fal­se­da­des y heca­tom­bes nuclea­res-Sal­va­dor López Arnal

Se han cum­pli­do recien­te­men­te los seis pri­me­ros meses de la heca­tom­be nuclear de Fukushi­ma. El minis­tro japo­nés de Eco­no­mía se ha vis­to obli­ga­do a dimi­tir por haber habla­do de “ciu­da­des muer­tas” al refe­rir­se a los alre­de­do­res desér­ti­cos de la cen­tral duran­te su visi­ta. “Es tris­te decir­lo, pero esas pobla­cio­nes son como ciu­da­des muer­tas, sin un alma a la vis­ta” [1] Yoshio Hachi­ro, el minis­tro en cues­tión, “hizo el ges­to de rozar su tra­je con un perio­dis­ta dicien­do que corría el ries­go de con­ta­mi­nar­se con radio­ac­ti­vi­dad” [2]. ¡Era una bro­ma, una estú­pi­da bro­ma! Un “chist” de que diría el Mon­ti­lla de “Polò­nia”.

¿Es razo­na­ble la dimi­sión del minis­tro? Lo es. La insen­si­bi­li­dad y las fal­se­da­des se han ido acu­mu­lan­do. Uno de los peo­res capí­tu­los de esta obra inaca­ba­da pue­de ser­vir de ober­tu­ra wag­ne­ria­na. David Bru­nat infor­ma­ba de ello a prin­ci­pios de agos­to de 2011 [3].

El Gobierno japo­nés per­mi­tió que miles de per­so­nas se expu­sie­ran a dosis de radia­ción extre­mas duran­te los días pos­te­rio­res al tsu­na­mi que des­tro­zó la cen­tral de Fukushi­ma-Daii­chi. Lo más lamen­ta­ble es que no hizo nada para evi­tar­lo. “Mien­tras los eva­cua­dos de la ciu­dad de Namie, a esca­sos 8 kiló­me­tros de la cen­tral, se refu­gia­ban en la región de Tsushi­ma, con­si­de­ra­da por todos un lugar segu­ro, lo que en reali­dad hacían era colo­car­se jus­to en la direc­ción en la que el vien­to trans­por­ta­ba millo­nes de par­tí­cu­las radiac­ti­vas”. ¿Por qué? Por­que todo el mun­do esta­ba con­ven­ci­do de que el vien­to sopla­ba hacia el sur (Tsushi­ma está al noroes­te del país). ¿Todos? “Todos sal­vo Tokio, que supo gra­cias a sus sis­te­mas de medi­ción que el vien­to gira­ba hacia Tsushi­ma y no dijo nada”. ¿Por qué? Para aho­rrar­se, la pela es la pela, “los enor­mes gas­tos de tener que ampliar mucho más el radio de eva­cua­ción y para impe­dir que sur­gie­ra una nue­va olea­da de crí­ti­cas”. Duran­te las sema­nas pos­te­rio­res a la catás­tro­fe de mar­zo de 2011, miles de per­so­nas hicie­ron “vida nor­mal”, sin que el gobierno “lle­ga­ra nun­ca a abrir la boca. Como si se tra­ta­ra de coba­yas huma­nas o un sim­ple daño cola­te­ral, un pea­je que hay que pagar para con­ser­var la ima­gen del Gobierno” y, aña­do yo, la esca­sa peli­gro­si­dad de la indus­tria nuclear y, por des­con­ta­do, la ima­gen del logo TEPCO.

No está mal para empe­zar. Hay más.

Más de 155.000 per­so­nas se han que­da­do sin casa tras aban­do­nar ciu­da­des como Mina­mi­so­ma y Namie, según ha publi­ca­do el Mai­ni­chi Shim­bun, uno de los rota­ti­vos más impor­tan­tes de Japón [4]. Muchos ciu­da­da­nos jamás vol­ve­rán a ver sus hoga­res, des­pués de que Nao­to Kan, ex pri­mer minis­tro, reco­no­cie­ra por pri­me­ra vez, días antes de dejar, el car­go que el entorno afec­ta­do per­ma­ne­ce­rá inha­bi­ta­ble duran­te déca­das (sin pre­ci­sar) debi­do a la alta radia­ción. Con el obje­ti­vo de des­ha­cer­se de la basu­ra tóxi­ca, ha seña­la­do Javier Salas, se ha plan­tea­do la posi­bi­li­dad de hacer de la nece­si­dad vir­tud y apro­ve­char la situa­ción de Fukushi­ma para con­ver­tir el lugar en un depó­si­to de resi­duos radiac­ti­vos. El lega­do de la indus­tria (nuclear) es el lega­do de la indus­tria (nuclear).

El por­ta­voz del nue­vo pri­mer minis­tro, Yoshihi­ko Noda, ha seña­la­do que Japón ten­drá que gas­tar unos 2.000 millo­nes de euros en las pri­me­ras labo­res –vale la pena insis­tir: en las pri­me­ras labo­res- de “des­con­ta­mi­na­ción de las áreas resi­den­cia­les, en la reco­gi­da de los resi­duos y en la lim­pie­za de los terre­nos afec­ta­dos”. Jun­to a los más de 100.000 eva­cua­dos for­zo­sos, las auto­ri­da­des admi­ten que a lo lar­go de estos seis meses otras 55.000 per­so­nas han aban­do­na­do otras áreas de la pre­fec­tu­ra de Fukushi­ma (que no están den­tro de las zonas de exclu­sión guber­na­men­ta­les). Han deci­di­do mar­char­se de sus vivien­das por sus pro­pios moti­vos; una impor­tan­te razón para ello: la desconfianza.

¿Des­con­fian­za jus­ti­fi­ca­da? Des­de lue­go. A prin­ci­pios de sep­tiem­bre, el Minis­te­rio de Cien­cia nipón des­ve­ló que más de una trein­te­na de luga­res, tam­bién fue­ra de la zona eva­cua­da, regis­tran nive­les de con­ta­mi­na­ción radiac­ti­va tan altos como los que obli­ga­ron a eva­cuar pobla­cio­nes del entorno de Cher­nó­bil. Ni más ni menos. Se sabe aho­ra que el total de par­tí­cu­las noci­vas des­pe­di­das tras el acci­den­te es el doble de lo admi­ti­do ini­cial­men­te por la empre­sa y las autoridades.Muy recien­te­men­te la mis­mí­si­ma Agen­cia Japo­ne­sa para Ener­gía Ató­mi­ca, nada pro­cli­ve a la crí­ti­ca anti­nu­clear, reve­ló que los nive­les de radia­ción regis­tra­dos en el mar son más de tres veces supe­rio­res a los cal­cu­la­dos ini­cial­men­te por Tep­co, la gran cor­po­ra­ción eléc­tri­ca: los inves­ti­ga­do­res de la agen­cia, infor­ma Salas, han ele­va­do la cifra de bec­que­re­lios libe­ra­dos al Pací­fi­co has­ta los 15.000 billo­nes fren­te a los 4.700 billo­nes esti­ma­dos por la com­pa­ñía (más de tres veces más). La empre­sa no sumó la con­ta­mi­na­ción radiac­ti­va que cayó al mar tras ser emi­ti­da al aire por los núcleos fun­di­dos de los tres reac­to­res. ¡Vaya por Dios! ¡Qué error tan curioso!

Algu­nos nudos dia­léc­ti­cos más. Se ase­gu­ró ini­cial­men­te, tras el acci­den­te, que ni el terre­mo­to ni el tsu­na­mi ni las explo­sio­nes pos­te­rio­res habían afec­ta­do a los reac­to­res; se supo más tar­de, pero el gobierno y TEPCO cono­cían ya el dato, que hubo fusión de los núcleos de los reac­to­res 1,2 y 3 de la cen­tral, lo que, sin duda, supu­so la libe­ra­ción de enor­mes can­ti­da­des de mate­ria­les tóxi­cos. La indus­tria nuclear en Japón, y en muchos otros luga­res del mun­do, sue­le sos­te­ner que, has­ta que están des­bor­da­das, la mejor ubi­ca­ción para alber­gar el com­bus­ti­ble ató­mi­co gas­ta­do, los resi­duos, son las pis­ci­nas ubi­ca­das en el inte­rior de las cen­tra­les, sin embar­go algu­nos exper­tos y cien­tí­fi­cos han apun­ta­do, tras la situa­ción vivi­da en Fukushi­ma, que la ubi­ca­ción de estas cen­tra­les ha mos­tra­do ser un pro­ble­ma aña­di­do de segu­ri­dad. Fukushi­ma no es Cher­nó­bil se dijo una y mil veces; el 11 de abril, un mes des­pués del acci­den­te, el regu­la­dor japo­nés de ener­gía ató­mi­ca cali­fi­ca­ba el acci­den­te como de nivel 7 de la esca­la INES (el mis­mo que el de la cen­tral ucra­nia­na). El gran cien­tí­fi­co fran­co-bar­ce­lo­nés Eduard Rodrí­guez Farré lo apun­tó con cla­ri­dad uno o dos días des­pués, el lema se hizo céle­bre: “Esta­mos ante un Cher­nó­bil a cáma­ra len­ta”. Tep­co, la gran y muy sos­pe­cho­sa cor­po­ra­ción nipo­na, su currí­cu­lum ató­mi­co pro­du­ce tem­blo­res, apun­tó en gene­ral a fac­to­res exter­nos impre­vi­si­bles: terre­mo­to, tsu­na­mi, mala suer­te, etc. Inves­ti­ga­cio­nes pos­te­rio­res, han pues­to al des­cu­bier­to no sólo que gran par­te de lo afir­ma­do sobre la segu­ri­dad de la cen­tral era un cuen­to fal­sa­rio para cre­yen­tes acrí­ti­cos sino que, inme­dia­ta­men­te des­pués del acci­den­te, TEPCO vaci­ló duran­te horas por­que dudó –el capi­ta­lis­mo en esta­do puro y sal­va­je- si les con­ve­nía o no inu­ti­li­zar la plan­ta para siem­pre. De los pla­zos de retorno mejor no hablar: en con­tra de lo mani­fes­ta­do, el mis­mo Gobierno ha reco­no­ci­do que se tar­da­rán déca­das en recu­pe­rar los hoga­res (¿qué hoga­res?). El gobierno, des­de lue­go, debe saber mucho más de lo que dice sobre este nudo. El Gobierno por su par­te ase­gu­ró que la can­ti­dad de los mate­ria­les radiac­ti­vos libe­ra­dos por la cen­tral eran la mitad de lo admi­ti­do final­men­te. Con algu­na duda, inclu­so en momen­tos como estos, la indus­tria nuclear ase­gu­ra que el mode­lo de reac­tor de Fukushi­ma (y de San­ta María de Garo­ña) es tan segu­ro como los demás. La mis­ma OIEA, nada sos­pe­cho­sa de estar infil­tra­da por topos anti­nu­cle­res, con­si­de­ra que hay que revi­sar este tipo de reac­to­res. Por lo demás, como es sabi­do, y a pesar de lo anun­cia­do sobre el con­trol de ali­men­tos, se han regis­tra­do casos de car­ne de vacuno y hor­ta­li­zas comer­cia­li­za­das con altos nive­les de toxicidad.

En una recien­te entre­vis­ta en BTV [5], la tele­vi­sión públi­ca de Bar­ce­lo­na, Mar­cel Coderch, un inge­nie­ro y eco­no­mis­ta infor­ma­do don­de los haya, comen­ta­ba que el cos­te de la recons­truc­ción nipo­na tras el desas­tre ató­mi­co de Fukushi­ma podía alcan­zar los 200 mil millo­nes de euros. Como el cos­te apro­xi­ma­do de las cen­tra­les ató­mi­cas nipo­nas, con pre­cios de hoy, está en los alre­de­do­res de esa can­ti­dad, lo que se está afir­man­do, olvi­dan­do por un momen­to el des­co­mu­nal y dia­bó­li­co lega­do de los resi­duos y algu­nos otros asun­tos afi­nes, es que el pre­cio real de todas las cen­tra­les japo­ne­sas se ha dupli­ca­do. De bara­ta y segu­ra, nada de nada.

Por todo ello, la más abso­lu­ta des­con­fian­za hacia el Eje­cu­ti­vo nipón se ha asen­ta­do con fuer­za entre los ciu­da­da­nos japo­ne­ses. Con razón. Un 82% de la pobla­ción duda de su capa­ci­dad para res­pon­der ante otro desas­tre pare­ci­do y un 80% cree que el Gobierno les ha men­ti­do. Aún más: una inves­ti­ga­ción ofi­cial aca­ba de con­cluir que altos fun­cio­na­rios tra­ta­ron de mani­pu­lar encuen­tros y vota­cio­nes sobre el futu­ro de la ener­gía ató­mi­ca. Reco­men­da­ron a las empre­sas ató­mi­cas que uti­li­za­ran a sus tra­ba­ja­do­res de for­ma encu­bier­ta para alte­rar los resul­ta­dos a su favor. ¡Son como ange­li­tos de la guarda!

Físi­co nuclear y por­ta­voz de Eco­lo­gis­tas en Acción, Fran­cis­co Cas­te­jón ha apun­ta­do al núcleo esen­cial del desa­gui­sa­do nuclear: «No sabían qué hacer y no esta­ban pre­pa­ra­dos para lo que suce­dió. Nadie con­ta­ba con que coin­ci­die­ran tan­tas cir­cuns­tan­cias nega­ti­vas. Pero ya hemos des­cu­bier­to que con la ener­gía nuclear siem­pre pasa algo con lo que no con­tá­ba­mos» [6]. Según ha sos­te­ni­do Har­vey Was­ser­man – “Diez mil Fukushi­mas. ¿Pode­mos impe­dir la pró­xi­ma catás­tro­fe?”- [7], la con­ta­mi­na­ción radiac­ti­va de Fukushi­ma se sigue pro­pa­gan­do “por todo el archi­pié­la­go, a lo pro­fun­do del océano y por todo el glo­bo –inclui­do EE.UU”. Ter­mi­na­rá por impac­tar a millo­nes de personas.

Fukushi­ma está lejos de haber terminado.

PS: En un exce­len­te artícu­lo edi­ta­do en Públi­co, Manuel Garí, Daniel Alba­rra­cín, Nacho Álva­rez, Bruno Estra­da y Bibia­na Medial­dea, han dado cuen­ta de algu­nas de las men­ti­ras, seis en su opi­nión, que han rodea­do la ener­gía e indus­tria nuclea­res des­de sus ini­cios. “El lobby ató­mi­co nor­te­ame­ri­cano la cali­fi­có ini­cial­men­te de pana­cea por ser “abun­dan­te, segu­ra y bara­ta”. Lue­go lle­ga­ron los atri­bu­tos de “autóc­to­na” –la OCDE la con­si­de­ra fuen­te nacio­nal – , “lim­pia” por­que no emi­te gases de efec­to inver­na­de­ro e “impres­cin­di­ble” para el sumi­nis­tro ener­gé­ti­co actual y futu­ro”. Su infor­ma­da refu­ta­ción de las fal­se­da­des: la “abun­dan­cia” que­da des­men­ti­da por las limi­ta­das reser­vas de ura­nio iden­ti­fi­ca­das por la Agen­cia Inter­na­cio­nal de la Ener­gía. La “segu­ri­dad”, tras la tra­ge­dia de Fukushi­ma, “es una creen­cia míti­ca sin fun­da­men­to. La recien­te explo­sión de un horno de resi­duos nuclea­res en Fran­cia ha pues­to una vez más en evi­den­cia la inma­du­rez de la tec­no­lo­gía nuclear fren­te al ries­go”. El atri­bu­to “autóc­to­na” decae fuer­te­men­te “al cons­ta­tar la ubi­ca­ción de los recur­sos de ura­nio”. La “lim­pie­za” des­apa­re­ce “a la vis­ta de la lar­ga vida de los resi­duos radio­ac­ti­vos”. Final­men­te, de la “pres­cin­di­bi­li­dad” nuclear, “da bue­na cuen­ta el esca­so y decre­cien­te peso que tie­ne dicha ener­gía en la pro­duc­ción eléc­tri­ca mun­dial y espa­ño­la” [10].

Notas:

[1] En otras tra­duc­cio­nes, “[…] des­gra­cia­da­men­te, no había un alma vivien­te en las calles de las loca­li­da­des veci­nas a la cen­tral. Eso hacía pen­sar en una ciu­dad muerta”.

[2] http://​www​.gara​.net/​p​a​p​e​r​e​z​k​o​a​/​2​0​1​1​0​9​1​1​/​2​9​0​1​5​5​/​e​s​/​D​i​m​i​t​e​-​m​i​n​i​s​t​r​o​-​j​a​p​o​n​e​s​-​E​c​o​n​o​m​i​a​-​c​o​m​e​n​t​a​r​i​o​s​-​s​o​b​r​e​-​F​u​k​u​s​h​ima

[3] David Bru­nat, “Tokio ocul­tó que miles de per­so­nas reci­bían radia­ción de Fukushi­ma”.http://​www​.publi​co​.es/​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​l​/​3​9​0​8​3​2​/​t​o​k​i​o​-​o​c​u​l​t​o​-​q​u​e​-​m​i​l​e​s​-​d​e​-​p​e​r​s​o​n​a​s​-​r​e​c​i​b​i​a​n​-​r​a​d​i​a​c​i​o​n​-​d​e​-​f​u​k​u​s​h​ima

[4] Javier Salas, “Fukushi­ma ya ha deja­do sin hogar a 155.000 japo­ne­ses”. Públi­co, 10 de sep­tiem­bre de 2011, pp. 34 – 35. Tomo mucha infor­ma­ción de su exce­len­te artículo.

[5] Infor­ma­ti­vo de la noche del 13 de sep­tiem­bre de 2011, el día del acci­den­te nuclear francés.

[6] Según Javier Salas, la situa­ción ini­cial fue tan gra­ve que, según ha reco­no­ci­do el ex pri­mer minis­tro Kan en una entre­vis­ta recien­te, Tep­co, la gran cor­po­ra­ción nipo­na, la ter­ce­ra com­pa­ñía eléc­tri­ca del mun­do, pen­só que ten­dría que aban­do­nar a su suer­te la plan­ta por estar total­men­te fue­ra de con­trol. Si esto hubie­ra suce­di­do, aña­dió el ex pri­mer minis­tro, “Tokio sería una ciu­dad desier­ta hoy. Fue un momen­to crí­ti­co para la super­vi­ven­cia de Japón. Podría haber sido una fuga dece­nas de veces mayor que la radia­ción de Cher­nó­bil». Hoy serían 30 millo­nes los eva­cua­dos si los tra­ba­ja­do­res de la cen­tral y otros obre­ros hubie­ran actua­do de otro modo. ¿Cómo actua­ron? Expo­nien­do sus vidas por idea­les huma­nis­tas, tra­ba­jan­do para una cor­po­ra­ción de la que no siem­pre reci­bie­ron buen trato.

[7] http://​www​.coun​ter​punch​.org/​2​0​1​1​/​0​9​/​1​3​/​t​e​n​-​t​h​o​u​s​a​n​d​-​f​u​k​u​s​h​i​m​as/ (tra­du­ci­do por Ger­mán Leyens para rebelión).

[8] Gran par­te de la ins­ta­la­ción, según el autor, repre­sen­ta mucho peli­gro: “la pis­ci­na de com­bus­ti­ble gas­ta­do com­pro­me­ti­da de Uni­dad Cua­tro está situa­da en lo alto. El edi­fi­cio se hun­de e incli­na. Répli­cas sís­mi­cas podrían hacer que todo el com­ple­jo –y mucho más– se derrum­be con con­se­cuen­cias apo­ca­líp­ti­cas”. Las tres fusio­nes y las, por lo menos. cua­tro explo­sio­nes, afir­ma, han pro­du­ci­do con­ta­mi­na­ción radiac­ti­va por lo menos 25 veces mayor que la libe­ra­da en Hiroshima.

[9] http://​blogs​.publi​co​.es/​d​o​m​i​n​i​o​p​u​b​l​i​c​o​/​3​9​9​6​/​l​a​-​r​u​i​n​a​-​n​u​c​l​e​ar/

[10] Los auto­res ponen el dedo en una lla­ga san­gran­te cuan­do seña­lan: “Es una fala­cia afir­mar, como se hace, sin tino, dato o argu­men­to alguno, que la elec­tri­ci­dad nuclear es más bara­ta de pro­du­cir que el res­to y, por tan­to, más eco­nó­mi­ca para el con­su­mi­dor final. Al eva­luar los cos­tes com­pa­ra­bles, el Infor­me Lazard (2008) esti­mó –a par­tir de datos de la Comi­sión Euro­pea– los cos­tes de pro­duc­ción entre 5 y 9 cén­ti­mos de euro por kilo­va­tio por hora (kWh) para la eóli­ca y la bio­ma­sa; de 9 a 14, para la solar de con­cen­tra­ción; de 7 a 10, para el gas; de 7 a 13, para el car­bón; y de 10 a 12, para la nuclear, pese a que la mayo­ría de las cen­tra­les están amor­ti­za­das. Espa­ña es un país depen­dien­te y vul­ne­ra­ble en casi toda la cade­na de valor de la ener­gía nuclear: tie­ne que impor­tar el mine­ral, sus cen­tra­les fun­cio­nan con tec­no­lo­gías forá­neas y paga por la fabri­ca­ción de con­cen­tra­dos, el enri­que­ci­mien­to del ura­nio y el alma­ce­na­je de los resi­duos de alta radiactividad”.

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