La haya, el nue­vo Nuren­berg – Mikel Arizaleta

Hay que decir que “el Gru­po de Inves­ti­ga­ción sobre Sre­bre­ni­ca publi­có este libro a pri­me­ros de junio como fru­to de una esfor­za­da y seria inves­ti­ga­ción acer­ca de las cir­cuns­tan­cias y acto­res que han con­for­ma­do uno de los más con­tro­ver­ti­dos y recien­tes epi­so­dios his­tó­ri­cos”, y que aho­ra se juz­ga en el Tri­bu­nal de La Haya,… y arro­ja sufi­cien­te luz como para poder tener ele­men­tos obje­ti­vos de aná­li­sis y jui­cio para com­pren­der mejor los hechos, sus des­en­ca­de­nan­tes y con­se­cuen­cias. Y com­pren­de­rán, por ejem­plo, por qué se detie­ne, extra­di­ta y juz­ga a Goran Had­zic por crí­me­nes de gue­rra y, sin embar­go, el Tri­bu­nal de La Haya pasa la mano por la espal­da al señor de la gue­rra y el terror en pue­blos y ciu­da­des como Siki­ri­ci, Bre­za­ni, Krni­ca, Zago­ni, Orli­ce…, al coman­dan­te bos­nio Naser Oric.

Phi­llip Cor­win, Edward S. Her­man, Geor­ge Bog­da­nich, Tim Fen­ton, Jonathan Roo­per, Geor­ge Sza­muely, Michael Man­del, Geor­ge Bog­da­nich, Edward S. Her­man, Phi­lip Ham­mond son los pres­ti­gio­sos escri­to­res que han redac­ta­do alguno de los 10 capí­tu­los, que con­tie­ne este intere­san­tí­si­mo y escla­re­ce­dor libro. Quien quie­ra escri­bir sobre el Tri­bu­nal Penal Inter­na­cio­nal para la anti­gua Yugos­la­via, ICTY en inglés y TPIY en cas­te­llano, quien inten­te acer­car­se con hones­ti­dad a la gue­rra bal­cá­ni­ca entre 1991 – 1995, quien quie­ra juz­gar, sal­var o con­de­nar a los diver­sos acto­res que par­ti­ci­pa­ron en esta gue­rra, inhu­ma­na, intere­sa­da, vil y men­daz­men­te ven­di­da como todas, debe moles­tar­se en leer si quie­ra el esbo­zo de 42 pagi­nas tra­du­ci­do por Sin­fo Fer­nan­dez para Rebe­lión. «En las gue­rras nun­ca se ha com­ba­ti­do para des­truir el mal, no impor­ta lo que los faná­ti­cos reli­gio­sos o los pre­si­den­tes de las nacio­nes gue­rre­ras quie­ran ven­der­nos, las gue­rras se han empren­di­do siem­pre por razo­nes eco­nó­mi­cas, polí­ti­cas, estra­té­gi­cas y socia­les. Las gue­rras en los Bal­ca­nes no fue­ron dife­ren­tes. Fue la geo­po­lí­ti­ca, no el peca­do ori­gi­nal ni el «mal» lo que con­for­ma­ban las ambi­cio­nes de la OTAN».

Al igual que los nue­ve jóve­nes vas­cos ‑que por cier­to estos días están sien­do juz­ga­dos por la Audien­cia Nacio­nal, que no deja de ser el TOP del fran­quis­mo- han des­cu­bier­to a sus tor­tu­ra­do­res de hace tres años entre los poli­cías que les acu­san –no deja de ser sin­to­má­ti­co un tri­bu­nal que juz­ga a tor­tu­ra­dos sien­do los acu­sa­do­res sus torturadores‑, tras los jue­ces del Tri­bu­nal Penal Inter­na­cio­nal para la Anti­gua Yugos­la­via, como en Nurem­berg, se escon­den los ven­ce­do­res de una gue­rra, que en nada fue­ron menos cri­mi­na­les que los ven­ci­dos. Y, como enton­ces, hoy los cri­mi­na­les derro­ta­dos son de nue­vo juz­ga­dos y con­de­na­dos por los cri­mi­na­les ven­ce­do­res. Des­de su crea­ción se acu­sa al ICTY o TPIY de ser­vir como ins­tru­men­to de las poten­cias de la OTAN, que lo crea­ron, finan­cia­ron, eli­gie­ron o veta­ron al per­so­nal cla­ve, de ser­vir­se de él.

Como par­te de esa cam­pa­ña de des­in­for­ma­ción los auto­res de toda una serie de docu­men­ta­ción y dos­sie­res sobre Sre­bre­ni­ca, tan­to de den­tro como de fue­ra de las Nacio­nes Uni­das, han evi­ta­do entre­vis­tar judi­cial­men­te a todos aque­llos cono­ce­do­res que podían decir­les lo que ellos no que­rían escuchar.

La cues­tión de Sre­bre­ni­ca pue­de enten­der­se mejor en el con­tex­to de la gue­rra de EEUU y la OTAN con­tra Ser­bia y el des­man­te­la­mien­to de Yugos­la­via. Sre­bre­ni­ca se ha con­ver­ti­do en sím­bo­lo de mal­dad, de la mal­dad ser­bia. Se la des­cri­be como «un horror sin igual en la his­to­ria de Euro­pa des­de la II Gue­rra Mun­dial por la que se eje­cu­ta­ron a san­gre fría al menos 8.000 hom­bres y mucha­chos musul­ma­nes». Y esto es tan mito y men­ti­ra como aque­lla de que Sadam Husein ate­so­ra­ba ame­na­zan­tes can­ti­da­des de armas de des­truc­ción masi­va. La capa­ci­dad de los medios de comu­ni­ca­ción des­apa­re­ce fren­te a con­flic­tos en los que se pre­sen­ta a un enemi­go sata­ni­za­do, pudién­do­se así ins­ti­tu­cio­na­li­zar afir­ma­cio­nes de crí­me­nes inmen­sos sin pre­sen­tar prue­bas serias. Esto, por des­gra­cia, lo cono­ce­mos bien en Eus­kal Herria.

El libro The Sre­bre­ni­ca Mas­sa­cre: Evi­den­ce, Con­text, Poli­tics ofre­ce una valo­ra­ción alter­na­ti­va y bien docu­men­ta­da de la tra­ge­dia de Sre­bre­ni­ca y del sufri­mien­to de todos los pue­blos cons­ti­tu­yen­tes de Yugos­la­via. Y, como recal­ca Fhi­lip Cor­vin en el pró­lo­go, «si que­re­mos impe­dir que tra­ge­dias simi­la­res vuel­van a pro­du­cir­se debe­mos tomar­nos en serio los rela­tos expues­tos por los bri­llan­tes y pers­pi­ca­ces cola­bo­ra­do­res de este libro». Nin­gún lec­tor hones­to debe­ría dese­char sin más los datos aquí narra­dos sal­vo que esté guia­do y mani­pu­la­do por una fe en medios men­da­ces y ofi­cia­les. Hay quie­nes creen que la mejor for­ma de con­tro­lar la ver­dad es til­dar de bár­ba­ro y col­mar de insul­tos y des­pre­cio a todo aquel que pudie­ra cues­tio­nar y abrir bre­cha una infor­ma­ción y men­sa­je men­daz y uni­di­men­sio­nal. Y Cor­vin, quien pre­sen­ta este tra­ba­jo, no es un cual­quie­ra, sabe de lo que habla. En julio de 1995 era el fun­cio­na­rio de mayor ran­go de las Nacio­nes Uni­das en Bos­nia-Her­ze­go­vi­na. Cuen­ta que «el 11 de julio de 1995 no sólo fue el día en que cayó Sre­bre­ni­ca sino que fue tam­bién el día en el que un fran­co­ti­ra­dor bos­nio tra­tó de ase­si­nar­me cuan­do iba con­du­cien­do mi coche, de color blan­co y mar­ca­do cla­ra­men­te como vehícu­lo de las Nacio­nes Uni­das». Con­fie­sa él mis­mo su error, su gran error fue «que me atre­ví a defen­der a las Nacio­nes Uni­das y ésta no podía per­mi­tir­se el lujo y la decen­cia de cri­ti­car a la úni­ca super­po­ten­cia del mun­do, los EEUU, en su actua­ción en los Bal­ca­nes». Pero no, no ha sido el úni­co igno­ra­do por los reco­pi­la­do­res de la his­to­ria bal­cá­ni­ca al uso y deno­mi­na­da polí­ti­ca­men­te correc­ta, es decir mendaz.

En este infor­me se ofre­ce al lec­tor una his­to­ria no con­ta­da, mar­gi­na­da has­ta aho­ra por las entre­gas ofi­cia­les, his­to­ria que debe­rá escu­char­se si uno de ver­dad quie­re com­pren­der la his­to­ria de Sre­bre­ni­ca, de la ex Yugos­la­via, de Euro­pa y del mun­do. En este libro se ofre­cen prue­bas de que tam­bién miles de ser­bios fue­ron masa­cra­dos, expul­sa­dos, tor­tu­ra­dos, vio­la­dos y humi­lla­dos duran­te las gue­rras acae­ci­das den­tro de la ex Yugos­la­via, pero la comu­ni­dad inter­na­cio­nal no ha teni­do cono­ci­mien­to de esas atro­ci­da­des con tan­ta fuer­za como de las de Sre­bre­ni­ca. «Obser­va­ción que en nada jus­ti­fi­ca lo ocu­rri­do en Sre­bre­ni­ca». Los suce­sos de Sre­bre­ni­ca en julio de 1995 no se pro­du­je­ron en un vacío polí­ti­co, por ejem­plo dos meses antes, en mayo, el ejér­ci­to croa­ta cap­tu­ró Esla­vo­nia Occi­den­tal y expul­só al 90% de la pobla­ción ser­bia de esa región.

Per­mi­ti­mos que cier­tos pue­blos ten­gan memo­ria his­tó­ri­ca, per­mi­ti­mos que el pue­blo judío recuer­de el Holo­caus­to. Se debe recor­dar, fue una tra­ge­dia horri­ble. ¿Pero por que no per­mi­ti­mos que el pue­blo ser­bio recuer­de su masa­cre duran­te la II Gue­rra Mun­dial a manos de los nazis y de sus títe­res fas­cis­tas croa­tas y bosnios?

«Cree­mos real­men­te que hubo un núme­ro impor­tan­te de eje­cu­cio­nes en Sre­bre­ni­ca en julio de 1995, pero tam­bién cree­mos que pue­de que no fue­ran más nume­ro­sas que las de los civi­les ser­bios ase­si­na­dos en las ciu­da­des cer­ca­nas a Sre­bre­ni­ca por fuer­zas musul­ma­nes bos­nias, o a la cifra de ser­bios ase­si­na­dos en la lim­pie­za étni­ca lle­va­da a cabo por los croa­tas en la Eslo­ve­nia Occi­den­tal croa­ta y en Kra­ji­na en mayo y agos­to de 1995. Cree­mos que la infla­ción de cifras y la inmen­sa publi­ci­dad dada a la masa­cre de Sre­bre­ni­ca, así como el hecho que se evi­te valo­rar el con­tex­to y no se haga refe­ren­cia a las accio­nes y ase­si­na­tos de otros par­ti­ci­pan­tes en los com­ba­tes bos­nios, se deben a intere­ses polí­ti­cos. Esos intere­ses polí­ti­cos han influi­do pro­fun­da­men­te en el enfo­que de los fun­cio­na­rios de Occi­den­te, del Tri­bu­nal Penal Inter­na­cio­nal para la anti­gua Yugos­la­via orga­ni­za­do por Occi­den­te, de las Nacio­nes Uni­das domi­na­das por Occi­den­te y de los medios de comu­ni­ca­ción occidentales».

Una his­to­ria no con­ta­da, mar­gi­na­da has­ta aho­ra por las entre­gas ofi­cia­les es lo que se ofre­ce a los lec­to­res dis­pues­tos a leer este infor­me, La masa­cre de Sre­bre­ni­ca. Prue­bas, con­tex­to y polí­ti­ca.

Su lec­tu­ra mere­ce la pena. Sacu­de pere­zas, pro­vo­ca refle­xio­nes, cues­tio­na la ver­dad ofi­cial­men­te narra­da y acer­ca a la ver­dad de lo real­men­te acae­ci­do. Al final uno sien­te bro­tar un eske­rrik asko agra­de­ci­do a este gru­po de inves­ti­ga­ción perio­dís­ti­ca, que, como dice el his­to­ria­dor Iña­ki Ega­ña, tan nece­sa­rio resul­ta en nues­tros días.

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