Un Pro­ce­so no pue­de ser eter­na­men­te uni­la­te­ral – Iña­ki Soto

Esta nue­va visi­ta de Brian Currin a Eus­kal Herria está sien­do par­ti­cu­lar­men­te inten­sa por­que, ade­más de sus habi­tua­les con­tac­tos con per­so­nas y gru­pos impli­ca­dos en el con­flic­to, el abo­ga­do suda­fri­cano ha ofre­ci­do dos con­fe­ren­cias en los cur­sos de verano de Mira­mar y una rue­da de pren­sa. Al fina­li­zar esa ron­da Currin se mues­tra can­sa­do pero satis­fe­cho de la labor rea­li­za­da. Su obje­ti­vo es com­par­tir su expe­rien­cia y, des­de el rea­lis­mo, hacer lle­gar a la socie­dad vas­ca un men­sa­je de espe­ran­za que, según él, ya ha empe­za­do a calar entre la ciu­da­da­nía. Como señal cla­ra de que eso es así, cuen­ta cómo la noche en la que lle­gó a Donos­tia, mien­tras daba una vuel­ta por el Paseo de La Con­cha, varias per­so­nas le para­ron para dar­le áni­mos y feli­ci­tar­le por su trabajo.

Ese men­sa­je opti­mis­ta no escon­de sin embar­go otras misi­vas menos posi­ti­vas que, aun plan­tea­das con una exqui­si­ta pru­den­cia y ele­gan­cia, con un áni­mo peda­gó­gi­co enco­mia­ble, tie­nen des­ti­na­ta­rios evidentes.

Los lími­tes de la unilateralidad

Currin ofre­ció una rue­da de pren­sa ayer antes de pre­sen­tar una segun­da ponen­cia sobre la par­ti­ci­pa­ción de la comu­ni­dad inter­na­cio­nal en la reso­lu­ción de con­flic­tos en el cur­so «Eus­kal Herria: errea­li­ta­te eta utopia».

Ayer mis­mo algu­nos medios des­ta­ca­ron de nue­vo las pro­pues­tas que el abo­ga­do suda­fri­cano ha tras­la­da­do a la izquier­da aber­tza­le, como la nece­si­dad de incluir la cues­tión de las víc­ti­mas en la agen­da ‑en este caso se refi­rió explí­ci­ta­men­te a las de ETA-. Pero nadie que estu­vie­se pre­sen­te en la rue­da de pren­sa pudo no apre­ciar la vehe­men­cia con la que Currin for­mu­ló una de sus cues­tio­nes pre­vias: que un pro­ce­so no pue­de ser total­men­te uni­la­te­ral, que el Gobierno espa­ñol debe­ría asu­mir su res­pon­sa­bi­li­dad y dar avan­ces en algu­nas de las líneas que pue­den hacer un pro­ce­so viable.

A nadie esca­pa que la estra­te­gia adop­ta­da por Madrid, que con­sis­te en dar cons­tan­te­men­te vuel­tas de tuer­ca a la situa­ción mien­tras la otra par­te pone todo el acei­te para faci­li­tar una reso­lu­ción jus­ta y esta­ble, se ale­ja com­ple­ta­men­te de las reco­men­da­cio­nes bási­cas en estos casos. Por ejem­plo, la obse­sión que el Esta­do está demos­tran­do con Arnal­do Ote­gi, que la sema­na pasa­da ter­mi­nó jui­cio y ayer mis­mo ya esta­ba de nue­vo en otra sala de la Audien­cia Nacio­nal para ser juz­ga­do por deli­tos polí­ti­cos, mues­tra una ima­gen poco cons­truc­ti­va de los pode­res espa­ño­les. Currin men­cio­nó una y otra vez este caso, siem­pre den­tro de un paque­te de medi­das gene­ra­les que pue­den ayu­dar a dar avan­ces, como el fin de las medi­das excep­cio­na­les y, muy espe­cial­men­te, la lega­li­za­ción ínte­gra de la izquier­da abertzale.

Pri­me­ro trans­for­mar, lue­go resolver

En los dos días que ha par­ti­ci­pa­do en el cur­so, Currin ha des­gra­na­do nue­ve reque­ri­mien­tos que, antes o des­pués, han de dar­se para que un pro­ce­so de reso­lu­ción sea via­ble. Una pri­me­ra mira­da a esos pun­tos (que van des­de la pre­fe­ren­cia de las par­tes por una sali­da dia­lo­ga­da a la hones­ti­dad de los medios) pue­de empu­jar a cier­ta desa­zón, dado que es evi­den­te que de momen­to la mayo­ría de ellos no se cum­plen en el caso vas­co. Sin embar­go, Currin se mues­tra con­fia­do sobre las pers­pec­ti­vas del pro­ce­so en Eus­kal Herria. En ese sen­ti­do, plan­tea que esos requi­si­tos no se sue­len dar de mane­ra simul­tá­nea y que, en su expe­rien­cia, los avan­ces en alguno de esos pun­tos tie­nen un efec­to ace­le­ran­te sobre el res­to de requi­si­tos y sobre el pro­ce­so en general.

En todo caso, antes de ahon­dar en los men­cio­na­dos requi­si­tos, Currin pun­tua­li­za que por el momen­to lo que se está dan­do en Eus­kal Herria no es un pro­ce­so de reso­lu­ción, sino más bien un pro­ce­so de trans­for­ma­ción del con­flic­to. Esa trans­for­ma­ción con­sis­te bási­ca­men­te en sacar la vio­len­cia de la ecua­ción, lograr trans­for­mar el con­flic­to arma­do en una con­fron­ta­ción lo más «lim­pia» posible.

La razón por la que, entre otras cosas, Currin apues­ta por enten­der así la labor rea­li­za­da por él y su gru­po, es la nega­ti­va por par­te de la comu­ni­dad inter­na­cio­nal a impli­car­se en la reso­lu­ción de con­flic­tos don­de esa dimen­sión vio­len­ta es cen­tral y no exis­ten pers­pec­ti­vas reales de que sea supe­ra­da defi­ni­ti­va­men­te. No duda en repe­tir una idea que ya ha for­mu­la­do antes: que Madrid logró en bue­na medi­da blo­quear la par­ti­ci­pa­ción inter­na­cio­nal en la reso­lu­ción del con­flic­to uti­li­zan­do este argu­men­to, algo que él mis­mo pudo com­pro­bar cuan­do comen­zó a bus­car apo­yos para des­blo­quear la situa­ción vasca.

Como ejem­plo del fra­ca­so de inten­tar abor­dar la reso­lu­ción sin plan­tear pri­me­ro la trans­for­ma­ción, Currin recor­dó el ante­rior pro­ce­so en Eus­kal Herria, en el que, a pesar de los acuer­dos, no había un ver­da­de­ro com­pro­mi­so ni por par­te del Esta­do ni por par­te de ETA para avan­zar en el pro­ce­so has­ta sus últi­mas con­se­cuen­cias. La exclu­sión de la izquier­da aber­tza­le es un cla­ro ejem­plo de esa fal­ta de volun­tad por par­te del Esta­do, y el aten­ta­do de la T4 evi­den­ció tam­bién los lími­tes de la apues­ta de ETA.

Por com­pa­ra­ción, si se mira a lo ocu­rri­do duran­te los últi­mos tres años, Currin defien­de que la situa­ción ha cam­bia­do de arri­ba aba­jo, al menos en lo que a la par­te aber­tza­le se refie­re. Res­pec­to a las expec­ta­ti­vas que se abren, según Currin, por ese camino los aber­tza­les gana­rán en cre­di­bi­li­dad, serán una fuer­za más poten­te y logra­rán el reco­no­ci­mien­to inter­na­cio­nal. En un nue­vo esce­na­rio de nor­ma­li­za­ción, «los aber­tza­les pue­den lograr sus obje­ti­vos, y no hablo de den­tro de déca­das, hablo de un tiem­po razo­na­ble», afir­mó Currin.

Nue­ve requi­si­tos en los que avanzar

En su suma­rio, Currin des­ta­ca como pri­me­ra con­di­ción que las par­tes deben pre­fe­rir una reso­lu­ción nego­cia­da a un esque­ma de segu­ri­dad o enfren­ta­mien­to. Sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te, Currin com­pa­ró en este pun­to la posi­ción de Madrid con la cerra­zón mos­tra­da por el Gobierno tur­co ante las mues­tras de bue­na volun­tad de los kurdos.

El segun­do requi­si­to es que los res­pec­ti­vos líde­res ten­gan el apo­yo de su base.

El com­pro­mi­so con una visión com­par­ti­da de futu­ro es otra de las cla­ves que sub­ra­ya Currin. En este caso plan­tea que, más allá de la pre­fe­ren­cia por una sali­da nego­cia­da, esa pre­fe­ren­cia debe ir más allá y plas­mar­se en una con­fian­za recí­pro­ca, explo­ran­do los deseos y los intere­ses de la otra par­te, asu­mien­do la nece­si­dad de hacer concesiones.

Según Currin no se le sue­le dar la impor­tan­cia sufi­cien­te a la cues­tión del lide­raz­go, pero si aten­de­mos a otros casos, es evi­den­te que han sido gran­des líde­res los que han logra­do abrir nue­vos esce­na­rios que antes pare­cían impo­si­bles. Currin plan­tea que no es sufi­cien­te con que los líde­res sean efec­ti­vos o popu­la­res, sino que tie­nen que ser éti­ca­men­te hones­tos y abier­tos de mente.

Es asi­mis­mo nece­sa­rio cons­truir un con­tex­to de con­fian­za y garan­tías, que con­lle­ve un cier­to equi­li­brio de poder entre las par­tes, algo en lo que la comu­ni­dad inter­na­cio­nal pue­de ayu­dar. No cabe duda de que en el caso vas­co la Decla­ra­ción de Bru­se­las abrió una opor­tu­ni­dad y que los pasos dados por la izquier­da aber­tza­le en su con­jun­to han logra­do equi­li­brar una balan­za que en aquel momen­to esta­ba muy inclinada.

La trans­pa­ren­cia es otra de las ideas que Currin des­ta­có, y acep­tó que cuan­do se fami­lia­ri­zó con la situa­ción vas­ca le sor­pren­dió ver que ese valor era aje­na a la mane­ra en la que se habían ges­tio­na­do has­ta aho­ra los inten­tos de resolución.

Evi­den­te­men­te, el pun­to ante­rior tie­ne que ver con la nece­sa­ria hones­ti­dad de los medios, un tema que apa­re­ció de mane­ra recu­rren­te duran­te todas las com­pa­re­cen­cias públi­cas de Currin.

Asi­mis­mo, Currin defen­dió que una reso­lu­ción via­ble debe­rá con­tar con la par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na, por­que de nos ser así está con­de­na­da al fracaso.

Por últi­mo, Currin afir­mó que bajo las con­di­cio­nes expre­sa­das es posi­ble que la comu­ni­dad inter­na­cio­nal se impli­que y apor­te en la reso­lu­ción de un con­flic­to. Currin con­fir­mó el com­pro­mi­so de los miem­bros del Gru­po Inter­na­cio­nal de Con­tac­to (GIC) para hacer efec­ti­va esa impli­ca­ción y rei­vin­di­co la labor rea­li­za­da has­ta el momento.

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