Colap­so de los Esta­dos cen­tra­les: Los ajus­tes sal­va­jes y las cla­ves del esta­lli­do social- IAR Noticias

La cri­sis finan­cie­ra que gol­pea a los Esta­dos cen­tra­les (y que ame­na­za al mun­do peri­fé­ri­co) ha deri­va­do en «cri­sis social» por medio de tres acto­res cen­tra­les: La baja de sala­rios como pro­duc­to de los ajus­tes, la baja de la capa­ci­dad de con­su­mo, el tra­ba­jo en negro y el des­em­pleo, que afec­ta prin­ci­pal­men­te a los sec­to­res más pobres y vul­ne­ra­bles de la socie­dad mun­dial. A los espe­cia­lis­tas del sis­te­ma sólo les preo­cu­pa el impac­to de la cri­sis en el «mer­ca­do» y en las socie­da­des de los paí­ses cen­tra­les, pero nadie pres­ta aten­ción en el impac­to (y en el des­en­la­ce) que final­men­te va a tener la cri­sis con des­ocu­pa­ción en las áreas sub­de­sa­rro­lla­das y emer­gen­tes que cobi­jan a las pobla­cio­nes más pobres y des­pro­te­gi­das del planeta.

Por Manuel Frey­tas (*)
manuelfreytas@​iarnoticias.​com
Infor­me especial

A este esce­na­rio, según un infor­me de la OCDE (Orga­ni­za­ción para la Coope­ra­ción y el Desa­rro­llo Eco­nó­mi­co), se agre­ga otro dato cen­tral: Más del 60% de la pobla­ción labo­ral mun­dial tra­ba­ja con con­tra­tos de tra­ba­jos pre­ca­rios y sin pres­ta­cio­nes sociales.

Esta situa­ción ‑según los espe­cia­lis­tas- va a deri­var en una emer­gen­cia en la que ese sec­tor, sin cober­tu­ra ni pro­tec­ción legal, será des­pe­di­do en masa, cuan­do la cri­sis y los ajus­tes se pro­fun­di­cen y las empre­sas deci­dan «achi­car cos­tos labo­ra­les» para pre­ser­var su rentabilidad.

En este esce­na­rio, Gre­cia y Espa­ña, segui­dos de Por­tu­gal, coin­ci­den todos los ana­lis­tas, se han con­ver­ti­do en mecha de un poten­cial colap­so eco­nó­mi­co finan­cie­ro en cade­na que podría, como emer­gen­te prin­ci­pal, des­en­ca­de­nar un pro­ce­so de esta­lli­dos socia­les y de cri­sis polí­ti­ca en toda la euro­zo­na.

En mayo de 2009 el pre­si­den­te del Ban­co Mun­dial, Robert Zoe­llick, adver­tía que «hay un gra­ve ries­go de cri­sis social» en el mundo.

Duran­te una entre­vis­ta con el dia­rio espa­ñol El País, Zoe­llick expli­ca­ba: «Lo que empe­zó como una gran cri­sis finan­cie­ra y se con­vir­tió en una gran cri­sis eco­nó­mi­ca, aho­ra está deri­van­do en una gran cri­sis del des­em­pleo. Si no toma­mos medi­das, hay ries­go de que lle­gue a ser una gra­ve cri­sis huma­na y social, con impli­ca­cio­nes polí­ti­cas muy importantes».

¿Pero de qué cri­sis social habla­ba el pre­si­den­te del BM? ¿De la cri­sis social de los paí­ses ricos o de la cri­sis social de los paí­ses pobres? ¿De la cri­sis social de los inclui­dos, o de la la cri­sis social de los excluidos?

Habi­tual­men­te los medios y ana­lis­tas del sis­te­ma solo eva­lúan y pro­yec­tan la evo­lu­ción de la cri­sis mun­dial en sus varia­bles finan­cie­ra y eco­nó­mi­ca, sin ahon­dar ni pre­ci­sar el des­en­la­ce que lle­ga inevi­ta­ble­men­te de la mano de los emer­gen­tes socia­les del colap­so que ya deri­vó de finan­cie­ro en recesivo.

De la mis­ma mane­ra, a los espe­cia­lis­tas del sis­te­ma sólo les preo­cu­pa el impac­to de la cri­sis en el «mer­ca­do» y en las socie­da­des de los paí­ses cen­tra­les, pero nadie pres­ta aten­ción en el impac­to (y en el des­en­la­ce) que final­men­te va a tener la cri­sis con des­ocu­pa­ción en las áreas sub­de­sa­rro­lla­das y emer­gen­tes que cobi­jan a las pobla­cio­nes más pobres y des­pro­te­gi­das del planeta.

De esta mane­ra, y mien­tras (por medio de los des­pi­dos y el achi­ca­mien­to de sala­rios) se incu­ba el des­en­la­ce social de la cri­sis a esca­la glo­bal, los gobier­nos, los ban­cos cen­tra­les y los ana­lis­tas solo hablan de los efec­tos eco­nó­mi­cos y socia­les de la mis­ma en los paí­ses centrales.

Los exclui­dos del mercado

Cuan­do se refie­ren a la «cri­sis social», los perio­dis­tas, inte­lec­tua­les y ana­lis­tas del sis­te­ma hablan en for­ma abs­trac­ta y gené­ri­ca, sin pre­ci­sar su impac­to (dis­cri­mi­na­do por sec­tor) en la pirá­mi­de social del sis­te­ma capi­ta­lis­ta a esca­la global.

Así, por ejem­plo, la pren­sa inter­na­cio­nal en los últi­mos meses expre­sa, con total impu­ni­dad (y sin con­tra­in­for­ma­ción masi­va) cómo la cri­sis está «afec­tan­do a los más ricos» cuya pirá­mi­de está enca­be­za­da por los súper millo­na­rios del ran­king de la revis­ta Forbes.

Los medios y ana­lis­tas del sis­te­ma (que infor­man a las socie­da­des a esca­la masi­va) tie­nen cen­tra­da su «preo­cu­pa­ción en las pér­di­das de los gran­des con­sor­cios empre­sa­ria­les trans­na­cio­na­les, en la reduc­ción de las gran­des for­tu­nas de los súper ricos y en la deva­lua­ción de los mul­ti­mi­llo­na­rios suel­dos de los eje­cu­ti­vos de las metró­po­lis de EEUU y Europa.

Casi no hay infor­mes (y los que hay son mani­pu­la­dos y redu­ci­dos) de cómo la cri­sis de los paí­ses cen­tra­les ya impac­ta en las eco­no­mías y en las socie­da­des de los paí­ses sub­de­sa­rro­lla­dos de Asia, Áfri­ca y Amé­ri­ca Lati­na, don­de se con­cen­tra la mayo­ría del ham­bre y la pobre­za a esca­la planetaria.

Los medios inter­na­cio­na­les del sis­te­ma, que escon­den sis­te­má­ti­ca­men­te la rela­ción sim­bió­ti­ca pobre­za-rique­za (una es con­se­cuen­cia de la otra) comen­ta­ban con «preo­cu­pa­ción» como la cri­sis redu­jo el selec­to club de súper millo­na­rios del ran­king For­bes que pasó de 1.125 miem­bros en 2008 a 793 en 2009.

Según For­bes, por la caí­da de los mer­ca­dos y de la fac­tu­ra­ción empre­sa­rial, los hom­bres y muje­res más ricos del pla­ne­ta (el vér­ti­ce de la pirá­mi­de) mane­jan una for­tu­na de US$ 3 billo­nes fren­te a los 4,4 billo­nes del año anterior.

Cabe des­ta­car que esa cifra (en manos de 700 per­so­nas) equi­va­le casi al pre­su­pues­to anual de EEUU (la pri­me­ra poten­cia eco­nó­mi­ca mun­dial), al PBI com­ple­to de Ale­ma­nia (la pri­me­ra poten­cia eco­nó­mi­ca de Euro­pa), y a más de cien veces el PBI de Bolivia.

Rein­ver­ti­dos en sala­rios equi­ta­ti­vos y en pro­duc­ción dis­tri­bui­da social­men­te, los US$ 3 billo­nes (hoy en manos de solo 700 per­so­nas) serían deci­si­vos para ter­mi­nar con la pobre­za, el ham­bre y la des­ocu­pa­ción de más de 2.500 millo­nes de per­so­nas con­cen­tra­das en las áreas peri­fé­ri­cas de Asia, Áfri­ca y Amé­ri­ca Latina.

Como con­tra­par­ti­da (y demos­tra­ción de lo que pro­du­ce el capi­ta­lis­mo), esas zonas mar­ca­das por una altí­si­ma y cre­cien­te con­cen­tra­ción de ham­bre y pobre­za, figu­ran en las esta­dís­ti­cas eco­nó­mi­cas mun­dia­les como las mayo­res gene­ra­do­ras de rique­za y ren­ta­bi­li­dad empre­sa­rial capi­ta­lis­ta de los últi­mos diez años.

Tan­to el «mila­gro asiá­ti­co» como el «mila­gro lati­no­ame­ri­cano» (del cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co sin repar­to social) se cons­tru­ye­ron con mano de obra escla­va y con sala­rios en negro. Esto lle­va a que, al caer­se el «mode­lo» por efec­to de la cri­sis rece­si­va glo­bal, el grue­so de la cri­sis social emer­gen­te con des­pi­dos labo­ra­les en masa se vuel­que en esas regiones.

Pero de esta cues­tión estra­té­gi­ca, vital para la com­pren­sión de la cri­sis glo­bal y de su impac­to social masi­vo en el pla­ne­ta, la pren­sa inter­na­cio­nal no se ocu­pa. Los medios loca­les e inter­na­cio­na­les están ocu­pa­dos en dilu­ci­dar como la cri­sis pro­du­ce la dis­mi­nu­ción de las for­tu­nas de los ricos y la pér­di­da de ren­ta­bi­li­dad de las empresas.

La pirá­mi­de de la crisis

Si bien se esti­ma que la pre­sen­te cri­sis glo­bal va a arro­jar (como con­se­cuen­cia de los des­pi­dos y reduc­ción de sala­rios) a más de 1000 millo­nes de per­so­nas a la pobre­za y a la mar­gi­na­li­dad, la «gran preo­cu­pa­ción» de los ana­lis­tas y perio­dis­tas del sis­te­ma está cen­tra­da en las pér­di­das empre­sa­ria­les y en los efec­tos de la cri­sis en los paí­ses cen­tra­les.

Y cuan­do se ocu­pan de los «efec­tos socia­les» de la cri­sis, sólo toman como pará­me­tro la reduc­ción del con­su­mo en los paí­ses cen­tra­les, a los que cla­si­fi­can gené­ri­ca­men­te como «socie­da­des», sin dis­cri­mi­nar entre cla­ses altas, medias o bajas que inte­gran la pirá­mi­de social capi­ta­lis­ta en EEUU, Euro­pa y en las nacio­nes «emer­gen­tes».

No dicen, por ejem­plo, que la cri­sis más agu­da del con­su­mo y de la des­ocu­pa­ción, tan­to en EEUU como en Euro­pa, la sufren los emplea­dos y obre­ros de baja cali­fi­ca­ción que están con­for­man­do un peli­gro­so bol­són masi­vo de pro­tes­tas y con­flic­tos socia­les que hoy ya comen­za­ron por la peri­fe­ria europea.

Mien­tras (tan­to a nivel de los paí­ses cen­tra­les como sub­de­sa­rro­lla­dos) las cla­ses altas y medias altas pro­yec­tan la cri­sis como una «reduc­ción del con­su­mo» (prin­ci­pal­men­te sun­tua­rio), las cla­ses bajas en el mun­do sub­de­sa­rro­lla­do y emer­gen­te viven la cri­sis como per­di­da del tra­ba­jo y res­tric­ción del con­su­mo bási­co para la super­vi­ven­cia (prin­ci­pal­men­te ali­men­tos y ser­vi­cios esenciales).

Mien­tras un rico o aco­mo­da­do redu­cen ser­vi­dum­bre, via­jes turís­ti­cos o con­su­mos super­fluos, un cla­se baja o pobre redu­ce com­pras de ali­men­tos y con­su­mo nece­sa­rio para sobrevivir.

En resu­men, en la pirá­mi­de del colap­so rece­si­vo glo­bal, para un rico o un cla­se media alta la «cri­sis social» sig­ni­fi­ca un «achi­ca­mien­to del cin­tu­rón» (pres­cin­dir de pro­duc­tos sun­tua­rios o de algún con­fort), mien­tras que para un cla­se baja sig­ni­fi­ca que­dar des­ocu­pa­do o per­der capa­ci­dad de super­vi­ven­cia a tra­vés de la reduc­ción de su salario.

Las cla­ves del esta­lli­do social

De mane­ra tal, que en la cri­sis social se pro­yec­tan las mis­mas varia­bles del res­to de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta: El peso de la cri­sis gol­pea con fuer­za sobre la base del trián­gu­lo social más des­po­seí­do (obre­ros asa­la­ria­dos y pobres) mien­tras se ate­núa en el medio y en el vér­ti­ce (empre­sa­rios, eje­cu­ti­vos y pro­fe­sio­na­les) , don­de se con­cen­tra mayo­ría de la rique­za acu­mu­la­da por la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta.

La mis­ma ecua­ción (de pro­yec­ción y efec­to disí­mil de la cri­sis social) se pro­du­ce en la pirá­mi­de de paí­ses capi­ta­lis­tas, cla­ra­men­te divi­di­da entre el vér­ti­ce (las nacio­nes cen­tra­les), el medio (las nacio­nes «emer­gen­tes») y la base (las nacio­nes «en desarrollo»).

Esto es cla­ve para enten­der, por ejem­plo, por­qué los efec­tos de la cri­sis social en Euro­pa (las huel­gas y revuel­tas socia­les) ya comien­zan a mani­fes­tar­se por las nacio­nes más vul­ne­ra­bles del Este (las ex repú­bli­cas sovié­ti­cas) que man­tie­nen una rela­ción de depen­den­cia estruc­tu­ral con las ricas eco­no­mías cen­tra­les de las poten­cias del euro.

Los suje­tos y acto­res de la cri­sis social, los moto­ri­za­do­res de las revuel­tas socia­les (tan­to en los paí­ses cen­tra­les como en las peri­fe­rias de Asia, Áfri­ca y Amé­ri­ca Lati­na) van ser los millo­nes de des­ocu­pa­dos y expul­sa­dos del mer­ca­do del con­su­mo que no van a tener medios de sub­sis­ten­cia para sus familias.

La maqui­na­ria mediá­ti­ca, que habla de «cri­sis glo­bal» mez­clan­do en una mis­ma bol­sa de «per­ju­di­ca­dos» a las víc­ti­mas (los sec­to­res más bajos de la pirá­mi­de) con los vic­ti­ma­rios (los ricos del vér­ti­ce de la pirá­mi­de), tie­ne como misión cen­tral ocul­tar lo que se ave­ci­na: Una rebe­lión mun­dial gene­ra­li­za­da de los pobres con­tra los ricos.

Esa rebe­lión (como ya se está mos­tran­do en Euro­pa del Este) se va a expre­sar, a nivel de paí­ses, en una esca­la­da inde­te­ni­ble de los con­flic­tos socia­les y sin­di­ca­les en las peri­fe­rias emer­gen­tes y sub­de­sa­rro­lla­das, acom­pa­ña­dos de un cues­tio­na­mien­to cre­cien­te del cen­tra­lis­mo explo­ta­dor y pro­tec­cio­nis­ta de las poten­cias regentes.

A nivel social, esos pro­ce­sos de rebe­lión social van a ser pro­ta­go­ni­za­dos por dos acto­res cen­tra­les: Los pobres y des­ocu­pa­dos expul­sa­dos del mer­ca­do del consumo.

No es el mer­ca­do (en sus dis­tin­tas varian­tes macro­eco­nó­mi­cas), sino que son los expul­sa­dos del mer­ca­do (los exclui­dos socia­les) los que van a pro­ta­go­ni­zar el des­en­la­ce deci­si­vo de la cri­sis glo­bal capi­ta­lis­ta que se avecina.

Y hay una expli­ca­ción lógi­ca: La cri­sis finan­cie­ra y la cri­sis rece­si­va, cuyo emer­gen­te inme­dia­to es la quie­bra y cie­rre de ban­cos y empre­sas, pue­den ser regu­la­das y con­tro­la­das por medio de la inyec­ción de billo­na­rios fon­dos por los gobier­nos y los ban­cos cen­tra­les imperiales.

En cam­bio, para los efec­tos socia­les de la cri­sis finan­cie­ra rece­si­va (la des­ocu­pa­ción y el achi­ca­mien­to del con­su­mo) no exis­te otro reme­dio que reocu­par a la mano de obra expul­sa­da si se quie­re evi­tar el colap­so social y las revuel­tas populares.

Y para un capi­ta­lis­mo en cri­sis, cuya lógi­ca fun­cio­nal pasa por expul­sar tra­ba­ja­do­res para man­te­ner su tasa de ren­ta­bi­li­dad, esa es una tarea imposible.

Por lo tan­to, los con­flic­tos socia­les son inevi­ta­bles como desenlace.


(*) Manuel Frey­tas es perio­dis­ta, inves­ti­ga­dor y ana­lis­ta, espe­cia­lis­ta en inte­li­gen­cia y comu­ni­ca­ción estra­té­gi­ca. Es uno de los auto­res más difun­di­dos y refe­ren­cia­dos en la Web.
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