Capi­ta­lis­mo, ese poten­te alu­ci­nó­geno – Víc­tor J. Sanz

El dine­ro, que ha hecho morir a tan­tos cuer­pos, hace morir todos los días a miles de almas. (Gio­van­ni Papini)

De todas las dro­gas alu­ci­nó­ge­nas cono­ci­das, inclu­so me atre­vo a aven­tu­rar que, de todas las dro­gas alu­ci­nó­ge­nas por cono­cer, el Capi­ta­lis­mo es, con dife­ren­cia abru­ma­do­ra, la más des­truc­ti­va y adictiva.

Entre los prin­ci­pa­les efec­tos que el Capi­ta­lis­mo cau­sa en el sis­te­ma ner­vio­so, se encuen­tran: alte­ra­cio­nes en el esta­do de áni­mo y alte­ra­cio­nes en la per­cep­ción sensorial.

La alte­ra­ción tipo en el esta­do de áni­mo lle­va a la víc­ti­ma a expe­ri­men­tar un sen­ti­mien­to de insa­tis­fac­ción si no con­si­gue aumen­tar su patri­mo­nio cons­tan­te­men­te, aun­que sea en detri­men­to de la jus­ti­cia social. En oca­sio­nes, el indi­vi­duo sien­te la mis­ma insa­tis­fac­ción si pasan inter­mi­na­bles perio­dos de tiem­po cer­ca­nos a un día, sin adqui­rir pro­duc­tos o ser­vi­cios com­ple­ta­men­te inne­ce­sa­rios a pre­cios com­ple­ta­men­te inasu­mi­bles. En el momen­to de la men­cio­na­da adqui­si­ción, el esta­do de áni­mo del adic­to se vie­ne arri­ba duran­te unos deli­cio­sos y feli­ces minu­tos, tras los cua­les la insa­tis­fac­ción vuel­ve a ser el sen­ti­mien­to dominante.

El Capi­ta­lis­mo, como las demás dro­gas, sub­yu­ga, idio­ti­za y embru­te­ce. Bajo sus efec­tos, las per­so­nas ven alte­ra­da tam­bién su per­cep­ción de la jus­ti­cia, lle­van­do más allá de la casa del vecino las lin­des que divi­den y median entre los terre­nos del bien y los del mal.

El Capi­ta­lis­mo alte­ra la con­cep­ción de la reali­dad de for­ma sibi­li­na, mos­trán­do­nos como héroes a los que acu­mu­lan una rique­za con la que podrían vivir dig­na­men­te miles y miles de per­so­nas que, en vez de ello, tie­nen el ham­bre for­zo­so como for­ma de vida.

Gra­cias a esos acla­ma­dos héroes, la tan recla­ma­da jus­ti­cia y equi­dad para la dis­tri­bu­ción de la rique­za no ha alcan­za­do, por des­gra­cia, el mis­mo éxi­to que la dis­tri­bu­ción de la pobre­za, de la que miles de millo­nes de per­so­nas tie­nen, gra­cias al Capi­ta­lis­mo, un con­cep­to y un impac­to muy simi­lar, igual de inten­so, ínti­mo, des­truc­ti­vo y duradero.

El Capi­ta­lis­mo lle­va a situa­cio­nes ridí­cu­las, como por ejem­plo la que ha teni­do lugar recien­te­men­te en Lis­boa, don­de 180 per­so­nas han sido repa­tria­das y 42 dete­ni­das en el mar­co de la cele­bra­ción de la cum­bre que la OTAN ha rea­li­za­do en esa ciu­dad. Para asom­bro de muchos, nin­gu­na de las per­so­na­li­da­des invi­ta­das a la cum­bre se encon­tra­ba entre las 222 per­so­nas afec­ta­das por estas excep­cio­na­les medi­das policiales.

Pero no es la úni­ca situa­ción esper­pén­ti­ca en los últi­mos días. En Dublín se ha dado otra simi­lar, en la que se han omi­ti­do igua­les repa­tria­cio­nes y deten­cio­nes entre los res­pon­sa­bles del FMI duran­te su via­je de coac­ción y rapi­ña finan­cie­ra al pue­blo irlandés.

La expe­rien­cia hace unos meses de Gre­cia y la más recien­te de Irlan­da demues­tran que el Capi­ta­lis­mo posee armas de expo­lia­ción masi­va por lo que debe­ría ser obje­ti­vo indis­cu­ti­ble e inme­dia­to de la justicia.

La depen­den­cia de esta dro­ga alu­ci­nó­ge­na gene­ra en el indi­vi­duo serios pro­ble­mas de per­cep­ción de la reali­dad, que le pue­den lle­var a los lími­tes mis­mos de la cruel­dad, cuan­do no tras­pa­sar­los e inclu­so dejar­los muy atrás. Val­gan como ejem­plo sen­ci­llo pero extre­ma­da­men­te cruel los 215 millo­nes de niños que en el ter­cer mun­do rea­li­zan dia­ria­men­te algún tipo de tra­ba­jo, la mayo­ría peli­gro­so y remu­ne­ra­do de for­ma esclavista.

Pare­ce­rá una iro­nía, pero supon­go que cuan­do lle­gue el día en que los Dere­chos Huma­nos sean ren­ta­bles, serán obje­to de pri­va­ti­za­ción y no todo el mun­do ten­drá dere­cho a res­pe­tar­los sin pagar por ello.

Este es uno de los efec­tos más per­ver­sos del alu­ci­nó­geno Capi­ta­lis­mo, el que lle­va al indi­vi­duo a pen­sar que bajo la for­ma de “per­so­na jurí­di­ca” se dis­fru­ta de un extra de impu­ni­dad que per­mi­te expro­piar, expo­liar, explo­tar, expri­mir y exter­mi­nar todo ras­tro de jus­ti­cia y huma­ni­dad, sin tener que ren­dir cuen­tas a nadie.

Pue­de que solo sean impre­sio­nes mías, pero creo que si las per­so­nas físi­cas nos dejá­ra­mos lle­var por los mis­mos ins­tin­tos que las per­so­nas jurí­di­cas y actuá­se­mos uti­li­zan­do sus mis­mas téc­ni­cas, no habría en el mun­do poli­cías sufi­cien­tes para con­te­ner tal des­plie­gue de acti­tu­des y acti­vi­da­des delictivas.

En resu­men, el Capi­ta­lis­mo es demo­cra­cia para 4 y dic­ta­du­ra para 96.

http://​impre​sio​nes​mias​.com

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