EE.UU.: Nar­co­po­ten­cia.

Se eri­ge como juez de otros, mien­tras ejer­ce el domi­nio abru­ma­dor y es el prin­ci­pal bene­fi­cia­rio de los mag­nos nego­cios deri­va­dos del narcotráfico.

¿Quién le ha dado el dere­cho (a Esta­dos Uni­dos) para incluir o excluir a los que cum­plen o incum­plen com­pro­mi­sos en la lucha inter­na­cio­nal con­tra el nar­co­trá­fi­co? «Nadie tie­ne ese dere­cho y si alguien lo tuvie­ra sería la ONU». Ésta fue la res­pues­ta de Hugo Chá­vez a la inclu­sión de Vene­zue­la en un memo­ran­do de la Casa Blan­ca al Depar­ta­men­to de Esta­do que lis­ta a los «paí­ses que no coope­ran» en la lucha anti­nar­co. El docu­men­to, ade­más, pro­mue­ve una mayor inter­ven­ción y ocu­pa­ción de Cen­troa­mé­ri­ca con el pre­tex­to de que «la gue­rra sin cuar­tel de Méxi­co y Colom­bia» obli­gó al nar­co a reple­gar­se hacia «Hon­du­ras, Cos­ta Rica y Nica­ra­gua», por pri­me­ra vez inclui­dos en la lis­ta de «gran­des pro­duc­to­res o pla­ta­for­mas del nar­co­trá­fi­co en el mundo».

Como se espe­ra­ba ya, el gobierno de Lau­ra Chin­chi­lla, de Cos­ta Rica, que auto­ri­zó la pre­sen­cia mili­tar de Esta­dos Uni­dos en su terri­to­rio, ofre­cien­do inmu­ni­dad a sol­da­dos y ofi­cia­les de ocu­pa­ción que incu­rrie­ran en rup­tu­ras a la ley penal inter­na­cio­nal, enca­be­za una «ini­cia­ti­va cen­tro­ame­ri­ca­na» para «pre­sio­nar» a Esta­dos Uni­dos en pos de más ayu­da con­tra el narco.

El memo­ran­do tam­bién se usa en el caso de Vene­zue­la, con fines polí­ti­co-elec­to­ra­les. Su ses­go opor­tu­nis­ta, uni­la­te­ral y par­cial, jun­to a la cada vez más noto­ria par­ti­ci­pa­ción de Esta­dos Uni­dos en todos los nive­les de la estruc­tu­ra y diná­mi­ca del nar­co­trá­fi­co, des­au­to­ri­zan la retó­ri­ca de su gue­rra antinarco/​crimen o sea, lo que en la gue­rra sico­ló­gi­ca y polí­ti­ca se cono­ce como «his­to­ria de cober­tu­ra», la mam­pa­ra que encu­bre cam­pa­ñas anti­po­pu­la­res y dise­ños de inter­ven­ción y ocu­pa­ción policial/​militar/​empresarial de zonas cla­ve por su posi­ción geo­grá­fi­ca o por sus recursos.

No es casual que sean mili­ta­res, Hugo Chá­vez o el coro­nel Sued Cas­tro Lima, de la Fuer­za Aérea de Bra­sil, quie­nes, entre otros, lla­men la aten­ción sobre el fenó­meno: Esta­dos Uni­dos se eri­ge como juez de otros, mien­tras ejer­ce el domi­nio abru­ma­dor y es el prin­ci­pal bene­fi­cia­rio de los mag­nos nego­cios deri­va­dos del nar­co­trá­fi­co y el cri­men orga­ni­za­do. Cas­tro Lima mues­tra lo insos­te­ni­ble del argu­men­to de facha­da de com­ba­te al nar­co­trá­fi­co de la Casa Blan­ca: «En Colom­bia la pro­duc­ción de cocaí­na aumen­tó por­que tam­bién lo hizo el mer­ca­do con­cen­tra­do en Esta­dos Uni­dos y en años recien­tes el pre­cio de la cocaí­na cayó 36 por cien­to resul­ta­do del aumen­to de la ofer­ta y no de una reduc­ción de la demanda».

Esos y otros datos indi­can que a nivel inter­na­cio­nal Esta­dos Uni­dos se per­fi­la como la prin­ci­pal nar­co­po­ten­cia: es gran pro­duc­tor de mari­gua­na y los más de 7 millo­nes de adic­tos a la cocaí­na que la con­su­men en su terri­to­rio, cons­ti­tu­yen el mayor mer­ca­do del orbe. Ade­más se sabe que el 70 por cien­to del dine­ro se lava ahí, sig­ni­fi­can­do, dice Cas­tro Lima, «… que las mafias que ope­ran en su terri­to­rio domi­nen 90 por cien­to del lucro del gran nego­cio, que que­da en manos de las mafias de Esta­dos Unidos».

En Afga­nis­tán la pro­duc­ción de opio des­apa­re­ció entre 1996 – 2001 por­que el Tali­bán con­si­de­ró a la dro­ga anti­is­lá­mi­ca: hoy, con la inva­sión y ocu­pa­ción de Esta­dos Uni­dos, las tran­sac­cio­nes ilí­ci­tas flo­re­cen y «la región pro­du­ce el 70 por cien­to del opio del mundo».

En nues­tra región la indus­tria arma­men­tis­ta de Esta­dos Uni­dos es bene­fi­cia­ria de doble vía de esta gue­rra sui géne­ris: Esta­dos Uni­dos es el prin­ci­pal abas­te­ce­dor (al 90 por cien­to) de armas a los cár­te­les que ope­ran acá ¡y a los ejér­ci­tos que los com­ba­ten! dupli­can­do así expor­ta­cio­nes y bene­fi­cios. Al nor­te, los dóla­res; al sur, los muertos.

Cas­tro Lima acier­ta al decir que la inten­ción es aplas­tar «los movi­mien­tos popu­la­res o revo­lu­cio­na­rios que sur­gen en Amé­ri­ca Lati­na y la inti­mi­da­ción o neu­tra­li­za­ción de ini­cia­ti­vas regio­na­les» tipo UNASUR. Tam­bién lo es debi­li­tar cual­quier expre­sión de juris­dic­ción esta­tal, sea en Cana­dá, Méxi­co o Vene­zue­la, que inter­fie­ra con el flui­do acce­so de Esta­dos Uni­dos y sus «socios» a nego­cios o recur­sos vita­les como elec­tri­ci­dad, gas y petróleo.

Es en el terri­to­rio de la nar­co­po­ten­cia y no en Colom­bia, Méxi­co, Cen­troa­mé­ri­ca o el Ama­zo­nas, don­de, en pala­bras de Cas­tro Lima «… debe­ría tra­bar­se el prin­ci­pal com­ba­te con­tra el narcotráfico».

Sur y Sur

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