Enfer­mos de terror por Amy Goodman

En los últi­mos días, los medios de comu­ni­ca­ción se han vis­to inundados
con infor­mes acer­ca del frus­tra­do aten­ta­do al vue­lo 253 de Nothwest
Air­li­nes el día de Navi­dad. Cuan­do Umar Farouk Abdul­mu­ta­llab, ahora
cono­ci­do como «el hom­bre del explo­si­vo en la ropa inte­rior», falló en su
pre­sun­to ata­que, casi 300 per­so­nas se sal­va­ron de lo que muy
posi­ble­men­te habría sido un horri­ble y vio­len­to final. A par­tir de este
inci­den­te aéreo, se ha reini­cia­do el deba­te en torno al terro­ris­mo y la
mejor mane­ra de pro­te­ger al pue­blo estadounidense.

Al mis­mo tiem­po, otro ase­sino ace­cha a los esta­dou­ni­den­ses. Según cifras
esti­ma­ti­vas recien­tes este ase­sino se cobra la vida de 45.000
esta­dou­ni­den­ses al año (uno cada 10 minu­tos) pero aún así pasa
des­aper­ci­bi­do. Esto sig­ni­fi­ca que 3.750 per­so­nas que mue­ren cada
mes — más de las que murie­ron en los aten­ta­dos del 11S— podrían
sal­var­se con una sim­ple firma.

Este ase­sino es la fal­ta de una ade­cua­da cober­tu­ra médi­ca en Estados
Uni­dos. A fines de 2009, inves­ti­ga­do­res de la Escue­la de Medi­ci­na de
Har­vard lle­ga­ron a la con­clu­sión de que 45.000 per­so­nas mueren
inne­ce­sa­ria­men­te cada año a cau­sa de la fal­ta de segu­ro de salud. Los
inves­ti­ga­do­res deve­la­ron ade­más otro hecho sor­pren­den­te: en 2008
murie­ron cua­tro veces más vete­ra­nos del ejér­ci­to esta­dou­ni­den­se porque
no tenían segu­ro de salud que el núme­ro total de sol­da­dos caí­dos en Irak
y Afga­nis­tán en el mis­mo perío­do. El dato es correc­to: 2.266 veteranos
de menos de 65 años de edad murie­ron por­que no tenían segu­ro médico.

El mar­tes, el Pre­si­den­te Barak Oba­ma se mos­tró vehe­men­te en su
decla­ra­ción públi­ca tras la reu­nión que man­tu­vo con el equi­po de
segu­ri­dad nacio­nal para tra­tar el tema del aten­ta­do. Oba­ma afir­mó: «No
fue un error al reca­var infor­ma­ción de inte­li­gen­cia, fue un error al
inte­grar y enten­der la infor­ma­ción que ya poseía­mos. La información
exis­tía. Las agen­cias y ana­lis­tas que la nece­si­ta­ban tenían acce­so a
ella y nues­tros pro­fe­sio­na­les esta­ban entre­na­dos para bus­car y compilar
ese tipo de infor­ma­ción. Voy a acep­tar que por su natu­ra­le­za, la
infor­ma­ción de inte­li­gen­cia es imper­fec­ta, pero está cada vez más claro
que en este caso, la infor­ma­ción de inte­li­gen­cia no fue ana­li­za­da por
com­ple­to ni apro­ve­cha­da al máxi­mo. Esto no es acep­ta­ble y no voy a
tole­rar­lo. Una y otra vez hemos vis­to que es cru­cial compilar
infor­ma­ción y actuar en for­ma inme­dia­ta para per­ma­ne­cer un paso delante
de hábi­les adver­sa­rios. Como con­se­cuen­cia, debe­mos actuar mejor y
actua­re­mos mejor. Es impe­ra­ti­vo que lo haga­mos rápi­da­men­te. Están en
ries­go vidas estadounidenses.»

Todo lo cual es real­men­te admi­ra­ble. Ima­gí­nen­se si se tra­ta­ra con la
mis­ma urgen­cia el tema del res­que­bra­ja­do sis­te­ma de salud que
inne­ce­sa­ria­men­te cau­sa la muer­te de 45.000 per­so­nas por año. Y ya que
aho­ra se des­ti­na­rán fon­dos de estí­mu­lo para pro­veer a los aeropuertos
con más equi­pos de esca­neo, ¿por qué no des­ti­nar dine­ro a garan­ti­zar que
en todos los cen­tros de salud comu­ni­ta­rios se pue­dan realizar
mamo­gra­fías y exá­me­nes de próstata?

Está tam­bién el tema de la inves­ti­ga­ción acer­ca de quién es responsable
por el aten­ta­do falli­do de Navi­dad y el inten­to de obte­ner del presunto
ata­can­te «infor­ma­ción de inte­li­gen­cia pro­ce­sa­ble» a fin de prevenir
futu­ros ata­ques. Todo eso está muy bien.

Sin embar­go, tene­mos «infor­ma­ción pro­ce­sa­ble» acer­ca de por qué la gente
mue­re por fal­ta de segu­ro médi­co y de cómo las com­pa­ñías de segu­ros de
salud pri­van sis­te­má­ti­ca­men­te de cober­tu­ra a sus afi­lia­dos para aumentar
sus ganan­cias, y ¿qué se ha hecho acer­ca de este tema?

El día ante­rior al inci­den­te de la bom­ba escon­di­da deba­jo de la ropa
inte­rior, en vís­pe­ras de Navi­dad, el Sena­do de Esta­dos Uni­dos apro­bó el
Pro­yec­to de ley de Refor­ma del Sis­te­ma de Salud con 60 votos a favor y
39 en con­tra. Oba­ma des­cri­bió el pro­yec­to como «la legis­la­ción social
más impor­tan­te des­de la Ley de Segu­ri­dad Social apro­ba­da en la déca­da de
1930». Sin embar­go, para lle­gar a ese mági­co núme­ro de 60 votos en el
Sena­do, el ya debi­li­ta­do pro­yec­to de esa cáma­ra tuvo que poner­se de
rodi­llas ante los gus­tos del Sena­dor Joe Lie­ber­man de Con­nec­ti­cut, el
esta­do cono­ci­do como la meca de las empre­sas de los segu­ros de salud, y
del demó­cra­ta con­ser­va­dor Ben Nel­son de Nebras­ka. Las ver­sio­nes de la
refor­ma del sis­te­ma de salud del Sena­do y de la Cáma­ra de Representes
deben aho­ra ser con­ci­lia­das en un Comi­té bica­me­ral especial.

En Esta­dos Uni­dos, el pro­ce­so de los comi­té bica­me­ra­les espe­cia­les es
poco cono­ci­do. Es fre­cuen­te que duran­te este pro­ce­so los pro­yec­tos de
ley sufran cam­bios impor­tan­tes que pasan casi o totalmente
des­aper­ci­bi­dos. Es por este moti­vo que Brian Lamb, Direc­tor Gene­ral de
C‑SPAN envió una car­ta a los líde­res del Con­gre­so el 30 de diciembre
soli­ci­tan­do auto­ri­za­ción para tele­vi­sar el pro­ce­so. En ella escribió:
«Res­pe­tuo­sa­men­te soli­ci­ta­mos a uste­des per­mi­tan que el públi­co tenga
acce­so total, a tra­vés de la tele­vi­sión, al pro­ce­so de defi­ni­ción de
esta legis­la­ción, que afec­ta­rá la vida de cada uno de los
esta­dou­ni­den­ses.» Pero en lugar de sim­ple­men­te per­mi­tir el acce­so, la
Pre­si­den­ta de la Cáma­ra de Repre­sen­tan­tes, Nancy Pelo­si, afir­mó que
«nun­ca ha habi­do un pro­ce­so más abier­to que este».

Ade­más, Pelo­si y los demó­cra­tas dicen aho­ra que el pro­yec­to ni siquiera
pasa­rá por un comi­té bica­me­ral for­mal, sino que más bien se nego­cia­rá en
sesio­nes infor­ma­les a puer­tas cerra­das entre los pre­si­den­tes de los
comi­té cla­ves. De esta mane­ra los repu­bli­ca­nos no ten­drían oportunidades
de obs­truir el pro­ce­so, pero al mis­mo tiem­po esto daría a unos pocos
indi­vi­duos un enor­me poder para hacer tra­tos, tal como hicie­ron los
sena­do­res Nel­son y Lie­ber­man. Dado que las indus­trias de segu­ros, de
equi­pos médi­cos y las far­ma­céu­ti­cas gas­ta­ron cer­ca de 1.4 millo­nes de
dóla­res por día para ejer­cer influen­cia en el deba­te acer­ca de la
refor­ma de la salud, debe­mos pre­gun­tar­nos: ¿quién ten­drá acce­so a los
pocos legis­la­do­res detrás de esas puer­tas cerradas?

Wen­dell Pot­ter, el ex por­ta­voz de la ase­gu­ra­do­ra CIGNA y quien se ha
con­ver­ti­do en denun­cian­te de la indus­tria de los segu­ros de salud dice
saber «dón­de se sepul­ta a los muer­tos». Sea­mos con­sis­ten­tes. Si nos
preo­cu­pa­mos por sal­var vidas esta­dou­ni­den­ses, pon­gá­mo­nos en acción ahora.

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Denis Moy­nihan cola­bo­ró en la pro­duc­ción perio­dís­ti­ca de esta columna.

Amy Good­man

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