Lo que escon­de Gra­na Padano, emble­ma del que­so italiano

Una inves­ti­ga­ción de Esse­re Ani­mal y Euro­group for Ani­mals des­ta­pa la bru­ta­li­dad y el mal­tra­to ani­mal en las gran­jas pro­duc­to­ras de Gra­na Padano, el que­so con deno­mi­na­ción de ori­gen más con­su­mi­do del mun­do. Las imá­ge­nes mues­tran aban­dono, gol­pes e insalubridad

Con per­mi­so del Par­mi­giano Reg­giano o la moz­za­re­lla, el Gra­na Padano es el que­so ita­liano por anto­no­ma­sia. Una de las prin­ci­pa­les señas de iden­ti­dad de la gas­tro­no­mía del país transal­pino que se ha rela­cio­na­do, tra­di­cio­nal­men­te, con la alta cali­dad. Y un pro­duc­to que no fal­ta en la coci­na de un inmen­so por­cen­ta­je de hoga­res ita­lia­nos, así como en los de cual­quier otro rin­cón del pla­ne­ta. De hecho, se tra­ta del que­so con deno­mi­na­ción de ori­gen más con­su­mi­do del mundo. 

Es por ello que la inves­ti­ga­ción lle­va­da a cabo por la orga­ni­za­ción Esse­re Ani­ma­li, en cola­bo­ra­ción con Euro­group for Ani­mals y en el mar­co de la cam­pa­ña ‘No ani­mals left behind’ adquie­re una rele­van­cia mayús­cu­la: en Ita­lia, tocar el Gra­na Padano son pala­bras mayo­res, dado que impli­ca poner en entre­di­cho un ali­men­to que repre­sen­ta como pocos “la exce­len­cia ita­lia­na”, en pala­bras de los pro­pios res­pon­sa­bles de Esse­re Animali. 

Cruel­dad, insa­lu­bri­dad y muerte

En sen­das inves­ti­ga­cio­nes lle­va­das a cabo el pasa­do mes de julio y este mes de sep­tiem­bre, los acti­vis­tas tuvie­ron acce­so a una de las prin­ci­pa­les gran­jas de pro­duc­ción de este que­so. Lo que encon­tra­ron los dejó sin pala­bras: ter­ne­ros muer­tos dis­tri­bui­dos por las ins­ta­la­cio­nes, con­di­cio­nes insa­lu­bres y una vio­len­cia extre­ma por par­te de los tra­ba­ja­do­res, que se ensa­ñan con los ani­ma­les gol­peán­do­los con fre­cuen­cia. Las crías, sepa­ra­das de sus madres al poco de nacer –pro­ce­di­mien­to para el cual se uti­li­za una cuer­da ata­da a su fren­te – , son ubi­ca­das en minúscu­los corra­les indi­vi­dua­les tras ser arro­ja­das en carre­ti­llas e inmo­vi­li­za­das en una posi­ción anti­na­tu­ral, con una pier­na alre­de­dor del cuello. 

Los acti­vis­tas fue­ron tam­bién tes­ti­gos de la muer­te de varios ter­ne­ros, que se asfi­xia­ron al que­dar su cabe­za atas­ca­da en el pese­bre del corral. “Se tra­ta de inci­den­tes que segu­ra­men­te cons­ti­tu­yen negli­gen­cia ani­mal cri­mi­nal, ya que nin­guno de los tra­ba­ja­do­res inter­vino para libe­rar­los”, denun­cian. En las ins­ta­la­cio­nes tam­bién encon­tra­ron infi­ni­dad de vallas rotas y oxi­da­das que supo­nen un serie peli­gro para los animales. 

Para cual­quier per­so­na que haya teni­do la más míni­ma curio­si­dad por cono­cer el ori­gen de un ali­men­to como el que­so no es nin­gu­na sor­pre­sa: las hem­bras son pre­ña­das sis­te­má­ti­ca­men­te para pro­du­cir leche. Una vez dan a luz, la sepa­ra­ción de madre y ter­ne­ro sir­ve para faci­li­tar las ope­ra­cio­nes dia­rias de orde­ño de miles de vacas, cuya leche se des­ti­na así ínte­gra­men­te al mer­ca­do o, en este caso, a la pro­duc­ción de Gra­na Padano. “Exis­te evi­den­cia de que los ter­ne­ros sepa­ra­dos de sus madres al nacer mues­tran daños en el com­por­ta­mien­to y el desa­rro­llo, mien­tras que los ter­ne­ros que se crían en un entorno gru­pal se bene­fi­cian tan­to en tér­mi­nos de socia­bi­li­dad como de bien­es­tar”, apun­tan los res­pon­sa­bles de Esse­re Ani­ma­li

Cues­tión de rentabilidad

En un mer­ca­do que mue­ve millo­nes de euros al año el bien­es­tar está siem­pre en segun­do plano fren­te a lo ver­da­de­ra­men­te impor­tan­te: la ren­ta­bi­li­dad. La pro­duc­ción ita­lia­na de que­sos es la cuar­ta más gran­de del mun­do, con más de un millón de tone­la­das al año. En gran­jas como las docu­men­ta­das por Esse­re Ani­na­li, los ter­ne­ros se crían en corra­les cuya anchu­ra no supera a la de sus pro­pios cuer­pos. A con­se­cuen­cia de la esca­sez de espa­cio en las gran­jas, muchos son alo­ja­dos en pare­jas, lo que redu­ce aún más el espa­cio que tie­nen a su dis­po­si­ción. A ello hay que aña­dir el dra­ma que supo­ne nacer macho en una de estas gran­jas, dado que son con­si­de­ra­dos un sub­pro­duc­to: a dife­ren­cia de las hem­bras, no pue­den rein­te­grar­se a la cade­na de sumi­nis­tro de los pro­duc­tos lác­teos y, por tan­to, gene­ran menos bene­fi­cios. Con ellos, el mal­tra­to y el ensa­ña­mien­to es aún más des­pia­da­do y cruel. 

Las con­di­cio­nes de higie­ne son igual­men­te crí­ti­cas. Rodea­dos de sus pro­pios excre­men­tos, los ter­ne­ros enfer­man a menu­do, lo que lle­va a los res­pon­sa­bles de las gran­jas a sobre­me­di­car­los a base de anti­bió­ti­cos. “No hay nada de natu­ral en la for­ma en que se ali­men­ta a estos ani­ma­les: se les da prin­ci­pal­men­te una mez­cla de leche en pol­vo y agua, sus­ti­tu­tos de la leche mater­na”, denun­cian los acti­vis­tas de Esse­re Ani­ma­li. Una mala ali­men­ta­ción que tam­bién tie­ne con­se­cuen­cias. Duran­te el trans­cur­so de la inves­ti­ga­ción, varios ter­ne­ros enfer­ma­ron gra­ve­men­te y sufrie­ron fuer­tes dia­rreas: nin­guno de los cober­ti­zos fue lim­pia­do por los tra­ba­ja­do­res, lo que oca­sio­nó una ele­va­da pre­sen­cia de insectos. 

Las defi­cien­cias sani­ta­rias se tra­du­cen en una ele­va­da tasa de mor­ta­li­dad de los ani­ma­les. Uno de los vídeos gra­ba­dos por los acti­vis­tas mues­tra el naci­mien­to de un ter­ne­ro den­tro de un cober­ti­zo con una grue­sa capa de excre­men­tos, así como gran­des char­cos de ori­na y agua de llu­via. Pos­te­rior­men­te, el ter­ne­ro murió y su cuer­po per­ma­ne­ció en con­tac­to con la madre duran­te todo un día.

Ries­go para los consumidores

Más allá del mal­tra­to ani­mal, des­de Esse­re Ani­ma­li denun­cian las “defi­cien­cias sani­ta­rias evi­den­tes” que exis­ten en este tipo de gran­jas. Según cer­ti­fi­can las imá­ge­nes gra­ba­das por los acti­vis­tas, exis­te toda una serie de prác­ti­cas sos­te­ni­das en el tiem­po “que indi­can un des­cui­do gene­ra­li­za­do en la ges­tión de la gran­ja”. Los vídeos y foto­gra­fías refle­jan un gra­ve esta­do de aban­dono, espe­cial­men­te en mate­ria de higie­ne. “Los corra­les se lle­nan con una grue­sa capa de heces. Los ani­ma­les están extre­ma­da­men­te sucios, espe­cial­men­te los pezo­nes de las vacas que se envían a orde­ñar, lo que impli­ca un alto ries­go de con­ta­mi­na­ción bac­te­ria­na debi­do al ambien­te alta­men­te insa­lu­bre”, especifican. 

Asi­mis­mo, la pro­pia fin­ca se encuen­tra en un esta­do rui­no­so “debi­do a defec­tos estruc­tu­ra­les o fal­ta de man­te­ni­mien­to”, apun­tan los acti­vis­tas. “De hecho, cuan­do llue­ve se for­man gran­des char­cos de agua den­tro de los cober­ti­zos, lo que obli­ga a los ani­ma­les a vivir con las patas sumer­gi­das en agua duran­te varios días”.

Todo ello plan­tea, para Esse­re Ani­ma­li, “un ries­go poten­cial gra­ve para la salud de los con­su­mi­do­res”, ade­más de cons­ti­tuir una cla­ra vio­la­ción de los requi­si­tos en mate­ria de bien­es­tar de los ani­ma­les de gran­ja, que pres­cri­ben el deber de alber­gar­los en luga­res ade­cua­dos y lim­pios, así como en con­di­cio­nes que no sean per­ju­di­cia­les para su salud. Una legis­la­ción que, de nue­vo, bri­lla por su ausen­cia en el pro­ce­so de pro­duc­ción de uno de los que­sos más pres­ti­gio­sos de Italia.

Fuen­te: Dani Cabe­zas para El caba­llo de Nietzsche

La entra­da Lo que escon­de Gra­na Padano, emble­ma del que­so ita­liano se publi­có pri­me­ro en La otra Anda­lu­cía.

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