Inter­na­cio­nal. La his­to­ria de los Már­ti­res de Chica­go que dio ori­gen al 1° de mayo

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 30 abril de 2021. 

Fue ins­tau­ra­do en 1889 en honor a ocho hom­bres con­de­na­dos a pri­sión y a la hor­ca, pero la fecha se tomó de pro­tes­tas previas. 

Revuel­ta de Hay­mar­ket (ilus­tra­ción de la época).

Esta his­to­ria comien­za en 1887, con el jui­cio a ocho anar­quis­tas, socia­lis­tas y sin­di­ca­lis­tas acu­sa­dos de ase­si­na­to y cons­pi­ra­ción.Samuel Fel­den, Oscar Nee­be y Michael Scwab reci­bie­ron lar­gas penas en pri­sión. Geor­ge Engel, August Spies, Albert Par­sons, Adolf Fis­cher y Louis Lingg ‑quien a últi­mo momen­to se sui­ci­dó en su cel­da- fue­ron des­ti­na­dos a la horca.

Los hom­bres ter­mi­na­ron con­de­na­dos y en 1889, un con­gre­so de la Segun­da Inter­na­cio­nal deci­dió con­me­mo­rar a estos már­ti­res y se esta­ble­ció en su honor el Día Inter­na­cio­nal de los Tra­ba­ja­do­res. La fecha ele­gi­da no fue la de su muer­te, sino el 1° de mayo, cuan­do jun­to a cien­tos de miles de obre­ros esta­dou­ni­den­ses, en 1886, para­ron el país para recla­mar las 8 horas de trabajo.

Los "ocho de Chicago", como se conoció en la época a los acusados por los sucesos de Haymarket.

Los «ocho de Chica­go», como se cono­ció en la épo­ca a los acu­sa­dos por los suce­sos de Haymarket.

Las pro­tes­tas por el dere­cho al tiempo

En la déca­da del 80 del siglo XIX, los obre­ros nor­te­ame­ri­ca­nos pasa­ban fue­ra de sus hoga­res la mayor par­te del día. La jor­na­da pro­me­dio era de 10 horas, aun­que algu­nos ‑como los con­duc­to­res de tre­nes- tra­ba­ja­ban más de 15. Las expe­rien­cias varia­ban según el Esta­do, la rama, la fábri­ca y el puesto. 

Los rit­mos ago­ta­do­res cons­ti­tuían otro de los recla­mos. Todos los tes­ti­mo­nios apun­tan a una ver­da­de­ra dispu­ta por el tiem­po. En muchas fábri­cas, los ope­ra­rios se que­ja­ban de la mani­pu­la­ción de los relo­jes por par­te de los jefes, que coti­dia­na­men­te aña­día 20 o 30 minu­tos más de obligaciones.

En 1882, los due­ños de gran­des empre­sas se con­gre­ga­ron para defen­der una jor­na­da de 11 horas. El año ante­rior, una huel­ga en Saint Louis había con­se­gui­do una ley que limi­ta­ba las tareas a 72 horas por sema­na, pero, tres años más tar­de, nadie tra­ba­ja­ba menos de 97.

No es extra­ño que el movi­mien­to por las 8 horas gene­ra­ra ilu­sio­nes, has­ta con­ver­tir­se en algo impa­ra­ble a lo lar­go del país, que des­per­tó dis­tin­tas manifestaciones. 

Las mul­ti­tu­di­na­rias orga­ni­za­cio­nes obre­ras dis­per­sas por todo Esta­dos Uni­dos eli­gie­ron el 1° de mayo de 1886 como día para unir sus fuer­zas (recor­dan­do una impor­tan­te huel­ga de 1867). Se espe­ra­ba que la con­vo­ca­to­ria fue­ra gran­de ‑los dia­rios habla­ban de cien mil personas‑, pero el resul­ta­do superó todas las expectativas.

Día del trabajador. El 1° de Mayo de 1886, más de 200,000 obreros iniciaron una huelga en Estados Unidos, para obtener una jornada de 8 horas.

Día del tra­ba­ja­dor. El 1° de Mayo de 1886, más de 200,000 obre­ros ini­cia­ron una huel­ga en Esta­dos Uni­dos, para obte­ner una jor­na­da de 8 horas.

La huel­ga del 1 de mayo

El 1° de mayo de 1886, casi 340 mil tra­ba­ja­do­res con­flu­ye­ron en la pro­tes­ta por la reduc­ción de la jor­na­da labo­ral. Unos 190 mil se decla­ra­ron en huel­ga, mien­tras otros 150 mil par­ti­ci­pa­ron de las accio­nes. Se esti­ma que 45 mil per­so­nas se movi­li­za­ron en Nue­va York, 32 mil en Cin­cin­na­ti y 4.700 en Bos­ton. Pero en nin­gún lugar se alcan­zó la mag­ni­tud de Chica­go: 90 mil habi­tan­tes salie­ron a las calles y hubo un cese de acti­vi­da­des en la indus­tria y el transporte. 

La ten­sión social se man­tu­vo por varios días. En ese mar­co, el 3 de mayo, la poli­cía ata­có a que­ma­rro­pa una pro­tes­ta fren­te a la fábri­ca de maqui­na­ria McCor­mick Har­ves­ter, que se encon­tra­ba en con­flic­to des­de febre­ro y fun­cio­na­ba gra­cias a rom­pehuel­gas. Un obre­ro falle­ció y otros tres heri­dos lo hicie­ron al cabo de un mes.

Al día siguien­te se con­vo­có un mitin en la Pla­za Hay­mar­ket. Como se ave­ci­na­ba una tor­men­ta pri­ma­ve­ral y había otras con­vo­ca­to­rias anun­cia­das, no se jun­ta­ron más de 3 mil per­so­nas. Cuan­do los mani­fes­tan­tes se reti­ra­ban pací­fi­ca­men­te, 180 poli­cías se metie­ron en la muche­dum­bre y explo­tó una bom­ba. Lue­go se escu­cha­ron dis­pa­ros. Hubo casi 70 heri­dos y murie­ron sie­te policías.

La pren­sa aler­ta­ba del «peli­gro rojo». Sin las órde­nes corres­pon­dien­tes, los ofi­cia­les se lle­va­ron dete­ni­dos, alla­na­ron loca­les y hoga­res. No solo en Chica­go. Ciu­da­des como Mil­wau­kee tam­bién fue­ron militarizadas.

El jui­cio a los Mártires

El 21 de junio de 1886, se ini­ció una cau­sa con­tra 31 acti­vis­tas, aun­que final­men­te fue­ron ocho los acu­sa­dos de ins­ti­gar los hechos de vio­len­cia. Entre ellos había emplea­dos tex­ti­les, pas­to­res, tipó­gra­fos y redac­to­res de perió­di­cos obre­ros, de entre 22 y 50 años. «Mi hija tra­ba­ja quin­ce horas para ganar quin­ce cen­ta­vos», decla­ra­ba uno. Otro ‑Sch­wab- con­ta­ba que había lle­ga­do a tra­ba­jar entre 13 y 17 horas por día.

Los tes­ti­gos eran agen­tes y hom­bres sobor­na­dos. Como expli­ca­ba Mar­tí, Par­sons ‑que sería ahor­ca­do– había con­tem­pla­do los suce­sos des­de una casa veci­na. Lingg direc­ta­men­te esta­ba lejos de la catás­tro­fe. A nin­guno de los ocho se le pudo atri­buir la detonación.

«Si creen que pue­den aplas­tar estas ideas que ganan cada día más terreno (…), yo los desa­fío a mos­trar dón­de hemos men­ti­do. Si la pena de muer­te es el pre­cio por decir la ver­dad, enton­ces estoy dis­pues­to a pagar­lo desa­fian­te y orgu­llo­sa­men­te. ¡Lla­men al ver­du­go!», pro­nun­ció Spies en su ale­ga­to final.

El juicio (ilustración de la época).

El jui­cio (ilus­tra­ción de la época).

Duran­te los años siguien­tes, casi el 70% de los tra­ba­ja­do­res del país logró algún acuer­do sobre horas o sala­rios, y los ecos de esta rei­vin­di­ca­ción se repi­tie­ron en otros lados.

«El 1° de Mayo es el úni­co día ver­da­de­ra­men­te uni­ver­sal de la huma­ni­dad ente­ra, el úni­co día don­de coin­ci­den todas las his­to­rias y todas las geo­gra­fías, todas las len­guas y las reli­gio­nes del mun­do, pero en los Esta­dos Uni­dos, el pri­me­ro de mayo es un día cual­quie­ra», escri­bía Eduar­do Galeano en El libro de los abra­zos.

En 1894, el pre­si­den­te demó­cra­ta Gro­ver Cle­ve­land esta­ble­ció el Labor Day o Día del Tra­ba­jo (pri­mer lunes de sep­tiem­bre) como cele­bra­ción oficial.El fun­cio­na­rio, que tam­bién había ejer­ci­do la pre­si­den­cia duran­te los días san­grien­tos de 1886 y 1887, que­ría evi­tar con­fron­ta­cio­nes el 1° de mayo. Terri­to­rios anglo­sa­jo­nes como Aus­tra­lia y Cana­dá siguie­ron su ejem­plo. En gran par­te del mun­do, en cam­bio, la fecha ori­gi­nal se man­tie­ne has­ta hoy.

Itu­rria /​Fuen­te

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