Vene­zue­la. Antony Blin­ken, el hom­bre que le mar­ca el rit­mo a la opo­si­ción, aun­que sus diri­gen­tes no lo nombren

Por Ociel Alí López. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 12 de mar­zo de 2021.

El dis­cur­so que ofre­ció la sema­na pasa­da el nue­vo secre­ta­rio de Esta­do de EE.UU., Antony Blin­ken, y en el que sen­tó la posi­ción del gobierno del pre­si­den­te Joe Biden de dejar en el pasa­do las inter­ven­cio­nes mili­ta­res típi­cas de la his­to­ria de ese país, ha caí­do como un bal­de de agua fría en la opo­si­ción radi­cal vene­zo­la­na y pue­de cata­li­zar el regre­so de varia­das ten­den­cias del anti­cha­vis­mo a la are­na electoral.

Por lo pron­to, muy pocos líde­res opo­si­to­res se han pro­nun­cia­do en torno a ese dis­cur­so inau­gu­ral. Pare­cie­ra que han pre­fe­ri­do más bien igno­rar­lo, lo que con­tras­ta con el entu­sias­mo que les gene­ra­ban los dis­cur­sos de Trump y sus fun­cio­na­rios cuan­do hacían ame­na­zas direc­tas y deja­ban abier­ta la posi­bi­li­dad de una inva­sión a Venezuela.

Quién no lo igno­ró fue el canal opo­si­tor y abier­ta­men­te inter­ven­cio­nis­ta EVTV. Su edi­to­ria­lis­ta Car­los Acos­ta afir­mó: «Lue­go de la rue­da de pren­sa de Blin­ken que­da abso­lu­ta­men­te diá­fano que no habrá inva­sión mili­tar en Vene­zue­la. No hubo, no hay y pare­ce que no habrá inten­ción de que eso ocu­rra. (…) ¿Qué nos queda?».

De res­to, nin­gún actor polí­ti­co de la opo­si­ción, mode­ra­da o radi­cal, ha hecho men­ción o inter­pre­ta­do el dis­cur­so de Blin­ken. Aun­que, como dice la expre­sión, la pro­ce­sión va por dentro.

La pro­ce­sión va por dentro

Bue­na par­te de la opo­si­ción vene­zo­la­na tie­ne ya varios años pro­ban­do suer­te con las sali­das mili­ta­res y pidien­do una inter­ven­ción esta­dou­ni­den­se. Una vez anun­cia­do el supues­to fin de estas, ten­drá que bus­car una nue­va vía.

En una car­ta abier­ta, dece­nas de opo­si­to­res de amplia tra­yec­to­ria —entre los que se encuen­tran polí­ti­cos, aca­dé­mi­cos, sin­di­ca­lis­tas y empre­sa­rios— han inter­pe­la­do a Juan Guai­dó para que reali­ce un giro en su polí­ti­ca abs­ten­cio­nis­ta, y acce­da a lide­rar el retorno a los esce­na­rios electorales.

Por su par­te, Chúo Torreal­ba, el excoor­di­na­dor de la des­apa­re­ci­da Mesa de la Uni­dad Demo­crá­ti­ca (orga­ni­za­ción que logró el triun­fo elec­to­ral más con­tun­den­te de la opo­si­ción en las par­la­men­ta­rias de 2015) ha plan­tea­do que es el momen­to de «aca­bar con la into­xi­ca­ción de la sali­da a la fuerza».

El pro­pio líder de la corrien­te radi­cal, Leo­pol­do López, exi­lia­do en Espa­ña, ha sua­vi­za­do su pos­tu­ra rup­tu­ris­ta, dejan­do de lado el famo­so man­tra «cese a la usur­pa­ción, gobierno de tran­si­ción y elec­cio­nes libres», que acom­pa­ñó la rebe­lión enca­be­za­da por su alumno Guai­dó. Aho­ra, des­de Madrid, pare­ce estar acep­tan­do la posi­bi­li­dad de unas elec­cio­nes pre­si­den­cia­les y legis­la­ti­vas, ya sin poner como con­di­ción sine qua non que el pre­si­den­te Madu­ro deje su cargo.

Tres días des­pués del dis­cur­so de Blin­ken, Guai­dó ha reco­no­ci­do que asis­tir a las elec­cio­nes es un esce­na­rio posi­ble si se con­si­guen con­di­cio­nes, cam­bian­do hacia una gra­má­ti­ca que con­tem­pla el diá­lo­go como opción: «Si me ten­go que sen­tar con el dia­blo, lo haré», algo que había des­car­ta­do de plano des­de que se auto­ju­ra­men­tó a comien­zos de 2019.

Al pare­cer, líde­res como Hen­ri­que Capri­les, Car­los Oca­riz y Andrés Veláz­quez, que han man­te­ni­do el dis­cur­so abs­ten­cio­nis­ta, se lan­za­rán con can­di­da­tu­ras a las gobernaciones.

La opo­si­ción cuen­ta hoy con 4 de las 21 gober­na­cio­nes, y todos los man­da­ta­rios esta­da­les actua­les han deci­di­do par­ti­ci­par en el even­to comi­cial de este año. Ade­más, muchos líde­res opo­si­to­res regio­na­les calien­tan moto­res para ejer­cer su participación.

Este año deben rea­li­zar­se las elec­cio­nes a las 22 Gober­na­cio­nes y las 335 alcal­días del país, ade­más de la Alcal­día Metro­po­li­ta­na, lo que se plan­tea como unas ‘mega­elec­cio­nes’ que resul­tan ape­ti­to­sas para muchos líde­res opo­si­to­res que tie­nen años vien­do los toros des­de la barre­ra.
¿Esto es postrumpismo?

Cuan­do Donald Trump tomó el poder en 2017, el volu­men de las deman­das opo­si­to­ras subió de mane­ra intem­pes­ti­va. De hecho, casi todas las ten­den­cias del anti­cha­vis­mo se apar­ta­ron del camino elec­to­ral en los últi­mos tres comi­cios: regio­na­les, pre­si­den­cia­les y parlamentarios.

Una vez des­alo­ja­do el trum­pis­mo (y espe­cial­men­te el ‘hal­co­na­to’ que aten­día los asun­tos inter­na­cio­na­les des­de el Depar­ta­men­to de Esta­do), la situa­ción polí­ti­ca hoy pare­ce ser otra. El lugar de uno de los más agre­si­vos agen­tes, Elliott Abrams, como repre­sen­tan­te de la Casa Blan­ca sobre asun­tos en Vene­zue­la, luce vacan­te, y el jefe del Coman­do Sur, Craig Faller, que ame­na­zó mili­tar­men­te a Vene­zue­la, ha sido remo­vi­do. Ni hablar de cómo ha varia­do la preo­cu­pa­ción sobre Vene­zue­la en quien ejer­ce la vicepresidencia.

Si bien la polí­ti­ca del gobierno de EE.UU. de reco­no­cer a Guai­dó per­ma­ne­ce ina­mo­vi­ble, el esti­lo beli­co­so del fun­cio­na­ria­do tien­de ha des­apa­re­cer y la cues­tión vene­zo­la­na no tie­ne un lugar pri­vi­le­gia­do en la agen­da estadounidense.

Blin­ken ha dicho: «Hemos pro­ba­do estas tác­ti­cas en el pasa­do [las inter­ven­cio­nes mili­ta­res] y por muy bien­in­ten­cio­na­das que sean, no han fun­cio­na­do». En este esce­na­rio, la opo­si­ción está obli­ga­da, para seguir en la pelea por el poder polí­ti­co, a vol­ver a la sen­da elec­to­ral, una vez que han fra­ca­sa­do los gol­pes, las insu­rrec­cio­nes y los lla­ma­dos a una inva­sión militar.

Lo más difí­cil para la opo­si­ción en el actual momen­to es pedir­le a sus segui­do­res que asis­tan a votar, lue­go de que han decla­ra­do el abs­ten­cio­nis­mo y acu­san­do de «cola­bo­ra­cio­nis­tas» y «entre­guis­tas» a quie­nes han deci­di­do participar.

Las bases opo­si­to­ras pudie­ran des­co­no­cer su hipo­té­ti­co lla­ma­do y ases­tar­le una con­tun­den­te derro­ta a su lide­raz­go, sobre todo si los dis­cur­sos extre­mis­tas siguen ema­nan­do de las redes socia­les y los opo­si­to­res radi­ca­dos en el exte­rior con­ti­núan su polí­ti­ca trum­pis­ta y radical.

En algu­nos círcu­los se rumo­ra que las elec­cio­nes, que habi­tual­men­te se pla­ni­fi­can para diciem­bre, podrían anti­ci­par­se. Una tác­ti­ca que ha uti­li­za­do con éxi­to el ofi­cia­lis­mo por­que con ella logra deses­pe­rar y divi­dir aun más a la opo­si­ción, que nece­si­ta­ría una estra­te­gia uni­fi­ca­da y per­fec­ta, en medio de una dis­per­sión gene­ra­li­za­da en su liderazgo.

Inde­pen­dien­te­men­te de las ‘mega­elec­cio­nes’ por venir, y según los resul­ta­dos de las par­la­men­ta­rias de diciem­bre, el ofi­cia­lis­mo ten­drá el con­trol total del Tri­bu­nal Supre­mo de Jus­ti­cia (TSJ), la Asam­blea Nacio­nal (AN), la Con­tra­lo­ría Gene­ral de la Repú­bli­ca, la Fis­ca­lía y la Defen­so­ría del pue­blo por los pró­xi­mos 6 años y, en el caso de algu­nos magis­tra­dos, has­ta por 12 años.

Una empi­na­da subi­da espe­ra a la opo­si­ción bajo esta con­di­ción pos­trum­pis­ta, aun­que al menos han empe­za­do a girar su postura.

Blin­ken pare­ce estar­los empu­jan­do hacia un esce­na­rio polí­ti­co pero aun no sabe­mos cuan ági­les pue­dan resul­tar para obte­ner vic­to­rias en este nue­vo panorama.

Esto lo ire­mos vien­do en las pró­xi­mas semanas.

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