Pen­sa­mien­to crí­ti­co. Fran­co «Bifo» Berar­di: «Asis­ti­re­mos al colap­so final del orden eco­nó­mi­co global»

Por María Danie­la Yac­car. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 29 de agos­to de 2020.

Entre­vis­ta con el filó­so­fo ita­liano. Cree que ese final de ciclo «podría abrir la puer­ta a un infierno polí­ti­co y mili­tar esen­cial­men­te caó­ti­co». «El caos es el ver­da­de­ro domi­na­dor de la épo­ca pan­dé­mi­ca». Bifo habla tam­bién de vacu­nas, medio ambien­te, vir­tua­li­dad y víncu­los huma­nos hun­di­dos en una «epi­de­mia de sole­dad». Bifo Berar­di ve como muy pro­ba­ble «un pro­ce­so de gue­rra civil en los EEUU».

“Esta­mos en un umbral que pue­de durar años”, sen­ten­cia Fran­co “Bifo” Berar­di, escri­tor, filó­so­fo y acti­vis­ta ita­liano, en diá­lo­go con Página/​12. En un momen­to que «no es para con­clu­sio­nes», ana­li­za el esce­na­rio y pre­vé alter­na­ti­vas. Escri­be, en un exten­so mail, que “el caos es el domi­na­dor de la épo­ca”, y que son posi­bles “un colap­so final del orden eco­nó­mi­co glo­bal” y un des­plie­gue de comu­ni­da­des autó­no­mas con eje en la igual­dad. Des­cree del poder del Esta­do. El ver­da­de­ro poder, para él, está en el capi­ta­lis­mo. Reco­rre varios temas que hacen a este hecho total que es la pan­de­mia. Vacu­na, medio ambien­te, vir­tua­li­dad, víncu­los huma­nos hun­di­dos en una «epi­de­mia de soledad».

En cua­ren­te­na, apar­te de pin­tar, Bifo ha escri­to un tex­to muy ori­gi­nal y lite­ra­rio lla­ma­do ‘Cró­ni­ca de la psi­co­de­fla­ción’, que con­tie­ne una defi­ni­ción del coro­na­vi­rus: «virus semióti­co», «fija­ción psi­có­ti­ca» que “pro­li­fe­ra en el cuer­po estre­sa­do de la huma­ni­dad glo­bal» y ha blo­quea­do “el fun­cio­na­mien­to abs­trac­to de la eco­no­mía”. Está dis­po­ni­ble en la web de la edi­to­rial Caja Negra, que tam­bién publi­có los títu­los ‘Futu­ra­bi­li­dad y Feno­me­no­lo­gía del fin’. Lue­go, Bifo escri­bió ‘Más allá del colapso’.

El escri­tor naci­do en Bolo­nia en 1949 tie­ne his­to­ria. Ha par­ti­ci­pa­do de las revuel­tas juve­ni­les del ’68, fue ami­go de Félix Guat­ta­ri, fre­cuen­tó a Fou­cault. Fun­dó revis­tas, creó radios alter­na­ti­vas y seña­les de TV comu­ni­ta­rias. Algu­nos de sus libros des­ta­ca­dos son ‘La fábri­ca de la infe­li­ci­dad’, ‘Gene­ra­ción post-alfa’, ‘Félix y La suble­va­ción’. Tin­ta Limón Edi­cio­nes está a pun­to de lan­zar ‘El Umbral. Cró­ni­cas y Medi­ta­cio­nes’. Actual­men­te es pro­fe­sor de His­to­ria Social de los Medios en la Aca­de­mia de Bre­ra, en Milán.

-Con el coro­na­vi­rus la filo­so­fía ha que­da­do en el cen­tro de la esce­na. ¿Cuál es su misión en esta pandemia?

-Es la mis­ma des­de hace miles de años: enten­der, con­ce­bir, dis­po­ner el pen­sa­mien­to colec­ti­vo. El filó­so­fo inten­ta trans­for­mar lo que per­ci­bi­mos en la expe­rien­cia común en con­cep­tos que per­mi­tan ilu­mi­nar el camino. Es muy sim­ple, pero tal vez el ejer­ci­cio se hace pro­ble­má­ti­co. Si lo que enten­de­mos de la reali­dad impli­ca que no hay sali­da éti­ca, polí­ti­ca ni cien­tí­fi­ca de una situa­ción, si la ima­gi­na­ción filo­só­fi­ca no logra ima­gi­nar otra sali­da que la bar­ba­rie, otro hori­zon­te que la extin­ción, el tra­ba­jo se vuel­ve muy duro. Tene­mos que reco­no­cer y con­tar lo que nos pare­ce inevi­ta­ble des­de el pun­to de vis­ta del enten­di­mien­to, pero al mis­mo tiem­po siem­pre recor­dar que tal vez el impre­vis­to sub­vier­te los pla­nos del inevi­ta­ble. Esa es la misión de la filo­so­fía: ima­gi­nar lo impre­vi­si­ble, pro­du­cir­lo, pro­vo­car­lo, organizarlo.

-En Más allá del colap­so plan­tea dos esce­na­rios: “Lo que que­da del poder capi­ta­lis­ta inten­ta­rá impo­ner un sis­te­ma de con­trol tecno-tota­li­ta­rio. Pero la alter­na­ti­va está aquí aho­ra: una socie­dad libre de las com­pul­sio­nes de acu­mu­la­ción y cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co”. ¿De qué mane­ra podría cons­truir­se una alternativa?

-Las con­se­cuen­cias actua­les de la pan­de­mia y del lock­down (con­fi­na­mien­to) son muy con­tra­dic­to­rias. Hay ten­den­cias diver­gen­tes, has­ta opues­tas, en la esfe­ra eco­nó­mi­ca, la del poder. De un lado asis­ti­mos al des­mo­ro­na­mien­to de los nudos estruc­tu­ra­les de la eco­no­mía. El colap­so de la deman­da, del con­su­mo, una defla­ción de lar­go pla­zo que ali­men­ta la cri­sis de la pro­duc­ción y el des­em­pleo, en una espi­ral que pode­mos defi­nir como depre­sión, pero es algo más que una depre­sión eco­nó­mi­ca. Es el fin del mode­lo capi­ta­lis­ta, la explo­sión de muchos con­cep­tos y estruc­tu­ras que man­tie­nen jun­tas a las socie­da­des. Al mis­mo tiem­po asis­ti­mos al enor­me for­ta­le­ci­mien­to del capi­ta­lis­mo de las pla­ta­for­mas y las empre­sas digi­ta­les en su conjunto.

La rela­ción entre sis­te­ma finan­cie­ro y des­mo­ro­na­mien­to de la eco­no­mía pro­duc­ti­va apa­re­ce incom­pren­si­ble: Wall Street con­fir­ma su ten­den­cia posi­ti­va, casi triun­fal. ¿Se está pro­du­cien­do una enor­me bur­bu­ja eco­nó­mi­ca que en el futu­ro pró­xi­mo podría explo­tar? ¿O, al con­tra­rio, eso sig­ni­fi­ca que la abs­trac­ción finan­cie­ra se ha hecho total­men­te inde­pen­dien­te de la reali­dad de la eco­no­mía social? Creo que en el pró­xi­mo año asis­ti­re­mos al colap­so final del orden eco­nó­mi­co glo­bal, que podría abrir la puer­ta a un infierno polí­ti­co y mili­tar esen­cial­men­te caó­ti­co. El caos es el ver­da­de­ro domi­na­dor de la épo­ca pan­dé­mi­ca. Un caos que el capi­ta­lis­mo no pue­de some­ter. No hay una alter­na­ti­va polí­ti­ca visi­ble en el futu­ro pró­xi­mo. Hay revuel­tas. Las habrá. Pero no se pue­de ima­gi­nar una estra­te­gia polí­ti­ca unificante.

-Ha escri­to que la igual­dad, “des­trui­da en la ima­gi­na­ción polí­ti­ca en los últi­mos 40 años”, podría ganar pro­ta­go­nis­mo. ¿No con­tras­ta esta idea con lo que está suce­dien­do aquí y aho­ra? El virus pro­fun­di­zó la pobre­za, el des­em­pleo, la desigualdad.

-En la situa­ción caó­ti­ca que se pue­de des­ple­gar van a pro­li­fe­rar las comu­ni­da­des autó­no­mas, las expe­ri­men­ta­cio­nes igua­li­ta­rias de super­vi­ven­cia. Cla­ro que hoy se mani­fies­ta un ten­ta­ti­vo de las fuer­zas empre­sa­ria­les, mafio­sas, neo­li­be­ra­les de apo­de­rar­se lo más posi­ble de la rique­za social, los recur­sos físi­cos y mone­ta­rios. Pero eso no va esta­bi­li­zar nada. Todas las medi­das de esta­bi­li­za­ción que están inten­tan­do las fuer­zas polí­ti­cas de gobierno en Euro­pa como en otros luga­res no pue­den esta­bi­li­zar nada en el lar­go plazo.

El cre­ci­mien­to no vol­ve­rá maña­na ni nun­ca. La Ecos­fe­ra terres­tre no lo per­mi­ti­rá; no lo está per­mi­tien­do. La deman­da no subirá, no solo por­que el sala­rio va dis­mi­nu­yen­do, sino tam­bién por­que la cri­sis pro­du­ci­da por el virus no es solo eco­nó­mi­ca. Es esen­cial­men­te psí­qui­ca, men­tal: es una cri­sis de las espe­ran­zas de futu­ro. En esta situa­ción tene­mos que ima­gi­nar for­mas de vida autó­no­ma post-eco­nó­mi­cas, de auto-pro­duc­ción de lo nece­sa­rio, de auto-defen­sa arma­da con­tra el poder, de coor­di­na­ción infor­má­ti­ca global.

-¿Qué cree que sig­ni­fi­ca esta pan­de­mia para el orde­na­mien­to geo­po­lí­ti­co mundial?

-El caos toma el lugar de coman­do. No exis­te de mane­ra obje­ti­va. Hay caos cuan­do los acon­te­ci­mien­tos que intere­san nues­tra exis­ten­cia son dema­sia­do com­ple­jos, rápi­dos, inten­sos para una ela­bo­ra­ción emo­cio­nal y cons­cien­te. El virus, invi­si­ble e ingo­ber­na­ble, ha lle­va­do al caos a un nivel defi­ni­ti­vo. No pue­do pre­ver los pun­tos don­de el des­mo­ro­na­mien­to pro­duz­ca efec­tos más nota­bles. Lo que me pare­ce muy pro­ba­ble es un pro­ce­so de gue­rra civil en los EEUU. Según un artícu­lo publi­ca­do en el Dallas News hace algu­nos días no habrá gue­rra civil, sino una situa­ción caó­ti­ca de terror per­ma­nen­te. Los ciu­da­da­nos ame­ri­ca­nos siguen com­pran­do armas de fue­go, si bien ya hay más de un arma por cada ciu­da­dano, inclui­dos niños y abue­los. El trum­pis­mo no ha sido una locu­ra pro­vi­sio­nal. Es la expre­sión del alma blan­ca de un país que nació y pros­pe­ró gra­cias al geno­ci­dio, la depor­ta­ción, la escla­vi­tud masi­va. Los efec­tos glo­ba­les de la desin­te­gra­ción de los EEUU no se pue­den prever.

-Una vez que apa­rez­ca una vacu­na, ¿cree que la huma­ni­dad se rela­ja­rá y el daño eco­ló­gi­co vol­ve­rá a pro­fun­di­zar­se o se podrá repen­sar la rela­ción con el medio ambien­te? ¿Exis­te el ries­go de una vida en esta­do pan­dé­mi­co permanente?

-Cla­ro que exis­te. El Covid ha sido solo uno de los virus que pue­den pro­li­fe­rar con­ta­gio­sa­men­te. No pue­do expla­yar­me sobre la posi­bi­li­dad de una vacu­na efi­caz por­que no soy bió­lo­go, pero no creo que la expe­rien­cia del coro­na­vi­rus ter­mi­ne con la vacu­na. La pan­de­mia 2020 sólo ha sido el comien­zo de una épo­ca de catás­tro­fes glo­ba­les, a nivel bio­ló­gi­co, ambien­tal y mili­tar. El efec­to de la pan­de­mia sobre el medio ambien­te es con­tra­dic­to­rio tam­bién. De un lado ha habi­do una reduc­ción de los con­su­mos de ener­gía fósil, un blo­queo de la polu­ción indus­trial y urba­na. Del otro, la situa­ción eco­nó­mi­ca obli­ga a la socie­dad a ocu­par­se de los pro­ble­mas inme­dia­tos y pos­po­ner las solu­cio­nes de lar­go pla­zo. Y no hay lar­go pla­zo a nivel de la cri­sis ambien­tal, por­que los efec­tos del calen­ta­mien­to glo­bal ya se des­plie­gan. Pero al mis­mo tiem­po pode­mos ima­gi­nar (y pro­po­ner) la crea­ción de redes comu­ni­ta­rias autó­no­mas que no depen­dan del prin­ci­pio de pro­ve­cho y acu­mu­la­ción. Comu­ni­da­des del sobre­vi­vir frugal.

-Maris­te­lla Svam­pa, soció­lo­ga argen­ti­na, pos­tu­la que la metá­fo­ra del enemi­go invi­si­ble en el dis­cur­so polí­ti­co ocul­ta la dimen­sión medio ambien­tal del virus. ¿Coin­ci­de?

-Coin­ci­do. El Covid-19 es una emer­gen­cia par­ti­cu­lar del colap­so ambien­tal. Las eli­tes polí­ti­cas no me pare­cen a la altu­ra del pro­ble­ma, lo que dicen no me pare­ce muy impor­tan­te. La polí­ti­ca en su con­jun­to es impo­ten­te. ¿Qué hacen los polí­ti­cos “bue­nos” (como Con­te en Ita­lia)? Apli­can la dis­ci­pli­na sani­ta­ria obli­ga­to­ria, se plie­gan a la deci­sión cien­tí­fi­ca, que toma el lugar de la deci­sión polí­ti­ca. ¿Qué hacen los malos (Bol­so­na­ro, Trump….)? Se nie­gan a la deci­sión cien­tí­fi­ca y afir­man la auto­no­mía de la polí­ti­ca. Pero la polí­ti­ca se ha vuel­to un jue­go sin razón, sin cono­ci­mien­to. La poten­cia del polí­ti­co es la locu­ra, la ven­gan­za, la rabia con­tra la impo­ten­cia. Si la polí­ti­ca ha sido duran­te la edad moder­na una expre­sión de la volun­tad, aho­ra está muer­ta por­que la volun­tad huma­na ha per­di­do su efi­ca­cia sobre el pro­ce­so real.

-¿Cómo ima­gi­na que serán los víncu­los des­pués de la pan­de­mia? ¿Cómo son ahora?

-La pan­de­mia mar­ca una rup­tu­ra antro­po­ló­gi­ca de una pro­fun­di­dad abis­mal. Pen­se­mos en el acto más humano de todos: el beso, el acer­car­se de los labios, el aca­ri­ciar pau­la­tino y dul­ce de la len­gua al inte­rior de la boca de otro ser humano. Este acto se ha vuel­to el más peli­gro­so y anti-social que se pue­da ima­gi­nar. ¿Qué efec­to va a pro­du­cir esta nove­dad en el incons­cien­te colec­ti­vo? Una sen­si­bi­li­za­ción fóbi­ca al cuer­po y la piel del otro. Una epi­de­mia de sole­dad, y por tan­to, de depre­sión. A nivel social el dis­tan­cia­mien­to impli­ca el fin de toda soli­da­ri­dad. A nivel del incons­cien­te equi­va­le a la bom­ba ató­mi­ca. Tene­mos que rein­ven­tar la afec­ti­vi­dad, el deseo, el toca­mien­to, el sexo, pero… ¿tene­mos la fuer­za psí­qui­ca para hacer­lo? No me pare­ce. Pero lo repi­to con fuer­za: esta­mos en un umbral, no pode­mos saber cómo sal­dre­mos de la osci­la­ción en la que el incons­cien­te está capturado.

-Agam­ben ha escri­to sobre la limi­ta­ción de la liber­tad, “acep­ta­da en nom­bre de un deseo de segu­ri­dad indu­ci­do por los mis­mos gobier­nos que aho­ra inter­vie­nen para satis­fa­cer­lo”. ¿Qué pien­sa sobre el con­trol del Esta­do con la pan­de­mia como trasfondo?

-El Esta­do se iden­ti­fi­ca cada vez más con las gran­des agen­cias de con­trol infor­má­ti­co, de cap­tu­ra de enor­mes can­ti­da­des de datos. No exis­te más como enti­dad polí­ti­ca, terri­to­rial. Sigue exis­tien­do en la cabe­za de los sobe­ra­nis­tas de dere­cha y de izquier­da. No exis­te la polí­ti­ca, ha per­di­do toda su poten­cia; no exis­te el Esta­do como orga­ni­za­ción de la volun­tad colec­ti­va, no exis­te la demo­cra­cia. Son todas pala­bras que han per­di­do su sen­ti­do. El Esta­do es el con­jun­to de la dis­ci­pli­na sani­ta­ria obli­ga­to­ria, de los auto­ma­tis­mos tecno-finan­cie­ros, y de la orga­ni­za­ción vio­len­ta de la repre­sión con­tra los movi­mien­tos del tra­ba­jo. El lugar del poder no es el Esta­do, una reali­dad moder­na que se aca­bó con el fin de la moder­ni­dad. El lugar del poder es el capi­ta­lis­mo en su for­ma semióti­ca, psí­qui­ca, mili­tar, finan­cie­ra: las gran­des empre­sas de domi­nio sobre la men­te huma­na y la acti­vi­dad social.

-En los paí­ses de Lati­noa­mé­ri­ca, la dico­to­mía que se plan­tea en los tex­tos filo­só­fi­cos euro­peos (capi­ta­lis­mo-comu­nis­mo) no resue­na del mis­mo modo. Aquí pen­sa­mos más en tér­mi­nos de un Esta­do pre­sen­te. ¿Qué lec­tu­ra hace de la pan­de­mia res­pec­to de dos esce­na­rios con dife­ren­cias estruc­tu­ra­les como Amé­ri­ca lati­na y Europa?

-En Amé­ri­ca lati­na ha habi­do una fuer­za par­ti­cu­lar, un dis­cur­so neo-sobe­ra­nis­ta de izquier­da, lo que podría­mos lla­mar popu­lis­mo de izquier­da, según la ver­sión de Laclau, Jor­ge Ale­mán y otros. La expe­rien­cia lulis­ta, la kirch­ne­ris­ta, la de Evo en Boli­via y el cha­vis­mo son expe­ri­men­tos de sobe­ra­nía popu­lar, demo­crá­ti­cos, con inten­tos socia­les. Han sido valio­sos, tal vez más o menos exi­to­sos. Pero al final todos han fra­ca­sa­do, por­que la com­ple­ji­dad de la glo­ba­li­za­ción capi­ta­lis­ta no deja espa­cios de manio­bra a nivel nacio­nal, pro­vo­can­do la vio­len­cia de la reac­ción. La pan­de­mia es una prue­ba de la impo­si­bi­li­dad de actuar en la dimen­sión nacio­nal. Cla­ro que pue­de haber una ges­tión racio­nal de la pan­de­mia, como la de Argen­ti­na, y una mane­ra irres­pon­sa­ble y geno­ci­da como la de Bra­sil. Pero al final la pan­de­mia está pro­vo­can­do un apo­ca­lip­sis glo­bal que nin­gu­na polí­ti­ca racio­nal pue­de evi­tar. Mar­ca tam­bién el fra­ca­so final de toda hipó­te­sis sobe­ra­nis­ta, de izquier­da y de derecha.

-¿Qué pien­sa de los movi­mien­tos “anti­cua­ren­te­na”? ¿La idea de la liber­tad ha sido coop­ta­da por la extre­ma derecha?

-La pala­bra “liber­tad” es un malen­ten­di­do de la filo­so­fía moder­na y del pen­sa­mien­to polí­ti­co. Los que hablan de liber­tad en la épo­ca de los auto­ma­tis­mos tecno-finan­cie­ros no saben de qué están hablan­do. El enemi­go de la liber­tad no es el tirano polí­ti­co, sino los víncu­los mate­má­ti­cos de las finan­zas y los digi­ta­les de la cone­xión obli­ga­to­ria. Hay una liber­tad onto­ló­gi­ca que sig­ni­fi­ca que Dios deci­dió de no deter­mi­nar la direc­ción de la vida huma­na, dejan­do así el libre albe­drío a los humanos.

Pero la mate­ria de que los orga­nis­mos son com­pues­tos deter­mi­na pro­fun­da­men­te la posi­bi­li­dad de actua­ción del orga­nis­mo. Y la mate­ria social, la eco­no­mía, la enfer­me­dad, la pro­li­fe­ra­ción viral son ver­da­de­ros mata­do­res de la liber­tad. La moder­ni­dad ha sido capaz de inven­tar un espa­cio de liber­tad ver­da­de­ro: la poten­cia de la polí­ti­ca moder­na (des­de Maquia­ve­lo has­ta Lenin) ha sido la capa­ci­dad de ele­gir estra­té­gi­ca­men­te y actuar tác­ti­ca­men­te de mane­ra tal de ple­gar no toda la reali­dad, pero sí espa­cios rele­van­tes de la reali­dad social, téc­ni­ca, has­ta médi­ca. El fin de la moder­ni­dad mar­ca tam­bién el fin de esta liber­tad mar­gi­nal: la crea­ción de auto­ma­tis­mos tecno-finan­cie­ros ha des­tro­za­do la poten­cia polí­ti­ca de la volun­tad; ha mata­do la democracia.

La pala­bra liber­tad hoy sig­ni­fi­ca solo liber­tad de explo­tar a los que no pue­den defen­der­se, de hacer escla­vos a los otros, de matar a los afri­ca­nos que quie­ren sobre­vi­vir migran­do en Euro­pa. Liber­tad hoy es una pala­bra ase­si­na. Solo igual­dad es una pala­bra que pue­de res­ta­ble­cer algo de humano entre los humanos.

-“Creo que la pan­de­mia actual mar­ca la sali­da defi­ni­ti­va de la épo­ca moder­na de la expan­sión y el ingre­so en la épo­ca de la extin­ción”, escri­bió. ¿Se ha pues­to a ima­gi­nar cuán­to tiem­po nos que­da? ¿La extin­ción es inevitable?

-Antes que nada no soy un adi­vino. Cuan­do digo que entra­mos en la épo­ca de la extin­ción quie­ro decir que en el hori­zon­te futu­ro la sola con­clu­sión lineal de las ten­den­cias exis­ten­tes (sobre­po­bla­ción, polu­ción, calen­ta­mien­to glo­bal, reduc­ción del espa­cio habi­ta­ble, mul­ti­pli­ca­ción de los gas­tos mili­ta­res, pro­li­fe­ra­ción de las gue­rras, epi­de­mia psi­có­ti­ca) no impli­ca otra pers­pec­ti­va rea­lis­ta que la extin­ción de la civi­li­dad huma­na (que ya se está mani­fes­tan­do) y de la espe­cie huma­na (que pare­ce cada vez más pro­ba­ble). Pero soy con­ven­ci­do de que el inevi­ta­ble muchas veces no se rea­li­za por­que el impre­vi­si­ble tien­de a prevalecer.

El regre­so de la muerte

-Una de las tan­tas cosas que el virus modi­fi­ca es cómo se viven la muer­te y los due­los. En Más allá del colap­so usted se refie­re al regre­so de la muer­te a la esce­na del dis­cur­so filo­só­fi­co. ¿Cómo pue­de leer­se este cambio?

-La muer­te ha sido remo­vi­da, dene­ga­da, borra­da en la esce­na ima­gi­na­ria de la moder­ni­dad. El capi­ta­lis­mo ha sido el inten­to más exi­to­so de alcan­zar la inmor­ta­li­dad. La acu­mu­la­ción de capi­tal es inmor­tal. La vida huma­na se iden­ti­fi­ca con su pro­duc­to abs­trac­to y logra vivir immor­tal­men­te en la abs­trac­ción. En con­se­cuen­cia, recha­za­mos la idea de nues­tra mor­ta­li­dad indi­vi­dual, por­que con­si­de­ra­mos a la vida como pro­pie­dad pri­va­da que no se pue­de aca­bar. La des­truc­ción sis­te­má­ti­ca del medio ambien­te es la prue­ba de que no cree­mos en la mor­ta­li­dad: no impor­ta si mata­mos la natu­ra­le­za, por­que es la sola mane­ra de rea­li­zar la acu­mu­la­ción de capi­tal, nues­tra eter­ni­dad. Pero la pan­de­mia nos obli­ga a reco­no­cer que la muer­te exis­te, que es el des­tino de cada ser vivien­te. La abs­trac­ción ha per­di­do su poten­cia, el dine­ro no pue­de nada fren­te a la muer­te. El pro­ble­ma es que no esta­mos hablan­do (sólo) de la indi­vi­dual, esta­mos hablan­do de la extin­ción del géne­ro humano como hori­zon­te de nues­tra época.

-“Cuan­do la pan­de­mia final­men­te se disi­pe (supo­nien­do que lo haga), es posi­ble que se haya impues­to una nue­va iden­ti­fi­ca­ción psi­co­ló­gi­ca: onli­ne equi­va­le a enfer­me­dad”, escri­bió. ¿Pue­de expla­yar­se sobre esto, y sobre qué lugar le que­da­rá al cuerpo?

-Se podría veri­fi­car algo muy intere­san­te: des­pués de un lar­go pla­zo de tiem­po en que la rela­ción cor­pó­rea ha sido rem­pla­za­da por la onli­ne podría veri­fi­car­se una iden­ti­fi­ca­ción psí­qui­ca de la dimen­sión onli­ne con la enfer­me­dad, con un perío­do de sole­dad y miedo.¿Cómo se resol­ve­rá la osci­la­ción? ¿Con una epi­de­mia de autis­mo sui­ci­da o con una explo­sión de deseo libe­ra­to­rio? No lo sabe­mos, pero pode­mos refle­xio­nar sobre las alter­na­ti­vas que se van desig­nan­do en el umbral.

* Fuen­te: Pági­na 12

Itu­rria /​Fuen­te

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