Bra­sil. Las Fuer­zas Arma­das y la opi­nión públi­ca: la nota de des­apro­ba­ción más impor­tan­te (Opi­nión)

Por Ana Peni­do y Jor­ge Rodri­gues. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 4 de julio de 2020.

La ocu­pa­ción del gobierno por par­te de los mili­ta­res es vis­ta por la socie­dad como una adhe­sión de la ins­ti­tu­ción a la ges­tión errá­ti­ca de Bolsonaro.

Las dis­cu­sio­nes sobre la opi­nión públi­ca no son sim­ples. Hay des­acuer­dos sobre cómo se for­man, sobre el gra­do de influen­cia de los prin­ci­pa­les medios, sobre las dife­ren­tes meto­do­lo­gías para medir ten­den­cias. De todos modos, es un terreno arenoso.

Del mis­mo modo, los ins­ti­tu­tos que inves­ti­gan sobre la opi­nión públi­ca no uti­li­zan las mis­mas meto­do­lo­gías y, por lo gene­ral, exis­ten dife­ren­cias entre los núme­ros que encuen­tran, por ejem­plo, en el por­cen­ta­je de quie­nes aprue­ban o des­aprue­ban un gobierno.

Sin embar­go, es evi­den­te que la pla­ni­fi­ca­ción de cam­pa­ñas elec­to­ra­les, las eva­lua­cio­nes de polí­ti­cas públi­cas e inclu­so el lan­za­mien­to de pro­duc­tos en el mer­ca­do, se basan en encues­tas de opi­nión públi­ca. Has­ta hace muy poco, las Fuer­zas Arma­das (FFAA) fue­ron obje­to de encues­tas por par­te de algu­nos ins­ti­tu­tos de inves­ti­ga­ción. Cuan­do apa­re­cie­ron, fue late­ral­men­te, ilus­tran­do encues­tas de la dic­ta­du­ra mili­tar. Nues­tra inten­ción aquí no es satu­rar con núme­ros de las encues­tas para que digan lo que que­re­mos, por el con­tra­rio, nues­tro obje­ti­vo es tomar­los como telón de fon­do para visi­bi­li­zar el argu­men­to cen­tral: la par­ti­ci­pa­ción masi­va de los mili­ta­res en el gobierno daña la legi­ti­mi­dad de las fuer­zas armadas.

La pobla­ción.

Una encues­ta de Lati­no­ba­ró­me­tro de 2018, poco antes de la elec­ción de Bol­so­na­ro, seña­ló que, en Amé­ri­ca Lati­na, las FFAA man­tu­vie­ron un 44% de con­fian­za en la socie­dad ese año, solo supe­ra­da por las igle­sias. En Bra­sil, este núme­ro es aún mayor, ya que los mili­ta­res dis­fru­tan de un gra­do de con­fian­za del 58% en la socie­dad. Este índi­ce es fuen­te de gran orgu­llo para la cor­po­ra­ción, ya que le da al ejér­ci­to una alta legi­ti­mi­dad ins­ti­tu­cio­nal. Sin embar­go, vale la pena recor­dar que las mis­mas encues­tas indi­can que este pres­ti­gio pro­vie­ne de la rea­li­za­ción de accio­nes sub­si­dia­rias: dis­tri­bu­ción de canas­tas bási­cas de ali­men­tos, vacu­na­ción en áreas de difí­cil acce­so, soli­ci­tud de veci­nos de los barra­co­nes, etc. -, espe­cial­men­te, como se ejem­pli­fi­ca, los de asis­ten­cia social, y no para la polí­ti­ca de defen­sa o, menos aún, para el desem­pe­ño como admi­nis­tra­do­res públicos.

Cier­ta­men­te, tener un alto esta­tus entre la pobla­ción es dife­ren­te de tener un alto poder polí­ti­co. Pero la con­fian­za de la socie­dad y la legi­ti­mi­dad resul­tan­te son los cimien­tos sobre los que des­can­sa el poder polí­ti­co. En este sen­ti­do, Bol­so­na­ro apro­ve­cha la legi­ti­mi­dad social de las FFAA, mien­tras que lo recí­pro­co no es cier­to, ya que la mala eva­lua­ción del gobierno recae en la Ins­ti­tu­ción. Esto es lo que indi­can los datos a continuación.

En abril de 2019, un infor­me de José Rober­to de Tole­do, en la Revis­ta Piauí, ya ates­ti­gua­ba la pér­di­da de popu­la­ri­dad de los mili­ta­res. Los datos, el resul­ta­do de la inves­ti­ga­ción rea­li­za­da por Ibo­pe, mos­tra­ron una fuer­te caí­da en lo que se pue­de per­ci­bir como el pres­ti­gio de los mili­ta­res en la socie­dad. Poco des­pués de la asun­ción de Bol­so­na­ro (sin par­ti­do polí­ti­co pro­pio) en la Pre­si­den­cia de la Repú­bli­ca, el 62% de los entre­vis­ta­dos sin­tió cier­ta pri­sa por la idea de un gobierno mili­tar, un núme­ro que, solo 3 meses des­pués, baja­ría 13 pun­tos, con un 49% de apo­yo para un even­tual Gobierno de uni­for­mes. Las malas o malas per­cep­cio­nes sobre los mili­ta­res repre­sen­ta­ron el 45% de los encuestados.

La tasa de recha­zo lue­go aumen­tó a medi­da que cre­ció la eva­lua­ción nega­ti­va del Pre­si­den­te de la Repú­bli­ca. En los pri­me­ros 4 meses de su admi­nis­tra­ción, Bol­so­na­ro había per­di­do 14 pun­tos por­cen­tua­les de su popu­la­ri­dad. La ten­den­cia se con­fir­ma­ría en otras encues­tas rea­li­za­das por dife­ren­tes ins­ti­tu­tos de investigación.

En junio de 2019, toda­vía exis­tía la expec­ta­ti­va en varios sec­to­res de que los gene­ra­les en la mese­ta ser­vi­rían como una espe­cie de cor­dón sani­ta­rio para el gobierno de Bol­so­na­ro, pres­tán­do­le un apo­yo a la racio­na­li­dad. Por otro lado, los aca­dé­mi­cos en el cam­po de la defen­sa advir­tie­ron sobre la posi­bi­li­dad de con­ta­mi­na­ción polí­ti­ca de la ins­ti­tu­ción, lo que expon­dría su ima­gen y podría expe­ri­men­tar la des­pro­fe­sio­na­li­za­ción de su personal.

Un año des­pués, en mayo de 2020, los datos del Ins­ti­tu­to Data­folha esti­ma­ron que el 52% de los bra­si­le­ños esta­ban en con­tra de la pre­sen­cia de per­so­nal mili­tar en el gobierno. Por otro lado, el por­cen­ta­je de encues­ta­dos que con­si­de­ra­ron posi­ti­va la par­ti­ci­pa­ción de los miem­bros de la FFAA en el gobierno fue del 43%.

El 15 de junio, una encues­ta rea­li­za­da por el Ins­ti­tu­to para la Demo­cra­cia seña­ló la ero­sión de la ima­gen de las Fuer­zas Arma­das con su par­ti­ci­pa­ción en el gobierno basa­da en algu­nos indi­ca­do­res. El pri­me­ro de ellos se refie­re a la con­ni­ven­cia de la socie­dad a un cam­bio mili­tar en el gobierno fren­te al alto cri­men. Mien­tras que en 2018, el 55.3% de los bra­si­le­ños esta­ban a favor de un gol­pe mili­tar para fre­nar el cri­men, esa cifra hoy es del 25.3%.

En el mis­mo sen­ti­do, cuan­do se le pre­gun­tó si un gol­pe mili­tar esta­ría jus­ti­fi­ca­do ante tan­ta corrup­ción en el gobierno, los núme­ros son una vez más indi­ca­ti­vos del repu­dio de la socie­dad al gobierno mili­tar. En 2018, el 47.8% de los bra­si­le­ños esta­ban a favor de la ini­cia­ti­va, mien­tras que solo el 29.2% de los encues­ta­dos actual­men­te está de acuer­do con la medi­da. Los otros dos indi­ca­do­res se refie­ren a la rup­tu­ra ins­ti­tu­cio­nal en un con­tex­to de alto y cre­cien­te des­em­pleo, y al cie­rre del Con­gre­so en un esce­na­rio de difi­cul­tad para que el jefe eje­cu­ti­vo pue­da gober­nar. Las tasas de recha­zo en estos esce­na­rios son aún más altas: el 79.2% de los encues­ta­dos se opo­nen a la medi­da en el pri­mer esce­na­rio, en com­pa­ra­ción con el 78% del recha­zo en el segundo.

Final­men­te, una encues­ta de Poder 360, rea­li­za­da el 16 de junio, basa­da en datos del Minis­te­rio de Defen­sa, indi­ca que alre­de­dor de 2.930 efec­ti­vos mili­ta­res acti­vos ocu­pan pues­tos en las Tres Poten­cias. Aun­que no pro­por­cio­na datos cuan­ti­ta­ti­vos sobre los fun­cio­na­rios de reser­va, o aque­llos con­tra­ta­dos como pro­vee­do­res de tareas para el momen­to ade­cua­do (PTTC), fue la encues­ta más exten­sa pre­sen­ta­da has­ta aho­ra. De este total, 92.6% están en posi­cio­nes abier­tas en el gobierno de Jair Bol­so­na­ro, 7.2% en el poder judi­cial y 0.03% en la legis­la­tu­ra nacional.

Las cifras tam­bién lla­man la aten­ción si con­si­de­ra­mos el ori­gen de estos sol­da­dos. Los del Ejér­ci­to ocu­pan 1,665 pues­tos, dis­tri­bui­dos entre el Eje­cu­ti­vo y el Poder Judi­cial, mien­tras que la Fuer­za Aérea ocu­pa un total de 757 pues­tos, repar­ti­dos en los mis­mos pode­res. La Mari­na, a su vez, es la úni­ca fuer­za con pre­sen­cia en el Legis­la­ti­vo, ocu­pan­do 1 posi­ción, suma­da a las 500 posi­cio­nes que ocu­pa en el Poder Eje­cu­ti­vo y 7 en el Poder Judicial.

La con­cen­tra­ción de los mili­ta­res en el Eje­cu­ti­vo está en línea con la estra­te­gia del gobierno de man­te­ner el pres­ti­gio social de la FFAA. En este con­tex­to, es intere­san­te obser­var que, aun­que la mayo­ría de los mili­ta­res en el Eje­cu­ti­vo están asig­na­dos a la car­te­ra de Defen­sa, lo que repre­sen­ta algo pro­ble­má­ti­co en vis­ta de la fal­ta de con­trol civil de las fuer­zas, pero no es nece­sa­ria­men­te un fenó­meno recien­te, son segui­dos por cer­ca de los mili­ta­res asig­na­dos a pues­tos en el apa­ra­to de inte­li­gen­cia y segu­ri­dad ins­ti­tu­cio­nal del gobierno, el GSI. Mien­tras que la Defen­sa con­cen­tra a 1.242 sol­da­dos, la Ofi­ci­na de Segu­ri­dad Ins­ti­tu­cio­nal, enca­be­za­da por Augus­to Heleno, que cuen­ta con la par­ti­ci­pa­ción de 1.142 sol­da­dos en ser­vi­cio acti­vo, 904 de los cua­les son del Ejército.

La con­ver­gen­cia entre la inves­ti­ga­ción de la opi­nión públi­ca va más allá de la cur­va des­cen­den­te del apo­yo social a la mili­ta­ri­za­ción del gobierno. Más que eso: los datos seña­lan que, para la socie­dad, la ocu­pa­ción del gobierno por par­te de los mili­ta­res se ve como una adhe­sión de la ins­ti­tu­ción al gobierno, no como un apo­yo de las per­so­nas, inclu­so si, por casua­li­dad, están o esta­ban en uniforme.

A pesar de los esfuer­zos de la ins­ti­tu­ción para refor­zar su sepa­ra­ción del gobierno, así como el recha­zo de los nom­bres impor­tan­tes de las fuer­zas a un supues­to papel mode­ra­dor, el hecho es que la con­fu­sión entre la ins­ti­tu­ción esta­tal y el gobierno está aumen­tan­do. Las FFAA, celo­sas de su ima­gen y orgu­llo­sa de su pres­ti­gio, aho­ra se ve obli­ga­da a enfren­tar las con­se­cuen­cias de la aso­cia­ción con un gobierno cuya con­duc­ta polí­ti­ca ha sido, por decir lo menos, errática.

Los daños ins­ti­tu­cio­na­les de este matri­mo­nio por con­ve­nien­cia son inne­ga­bles y ya están comen­zan­do a lle­gar, como seña­la la nota de recha­zo más impor­tan­te de todos: la opi­nión pública.

(Ana Peni­do y Jor­ge Rodri­gues son inves­ti­ga­do­res del Gru­po de Estu­dio de Defen­sa y Segu­ri­dad (GEDES – UNESP) y del Ins­ti­tu­to Tri­con­ti­nen­tal de Inves­ti­ga­ción Social).

Edi­ción: Rodri­go Chagas

* Fuen­te: Bra­sil de Fato

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