Por Raúl Antonio Capote, Resumen Latinoamericano, 14 junio 2020
Siempre que se habla en la prensa de alquiler al
servicio del gobierno de los Estados Unidos o en la red de sitios digitales,
redes sociales y otros medios contrarrevolucionarios de la Cuba antes de 1959,
se dibuja un país que nunca fue.
No
vamos a referirnos a como en los años 50 se consolidó el Imperio de la mafia
norteamericana en la Isla, con el apoyo decidido del capo mafioso Fulgencio
Batista.
Tampoco
vamos a reseñar aquí los terribles crímenes de la dictadura, las torturas, al
clima de pavor en que vivía la población en manos de desalmados verdugos como
Esteban Ventura Novo, Julio Stelio Laurent Rodríguez, Rolando Masferrer y
tantos otros, de instituciones que sirvieron de modelo para la represión en
América Latina, como el Buró para la Represión de las Actividades Comunistas
(BRAC), el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Servicio de Inteligencia
Naval (SIN), La Policía Marítima, el Buró de Investigaciones y la Policía
Nacional, verdaderas academias de tortura y muerte.
El
país era el paraíso de la corrupción administrativa, del robo y la miseria, estaba
además lleno de prostíbulos que funcionaban bajo un sistema de esclavitud donde
eran explotadas mujeres arrancadas de la miseria de los campos.
Éramos
pobres y dependientes. Esa es la gran verdad. La situación de dependencia
económica que comenzó desde 1902 se completó en los años 20.
Las
medidas económicas y financieras “indicadas” por Enoch Crowder, enviado
especial del Presidente de los EEUU en 1921, para “resolver” la terrible crisis
económica que atravesaba Cuba, al presidente Alfredo Zayas, provocaron un crack
bancario y desde entonces el capital financiero estadounidense se convirtió en
propietario de la mayor parte de la riqueza nacional, así como en monopolista
del sistema comercial y de crédito, lo que significó la desnacionalización de
la banca del país, el National City Bank de Nueva York sustituyó al Banco
Nacional y al Banco Español, como principal banco de Cuba. Esta situación de
desnacionalización de la banca llegó al clímax en los años 50.
Durante
los gobiernos auténticos, 1944 – 1952 (Partido Revolucionario Cubano – Auténtico)
el azúcar representaba el 90% de las exportaciones del país, su producción
había crecido un 40%, sin embargo, el costo de la vida siguió aumentando, hasta
alcanzar en 1952 el doble de 1944, la corrupción administrativa hizo casi
invisible el incremento del tesoro público.
Ambos
Gobiernos se caracterizaron por la represión política con sucesivos asesinatos
de líderes opositores como los dirigentes obreros Jesús Menéndez y Aracelio
Iglesias, por una fuerte censura de prensa mediante el decreto “Mordaza” y la
creación de grupos gansteriles que controlaban el negocio de la droga, la
prostitución y los juegos prohibidos.
En
los años 50 en la Habana se concentraba el 73% de los teléfonos, el 60% de
los automóviles, la mayor parte de las construcciones, el mayor gasto de
electricidad estimado en un 78%, la gran mayoría de los hospitales, más del 75%
de los médicos y enfermeras, los salarios más altos.
Sin
embargo, como corresponde a un país sumergido en el subdesarrollo estructural, la
situación era terrible en el resto del país, el censo de 1953 indicaba que el
68,5% de los campesinos vivía en bohíos miserables de techo de guano y piso de
tierra, el 85% no tenía agua corriente y el 54% no disponía de ningún tipo de
servicio sanitario, el ingreso promedio diario de un trabajador agrícola apenas
llegaba a los 15 centavos. Solo un 11% de las familias consumía leche, el 4%
carne y el 2% huevos, el 36% tenía parásitos y el 44% no sabía leer ni
escribir, según el Consejo Nacional de Economía el total de personas
desocupadas en 1958 alcanzaba la astronómica cifra de 738,000 en una
población de poco más de 6,000,000. Apenas existían 2,400 industrias no
azucareras, la mayoría con menos de 100 trabajadores y ubicadas en los
alrededores de La Habana.
Más
de 400,000 familias urbanas vivían hacinadas en barracones, cuarterías y
ranchos sin las más mínimas condiciones higiénico sanitarias y más de 2,
000,000 se veían obligadas a pagar alquileres que sobrepasaban un quinto y
un tercio de sus ingresos, casi 3,000,000 de cubanos, la mitad de la población carecía
de luz eléctrica.
En
el campo solo se explotaba el 20% de la tierra cultivable mientras Cuba
importaba la mayor parte del consumo alimentario, leche, huevos, frijoles,
queso, mantequilla, harina, grasa y una larga lista de productos comprado en su
inmensa mayoría en los EEUU.
Más
del 50% de las mejores tierras del país estaba en manos extranjeras, la United
Fruit Company y la West Indian unían la costa norte con la costa sur de la
antigua provincia de Oriente. Cuatro compañías azucareras norteamericanas eran
propietarias de 1, 000,000 de hectáreas de tierra. El latifundio ganadero
ocupaba 300,000 caballerías poco menos que abandonadas.
Cuba
exportaba azúcar para importar caramelos, exportaba cueros para importar
zapatos. Cuba era una factoría productora de materia prima barata.
Esa
era a grandes rasgos la “maravillosa” Cuba de los 50, hay mucho más pero no
quiero abrumarlos con datos y cifras. Cuba fue una neocolonial yanqui, el
sistema de dominación perfecto, el esquema a aplicar al resto del mundo. Diseño
que fue roto por una revolución triunfante que le volvió obsoleto e
inaplicable.