¿Sani­dad públi­ca en un sis­te­ma privado?

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La pri­me­ra par­te del RD-ley que nos ocu­pa, su jus­ti­fi­ca­ción y moti­va­ción, comien­za dicien­do y ala­ban­do las vir­tu­des de nues­tro Sis­te­ma Nacio­nal de Salud (SNS):

La crea­ción del Sis­te­ma Nacio­nal de Salud ha sido uno de los gran­des logros de nues­tro Esta­do del bien­es­tar, dada su cali­dad, voca­ción uni­ver­sal, la ampli­tud de sus pres­ta­cio­nes, su sus­ten­ta­ción en el esque­ma pro­gre­si­vo de los impues­tos y la soli­da­ri­dad con los menos favo­re­ci­dos, lo que le ha situa­do en la van­guar­dia sani­ta­ria como un mode­lo de refe­ren­cia mundial.

Des­me­nu­zan­do este enun­cia­do pode­mos ver como esas afir­ma­cio­nes son engañosas:

  1. «El Sis­te­ma Nacio­nal de Salud (SNS)» ha sido uno de los gran­des logros de nues­tro «Esta­do de bien­es­tar», total­men­te incier­to ya que el SNS es un logro de la lucha del pue­blo que aun­que no ha logra­do el tan cacarea­do bien­es­tar si ha supues­to una situa­ción de menor malestar.
  2. Sigue dicien­do que dicho SNS es de «voca­ción uni­ver­sal» y que «la ampli­tud de sus pres­ta­cio­nes…» se sus­ten­ta sobre un «esque­ma pro­gre­si­vo de los impues­tos» y su «soli­da­ri­dad con los menos favo­re­ci­dos». Esto es, que los que más tie­nen ‑dado que pagan más impues­tos- son los que per­mi­ten dar esa amplia pres­ta­ción sani­ta­ria a los que menos tie­nen. Hacien­do un inci­so habría que decir que, qui­zás, el PP, asom­brán­do­se de la ampli­tud de las pres­ta­cio­nes, las con­si­de­ra exce­si­vas y por ello aho­ra las recor­tan. Pero la fala­cia de esta afir­ma­ción se basa en el hecho (reco­no­ci­do por cual­quier ins­pec­tor de hacien­da sin­ce­ro) de que ese esque­ma pro­gre­si­vo de los impues­tos hace pagar más (en pro­por­ción, ¡cla­ro está!), a las ren­tas medias y bajas res­pec­to a lo que pagan las ren­tas muy altas para sos­te­ner dichos ser­vi­cios públi­cos. Una polí­ti­ca fis­cal real­men­te pro­gre­si­va haría real la equi­dad de dar más al que más lo nece­si­ta, lo cual es inexis­ten­te, y sin parar­nos a valo­rar la mag­ni­tud del frau­de fis­cal y el pro­ce­so de su amnis­tía que pro­mul­gó el PP nada más lle­gar al gobierno.

De esta for­ma, a poco que ana­li­ce­mos los deta­lles de la nor­ma, encon­tra­mos las gran­des con­tra­dic­cio­nes del sis­te­ma, se hace nece­sa­rio refle­xio­nar sobre que bases se pro­du­ce el sur­gi­mien­to de este y otros impor­tan­tes ser­vi­cios públi­cos en una épo­ca de «bonan­za eco­nó­mi­ca», de expan­sión del capi­ta­lis­mo, cuan­do sus gran­des empre­sas obtie­nen bene­fi­cios a cos­ta de explo­tar los recur­sos y a los tra­ba­ja­do­res de los paí­ses más pobres y depen­dien­tes y a las tra­ba­ja­do­ras y tra­ba­ja­do­res de su pro­pio Esta­do. En esos perio­dos y cuan­do el pue­blo lucha por sus dere­chos socia­les bási­cos, el Esta­do se pue­de per­mi­tir el «lujo» de crear dicho esta­do de menos males­tar. De inver­tir en ser­vi­cios públi­cos ‑sani­dad o edu­ca­ción- o en inno­va­ción y cien­cia, por poner solo unos ejemplos.

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