Des­con­cier­tos y pesa­di­llas o teo­ría de la cri­sis (II-II)

Nota: segun­da y últi­ma entre­ga del tex­to escri­to para la revis­ta Hable­mos cla­ro. (I ‑II)

Con­tra­dic­cio­nes esenciales

«Todas las for­mas de crí­ti­ca par­cial uni­la­te­ral e incom­ple­ta desem­bo­ca­ron efec­ti­va­men­te en el socia­lis­mo cien­tí­fi­co. Este no es ya la crí­ti­ca sub­je­ti­va apli­ca­da a las cosas, sino el hallaz­go de la auto­crí­ti­ca que está en las cosas mis­mas. La crí­ti­ca ver­da­de­ra de la socie­dad es la socie­dad mis­ma, que por las con­di­cio­nes anti­té­ti­cas de los con­tras­tes en que se apo­ya gene­ra por sí mis­ma la con­tra­dic­ción, y ésta ven­ce lue­go por el paso de una for­ma a otra.»1

Con­clui­mos la pri­me­ra entre­ga recor­dan­do, entre otras, la tesis muy deba­ti­da en su tiem­po de que el exter­mi­nis­mo era el «últi­mo esta­dio de la civi­li­za­ción»2. Estu­dios muy recien­tes sugie­ren que la irra­cio­na­li­dad del capi­tal nos está lle­van­do al pre­ci­pi­cio: la revis­ta Natu­re ha publi­ca­do una rigu­ro­sa inves­ti­ga­ción que sos­tie­ne que ya se han supe­ra­do nada menos que sie­te de los nue­ve umbra­les que per­mi­ten la vida huma­na3 y que se han des­bor­da­do «los lími­tes físi­cos del pla­ne­ta», por lo que ya se ha dado el sal­to cua­li­ta­ti­vo «al pun­to de no retorno»4, es decir que se ha des­bor­da­do de for­ma irre­ver­si­ble la capa­ci­dad de car­ga y reci­cla­je de la Naturaleza.

La tesis exter­mi­nis­ta se movía en una pers­pec­ti­va supe­rior, en una visión tota­li­zan­te de las con­tra­dic­cio­nes capi­ta­lis­tas, com­pa­ra­da con la de los nece­sa­rios aná­li­sis de Natu­re, limi­ta­dos sin embar­go en su capa­ci­dad sin­té­ti­ca y de crí­ti­ca teó­ri­co-polí­ti­ca radi­cal. Ello era debi­do a que su autor, E. Thom­pson, actua­ba den­tro de la filo­so­fía de A. Labrio­la arri­ba cita­da, según la cual: la auto­crí­ti­ca, si es tal, ha de ser inma­nen­te a las con­tra­dic­cio­nes socia­les, nun­ca una crí­ti­ca uni­la­te­ral y sub­je­ti­va que no lle­ga a la uni­dad y lucha de con­tra­rios. Para nues­tro tema, la auto­crí­ti­ca es inhe­ren­te a esa lucha de con­tra­rios y su rique­za con­cep­tual se incre­men­ta en la medi­da en que pro­fun­di­za has­ta el anta­go­nis­mo entre el desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas y la pro­pie­dad bur­gue­sa, abrien­do una eta­pa de revo­lu­ción social, por decir­lo en los tér­mi­nos mar­xis­tas de 1859.

Entra­mos así a una cues­tión fun­da­men­tal: ¿qué es la auto­crí­ti­ca en el sen­ti­do dia­léc­ti­co? ¿Qué impor­tan­cia tie­ne la auto­crí­ti­ca para la pra­xis revo­lu­cio­na­ria en un perío­do de revo­lu­ción social? ¿Tie­ne algo que ver su ausen­cia con el avan­ce de las per­ple­ji­da­des y pesa­di­llas que ate­na­zan a algu­nas izquier­das y hacen que otras muchas se sui­ci­den echán­do­se al refor­mis­mo siem­pre fra­ca­sa­do? La auto­crí­ti­ca es auto-crí­ti­ca, por lo que sin esta dia­léc­ti­ca no exis­ti­ría ni pen­sa­mien­to ni cono­ci­mien­to siquie­ra bási­cos. El joven Marx lo dijo así en 1842: «Exi­gi­mos de la crí­ti­ca sobre todo que se com­por­te de mane­ra crí­ti­ca res­pec­to de sí mis­ma y que no pase por alto las difi­cul­ta­des de su obje­to»5. Vemos que la auto­crí­ti­ca y la crí­ti­ca saben que su avan­ce exi­ge supe­rar todas las «difi­cul­ta­des», es decir, todas las opresiones.

La Comu­na de París de 1871 con­fir­mó que ya esta­ba des­en­ca­de­na­da la épo­ca de revo­lu­ción social, sien­do por tan­to impres­cin­di­ble la auto­crí­ti­ca de aque­lla heroi­ci­dad exter­mi­na­da en san­gre. Por ejem­plo, en el Pró­lo­go a La lucha de cla­ses en Fran­cia, de Marx, Engels es demo­le­do­ra­men­te sin­ce­ro: «Lo más difí­cil de com­pren­der es indu­da­ble­men­te el san­to temor con que aque­llos hom­bres se detu­vie­ron res­pe­tuo­sa­men­te en los umbra­les del Ban­co de Fran­cia. Fue este, ade­más, un error polí­ti­co muy gra­ve […] Pero aún es más asom­bro­so el acier­to de muchas de las cosas que se hicie­ron, a pesar de estar com­pues­ta la Comu­na de proudho­nia­nos y blan­quis­tas»6. San­to temor a la pro­pie­dad capi­ta­lis­ta que reapa­re­ce­rá muchas veces en los momen­tos deci­si­vos, auto-derro­tan­do los avan­ces revo­lu­cio­na­rios des­de su mis­mo interior.

Las lec­cio­nes de la Comu­na fue­ron vita­les en el enri­que­ci­mien­to del comu­nis­mo mar­xis­ta. En lo que aho­ra nos con­cier­ne, en 1873, Marx escri­bió que la dia­léc­ti­ca «redu­ci­da a su for­ma racio­nal pro­vo­ca la cóle­ra y es el azo­te de la bur­gue­sía y de sus por­ta­vo­ces doc­tri­na­rios, por­que en la inte­li­gen­cia y expli­ca­ción posi­ti­va de lo que exis­te abri­ga a la par la inte­li­gen­cia de su nega­ción, de su muer­te for­zo­sa; por­que, crí­ti­ca y revo­lu­cio­na­ria por esen­cia, enfo­ca todas las for­mas actua­les en pleno movi­mien­to, sin omi­tir, por tan­to, lo que tie­ne de pere­ce­de­ro y sin dejar­se inti­mi­dar por nada»7. Aquí vemos resu­mi­do lo esen­cial del «méto­do dia­léc­ti­co»8, tal cual lo deno­mi­na­ban Marx y Engels.

La ela­bo­ra­ción de este méto­do era inse­pa­ra­ble del avan­ce teó­ri­co-polí­ti­co, depen­dien­do ambos en últi­ma ins­tan­cia de la reali­dad obje­ti­va de la lucha de cla­ses, sin la cual no se hubie­ran dado: «La ten­den­cia a eco­no­mi­zar los medios socia­les de pro­duc­ción, ten­den­cia que bajo el sis­te­ma fabril, madu­ra como plan­ta de estu­fa, se con­vier­te, en manos del capi­tal, en un saqueo sis­te­má­ti­co con­tra las con­di­cio­nes de vida del obre­ro duran­te el tra­ba­jo, en un robo orga­ni­za­do de espa­cio, de luz, de aire y de medios per­so­na­les de pro­tec­ción con­tra los medios de pro­duc­ción mal­sa­nos o insa­lu­bres, y no hable­mos de los apa­ra­tos e ins­ta­la­cio­nes para la como­di­dad del obre­ro ¿Tie­ne o no razón Fou­rier cuan­do lla­ma a las fábri­cas “pri­sio­nes ate­nua­das”?»9.

Las leyes evo­lu­ti­vas son ten­den­cia­les, y con­for­me el avan­ce de las for­mas de pro­pie­dad pri­va­da van aca­ban­do con for­mas de pro­pie­dad comu­na­lis­tas, en esa medi­da se extre­man las con­tra­dic­cio­nes entre el poten­cial eman­ci­pa­dor de la ley del aho­rro de ener­gía, bási­ca en la evo­lu­ción de la vida, y las res­tric­cio­nes en aumen­to impues­tas por las cla­ses pro­pie­ta­rias. La ley de la pro­duc­ti­vi­dad del tra­ba­jo es cen­tral en la antro­po­ge­nia, y en el capi­ta­lis­mo se pre­sen­ta como dic­ta­du­ra de la ley del valor, como tra­ba­jo abs­trac­to, como plus­va­lía, saqueo de pue­blos y des­truc­ción de la natu­ra­le­za, ade­más de com­pe­ten­cia cai­ni­ta entre bur­gue­sías. La fuer­za de tra­ba­jo, las herra­mien­tas y las máqui­nas son supe­di­ta­das a la ley del máxi­mo bene­fi­cio, a la acu­mu­la­ción de capi­tal, y con ellas la tec­no­cien­cia devie­ne par­te del capi­tal constante.

Marx dice: «Sin embar­go, la maqui­na­ria no actúa sola­men­te como com­pe­ti­dor inven­ci­ble e impla­ca­ble, siem­pre al ace­cho para “qui­tar de en medio” al obre­ro asa­la­ria­do. Como poten­cia hos­til al obre­ro, la maqui­na­ria es pro­cla­ma­da y mane­ja­da de un modo ten­den­cio­so y osten­to­so por el capi­tal. Las máqui­nas se con­vier­ten en el arma pode­ro­sa para repri­mir las suble­va­cio­nes obre­ras perió­di­cas, las huel­gas y demás movi­mien­tos des­ata­dos con­tra la auto­cra­cia del capi­tal»10, pero Marx acla­ra: «Los anta­go­nis­mos y las con­tra­dic­cio­nes inse­pa­ra­bles del empleo capi­ta­lis­ta de la maqui­na­ria, no bro­tan de la maqui­na­ria mis­ma, sino de su empleo capi­ta­lis­ta»11.

El uso bur­gués de la máqui­na refuer­za la auto­cra­cia del capi­tal. De este modo, el anta­go­nis­mo entre el poten­cial libe­ra­dor de las máqui­nas, que en el socia­lis­mo aho­rra­rán mucha ener­gía y redu­ci­rán drás­ti­ca­men­te el tra­ba­jo nece­sa­rio mul­ti­pli­can­do el tiem­po libre, pro­pio y crí­ti­co, se agu­di­za al extre­mo por­que la pro­pie­dad capi­ta­lis­ta solo bus­ca la acu­mu­la­ción amplia­da. La auto­cra­cia del capi­tal. se sos­tie­ne gra­cias al Esta­do que es su for­ma polí­ti­co-mili­tar, ade­más de a otras fuer­zas sub­cons­cien­tes e incons­cien­tes, irra­cio­na­les, como ese «san­to temor», sin olvi­dar el terri­ble poder dis­ci­pli­na­dor del feti­chis­mo de la mer­can­cía, de la alie­na­ción, de la cosi­fi­ca­ción o reificación…

Enten­de­mos así mejor estas pala­bras de Marx:

Al igual que en la indus­tria urba­na, en la moder­na agri­cul­tu­ra la inten­si­fi­ca­ción de la fuer­za pro­duc­ti­va y la más rápi­da movi­li­za­ción del tra­ba­jo se con­si­guen a cos­ta de devas­tar y ago­tar la fuer­za de tra­ba­jo del obre­ro. Ade­más, todo pro­gre­so, rea­li­za­do en la agri­cul­tu­ra capi­ta­lis­ta, no es sola­men­te un pro­gre­so en el arte de esquil­mar al obre­ro, sino tam­bién en el arte de esquil­mar la tie­rra, y cada paso que se da en la inten­si­fi­ca­ción de su fer­ti­li­dad den­tro de un perío­do de tiem­po deter­mi­na­do, es a la vez un paso dado en el ago­ta­mien­to de las fuen­tes peren­nes que ali­men­tan dicha fer­ti­li­dad. Este pro­ce­so de ani­qui­la­ción es tan­to más rápi­do cuan­to más se apo­ya en un país, como ocu­rre por ejem­plo con los Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca, sobre la gran indus­tria, como base de su desarrollo.

Por tan­to, la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta solo sabe desa­rro­llar la téc­ni­ca y la com­bi­na­ción del pro­ce­so social de pro­duc­ción soca­van­do al mis­mo tiem­po las dos fuen­tes ori­gi­na­les de toda rique­za: la tie­rra y el hom­bre12.

O tam­bién: «La gran pro­pie­dad de la tie­rra mina la fuer­za de tra­ba­jo en la últi­ma región a que va a refu­giar­se su ener­gía natu­ral y don­de se acu­mu­la como fon­do de reser­va para la reno­va­ción de la ener­gía vital de las nacio­nes: en la tie­rra mis­ma […] el sis­te­ma indus­trial aca­ba roban­do tam­bién las ener­gías de los tra­ba­ja­do­res del cam­po, a la par que la indus­tria y el comer­cio sumi­nis­tran a la agri­cul­tu­ra los medios para el ago­ta­mien­to de la tie­rra»13. Todo lo cual le per­mi­te a Marx decir que: «Así como en las reli­gio­nes vemos al hom­bre escla­vi­za­do por las cria­tu­ras de su pro­pio cere­bro, en la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta le vemos escla­vi­za­do por los pro­duc­tos de su pro­pio bra­zo»14.

Aquí Marx hace refe­ren­cia al feti­chis­mo de la mer­can­cía, que con­vier­te en cosa al ser humano y a la cosa hecha por el humano en fuer­za omni­po­ten­te e incon­tro­la­ble, lo que ace­le­ra la posibilidad/​necesidad del sur­gi­mien­to de cri­sis socio­eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas a par­tir de la con­tra­dic­ción obje­ti­va entre el desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas y la pro­pie­dad bur­gue­sa que las cons­tri­ñe y orien­ta en su exclu­si­vo bene­fi­cio de cla­se. Esta per­ver­si­dad hace que se acu­mu­len cuan­ti­ta­ti­va­men­te sub­cri­sis par­cia­les como afluen­tes que aca­ban en un torren­te cada vez más impe­tuo­so: lle­ga el momen­to del sal­to cua­li­ta­ti­vo que irrum­pe como una inun­da­ción arra­sa­do­ra. En 1876 Engels lo expre­sa­ba así:

No nos jac­te­mos dema­sia­do de nues­tras vic­to­rias huma­nas sobre la natu­ra­le­za. Pues por cada una de esas vic­to­rias, esta se ven­ga de noso­tros. Cada triun­fo, es ver­dad, pro­du­ce ante todo los resul­ta­dos que espe­ra­mos, pero en segun­do y en ter­cer lugar pro­vo­ca efec­tos dis­tin­tos, impre­vis­tos, que muy a menu­do anu­lan al pri­me­ro […] Y así, a cada paso que damos se nos recuer­da que en modo alguno gober­na­mos la natu­ra­le­za como un con­quis­ta­dor a un pue­blo extran­je­ro, como alguien que se encuen­tra fue­ra de la natu­ra­le­za, sino que noso­tros, seres de car­ne, hue­so y cere­bro, per­te­ne­ce­mos a la natu­ra­le­za, y exis­ti­mos en su seno, y que todo nues­tro domi­nio sobre ella con­sis­te en el hecho de que posee­mos, sobre las demás cria­tu­ras, la ven­ta­ja de apren­der sus leyes y apli­car­las en for­ma correc­ta15.

El poten­cial «mul­ti­la­te­ral» y eman­ci­pa­dor de la cien­cia está cada vez más enca­de­na­do por la bur­gue­sía, sien­do la base de la teo­ría mar­xis­ta de la cri­sis. Sobre esta base se gene­ran las gran­des con­vul­sio­nes del capi­ta­lis­mo, las «Gran­des Depre­sio­nes» de las que el capi­tal solo se recu­pe­ra median­te «gran­des des­truc­cio­nes», «solu­ción» úni­ca ya adver­ti­da en el Mani­fies­to del Par­ti­do Comu­nis­ta: «¿Cómo se sobre­po­ne a las cri­sis la bur­gue­sía? De dos mane­ras: des­tru­yen­do vio­len­ta­men­te una gran masa de fuer­zas pro­duc­ti­vas y con­quis­tán­do­se nue­vos mer­ca­dos, a la par que pro­cu­ran­do explo­tar más con­cien­zu­da­men­te los mer­ca­dos anti­guos. Es decir, que reme­dia unas cri­sis pre­pa­ran­do otras más exten­sas e impo­nen­tes y muti­lan­do los medios de que dis­po­ne para pre­ca­ver­las»16. A par­tir de estas pala­bras, la teo­ría de la cri­sis se irá enri­que­cien­do en la medi­da en la que el capi­ta­lis­mo se pudre hacia la bar­ba­rie y el caos.

¿Por qué la teo­ría de la cri­sis se enri­que­ce inclu­so inte­gran­do el arte de la gue­rra, duran­te el mis­mo desa­rro­llo de la pro­pia cri­sis? Pare­ce una pre­gun­ta obvia, pero la ideo­lo­gía bur­gue­sa fra­ca­sa siem­pre en la res­pues­ta aumen­tan­do así el pesi­mis­mo, el des­con­cier­to y las per­ple­ji­da­des. Es muy sig­ni­fi­ca­ti­vo que, jun­to a estos pri­me­ros embrio­nes de la teo­ría de la cri­sis, sur­gie­ran a la vez las pri­me­ras refle­xio­nes pro­fun­das sobre la dia­léc­ti­ca entre lucha de cla­ses en el sen­ti­do de «gue­rra civil» y la «gue­rra con­ven­cio­nal» en el sen­ti­do de polí­ti­ca anti­obre­ra y de ten­sio­nes inter­bur­gue­sas. E. Alba­mon­te y M. Maie­llo expo­nen la uni­ci­dad entre «gue­rra civil» y «gue­rra» a secas, típi­ca del mar­xis­mo des­de sus ini­cios17 –el apo­do de Engels era el gene­ral–, cri­ti­can­do a auto­res actua­les como Agam­ben obse­sio­na­dos por negar esa unidad.

Una razón de esa impo­ten­cia es el recha­zo bur­gués de la dia­léc­ti­ca, nece­sa­ria sin embar­go para enten­der cómo inter­ac­túan las con­tra­dic­cio­nes esen­cia­les del capi­tal con sus leyes evo­lu­ti­vas. Según E. Man­del, las leyes son: 1) La cen­tra­li­za­ción y con­cen­tra­ción del capi­tal. 2) La pro­le­ta­ri­za­ción pro­gre­si­va de la pobla­ción tra­ba­ja­do­ra. 3) El aumen­to de la com­po­si­ción orgá­ni­ca del capi­tal. 4) La ten­den­cia a la baja de la tasa media de bene­fi­cio. 5) La socia­li­za­ción obje­ti­va de la pro­duc­ción. Las con­tra­dic­cio­nes son: 1) La racio­na­li­dad de cada empre­sa ais­la­da nece­sa­ria para maxi­mi­zar su bene­fi­cio se trans­for­ma en irra­cio­na­li­dad sis­té­mi­ca por­que es impo­si­ble coor­di­nar los intere­ses pri­va­dos. 2) La socia­li­za­ción obje­ti­va de la pro­duc­ción cho­ca fron­tal­men­te con la apro­pia­ción bur­gue­sa de los bene­fi­cios y de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. 3) Las fuer­zas pro­duc­ti­vas tien­den a cre­cer pero la pro­pie­dad bur­gue­sa las fre­na y mani­pu­la según sus intere­ses. 4) La cien­cia y la téc­ni­ca tien­den a cre­cer pero la bur­gue­sía las fre­na y con­vier­te en fuer­zas de con­trol y des­truc­ción. 5) La lucha de cla­ses es inevi­ta­ble, minan­do el capi­ta­lis­mo des­de den­tro18.

Para nues­tro tema, lo que aho­ra más nos impor­ta no es tan­to las cau­sas direc­tas de las cri­sis, que tam­bién, sino sobre todo su lar­go pro­ce­so interno e invi­si­ble a pri­me­ra vis­ta, el accio­nar de la dia­léc­ti­ca entre la posi­bi­li­dad y la nece­si­dad de las cri­sis par­cia­les y de su siner­gia en las gran­des depre­sio­nes que pro­vo­can vio­len­cias atro­ces. Una vez más nos vol­ve­mos a encon­trar con la dia­léc­ti­ca en el seno de El Capi­tal, en este caso con la cate­go­ría de lo posi­ble y lo nece­sa­rio. El impres­cin­di­ble tex­to de L. Gill empie­za el capí­tu­lo XII expli­can­do la posi­bi­li­dad y la nece­si­dad de las cri­sis en su mis­mo ini­cio, cri­ti­can­do el error de la eco­no­mía bur­gue­sa al redu­cir el dine­ro a un sim­ple «medio para efec­tuar el inter­cam­bio» de mer­can­cías, el dine­ro como «deter­mi­na­ción cuan­ti­ta­ti­va». Marx demues­tra que el dine­ro es tam­bién una «deter­mi­na­ción cua­li­ta­ti­va» como vali­da­ción social del tra­ba­jo pri­va­do. El muy pre­ca­rio y siem­pre muy fugaz equi­li­brio en la cir­cu­la­ción mer­can­til entre lo cuan­ti­ta­ti­vo y lo cua­li­ta­ti­vo –otra cate­go­ría dia­léc­ti­ca– tien­de a rom­per­se muy fre­cuen­te­men­te por razo­nes que deben ser ana­li­za­das en su con­cre­ción sin­gu­lar, pero siem­pre par­tien­do de la «posi­bi­li­dad gene­ral o for­mal de las cri­sis»19.

Pro­fun­di­zan­do en esta cues­tión pre­via, A. Taras­siouk resu­me así las ideas de Marx en seis momen­tos interrelacionados:

1) Bajo la for­ma mer­can­til la repro­duc­ción depen­de de la cir­cu­la­ción. 2) La posi­bi­li­dad de la cri­sis evo­lu­cio­na jun­to con el desa­rro­llo de la pro­duc­ción mer­can­til. 3) La posi­bi­li­dad abs­trac­ta de la cri­sis es igual tam­bién a una for­ma abs­trac­ta de la cri­sis. 4) Par­tien­do de la for­ma mer­can­til se pue­den reve­lar varias for­mas de la cri­sis. 5) La posi­bi­li­dad for­mal de la cri­sis, según Marx, no es nun­ca la cau­sa de la cri­sis. Y 6) Expli­car la cri­sis con base en esta for­ma ele­men­tal equi­va­le a expli­car­la expo­nien­do su exis­ten­cia bajo su for­ma abs­trac­ta –es decir– equi­va­le a «expli­car la cri­sis por medio de la cri­sis»20.

Que la cate­go­ría de posi­bi­li­dad y nece­si­dad, con­lle­va en su inte­rior la acción huma­na, es un prin­ci­pio esen­cial del méto­do dia­léc­ti­co des­de que empe­zó a ela­bo­rar­se en la Gre­cia pre­so­crá­ti­ca, como vere­mos en el últi­mo apar­ta­do. Debe­mos tener­lo en cuen­ta por­que sin esa acción, sin esa lucha de cla­ses, es impo­si­ble enten­der cómo inci­den ais­la­da y en con­jun­to los cua­tro pro­ce­sos que desem­bo­can en las gran­des heca­tom­bes: 1) la baja de la tasa de ganan­cia; 2) la des­pro­por­ción entre el sec­tor I y el sec­tor II; 3) el infra-con­su­mo; 4) la sobre-acu­mu­la­ción. En ais­la­do y sepa­ra­das de la tota­li­dad, nin­gu­na de las cua­tro expli­ca por sí mis­ma el pro­ce­so que va de la posi­bi­li­dad a la nece­si­dad de la cri­sis: «En el mar­co de la teo­ría eco­nó­mi­ca mar­xis­ta, las cri­sis de sobre­pro­duc­ción son cri­sis de sobre-acu­mu­la­ción del capi­tal y, al mis­mo tiem­po, cri­sis de sobre-pro­duc­ción de mer­can­cías. El pri­mer aspec­to no pue­de expli­car­se sin poner el acen­to en el segun­do; el segun­do no pue­de enten­der­se sin el pri­me­ro»21.

B. Fine y A. Saad-Filho nos ofre­cen una bue­na sín­te­sis: «Para Marx, las cri­sis capi­ta­lis­tas se deben a la con­tra­dic­ción entre la ten­den­cia capi­ta­lis­ta a desa­rro­llar las fuer­zas pro­duc­ti­vas sin lími­te (y la plus­va­lía que tie­ne que rea­li­zar­se) y la capa­ci­dad social limi­ta­da para con­su­mir el pro­duc­to. En estas cir­cuns­tan­cias, la esta­bi­li­dad eco­nó­mi­ca requie­re que una par­te impor­tan­te del pro­duc­to deba ser com­pra­da por los capi­ta­lis­tas para pro­pó­si­tos de inver­sión o con­su­mo de lujo, lo que no siem­pre es posi­ble. El capi­ta­lis­mo, por tan­to, tien­de siem­pre a ser ines­ta­ble o pro­cli­ve a las cri­sis. La cri­sis esta­lla cuan­do la pro­duc­ción se ha desa­rro­lla­do más allá de la posi­bi­li­dad de rea­li­za­ción ren­ta­ble. Esto pue­de ocu­rrir por varias razo­nes, y lo que impor­ta para la expli­ca­ción de las cri­sis espe­cí­fi­cas es cómo se mani­fies­ta su cau­sa sub­ya­cen­te mis­ma –la subor­di­na­ción de la pro­duc­ción de valo­res de uso a la pro­duc­ción de plus­va­lía– a tra­vés de la des­pro­por­cio­na­li­dad, sobre­pro­duc­ción, el sub­con­su­mo y la ten­den­cia decre­cien­te de la tasa de ganan­cia»22.

Las fuer­zas pro­duc­ti­vas tien­den a des­bor­dar los lími­tes de la pro­pie­dad bur­gue­sa que solo se preo­cu­pa por impo­ner median­te todas las vio­len­cias posi­bles la pro­duc­ción de mer­can­cías, valo­res de cam­bio que aumen­tan la plus­va­lía, la rique­za del capi­tal. La bur­gue­sía se nie­ga a que se pro­duz­can los vita­les valo­res de uso –vacu­nas, escue­las, ali­men­tos, ropas, vivien­das muy bara­tas, res­pe­tan­do la natu­ra­le­za…– que nece­si­ta cada vez más la huma­ni­dad explo­ta­da, y cuan­do acce­de a algu­nas refor­mas socia­les es por­que se lo ha impues­to la lucha obre­ra, es por­que tie­ne mie­do al pro­le­ta­ria­do orga­ni­za­do. La inte­lec­tua­li­dad bur­gue­sa se vuel­ca en impe­dir la orga­ni­za­ción obre­ra y nie­ga la vali­dez con­tras­ta­da de la crí­ti­ca marxista.

M. Roberts ha mos­tra­do la impo­ten­cia abso­lu­ta de todas las corrien­tes de la eco­no­mía polí­ti­ca bur­gue­sa para pre­ver y saber el por­qué23 de la heca­tom­be del 2008 en ade­lan­te. La inte­lec­tua­li­dad del capi­tal no pue­de acep­tar lo argu­men­tan­do por D. Ben­saïd en 2011: «La cri­sis con­sis­te, pues, en “esta­ble­cer por la fuer­za” la unión entre los momen­tos de la pro­duc­ción y de con­su­mo” cuya auto­no­mía se pro­mo­vió, pero que “son esen­cial­men­te uno”»24. Acep­tar esta ver­dad con­lle­va otra: el con­te­ni­do socio­po­lí­ti­co de la explo­ta­ción asa­la­ria­da ya que «el capi­tal apa­re­ce como un medio de con­trol social a tra­vés del tra­ba­jo bajo cir­cuns­tan­cias en que los capi­ta­lis­tas con­tro­lan los medios de pro­duc­ción y pue­den obli­gar así a la cla­se tra­ba­ja­do­ra a tra­ba­jar para ellos»25. El con­trol social lle­va­do al máxi­mo de su poder no es otra cosa que la «fuer­za» des­ata­da con­tra el pro­le­ta­ria­do. De la inmen­si­dad de ejem­plos dis­po­ni­bles hemos esco­gi­dos estos dos:

Según L. Raphael:

La orga­ni­za­ción de for­ma­cio­nes poli­cia­les estu­vo estre­cha­men­te rela­cio­na­da con las refor­mas admi­nis­tra­ti­vas gene­ra­les y las nue­vas demar­ca­cio­nes del ejer­ci­cio esta­tal del poder bajo el signo del dere­cho. Sobre todo, entre las cla­ses res­pon­sa­bles del Esta­do esta­ba amplia­men­te difun­di­da la idea de que solo la pre­sen­cia de una tro­pa efi­caz encar­ga­da del orden daba vali­dez a la ley. La poli­cía se con­vir­tió en uno de los ins­tru­men­tos pre­di­lec­tos para satis­fa­cer las nece­si­da­des bur­gue­sas de segu­ri­dad. […] tan­to los regí­me­nes auto­ri­ta­rios como los libe­ra­les siguie­ron emplean­do el ejér­ci­to, de for­ma reite­ra­da y con gran éxi­to, con­tra los inten­tos revo­lu­cio­na­rios (junio de 1848, 1870 – 1871 en París), las rebe­lio­nes regio­na­les (el sur de Ita­lia en 1861 – 1865) y en dis­tur­bios, tumul­tos y accio­nes de pro­tes­ta loca­les […] Los nue­vos con­flic­tos de cla­ses en la gran indus­tria rusa, en ple­na expan­sión, tuvie­ron como resul­ta­do que el régi­men acen­tua­ra una vez más su carác­ter de Esta­do mili­tar26.

Según M. Macnair:

En 1848 – 1849 el Esta­do bri­tá­ni­co aplas­tó el char­tis­mo con la repre­sión, tal como se expli­ca en 1848: el Esta­do bri­tá­ni­co y el movi­mien­to char­tis­ta (Cam­brid­ge 1990) de John Savi­lle. Al mis­mo tiem­po o un poco más tar­de, las revo­lu­cio­nes de 1848 en Fran­cia, Ale­ma­nia y otros paí­ses, fue­ron derro­ta­das. Marx y Engels vol­vie­ron al exi­lio; la Liga Comu­nis­ta, la orga­ni­za­ción basa­da en el Mani­fies­to comu­nis­ta, se hun­dió polí­ti­ca­men­te. […] La Pri­me­ra Inter­na­cio­nal que­bró por­que fue per­se­gui­da des­pués de la Comu­na de París. Los proudho­nis­tas en Fran­cia, que cons­ti­tuían una par­te subs­tan­cial de ella, fue­ron aplas­ta­dos con eje­cu­cio­nes, el exi­lio y la pri­sión. Los líde­res sin­di­ca­lis­tas bri­tá­ni­cos se asus­ta­ron con la Comu­na, pero la otra cara de la meda­lla fue la Ley de Refor­ma de 1867 y la Ley Sin­di­cal de 1871 que per­mi­tió a los par­ti­dos bur­gue­ses hacer ver que ellos podrían «hacer algo para la cla­se obre­ra»27.

Los hemos esco­gi­dos por­que, des­de 1848 a 1871 se dio, pese a todo, un pode­ro­so avan­ce teó­ri­co en la teo­ría mar­xis­ta de la cri­sis, y más en con­cre­to de la teo­ría de la vio­len­cia con­sus­tan­cial a la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta. Una de las mejo­res expli­ca­cio­nes del por­qué las vio­len­cias opre­so­ras son nece­sa­rias para la bur­gue­sía apa­re­ce en unas pági­nas de El Capi­tal ape­nas leí­das: las seis medi­das más impor­tan­tes que con­tra­rres­tan la ley ten­den­cial de caí­da de la tasa de ganan­cia: 1) Aumen­to del gra­do de explo­ta­ción del tra­ba­jo. 2) Reduc­ción del sala­rio por deba­jo de su valor. 3) Aba­ra­ta­mien­to de los ele­men­tos que for­man el capi­tal cons­tan­te. 4) La super­po­bla­ción rela­ti­va. 5) El comer­cio exte­rior. 6) Aumen­to del capi­tal-accio­nes28. En mayor o menor medi­da, diver­sos nive­les y gra­dos de vio­len­cias actúan abier­ta u ocul­ta­men­te en una y en todas de las con­tra­me­di­das prin­ci­pa­les aquí vis­ta. Que­dan otras que Marx pen­só que no eran las más impor­tan­tes en aque­lla épo­ca, pero que hoy tie­nen un papel más des­ta­ca­do que entonces.

Marx ela­bo­ra­ba estas ideas mien­tras pedía ayu­da a Engels para desa­rro­llar mejor en El Capi­tal el papel de la indus­tria de la matan­za de seres huma­nos, como hemos vis­to en la pri­me­ra entre­ga. Las seis medi­das prin­ci­pa­les que con­tra­rres­tan la ten­den­cia a la caí­da de la tasa de ganan­cia, así como la deci­si­va ley gene­ral de la acu­mu­la­ción de capi­tal29, fue­ron teo­ri­za­das a la vez que se com­pren­día mejor el papel de la indus­tria de la muer­te, el papel de la vio­len­cia orga­ni­za­da y de la gue­rra. En 1878 Engels dijo que «la socie­dad corre hacia la rui­na como una loco­mo­to­ra cuyo maqui­nis­ta fue­ra dema­sia­do débil para abrir la blo­quea­da vál­vu­la de esca­pe»30 y poco des­pués aña­dió «la moder­na nave de com­ba­te no es solo un pro­duc­to de la gran indus­tria moder­na, sino has­ta una mues­tra de la mis­ma; es una fábri­ca flo­tan­te –aun­que, cier­ta­men­te, des­ti­na­da sobre todo a dila­pi­dar dine­ro»31.

No pode­mos exten­der­nos en la rique­za inte­lec­tual de Engels, ni siquie­ra en lo rela­cio­na­do con la teo­ría de la gue­rra. Bás­te­nos leer su car­ta a Kautsky de 12 de sep­tiem­bre de 1894 en la que sos­te­nía que la gue­rra entre Rusia y Japón con­lle­va­ría el fin de la anti­gua Chi­na ace­le­ran­do su indus­tria­li­za­ción lo que agra­va­ría la cri­sis ya que «la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta no tie­ne más que Chi­na por con­quis­tar, y, con­quis­tán­do­la al fin, se hace impo­si­ble a sí mis­ma en los luga­res en don­de nació…»32. La resis­ten­cia del pue­blo chino a la inva­sión impe­ria­lis­ta se man­tie­ne has­ta hoy mis­mo y se refuer­za día a día.

Mien­tras la socie­dad cami­na­ba al desas­tre, la indus­tria de la matan­za hacía de las naves moder­nas una fábri­ca flo­tan­te de muer­te fun­da­men­tal para el impe­ria­lis­mo. La dis­ci­pli­na labo­ral en la fábri­ca «civil» es la dis­ci­pli­na mili­tar en el por­ta­avio­nes: ambas se fusio­nan en una sola, la que pro­du­ce bene­fi­cio. El lar­go desas­tre más devas­ta­dor fue­ron las gue­rras sos­te­ni­das de 1914 a 1945 cuyas cau­sas J.R. Pau­wels resu­me así: salir de sen­das cri­sis socio­eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas, aplas­tar el socia­lis­mo y a la URSS, con­quis­tar tie­rras y saquear recur­sos vita­les, cen­tra­li­zar y con­cen­trar capi­ta­les en bene­fi­cio de las gran­des bur­gue­sías, insis­tien­do en que lo fun­da­men­tal fue «la gue­rra den­tro de la gue­rra»33. Sobre la Segun­da Gue­rra Mun­dial, D. Glucks­tein sos­tie­ne que fue a la vez una gue­rra entre poten­cias y paí­ses, y una gue­rra de cla­ses entre las bur­gue­sías y tra­ba­ja­do­res en los paí­ses capi­ta­lis­tas34. Por su par­te, Ch. Bam­bery pro­fun­di­za en la mis­ma línea pero aña­de la apor­ta­ción de Man­del sobre las «cin­co gue­rras» par­ti­cu­la­res inte­gra­das en la Segun­da Gue­rra Mun­dial35.

Es un lugar común reco­no­cer que la Segun­da Gue­rra Mun­dial ace­le­ró la mili­ta­ri­za­ción de la socie­dad bur­gue­sa. Mien­tras que hablar de «indus­tria de la matan­za de hom­bres» como hace el mar­xis­mo, es direc­to y cru­do, sin tram­pas ni enga­ños, los famo­sos con­cep­tos bur­gue­ses de «key­ne­sia­nis­mo mili­tar» y «com­ple­jo indus­trial-mili­tar», sobre todo, ocul­tan la mili­ta­ri­za­ción total de la socie­dad, la redu­cen a áreas limi­ta­das como algu­nas ramas eco­nó­mi­cas y cien­tí­fi­cas, nada más. Por el con­tra­rio, tie­ne razón Kol­ko al decir que «para el capi­ta­lis­mo, la gue­rra no es más que la con­ti­nua­ción del mer­ca­do por otros medios»36. La indus­tria de la matan­za pro­du­ce bene­fi­cio solo cuan­do sus mer­can­cías, las armas, se gas­tan en gue­rras y/​o en vio­len­cias repre­si­vas pro­du­cien­do muer­te, obe­dien­cia y mie­do. Si no se gas­tan es un des­pil­fa­rro absoluto.

Ade­más de otras cau­sas, el cli­ma de pará­li­sis, mie­do y pesa­di­lla tam­bién es un pro­duc­to de la indus­tria de la matan­za que, para fun­cio­nar a pleno ren­di­mien­to, nece­si­ta de la mili­ta­ri­za­ción total de la vida alie­na­da, tam­bién de la mili­ta­ri­za­ción moral, psi­co­ló­gi­ca, edu­ca­ti­va. Se tra­ta de impo­ner la «indus­tria total de la matan­za» inser­ta en los entre­si­jos de la civi­li­za­ción del capi­tal. N. Kohan lo deta­lla así: «socie­dad burguesa=ejército», en don­de fábrica=cuartel; el capital=alto man­do mili­tar; capataces=suboficiales; obreros=soldados indus­tria­les; obre­ros acti­vos empleados=ejército acti­vo; obre­ros desempleados=ejército indus­trial de reser­va; pobla­ción rural con tareas industriales=infantería lige­ra; reclu­ta­mien­to fabril=reclutamiento mili­tar; y libre­ta de castigo=código de jus­ti­cia mili­tar37.

Pero la mili­ta­ri­za­ción tota­li­zan­te aquí vis­ta tie­ne sus lími­tes, sobre todo en el nivel de la explo­ta­ción asa­la­ria­da, en la que tar­de o tem­prano siem­pre reapa­re­ce la resis­ten­cia, y muy espe­cial­men­te cuan­do esa resis­ten­cia pasa a ser ofen­si­va cuan­do la lucha de cla­ses adquie­re la for­ma de gue­rra de libe­ra­ción nacio­nal de cla­se. La mun­dia­li­za­ción del capi­tal hace que ambas expre­sio­nes bási­cas de resis­ten­cia se uni­fi­quen en una sola ya que la lucha de cla­ses en las socie­da­des impe­ria­lis­tas tie­ne los mis­mos obje­ti­vos y fines his­tó­ri­cos que las luchas de libe­ra­ción nacio­nal de cla­se: el socia­lis­mo. El lla­ma­do «capi­ta­lis­mo implo­si­vo» suel­da defi­ni­ti­va­men­te ambas for­mas a la vez que inte­gra en esa tota­li­dad otras vio­len­cias jus­tas, defen­si­vas, que hacen que las luchas con­tra bru­ta­li­da­des tan per­ma­nen­tes como la patriar­cal, la racis­ta y otras. C. Vela está así en lo cier­to cuan­do dice:

La gue­rra, la des­truc­ción masi­va de seres huma­nos, de capi­tal fijo e infra­es­truc­tu­ras, etc., fue el recur­so de la cla­se domi­nan­te fren­te a las cri­sis cícli­cas en la fase expan­si­va del capi­tal; sin embar­go, ante la cri­sis de la fase de la domi­na­ción real y total del capi­tal, la gue­rra adquie­re una dimen­sión pre­do­mi­nan­te­men­te inten­si­va, al yux­ta­po­ner a las for­mas béli­cas con­ven­cio­na­les (gue­rras loca­les en la peri­fe­ria capi­ta­lis­ta), la ofen­si­va social en el pro­pio cen­tro capi­ta­lis­ta. La ter­ce­ra gue­rra mun­dial, pues, es de carác­ter social, emi­nen­te­men­te implo­si­va, con fren­tes defi­ni­dos a cate­go­rías socia­les (des­em­pleo, pre­ca­ri­za­ción, depen­den­cia, exclu­sión, etc.) y con diver­sos gra­dos de inten­si­dad, según la inser­ción de cada país o región eco­nó­mi­ca en el pro­ce­so mun­dial de acu­mu­la­ción de capi­tal38.

Seme­jan­te diná­mi­ca impa­ra­ble es impul­sa­da por la inter­ac­ción entre las con­tra­dic­cio­nes anta­gó­ni­cas y las leyes ten­den­cia­les del modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta arri­ba expues­tas muy en sín­te­sis, de mane­ra que, en su movi­mien­to impa­ra­ble ocu­rre que: «La velo­ci­dad de las inter­ven­cio­nes y la efi­ca­cia de las deci­sio­nes reque­ri­das por los flu­jos de mone­da finan­cie­ra y los flu­jos de gue­rra pres­cri­ben una nue­va cons­ti­tu­ción mate­rial en la que el poder eje­cu­ti­vo adop­ta, para absor­ber una gran par­te del poder judi­cial y legis­la­ti­vo, un doble mode­lo de orga­ni­za­ción y de man­do: el del ejér­ci­to y el de la orga­ni­za­ción cien­tí­fi­ca del tra­ba­jo, de mane­ra que el gobierno se con­fi­gu­ra como un poder «polí­ti­co-mili­tar» adya­cen­te al “com­ple­jo mili­tar-indus­trial”»39. Lle­va­do a su extre­mo: «hoy nada es neu­tro»40 por­que se ha roto la barre­ra entre la pro­duc­ción civil y la militar.

Fuer­zas constructivas

Hemos vis­to en la pri­me­ra entre­ga que las pesa­di­llas de las per­so­nas embo­tan su pen­sa­mien­to libre cuan­do empie­zan a «crear algo nue­vo nun­ca vis­to», cuan­do se lan­zan a «tomar el cie­lo por asal­to». Las fuer­zas des­truc­ti­vas del capi­ta­lis­mo, que sur­gen de la Ley gene­ral de la acu­mu­la­ción y de la Ley ten­den­cial de caí­da de la tasa de ganan­cia, tam­bién des­tru­yen la crea­ti­vi­dad huma­na. La teo­ría mar­xis­ta de la cri­sis insis­te en que el lla­ma­do «fac­tor sub­je­ti­vo» par­te del cual son temo­res, mie­dos, pesa­di­llas, angus­tias y otras mues­tras de irra­cio­na­li­dad, pue­de y de hecho logra hun­dir en la des­ilu­sión e indi­fe­ren­cia muchos de los embrio­nes y pri­me­ros bro­tes de rei­vin­di­ca­cio­nes de masas, antes de que logren éxi­tos que aumen­ten la con­fian­za y uni­dad del pue­blo en sus pro­pias fuerzas.

¿Cómo ven­cer a fuer­zas de domi­na­ción tan efi­ca­ces por­que ade­más se nutren de la cua­si omni­po­ten­cia de imper­cep­ti­ble feti­chis­mo de la mer­can­cía? ¿Cómo luchar con­tra algo ape­nas per­cep­ti­ble en la racio­na­li­dad coti­dia­na? La con­cien­cia, el cono­ci­mien­to de la his­to­ria, la teo­ría, la cul­tu­ra… jue­gan un papel cen­tral, des­de lue­go; pero la expe­rien­cia dice que los ver­da­de­ra­men­te impres­cin­di­ble son las lec­cio­nes prác­ti­cas que se apren­den en la lucha prác­ti­ca por la amplia­ción de las liber­ta­des, de la feli­ci­dad, de los con­tra­po­de­res que per­mi­ten al pro­le­ta­ria­do ir debi­li­tan­do y derro­tan­do las opre­sio­nes con­cre­tas que sufren.

La satis­fac­ción «terre­nal», como insis­tía Marx, de las nece­si­da­des es la solu­ción pri­me­ra y últi­ma fren­te a toda explo­ta­ción. Pero nues­tro con­cep­to de «nece­si­dad» es incon­ci­lia­ble con el bur­gués: «La nece­si­dad social, es decir, el valor de uso ele­va­do a poten­cia social»41. Quie­re esto decir que el poten­cial eman­ci­pa­dor de las fuer­zas cons­truc­ti­vas radi­ca en el avan­ce de los valo­res de uso y en el retro­ce­so de los valo­res de cam­bio, de la mer­can­cía y por tan­to de la pro­pie­dad pri­va­da. Una lec­ción incues­tio­na­ble es que el avan­ce en la recu­pe­ra­ción revo­lu­cio­na­ria de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, su uti­li­za­ción racio­nal en bus­ca de su pro­duc­ti­vi­dad «mul­ti­la­te­ral», etc., siem­pre va uni­do a un aumen­to simul­tá­neo de la feli­ci­dad, de la auto­con­fian­za, de la deci­sión de luchar has­ta la vic­to­ria final por par­te del pue­blo obre­ro, de la nación tra­ba­ja­do­ra. Aquí es fun­da­men­tal esa exi­gen­cia de Lenin de que «¡Hay que soñar!»42, con rea­lis­mo auto­crí­ti­co pero espe­ran­za­do. Los impre­sio­nan­tes logros con­quis­ta­dos median­te la pra­xis revo­lu­cio­na­ria, espe­cial­men­te una vez des­trui­do el Esta­do bur­gués y cons­trui­do el Esta­do obre­ro, demues­tran la efec­ti­vi­dad crea­do­ra de las cla­ses explo­ta­das cuan­do son pro­pie­ta­rias de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, y cuan­do están deci­di­das a defen­der­las y mul­ti­pli­car­las has­ta exter­mi­nar al capitalismo.

La teo­ría mar­xis­ta de la cri­sis expli­ca, por tan­to, el valor insus­ti­tui­ble de la sub­je­ti­vi­dad eman­ci­pa­do­ra auto­or­ga­ni­za­da como fuer­za mate­rial revo­lu­cio­na­ria cons­cien­te de los obje­ti­vos his­tó­ri­cos que quie­re y desea alcan­zar. Vea­mos cro­no­ló­gi­ca­men­te dos nive­les ana­lí­ti­cos una úni­ca rei­vin­di­ca­ción per­ma­nen­te de la huma­ni­dad des­de que la vio­len­cia injus­ta le expro­pio la tie­rra comu­nal, colec­ti­va, degra­dán­do­la en pro­pie­dad privada.

El pri­me­ro es una decla­ra­ción de prin­ci­pios más dra­má­ti­ca­men­te actual y urgen­te aho­ra que en 1867: «Ni la socie­dad en su con­jun­to, ni la nación ni todas las socie­da­des que coexis­tan en un momen­to dado son pro­pie­ta­rias de la tie­rra. Son, sim­ple­men­te, sus posee­do­ras, sus usu­fruc­tua­rias, lla­ma­das a usar­la como boni patres fami­lias y a tras­mi­tir­la mejo­ra­da a las futu­ras gene­ra­cio­nes»43. La pro­pie­dad comu­nis­ta de la tie­rra tras­cien­de las con­tra­dic­cio­nes del pre­sen­te y engar­za el comu­nis­mo pri­mi­ti­vo con el comu­nis­mo futu­ro, debe ser una pro­pie­dad comu­nis­ta que siem­pre mira al futu­ro por­que será la huma­ni­dad de enton­ces la que padez­ca nues­tros erro­res, cobar­días y egoís­mos, y nos pida cuen­ta por ellos. Des­de aho­ra debe­mos luchar por un «comu­nis­mo eco­ló­gi­co de gue­rra»44 con­tra el impe­ria­lis­mo eco­ló­gi­co45.

De esta decla­ra­ción gene­ral que plan­tea una cues­tión bási­ca en la antro­po­ge­nia y que refuer­za las espe­ran­zas de la huma­ni­dad explo­ta­da ya que den­tro de la «pro­pie­dad de la tie­rra» está nada menos que la «pro­pie­dad de las fuer­zas pro­duc­ti­vas», pasa­mos a su for­ma actual, anti­ca­pi­ta­lis­ta y anti­im­pe­ria­lis­ta, en el aho­ra mis­mo de 2023:

La pro­pie­dad de la tie­rra es la fuen­te ori­gi­nal de toda rique­za y se ha con­ver­ti­do en el gran pro­ble­ma de cuya solu­ción depen­de el por­ve­nir de la cla­se obre­ra […] Si la con­quis­ta ha crea­do el dere­cho natu­ral para una mino­ría, a la mayo­ría no le que­da más que reu­nir sufi­cien­tes fuer­zas para tener el dere­cho natu­ral de recon­quis­tar lo que se le ha qui­ta­do. […] el movi­mien­to social lle­va­rá a la deci­sión de que la tie­rra solo pue­de ser pro­pie­dad de la nación mis­ma. […] La nacio­na­li­za­ción de la tie­rra pro­du­ci­rá un cam­bio com­ple­to en las rela­cio­nes entre el tra­ba­jo y el capi­tal y, al fin y a la pos­tre, aca­ba­rá por ente­ro con el modo capi­ta­lis­ta de pro­duc­ción tan­to en la indus­tria como en la agri­cul­tu­ra. Enton­ces des­apa­re­ce­rán las dife­ren­cias y los pri­vi­le­gios de cla­se jun­ta­men­te con la base eco­nó­mi­ca en la que des­can­san. La vida a cos­ta de tra­ba­jo ajeno será cosa del pasa­do. ¡No habrá más gobierno ni Esta­do sepa­ra­do de la socie­dad! La agri­cul­tu­ra, la mine­ría, la indus­tria, en fin, todas las ramas de la pro­duc­ción se orga­ni­za­rán gra­dual­men­te de la for­ma más ade­cua­da. La cen­tra­li­za­ción nacio­nal de los medios de pro­duc­ción será la base nacio­nal de una socie­dad com­pues­ta de la unión de pro­duc­to­res libres e igua­les, dedi­ca­dos a un tra­ba­jo social con arre­glo a un plan gene­ral y racio­nal. Tal es la meta huma­na a la que tien­de el gran movi­mien­to eco­nó­mi­co del siglo XIX46.

Las fuer­zas cons­truc­ti­vas des­ata­das no solo por este pro­gra­ma de 1872 sino por la rei­vin­di­ca­ción his­tó­ri­ca que se remon­ta, como míni­mo, a las rebe­lio­nes cam­pe­si­nas para recu­pe­rar la pro­pie­dad colec­ti­va de la tie­rra, hace más de 5.000 años, han teni­do y tie­nen efec­tos enor­me­men­te posi­ti­vos sobre nues­tro pre­sen­te, pese a las derro­tas sufri­das: ¿pode­mos ima­gi­nar­nos cómo mal-vivi­ría­mos aho­ra si nun­ca se hubie­ran para­do los pies a las vio­len­cias de la pro­pie­dad pri­va­da? Nos lo ima­gi­na­mos si com­pren­de­mos que las fuer­zas cons­truc­ti­vas son aque­llas que la huma­ni­dad explo­ta­da desa­rro­lla, pri­me­ro, para derro­tar a la pro­pie­dad pri­va­da; segun­do, para defen­der­se de las con­tra­rre­vo­lu­cio­nes inme­dia­ta­men­te pro­vo­ca­das por las cla­ses explo­ta­do­ras; ter­ce­ro, para desa­rro­llar las nue­vas fuer­zas pro­duc­ti­vas libe­ra­do­ras; y cuar­to, para crear las con­di­cio­nes de trán­si­to al comunismo.

Las resis­ten­cias bur­gue­sas comen­za­ron tími­da­men­te en la Euro­pa del siglo XIII en espa­cios muy cerra­dos y ais­la­dos con rei­vin­di­ca­cio­nes cobar­des e inse­gu­ras des­de fina­les del siglo XIV. Sus fuer­zas impul­so­ras eran las cla­ses explo­ta­das que siem­pre fue­ron trai­cio­na­das y repri­mi­das por la bur­gue­sía una vez que esta toma­ba en poder. Aun hoy, muchas socie­da­des capi­ta­lis­tas des­co­no­cen los con­tra­dic­to­rios y muy limi­ta­dos dere­chos bur­gue­ses, y en el mal lla­ma­do «Nor­te» la cla­se domi­nan­te hace esfuer­zo tre­men­dos por ani­qui­lar dere­chos con­cre­tos inacep­ta­bles para el capi­tal, con­quis­ta­dos con duras luchas socia­les hace solo cien años o menos.

Por el con­tra­rio, las revuel­tas, rebe­lio­nes y revo­lu­cio­nes han logra­do en poco más de dos siglos –des­de Hai­tí en 1804– avan­ces incues­tio­na­bles que ridi­cu­li­zan los men­ti­ro­sos dere­chos bur­gue­ses, a pesar de las derro­tas sufri­das y del inmi­se­ri­cor­de ata­que per­ma­nen­te por par­te del capi­tal. Des­de fina­les del siglo XX cre­ce la opo­si­ción reac­cio­na­ria a la ambi­gua Decla­ra­ción Uni­ver­sal de los Dere­chos Huma­nos, que el impe­ria­lis­mo fir­mó a rega­ña­dien­tes en 1948 por puro mie­do a la olea­da de luchas, revo­lu­cio­nes y gue­rras de libe­ra­ción nacio­nal que se exten­día por el pla­ne­ta. La ter­ce­ra Gran Depre­sión ini­cia­da en 2008 se está agra­van­do, debi­li­ta al impe­ria­lis­mo y azu­za la com­ple­ja y mul­ti­fa­cé­ti­ca lucha de cla­ses a nivel mun­dial, una de cuyas expre­sio­nes, pero no la úni­ca, es el pro­ce­so hacia la lla­ma­da multipolaridad.

Sin mayo­res expli­ca­cio­nes, del mis­mo modo que en 1804 Hai­tí encen­dió la lla­ma de la liber­tad, en 1823, hace dos­cien­tos años Esta­dos Uni­dos lan­zó el Plan Mon­roe que fue con­tes­ta­do en 1826 por el Con­gre­so Anfic­tió­ni­co de Pana­má orga­ni­za­do por el Liber­ta­dor Bolí­var y ata­ca­do a muer­te por el colo­nia­lis­mo con el apo­yo direc­to e indi­rec­to de bur­gue­sías lati­no­ame­ri­ca­nas trai­do­ras a sus pue­blos. Aho­ra, sal­van­do las dife­ren­cias y tras las gran­des lec­cio­nes apor­ta­das por el inter­na­cio­na­lis­mo obre­ro y popu­lar des­de media­dos del siglo XIX, se mul­ti­pli­can los con­tac­tos, con­ver­sa­cio­nes, acuer­dos y pac­tos tác­ti­cos y estra­té­gi­cos por todo el mun­do para debi­li­tar aún más al impe­ria­lis­mo y, en espe­cial, impe­dir que la gue­rra social que se libra dé el sal­to a gue­rra mun­dial. Lo fun­da­men­tal es que den­tro de la mul­ti­po­la­ri­dad, fue­ra de ella y en el «Nor­te» las luchas revo­lu­cio­na­rias cono­ce­mos la inago­ta­ble rique­za teó­ri­ca acu­mu­la­da que nos per­mi­te mul­ti­pli­car las fuer­zas constructivas.

Comu­nis­mo o caos

La teo­ría mar­xis­ta de la cri­sis nos indi­ca que esta­mos en una «épo­ca de revo­lu­ción social» que pue­de dar paso a la vic­to­ria capi­ta­lis­ta o a la socia­lis­ta, pero tam­bién a la «des­truc­ción mutua». Des­de la déca­da de 1980 que­dó demos­tra­do que una gue­rra total podría aca­bar con la vida en la tie­rra, excep­to algu­nos insec­tos: hoy la heca­tom­be sería ate­rra­do­ra. El deba­te per­ma­nen­te en las izquier­das revo­lu­cio­na­rias des­de media­dos del siglo XIX, vis­to en la entre­ga ante­rior, adquie­re aho­ra una impor­tan­cia crí­ti­ca por dos razo­nes básicas.

Una, las rotu­ras del meta­bo­lis­mo socio­na­tu­ral entre nues­tra espe­cie y la natu­ra­le­za, que es mucho más que una sim­ple cri­sis socio­eco­ló­gi­ca; la gra­ve­dad nun­ca vis­ta de la ter­ce­ra Gran Depre­sión con todos los nive­les de segu­ri­dad del capi­ta­lis­mo en pun­to de alar­ma máxi­ma; las pro­li­fe­ra­ción de con­flic­tos y gue­rras loca­les pro­vo­ca­dos por el impe­ria­lis­mo; la agu­di­za­ción de la lucha de cla­ses en todas sus for­mas; el avan­ce de la mul­ti­po­la­ri­dad en áreas eco­nó­mi­cas, cien­tí­fi­cas, diplo­má­ti­cas, mili­ta­res, judi­cia­les, etc., que rom­pen la estruc­tu­ra de poder impe­ria­lis­ta; la deci­di­da volun­tad de resis­ten­cia de Esta­dos cen­tra­les de la mul­ti­po­la­ri­dad a los cre­cien­tes ata­ques impe­ria­lis­tas; los ries­gos de «fallos téc­ni­cos» en cade­na que des­em­bo­quen en una catás­tro­fe incon­tro­la­ble… Todo esto, sien­do bre­ves, hace que la opción entre Socia­lis­mo o Bar­ba­rie pen­sa­da entre fina­les del siglo XIX y 1915 debe ser, pri­me­ro, adap­ta­da a la de Comu­nis­mo o Caos pen­sa­da des­de 1919, y, segun­do, enri­que­ci­da esta en su radi­ca­li­dad tenien­do en cuan­ta la des­truc­ti­vi­dad presente.

Y dos, pen­sar hoy la opción comu­nis­ta como la úni­ca posi­ble, via­ble y desea­ble, exi­ge apli­car el méto­do dia­léc­ti­co enri­que­ci­do por todos los avan­ces del cono­ci­mien­to, por todos. Tie­ne razón D. Mcnally cuan­do afir­ma que: «La teo­ría crí­ti­ca debe ser capaz de desa­rro­llar una mira­da dia­léc­ti­ca, modo de ver lo no vis­to, pues los ras­gos prin­ci­pa­les del capi­ta­lis­mo, como a menu­do recor­da­ba Marx, no resul­tan inme­dia­ta­men­te visi­bles»47. Y al igual que hemos vis­to la dia­léc­ti­ca entre lo polí­ti­co y lo eco­nó­mi­co, aho­ra hemos de decir que la mira­da dia­léc­ti­ca tam­bién es eco­nó­mi­ca por­que, y aquí vuel­ve a tener razón Raya Duna­yevs­ka­ya: «No hay en Marx cate­go­ría filo­só­fi­ca que no sea al mis­mo tiem­po una cate­go­ría eco­nó­mi­ca. Y no hay cate­go­ría eco­nó­mi­ca que no sea tam­bién filo­só­fi­ca»48. Por eso, la dia­léc­ti­ca con­tie­ne en sí mis­ma una inevi­ta­ble opción éti­ca por la liber­tad, opción que nace en el mis­mo pro­ce­so de auto-crí­ti­ca arri­ba visto.

Tal como ha demos­tra­do L. Sichi­ro­llo: las pri­me­ras acep­cio­nes de la pala­bra dia­léc­ti­ca escri­tas en la Ilía­da atri­bui­da a Home­ro hace más de 2.800 años, refe­ren­cian al pro­ce­so de deba­te colec­ti­vo rigu­ro­so de situa­cio­nes crí­ti­cas, en las que está en jue­go la vida y por tan­to en las que hay que optar: «Se tra­ta­ría de indi­car que sur­ge el con­cep­to de la elec­ción y de la liber­tad […] Es nece­sa­rio acep­tar la lucha»49. Esta con­cep­ción ori­gi­na­ria de la dia­léc­ti­ca fue siem­pre some­ti­da a un pro­fun­do des­cré­di­to por las cla­ses domi­nan­tes que que­rían des­truir­la o redu­cir­la a sim­ple dia­ló­gi­ca, has­ta que, por fin, fue recu­pe­ra­da defi­ni­ti­va­men­te por el mar­xis­mo. La teo­ría de la cri­sis inte­gra esta dia­léc­ti­ca de la opción libre pero nece­sa­ria, nece­sa­ria pero libre, en su visión de cómo, por qué y para qué actuar den­tro mis­mo de la uni­dad y lucha de con­tra­rios: sin ella no exis­ti­ría alter­na­ti­va algu­na a la Bar­ba­rie y al Caos.

Iña­ki Gil de San Vicente

Eus­kal Herria, 12 de junio de 2023

  1. Anto­nio Labrio­la: La con­cep­ción mate­ria­lis­ta de la his­to­ria, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 1970, p. 163.
  2. E. Thom­pson: «Notas sobre el exter­mi­nis­mo, últi­mo esta­dio de la civi­li­za­ción» y «Rec­ti­fi­ca­ción: Sobre las “Notas…”», Comu­nis­mo, Madrid nº 8, 1982 y nº 9, 1983, respectivamente.
  3. Miguel Ángel Cria­do: Sie­te de los nue­ve umbra­les que per­mi­ten la vida huma­na sobre la Tie­rra ya han sido sobre­pa­sa­dos, 31 de mayo de 2023 (https://​elpais​.com/​c​i​e​n​c​i​a​/​2​023 – 05-31/siete-de-los-nueve-umbrales-que-permiten-la-vida-humana-sobre-la-tierra-ya-han-sido-sobrepasados.html).
  4. Ale­jan­dra Tena: La huma­ni­dad sobre­pa­sa los lími­tes físi­cos del pla­ne­ta para garan­ti­zar una vida segu­ra y jus­ta, 31 de mayo de 2023 (https://​www​.publi​co​.es/​s​o​c​i​e​d​a​d​/​h​u​m​a​n​i​d​a​d​-​s​o​b​r​e​p​a​s​a​-​l​i​m​i​t​e​s​-​f​i​s​i​c​o​s​-​p​l​a​n​e​t​a​-​g​a​r​a​n​t​i​z​a​r​s​e​-​v​i​d​a​-​s​e​g​u​r​a​-​j​u​s​t​a​.​h​t​m​l​#​m​d​=​m​o​d​u​l​o​-​p​o​r​t​a​d​a​-​b​l​o​q​u​e​:​2​c​o​l​-​t​4​;​m​m​=​m​o​b​i​l​e​-​big).
  5. K. Marx: «El Divor­cio», En Defen­sa de la Liber­tad. Los artícu­los de la Gace­ta Rena­na 1842 – 1843, Fer­nan­do Torres-Edi­tor, SA., Valen­cia 1983, p. 153.
  6. F. Engels: «Pró­lo­go a La lucha de cla­ses en Fran­cia», Marx 1871 (https://www.marxists.org/espanol/m‑e/1870s/gcfran/index.htm).
  7. K. Marx: «Post­fa­cio a la segun­da edi­ción», El Capi­tal, FCE, Méxi­co 1973, libro I, p. XXIV.
  8. K. Marx: «Car­ta a Kugel­mann, 27 de junio de 1870», K. Marx y F.Engels: Car­tas sobre El Capi­tal, Edit. Laia, Bar­ce­lo­na 1974, p. 203.
  9. K. Marx: El Capi­tal, FCE, Méxi­co 1973, Libro I, p. 353.
  10. K. Marx: Idem., p. 361.
  11. K. Marx: Idem., p. 366.
  12. K. Marx: Idem., pp. 423 – 424.
  13. K. Marx: Idem., libro III, p. 753.
  14. K. Marx: Idem., libro I, p. 524.
  15. F. Engels: «El papel del tra­ba­jo en la tran­si­ción del mono al hom­bre», Dia­léc­ti­ca de la natu­ra­le­za, Akal, Madrid 1978, pp. 145 – 146.
  16. K. Marx y F. Engels: Mani­fies­to del Par­ti­do Comu­nis­ta, 1848 (https://www.marxists.org/espanol/m‑e/1840s/48-manif.htm).
  17. E. Alba­mon­te y M. Maie­llo: Estra­te­gia socia­lis­ta y arte mili­tar, IPS, Bue­nos Aires 2017, pp. 571.
  18. E. Man­del: Intro­duc­ción al mar­xis­mo, Akal, Madrid 1977, pp. 58 – 62.
  19. Louis Gill: Fun­da­men­tos y lími­tes del capi­ta­lis­mo, Trot­ta, Madrid 1999, pp. 535 – 538.
  20. Ale­xan­der Taras­siouk: La cri­sis actual: Un aná­li­sis mar­xis­ta, 28 de mayo de 2023 (https://​elsud​ame​ri​cano​.word​press​.com/​2​0​2​3​/​0​5​/​2​8​/​l​a​-​c​r​i​s​i​s​-​a​c​t​u​a​l​-​u​n​-​a​n​a​l​i​s​i​s​-​m​a​r​x​i​s​t​a​-​p​o​r​-​a​l​e​x​a​n​d​e​r​-​t​a​r​a​s​s​i​o​uk/).
  21. AA.VV.: Ele­men­tos de aná­li­sis eco­nó­mi­co mar­xis­ta, Cata­ra­ta, Madrid 2002, pp. 72 – 74.
  22. Ben Fine y Alfre­do Sad-Filho: El Capi­tal de Marx, FCE, Méxi­co 2013, pp. 101 – 102.
  23. Michael Roberts: La lar­ga depre­sión, El Vie­jo Topo, Bar­ce­lo­na 2016, pp. 87 – 123.
  24. Daniel Ben­saïd: Marx ha vuel­to, EDHASA, Bar­ce­lo­na 2011, p. 158.
  25. Harry Clea­ver: Una lec­tu­ra polí­ti­ca de El Capi­tal, FCE, Méxi­co 1979, p. 342.
  26. Lutz Raphael: Ley y orden, Siglo XXI, Madrid 2008, pp. 123 – 128.
  27. Mike Mac­nair: Las lec­cio­nes de Erfurt: la Segun­da Inter­na­cio­nal ¿se basó en “par­ti­dos de toda la cla­se”?, 20 de octu­bre de 2013 (https://​www​.sin​per​mi​so​.info/​t​e​x​t​o​s​/​l​a​s​-​l​e​c​c​i​o​n​e​s​-​d​e​-​e​r​f​u​r​t​-​l​a​-​s​e​g​u​n​d​a​-​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​l​-​s​e​-​b​a​s​-​e​n​-​p​a​r​t​i​d​o​s​-​d​e​-​t​o​d​a​-​l​a​-​c​l​ase).
  28. K. Marx: El Capi­tal, op. cit., libro III, pp. 232 – 239.
  29. K. Marx: Idem., libro I, pp. 517 y ss.
  30. F. Engels: Anti-Düh­ring, Gri­jal­bo, Mexi­co 1968, pp.149 – 150.
  31. F. Engels: Idem., p, 166.
  32. F. Engels: «Car­ta a Kautsky, 23 de sep­tiem­bre de 1894», Car­tas sobre El Capi­tal, Edi­cio­nes Bol­si­llo, Bar­ce­lo­na 1974, p. 310.
  33. Jac­ques R, Pau­wels: Los gran­des mitos de la his­to­ria moder­na, Boltxe, Bil­bao 2021, pp. 125 – 260.
  34. Donny Glucks­tein: La otra his­to­ria de la segun­da gue­rra mun­dial, Ariel, Bar­ce­lo­na 2013, pp. 239 y ss.
  35. Chris Bam­bery: His­to­ria mar­xis­ta de la segun­da gue­rra mun­dial, Pasa­do & Pre­sen­te, Bar­ce­lo­na 2015, pp. 365 y ss.
  36. G. Kol­ko: El siglo de las gue­rras. Polí­ti­ca, con­flic­to y socie­dad des­de 1914, Pai­dós, 2005, p. 343.
  37. N. Kohan: Nues­tro Marx, Cara­cas 2012, p. 736.
  38. Cor­sino Vela: La socie­dad implo­si­va, Mutu­rre­ko Buru­ta­zioak, Bil­bo 2015, p. 155.
  39. É. Alliez‑M. Laz­za­ra­to: Gue­rras y capi­tal, Tra­fi­can­tes de sue­ños, Madrid 2022, p. 263.
  40. Lau­ra G. de Rive­ra: La tec­no­lo­gía es un arma en manos de millo­nes de per­so­nas, 11 de junio de 2023 (https://​www​.publi​co​.es/​c​i​e​n​c​i​a​s​/​t​e​c​n​o​l​o​g​i​a​-​a​r​m​a​-​m​a​n​o​s​-​m​i​l​l​o​n​e​s​-​p​e​r​s​o​n​a​s​.​h​t​m​l​#​m​d​=​m​o​d​u​l​o​-​p​o​r​t​a​d​a​-​a​n​c​h​o​-​c​o​m​p​l​e​t​o​:​t​2​;​m​m​=​m​o​b​i​l​e​-​big).
  41. K. Marx: El Capi­tal, op. cit., libro III, p. 592.
  42. V.I. Lenin: ¿Qué hacer?, Obras com­ple­tas, Pro­gre­so, Mos­cú 1981, tomo 6, p. 71.
  43. K. Marx: El Capi­tal, op. cit., libro III, p. 720.
  44. Andeas Malm: Nece­si­ta­mos un leni­nis­mo eco­ló­gi­co, 4 de enero de 2021 (https://​jaco​bin​lat​.com/​2​0​2​1​/​0​1​/​0​4​/​p​a​r​a​-​d​e​t​e​n​e​r​-​e​l​-​c​a​m​b​i​o​-​c​l​i​m​a​t​i​c​o​-​n​e​c​e​s​i​t​a​m​o​s​-​u​n​-​l​e​n​i​n​i​s​m​o​-​e​c​o​l​o​g​i​co/).
  45. Fos­ter y Clark: El impe­ria­lis­mo eco­ló­gi­co: la mal­di­ción del capi­ta­lis­mo, Socia­list Regis­ter 2004 (https://​atalc​.org/​w​p​c​o​n​t​e​n​t​/​u​p​l​o​a​d​s​/​2​0​1​7​/​0​7​/​i​m​p​e​r​i​a​l​i​s​m​o​_​e​c​o​l​o​g​i​c​o​_​l​a​_​m​a​l​d​i​c​i​o​n​_​d​e​l​_​c​a​p​i​t​a​l​i​s​m​o​.​pdf).
  46. K. Marx: La nacio­na­li­za­ción de la tie­rra, 1872 (https://www.marxists.org/espanol/m‑e/1870s/lndl72s.htm).
  47. David McNally: Mons­truos del mer­ca­do, Levan­ta Fue­go, Madrid 2022, p. 23.
  48. Raya Duna­yevs­ka­ya: Filo­so­fía y revo­lu­ción, Siglo XXI, Méxi­co 2009, p. 68.
  49. Livio Sichi­ro­llo: Dia­léc­ti­ca, Edi­to­rial Labor, Bar­ce­lo­na 1976, pp. 20 – 21.

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