¿Qué apor­ta aho­ra el «Mani­fies­to del Par­ti­do Comunista»?

La Escue­la de For­ma­ción Polí­ti­ca Pra­xis, rela­cio­na­da con la orga­ni­za­ción Com­ba­te, ha publi­ca­do en el Perú esta fun­da­men­tal obri­ta de 1848. Ha sido un acier­to por­que, como vere­mos, en el Mani­fies­to ya se anun­cian sucin­ta y bási­ca­men­te bue­na par­te de las con­tra­dic­cio­nes deci­si­vas que expli­can el por­qué del gol­pe de Esta­do con­tra el gobierno demo­crá­ti­co y, a la vez, ofre­ce algu­nas medi­das que rei­vin­di­car, por las que luchar orga­ni­za­da­men­te para apli­car­las cuan­do la cla­se tra­ba­ja­do­ra haya toma­do el poder. Aun­que han trans­cu­rri­do 175 años des­de su pri­me­ra edi­ción el Mani­fies­to no pier­de actua­li­dad, sino que que­da con­fir­ma­do en lo esencial.

Esta edi­ción perua­na vie­ne pre­ce­di­da por un estu­dio intro­duc­to­rio a car­go de Nés­tor Kohan y por un pró­lo­go mío —¿Qué apor­ta el Mani­fies­to del Par­ti­do Comu­nis­ta a este Perú en pie?— que se ofre­ce aquí, y con­clu­ye con un epí­lo­go de la EFP Praxis.

Marx y Engels insis­tían en que sus escri­tos se leye­ran tenien­do en cuen­ta las dife­ren­cias de espa­cio y tiem­po entre sus suce­si­vas edi­cio­nes, de mane­ra que se enri­que­cie­se la siem­pre nece­sa­ria crí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria del capi­ta­lis­mo a pesar de sus trans­for­ma­cio­nes. Es por esto que las edi­cio­nes nue­vas e impor­tan­tes del Mani­fies­to esta­ban pre­ce­di­das por intro­duc­cio­nes o pró­lo­gos que mos­tra­ban las par­tes valio­sas para el nue­vo con­tex­to de la lucha de cla­ses tal cual se libra­ba en el país en el que se había edi­ta­do, si así lo esti­ma­ban nece­sa­rios sus auto­res o editores.

Muy en sín­te­sis, pode­mos nom­brar al menos sie­te apor­ta­cio­nes del Mani­fies­to a la lucha de cla­ses en el Perú actual:

Una, la nece­si­dad impe­rio­sa de que las cla­ses tra­ba­ja­do­ras se doten de una auto­or­ga­ni­za­ción socio­po­lí­ti­ca capaz de pre­ver las cri­sis que se avecinan.

Dos, la nece­si­dad de que el pro­le­ta­ria­do se dote gra­cias a esa auto­or­ga­ni­za­ción de una doc­tri­na, un sis­te­ma, una estra­te­gia y unas tác­ti­cas enca­mi­na­das a la des­truc­ción del Esta­do capi­ta­lis­ta y la cons­truc­ción simul­tá­nea de un Esta­do pro­pio defen­di­do por el pue­blo en armas que asu­ma su cadu­ci­dad histórica.

Tres, la nece­si­dad de un par­ti­do revo­lu­cio­na­rio que inte­gre las mejo­res fuer­zas de esa auto­or­ga­ni­za­ción colec­ti­va, par­ti­do y auto­or­ga­ni­za­ción capa­ces de aguan­tar las repre­sio­nes burguesas.

Cua­tro, la ela­bo­ra­ción de pro­gra­mas a imple­men­tar con carác­ter míni­mo e inme­dia­to, de tran­si­ción y máximo.

Cin­co, la nece­si­dad de desa­rro­llar una revo­lu­ción cultural.

Seis, la nece­si­dad de crear e impul­sar otro mode­lo de nación anta­gó­ni­co al mode­lo bur­gués ya exis­ten­te e impues­to al pro­le­ta­ria­do gra­cias sobre todo al poder coer­ci­ti­vo de su Estado.

Y sie­te, la nece­si­dad per­ma­nen­te de divul­gar, deba­tir y socia­li­zar peda­gó­gi­ca­men­te estos obje­ti­vos en las cla­ses explo­ta­das por todos los medios posible.

En las con­di­cio­nes de 1848, el Mani­fies­to desa­rro­lla y expli­ca estos y otros pun­tos, como se apre­cia en el decá­lo­go de medi­das que ofre­ce al pro­le­ta­ria­do y que se comen­tan en el pró­lo­go. Sus auto­res insis­ten en que esas y otras medi­das deben ade­cuar­se a las luchas de cla­ses en cada país, pero la his­to­ria ense­ña que, de un modo u otro, todas ellas con­cier­nen a pro­ble­mas estruc­tu­ra­les de la explo­ta­ción, opre­sión y domi­na­ción capi­ta­lis­ta. Son por lo tan­to, medi­das sus­tan­cial­men­te nece­sa­rias para ven­cer al capi­ta­lis­mo y al impe­ria­lis­mo contemporáneo.

Iña­ki Gil de San Vicente

25 de abril de 2023

¿Qué apor­ta el Mani­fies­to del Par­ti­do Comu­nis­ta a este Perú en pie?

«Un espec­tro se cier­ne sobre Euro­pa: el espec­tro del comu­nis­mo. Con­tra este espec­tro se han con­ju­ra­do en san­ta jau­ría todas las poten­cias de la vie­ja Europa».

Una de las muchas vías de avan­ce en la pra­xis revo­lu­cio­na­ria que ofre­ce el Mani­fies­to del Par­ti­do Comu­nis­ta apa­re­ce pre­ci­sa­men­te en su mis­mo ini­cio, en la fra­se con la que enca­be­za­mos este bre­ve pró­lo­go. Dicho más con­cre­ta­men­te, ¿qué pue­de apor­tar al Perú rebel­de actual un libri­to escri­to con cier­tas pri­sas en la Euro­pa de 1848? O si se quie­re: ¿por qué se han «con­ju­ra­do en san­ta jau­ría» todas las fuer­zas reac­cio­na­rias para derri­bar el gobierno demo­crá­ti­co de Pedro Cas­ti­llo impo­nien­do una dic­ta­du­ra sangrienta?

El tér­mino espec­tro hace refe­ren­cia a algo fan­tás­ti­co, ima­gi­na­rio e irreal que pro­du­ce mie­do y has­ta páni­co. En 1848 el comu­nis­mo era un espec­tro que ate­rro­ri­za­ba al capi­tal a pesar de que aún no había ter­mi­na­do de dar el sal­to cua­li­ta­ti­vo de la uto­pía roja, del comu­nis­mo utó­pi­co, al comu­nis­mo mar­xis­ta. Pese a ello, la bur­gue­sía ya era cons­cien­te de que ese espec­tro inma­te­rial podía tomar cuer­po físi­co en la mate­ria­li­dad de la lucha revo­lu­cio­na­ria. Por eso se le heló la san­gre al leer el Mani­fies­to com­pren­dien­do que la uto­pía se esta­ba con­vir­tien­do en fuer­za mate­rial muy cons­cien­te de su obje­ti­co his­tó­ri­co, a lar­go plazo:

Tan pron­to como, en el trans­cur­so del tiem­po, hayan des­apa­re­ci­do las dife­ren­cias de cla­se y toda la pro­duc­ción esté con­cen­tra­da en manos de la socie­dad, el Esta­do per­de­rá todo carác­ter polí­ti­co. El poder polí­ti­co no es, en rigor, más que el poder orga­ni­za­do de una cla­se para la opre­sión de la otra. El pro­le­ta­ria­do se ve for­za­do a orga­ni­zar­se como cla­se para luchar con­tra la bur­gue­sía; la revo­lu­ción le lle­va al poder; mas tan pron­to como des­de él, como cla­se gober­nan­te, derri­be por la fuer­za el régi­men vigen­te de pro­duc­ción, con este hará des­apa­re­cer las con­di­cio­nes que deter­mi­nan el anta­go­nis­mo de cla­ses, las cla­ses mis­mas y, por tan­to, su pro­pia sobe­ra­nía como tal clase.

Era la pri­me­ra vez en la his­to­ria social del pen­sa­mien­to que un movi­mien­to polí­ti­co decía públi­ca­men­te que su fin últi­mo no era el de per­pe­tuar­se así mis­mo, sino al con­tra­rio, crear las bases obje­ti­vas para su auto extin­ción duran­te el mis­mo pro­ce­so de crea­ción y desa­rro­llo de otra for­ma­ción social huma­na ape­nas incon­ce­bi­ble des­de los pará­me­tros cog­ni­ti­vos y éti­cos gene­ra­dos duran­te la lar­ga his­to­ria de la pro­pie­dad pri­va­da, del Esta­do y de la explo­ta­ción de la mujer. De ahí y en pri­mer lugar, el per­ma­nen­te odio bur­gués, vis­ce­ral y ase­sino, al Mani­fies­to del Par­ti­do Comu­nis­ta. Odio que va fana­ti­zán­do­se en la medi­da en la que se va con­fir­man­do su majes­tuo­sa visión his­tó­ri­ca, la ava­sa­lla­do­ra radi­ca­li­dad de sus pro­pues­tas, ade­más de la belle­za de su méto­do expo­si­ti­vo, y todo ello a pesar de la inten­si­fi­ca­ción de las repre­sio­nes anticomunistas.

En efec­to, des­de 1847 los sig­nos de recom­po­si­ción de las fuer­zas pro­gre­sis­tas y revo­lu­cio­na­rias eran apre­cia­bles en bue­na par­te de Euro­pa. La Liga de los Comu­nis­tas, en la que mili­ta­ban Marx y Engels, veía la urgen­cia de dotar al pro­le­ta­ria­do de un tex­to teó­ri­co-polí­ti­co bre­ve, peda­gó­gi­co y direc­to que sir­vie­ra para uni­fi­car cri­te­rios estra­té­gi­cos e impul­sar la uni­dad obre­ra y popu­lar, ase­gu­rar su inde­pen­den­cia polí­ti­ca mos­tran­do la dia­léc­ti­ca entre los obje­ti­vos inme­dia­tos de la lucha revo­lu­cio­na­ria con sus fines his­tó­ri­cos: el comu­nis­mo. El Mani­fies­to ter­mi­nó de redac­tar­se muy poco antes del esta­lli­do social y su impac­to fue limi­ta­do en un prin­ci­pio, pero aho­ra es cada vez más deci­si­vo a pesar de los cam­bios acae­ci­dos des­de 1848.

En aquel momen­to, sus auto­res y la prác­ti­ca tota­li­dad de la izquier­da euro­pea sabían muy poco de la reali­dad socio­po­lí­ti­ca de Nues­tra­mé­ri­ca y no sería exa­ge­ra­ción supo­ner que lo igno­ra­rían casi todo del Perú. Sin embar­go, y esto es fun­da­men­tal, ya habían com­pren­di­do el papel de ace­le­ra­dor his­tó­ri­co que jugó la inva­sión espa­ño­la de Nues­tra­mé­ri­ca en la mun­dia­li­za­ción del capi­ta­lis­mo des­de el siglo XVI como dirán des­de todos los pun­tos de vis­ta en sus obras pos­te­rio­res, sobre todo en El Capi­tal. Sabe­mos el impac­to teó­ri­co que cau­só la Comu­na de París de 1871 en la evo­lu­ción polí­ti­ca de Marx y Engels. Pues bien, un año des­pués, en el pró­lo­go de 1872, a los vein­ti­cin­co años de su pri­me­ra edi­ción, Marx y Engels sos­te­nían la valía del Mani­fies­to pese a los tre­men­dos cam­bios acaecidos.

La pri­me­ra edi­ción del Mani­fies­to en Nues­tra­mé­ri­ca se hizo en Méxi­co en 1888, país al que Esta­dos Uni­dos había arre­ba­ta­do casi la mitad de su terri­to­rio en la inva­sión de 1846 – 1847. En el pró­lo­go a la edi­ción ita­lia­na de 1893, el últi­mo fir­ma­do por Engels, se dice algo que nos intro­du­ce en la refle­xión sobre la apor­ta­ción del Mani­fies­to al actual Perú, del mis­mo modo que nos acer­ca a Méxi­co y tam­bién a todos los pue­blos explo­ta­dos por el capi­ta­lis­mo. Dice Engels que las revo­lu­cio­nes de 1848 en Ber­lín y Milán fue­ron el «alza­mien­to de dos pue­blos» que sufrían sen­das for­mas de opre­sión nacio­nal, des­ca­ra­da en el caso mila­nés bajo la opre­sión aus­tría­ca, simu­la­da pero real la ber­li­ne­sa a manos del impe­rio zaris­ta. Sos­tie­ne que todas las revo­lu­cio­nes de 1848 fue­ron pro­le­ta­rias, con lo que indi­ca que los alza­mien­tos nacio­na­les de Ber­lín y Milán tenían como suje­to deci­si­vo, aun­que débil polí­ti­ca­men­te, a la cla­se obrera.

Sobre este par­ti­cu­lar, el Mani­fies­to reco­no­cía y adver­tía una y otra vez al menos dos cosas deci­si­vas: el movi­mien­to obre­ro orga­ni­za­do esta­ba en sus ini­cios y debía asu­mir la nece­si­dad de la lucha polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria por la des­truc­ción del Esta­do bur­gués y su sus­ti­tu­ción por un poder obre­ro que en el Mani­fies­to aún no esta­ba per­fi­la­do por­que la toda­vía limi­ta­da expe­rien­cia de lucha obre­ra no había gene­ra­do las lec­cio­nes nece­sa­rias. Eso se pro­du­ci­rá con la Comu­na de París de 1871, pero mien­tras tan­to el Mani­fies­to insis­tía pre­mo­ni­to­ria­men­te en que el poder obre­ro debía «ir des­po­jan­do pau­la­ti­na­men­te a la bur­gue­sía de todo el capi­tal, de todos los ins­tru­men­tos de la pro­duc­ción, cen­tra­li­zán­do­los en manos del Esta­do, es decir, del pro­le­ta­ria­do orga­ni­za­do como cla­se gober­nan­te, y pro­cu­ran­do fomen­tar por todos los medios y con la mayor rapi­dez posi­ble las ener­gías productivas».

Con­vie­ne aquí recor­dar que Engels dijo crí­ti­ca­men­te tiem­po des­pués que la Comu­na había sido blan­da en las medi­das con­tra la bur­gue­sía, lo que le había debi­li­ta­do mucho, y que el pue­blo tra­ba­ja­dor pari­sino fue masa­cra­do en un char­co de san­gre. Vein­ti­trés años antes el Mani­fies­to se ade­lan­ta­ba a aque­lla matan­za defen­dien­do el «des­po­tis­mo» del pue­blo como medi­da de fuer­za para garan­ti­zar que el poder obre­ro apli­que su polí­ti­ca. Ade­más de en otros tex­tos inter­me­dios, en 1881, menos de dos años antes de morir, Marx insis­tió en este «des­po­tis­mo» pero de for­ma más direc­ta y dura: el gobierno socia­lis­ta ha de tener la fuer­za de masas sufi­cien­te para asus­tar —en cur­si­va de la mano del autor —a la bur­gue­sía impi­dién­do­le así orga­ni­zar una con­tra­rre­vo­lu­ción. En base a la expe­rien­cia adqui­ri­da has­ta ese año, y antes de las lec­cio­nes de la revo­lu­ción de 1848, el Mani­fies­to pro­po­nía una dece­na de medi­das, entre otras posi­bles, acla­ran­do que «no podrán ser las mis­mas, natu­ral­men­te, en todos los países».

Antes de actua­li­zar ese decá­lo­go, hemos de res­pon­der a las pre­gun­tas hechas al comien­zo del pró­lo­go: el Mani­fies­to des­cu­bre con 174 años de ante­la­ción el por­qué del gol­pe de Esta­do con­tra el pre­si­den­te legí­ti­mo de Perú, desig­na­do demo­crá­ti­ca­men­te por su pue­blo, ya que se basa en la lógi­ca de la lucha de cla­ses en cual­quie­ra de sus for­mas. La lógi­ca de la lucha de cla­ses es la que lle­vó a Pedro Cas­ti­llo al Gobierno y es esa mis­ma lógi­ca la que expli­ca por qué y para qué, «en san­ta jau­ría», se han alia­dos las fuer­zas reac­cio­na­rias para aplas­tar la demo­cra­cia. Lo enten­de­re­mos más fácil­men­te vien­do las pre­gun­tas y, lue­go, inte­rro­gán­do­nos sobre cómo sería hoy el Perú si su Gobierno demo­crá­ti­co las estu­vie­ra apli­can­do aho­ra mis­mo obe­de­cien­do al man­da­to del pue­blo tra­ba­ja­dor en per­ma­nen­te movi­li­za­ción. Veámoslas:

  1. Expro­pia­ción de la pro­pie­dad inmue­ble y apli­ca­ción de la ren­ta del sue­lo a los gas­tos públi­cos. En el capi­ta­lis­mo actual, y en el Perú, esto sig­ni­fi­ca expro­piar a la bur­gue­sía y en espe­cial a la lati­fun­dis­ta invir­tien­do la ren­ta del sue­lo en gas­tos públi­cos, socia­les, de ayu­da a las masas empo­bre­ci­das, de mejo­ra de las infra­es­truc­tu­ras públicas…
  2. Fuer­te impues­to pro­gre­si­vo. Es decir, que median­te el impues­to direc­to y pro­gre­si­vo la bur­gue­sía derro­ta­da y sin poder polí­ti­co, sin jue­ces ven­di­dos, sin cuer­pos repre­si­vos, sin pren­sa men­ti­ro­sa… vaya devol­vien­do al pue­blo tra­ba­ja­dor sus ganan­cias obte­ni­das con la explo­ta­ción asalariada.
  3. Abo­li­ción del dere­cho de heren­cia. Se tra­ta de impe­dir que la bur­gue­sía, ya muy débil, empie­ce a resur­gir por­que ha tras­pa­sa­do sus pro­pie­da­des a sus hijos u otros vagos e indo­len­tes, recur­sos con los que pue­den que reor­ga­ni­cen la uni­dad polí­ti­ca bur­gue­sa pre­pa­ran­do la con­tra­rre­vo­lu­ción, a la vez que esos bie­nes recu­pe­ra­dos son devuel­tos al Esta­do obrero.
  4. Con­fis­ca­ción de la for­tu­na de los emi­gra­dos y rebel­des. Se bus­can con esta medi­da tres obje­ti­vos cla­ves: cor­tar de cua­jo la fuga de capi­ta­les, que es lo que está detrás de la hui­da de los trai­do­res; nacio­na­li­zar esas for­tu­nas para el bene­fi­cio del pue­blo; e impe­dir en lo posi­ble que los reac­cio­na­rios pue­dan orga­ni­zar­se en el exte­rior para ata­car des­de allí a su pro­pio pue­blo con la ayu­da de los Esta­dos imperialistas.
  5. Cen­tra­li­za­ción del cré­di­to en el Esta­do por medio de un Ban­co nacio­nal con capi­tal del Esta­do y régi­men de mono­po­lio. Aho­ra mucho más que en 1848 es vital que los pue­blos ten­gan su pro­pio Ban­co nacio­nal en régi­men de mono­po­lio para ase­gu­rar su inde­pen­den­cia y sus rela­cio­nes fra­ter­na­les con otros pue­blos y Esta­dos en plan de igual­dad soli­da­ria, fren­te al poder atroz impe­ria­lis­ta y del capi­tal financiero-especulativo.
  6. Nacio­na­li­za­ción de los trans­por­tes. El Mani­fies­to se ade­lan­ta­ba tam­bién a las tác­ti­cas de pro­vo­ca­ción del fas­cis­mo boi­co­tean­do el trans­por­te de pro­duc­tos esen­cia­les para indis­po­ner a la pobla­ción con­tra el Gobierno Popu­lar de Chi­le diri­gi­do por Allen­de, por ejem­plo; pero tam­bién, es una medi­da aho­ra urgen­te para aba­ra­tar cos­tos, man­te­ner el ser­vi­cio públi­co, dise­ñar el espa­cio y la geo­gra­fía con cri­te­rios eco-demo­crá­ti­cos, etc.
  7. Mul­ti­pli­ca­ción de las fábri­cas nacio­na­les y de los medios de pro­duc­ción, rotu­ra­ción y mejo­ra de terre­nos con arre­glo a un plan colec­ti­vo. O dicho en direc­to: se tra­ta de ir implan­tan­do la pla­ni­fi­ca­ción socia­lis­ta para aca­bar con la irra­cio­na­li­dad des­pil­fa­rra­do­ra capi­ta­lis­ta y con la explo­ta­ción inhe­ren­te a ella.
  8. Pro­cla­ma­ción del deber gene­ral de tra­ba­jar; crea­ción de ejér­ci­tos indus­tria­les, prin­ci­pal­men­te en el cam­po. Son medi­das espe­cí­fi­cas nece­sa­rias en la pla­ni­fi­ca­ción socia­lis­ta arri­ba pro­pues­ta, con un espe­cial con­te­ni­do éti­co y peda­gó­gi­co de la primera.
  9. Arti­cu­la­ción de las explo­ta­cio­nes agrí­co­las e indus­tria­les; ten­den­cia a ir borran­do gra­dual­men­te las dife­ren­cias entre el cam­po y la ciu­dad. Hoy se tra­ta de redu­cir lo más posi­ble los tiem­pos muer­tos, las gran­des dis­tan­cias, el con­su­mo de ener­gía cada vez más esca­sa redu­cien­do la con­ta­mi­na­ción; se tra­ta de recu­pe­rar la armo­nía viven­cial y la esté­ti­ca inhe­ren­te a la inter­ac­ción cam­po-ciu­dad: medi­das eco-socia­lis­tas que pre­pa­ran las eco-comu­nis­tas, imprescindibles.
  10. Edu­ca­ción públi­ca y gra­tui­ta de todos los niños. Prohi­bi­ción del tra­ba­jo infan­til en las fábri­cas bajo su for­ma actual. Régi­men com­bi­na­do de la edu­ca­ción con la pro­duc­ción mate­rial, etc. Estas y otras medi­das son par­te de lo que des­de la revo­lu­ción bol­che­vi­que se deno­mi­na «revo­lu­ción cul­tu­ral» que solo pue­de rea­li­zar­se des­de el pri­mer día de la con­quis­ta de la demo­cra­cia en cone­xión vital con el poder obre­ro y siem­pre en la medi­da en que se avan­ce al socialismo.

Vis­to lo vis­to pode­mos ima­gi­nar­nos cómo podría haber sido en la actua­li­dad, aho­ra, la mejo­ra de la vida de la cla­se tra­ba­ja­do­ra perua­na en su con­jun­to si se hubie­ra avan­za­do en esa direc­ción y si el impe­ria­lis­mo no hubie­ra deca­pi­ta­do la demo­cra­cia perua­na ante el páni­co de la bur­gue­sía de que empe­za­se a cami­nar en esa direc­ción. La dere­cha ha des­trui­do las espe­ran­zas socia­les por­que se cree la úni­ca depo­si­ta­ria de una «nación» perua­na defi­ni­da exclu­si­va­men­te por ella y para ella, una «nación» sier­va del impe­ria­lis­mo yan­qui que ha orga­ni­za­do y diri­gi­do el gol­pe de Esta­do y que vigi­la su des­en­vol­vi­mien­to. En reali­dad, con­tra el mono­po­lio exclu­si­vis­ta bur­gués de su «nación capi­ta­lis­ta» el Mani­fies­to pro­po­ne a los pue­blos explo­ta­dos que creen su «nación tra­ba­ja­do­ra», con­cep­to que Marx uti­li­za des­de fina­les de 1851 al estu­diar el gol­pe de Esta­do orga­ni­za­do por los bona­par­tis­tas en Francia.

El Mani­fies­to, como deci­mos, está escri­to mien­tras se ago­ta el vie­jo socia­lis­mo utó­pi­co y se for­ma el comu­nis­mo mar­xis­ta, es por eso que apren­dien­do de las duras lec­cio­nes de entre 1848 – 1851, él y Engels amplían y enri­que­cen el con­te­ni­do de eman­ci­pa­ción nacio­nal de las revo­lu­cio­nes citan­do los casos de Milán y Ber­lín. Tene­mos el ejem­plo del papel de la lucha de cla­ses en la inde­pen­den­cia pola­ca. Según el Mani­fies­to, Polo­nia solo será inde­pen­dien­te en el ver­da­de­ro sen­ti­do de la pala­bra si triun­fa una revo­lu­ción agra­ria. En el pró­lo­go de 1892 a su edi­ción en Polo­nia, Engels escri­be: «La noble­za pola­ca ha sido inca­paz para man­te­ner, y lo será tam­bién para res­tau­rar, la inde­pen­den­cia de Polo­nia. La bur­gue­sía va sin­tién­do­se cada vez menos intere­sa­da en este asun­to. La inde­pen­den­cia pola­ca solo podrá ser con­quis­ta­da por el pro­le­ta­ria­do joven, en cuyas manos está la rea­li­za­ción de esa espe­ran­za. He ahí por qué los obre­ros del occi­den­te de Euro­pa no están menos intere­sa­dos en la libe­ra­ción de Polo­nia que los obre­ros pola­cos mismos».

Esta mis­ma estra­te­gia de libe­ra­ción nacio­nal de cla­se apa­re­ce en los tex­tos de Marx y Engels sobre la opre­sión de Irlan­da: inde­pen­den­cia, revo­lu­ción agra­ria y pro­tec­cio­nis­mo eco­nó­mi­co fren­te al capi­ta­lis­mo bri­tá­ni­co para recu­pe­rar la indus­tria des­trui­da por los ocu­pan­tes. Tene­mos a dis­po­si­ción, por tan­to, un méto­do que nos expli­ca por qué aho­ra esta cita del Mani­fies­to da en el cla­vo del futu­ro del Perú obre­ro: «Los tra­ba­ja­do­res no tie­nen patria. Mal se les pue­de qui­tar lo que no tie­nen. No obs­tan­te, sien­do la mira inme­dia­ta del pro­le­ta­ria­do la con­quis­ta del poder polí­ti­co, su exal­ta­ción a cla­se nacio­nal, a nación, es evi­den­te que tam­bién en él resi­de un sen­ti­do nacio­nal, aun­que ese sen­ti­do no coin­ci­da ni mucho menos con el de la burguesía».

Las más de seten­ta per­so­nas ase­si­na­das has­ta aho­ra por las fuer­zas repre­si­vas de la bur­gue­sía perua­na, así como los cien­tos de heri­das, dete­ni­das, tor­tu­ra­das, encar­ce­la­das, repre­sa­lia­das… per­te­ne­cen a esa «nación tra­ba­ja­do­ra» explo­ta­da por la bur­gue­sía nati­va y por el impe­ria­lis­mo. «Nación tra­ba­ja­do­ra» en auto­cons­truc­ción según un pro­yec­to que «no coin­ci­da ni mucho menos con el de la bur­gue­sía», que es su anta­gó­ni­co. Para impe­dir­lo, según se ave­ci­na­ba la vic­to­ria de Pedro Cas­ti­llo, se inten­si­fi­ca­ban los pre­pa­ra­ti­vos del gol­pe, y cuan­do el nue­vo Gobierno pre­ten­dió acti­var pla­nes de mejo­ra social, de recor­te de los abu­sos y pri­vi­le­gios, de reorien­ta­ción inter­na­cio­nal, etc., por tími­dos que fue­ran, se pro­du­jo la den­te­lla­da de la bestia.

¡Cuán­ta razón tie­ne el Mani­fies­to! Y si hemos empe­za­do este pro­lo­gui­to citan­do su pri­me­ra fra­se, debe­mos ter­mi­nar­lo con la última:

Los comu­nis­tas no tie­nen por qué guar­dar encu­bier­tas sus ideas e inten­cio­nes. Abier­ta­men­te decla­ran que sus obje­ti­vos solo pue­den alcan­zar­se derro­can­do por la vio­len­cia todo el orden social exis­ten­te. Tiem­blen, si quie­ren, las cla­ses gober­nan­tes, ante la pers­pec­ti­va de una revo­lu­ción comu­nis­ta. Los pro­le­ta­rios, con ella, no tie­nen nada que per­der, como no sea sus cade­nas. Tie­nen, en cam­bio, un mun­do ente­ro que ganar.

¡Pro­le­ta­rios de todos los paí­ses, uníos!

Iña­ki Gil de San Vicente

Eus­kal Herria, 9 de febre­ro de 2023

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