Esta­dos Uni­dos ha ayu­da­do a des­truir la Soma­lia moderna

Entre­vis­ta a Eli­za­beth Sch­midt por Daniel Finn

La cober­tu­ra mediá­ti­ca occi­den­tal pre­sen­ta a Soma­lia como un ejem­plo clá­si­co de Esta­do falli­do. Duran­te las tres últi­mas déca­das, nin­gún gobierno ha sido capaz de con­tro­lar su terri­to­rio nacional.

Pero los infor­mes sobre terro­ris­mo y pira­te­ría han ocul­ta­do el hecho de que Soma­lia es par­te inte­gran­te del sis­te­ma mun­dial. Des­de la Gue­rra Fría has­ta la «gue­rra con­tra el terro­ris­mo», la inter­ven­ción exte­rior de los Esta­dos más pode­ro­sos del mun­do ha desem­pe­ña­do un papel fun­da­men­tal en la esca­la­da de la cri­sis somalí.

Eli­za­beth Sch­midt es pro­fe­so­ra emé­ri­ta de His­to­ria en la Uni­ver­si­dad Loyo­la de Mary­land. Su libro más recien­te es Foreign Inter­ven­tion in Afri­ca After the Cold War. Esta es una trans­crip­ción edi­ta­da del pod­cast Long Reads de Jaco­bin. Pue­de escu­char el epi­so­dio aquí.

Daniel Finn: ¿Cuá­les fue­ron los prin­ci­pa­les lega­dos de la domi­na­ción colo­nial en Soma­lia y cómo sur­gió el Esta­do soma­lí pos­co­lo­nial tras la domi­na­ción bri­tá­ni­ca e italiana?

Eli­za­beth Sch­midt: Cuan­do Soma­lia obtu­vo la inde­pen­den­cia en 1960, era una com­bi­na­ción muy hete­ro­gé­nea de las colo­nias bri­tá­ni­cas e ita­lia­nas en el nor­te y el sur del país. Las fron­te­ras colo­nia­les se man­tu­vie­ron tras la inde­pen­den­cia, por lo que millo­nes de soma­líes aca­ba­ron en paí­ses veci­nos, como Etio­pía, Kenia y Yibu­ti. Por este moti­vo, los soma­líes diri­gie­ron cam­pa­ñas con­tra los paí­ses veci­nos en un inten­to de inte­grar a sus supues­tas pobla­cio­nes per­di­das en el Esta­do inde­pen­dien­te de Soma­lia. Esto creó muchos conflictos.

Daniel Finn: ¿Cuá­les eran las prin­ci­pa­les iden­ti­da­des étni­cas y de clan en Soma­lia en el momen­to de la independencia?

Eli­za­beth Sch­midt: En Soma­lia, la mayo­ría de la gen­te se con­si­de­ra­ba soma­lí, que com­par­te len­gua, cul­tu­ra y reli­gión. Había un gru­po étni­co prin­ci­pal bas­tan­te homo­gé­neo, pero exis­tían divi­sio­nes entre los cla­nes. Había dife­ren­tes cla­nes en las colo­nias ita­lia­nas y bri­tá­ni­cas, pero tam­bién den­tro de cada una de estas anti­guas colo­nias. De nue­vo, esto pro­vo­có muchos con­flic­tos. Tam­bién había mino­rías étni­cas, y esta­ban muy dis­cri­mi­na­das en Somalia.

Daniel Finn: ¿Cómo lle­gó Siad Barre al poder a fina­les de la déca­da de 1960 y cuá­les fue­ron las prin­ci­pa­les polí­ti­cas de su gobierno?

Eli­za­beth Sch­midt: Moha­med Siad Barre era gene­ral del ejér­ci­to soma­lí y derro­có al gobierno ante­rior. El segun­do pre­si­den­te de Soma­lia fue ase­si­na­do, y des­pués se pro­du­jo el gol­pe mili­tar de 1969. Siad Barre anun­ció de inme­dia­to que Soma­lia segui­ría un pro­gra­ma de socia­lis­mo cien­tí­fi­co al esti­lo sovié­ti­co, que comen­zó con un pro­gra­ma masi­vo de obras públicas.

Soma­lia dio pasos de gigan­te en mate­ria de desa­rro­llo, espe­cial­men­te en las zonas rura­les. Se orga­ni­za­ron cam­pa­ñas masi­vas de alfa­be­ti­za­ción. Se ha amplia­do y gene­ra­li­za­do la ense­ñan­za pri­ma­ria. En las zonas rura­les, la sani­dad públi­ca fue todo un logro –solo lo bási­co, pero mucho mejor que antes – , al igual que el desa­rro­llo eco­nó­mi­co. La izquier­da con­si­de­ra­ba estas polí­ti­cas muy pro­gre­sis­tas, mien­tras que a Esta­dos Uni­dos le preo­cu­pa­ba la inci­pien­te rela­ción de Soma­lia con la Unión Soviética.

Daniel Finn: En cuan­to a la polí­ti­ca exte­rior de Soma­lia y su rela­ción con la URSS, ¿cuál fue el impac­to de la revo­lu­ción que tuvo lugar en la veci­na Etio­pía en la déca­da de 1970?

Eli­za­beth Sch­midt: La revo­lu­ción etío­pe que tuvo lugar en 1974 derro­có lo que era esen­cial­men­te una socie­dad feu­dal. El régi­men mili­tar que tomó el poder en Etio­pía no se decla­ró mar­xis­ta de inme­dia­to, pero aca­bó adop­tan­do esa etiqueta.

Esta­dos Uni­dos esta­ba muy preo­cu­pa­do por lo que esta­ba ocu­rrien­do en Etio­pía –inclu­so más que en Soma­lia– y por ello sus­pen­dió su ayu­da eco­nó­mi­ca. Etio­pía había sido un estre­cho alia­do de Esta­dos Uni­dos duran­te el rei­na­do de su gober­nan­te feu­dal Hai­le Selas­sie. La Unión Sovié­ti­ca se con­vir­tió enton­ces en la prin­ci­pal fuen­te de ayu­da mili­tar y eco­nó­mi­ca a Etiopía.

Esta­dos Uni­dos esta­ba muy preo­cu­pa­do por lo que esta­ba ocu­rrien­do en Etio­pía, inclu­so más que en Somalia.

Mien­tras tan­to, las rela­cio­nes de Soma­lia con el blo­que orien­tal empe­za­ban a dete­rio­rar­se. Esta­dos Uni­dos inter­vino con la espe­ran­za de uti­li­zar Soma­lia como baluar­te con­tra el gobierno etío­pe, aún más radi­cal y mar­xis­ta. La Unión Sovié­ti­ca inten­tó tener­lo todo, invo­lu­crán­do­se tan­to en Soma­lia como en Etiopía.

Pero Soma­lia inva­dió Etio­pía en 1977, inten­tan­do apo­de­rar­se de los terri­to­rios de Oga­den, don­de vivían muchos soma­líes. Por supues­to, esta inva­sión enfu­re­ció a la Unión Sovié­ti­ca, que había que­ri­do crear una espe­cie de unión de Esta­dos socia­lis­tas en el Cuerno de Áfri­ca unien­do Soma­lia y Etio­pía. Pero si hubie­ra que ele­gir entre los dos, Etio­pía sería favo­re­ci­da por la URSS.

Pero Soma­lia inva­dió Etio­pía en 1977, inten­tan­do apo­de­rar­se de los terri­to­rios de Oga­den, don­de vivían muchos soma­líes. Por supues­to, esta inva­sión enfu­re­ció a la Unión Sovié­ti­ca, que había que­ri­do crear una espe­cie de unión de Esta­dos socia­lis­tas en el Cuerno de Áfri­ca unien­do Soma­lia y Etio­pía. Pero si hubie­ra que ele­gir entre los dos, Etio­pía sería favo­re­ci­da por la URSS.

Soma­lia fue amplia­men­te con­si­de­ra­da como la nación cul­pa­ble de la agre­sión. Cuan­do las colo­nias afri­ca­nas obtu­vie­ron la inde­pen­den­cia, acor­da­ron res­trin­gir los con­flic­tos acep­tan­do las fron­te­ras colo­nia­les, por muy irra­cio­na­les que fue­ran. Soma­lia vio­ló este prin­ci­pio de la Orga­ni­za­ción para la Uni­dad Afri­ca­na (OUA), pre­cur­so­ra de la actual Unión Afri­ca­na. Mos­cú aban­do­nó su alian­za con Soma­lia y pres­tó todo su apo­yo a Etiopía.

Daniel Finn: ¿Cómo tra­tó Esta­dos Uni­dos al régi­men de Siad Barre duran­te la gue­rra de Oga­den y después?

Eli­za­beth Sch­midt: Esta­dos Uni­dos espe­ra­ba uti­li­zar Soma­lia para con­tra­rres­tar las ambi­cio­nes sovié­ti­cas en el Cuerno de Áfri­ca. Pero no que­rían mos­trar abier­ta­men­te su apo­yo a Soma­lia, ya que la mayo­ría de los paí­ses afri­ca­nos con­si­de­ra­ban que Soma­lia era el Esta­do agre­sor que vio­la­ba los prin­ci­pios de la OUA. La CIA con­tra­tó a un tra­fi­can­te de armas que le sumi­nis­tró mate­rial de fabri­ca­ción esta­dou­ni­den­se y otras agen­cias coor­di­na­ron el flu­jo de armas a tra­vés de ter­ce­ros Esta­dos. Has­ta que no se resol­vió el con­flic­to de Oga­den en 1978, Esta­dos Uni­dos no empe­zó a apo­yar abier­ta­men­te a Soma­lia, y lo hizo con determinación.

Daniel Finn: En el fren­te interno, ¿cuá­les fue­ron los prin­ci­pa­les desa­fíos al régi­men de Siad Barre en la déca­da de 1980?

Eli­za­beth Sch­midt: A media­dos de la déca­da de 1980, Soma­lia se encon­tra­ba en una situa­ción deses­pe­ra­da. El cos­te de la gue­rra con Etio­pía, com­bi­na­do con la corrup­ción y la mala ges­tión, había pro­vo­ca­do el colap­so de la eco­no­mía. La espi­ral des­cen­den­te que se había ini­cia­do había inver­ti­do sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te los avan­ces en mate­ria de desa­rro­llo de la déca­da ante­rior. Esto, uni­do a los ele­va­dí­si­mos impues­tos, aumen­tó enor­me­men­te el males­tar en las zonas rurales.

Esta fue la tác­ti­ca de domi­na­ción de Siad Barre en ple­na cri­sis. Repri­mió bru­tal­men­te las pro­tes­tas, lo que gene­ró un ver­da­de­ro odio hacia su régi­men. Siad Barre encar­ce­la­ba a sus crí­ti­cos, los eje­cu­ta­ba o los reclu­ta­ba en el ejér­ci­to soma­lí, y lue­go cas­ti­ga­ba colec­ti­va­men­te a los miem­bros de sus cla­nes. Fomen­tó la riva­li­dad entre cla­nes –divi­de y ven­ce­rás– y su pro­pio clan se hizo cada vez más con el con­trol del régimen.

En 1989, los cla­nes que habían sufri­do aco­so o dis­cri­mi­na­ción se unie­ron en su opo­si­ción al gobierno de Siad Barre. Otra fuer­za que lucha­ba con­tra el régi­men de Barre eran los isla­mis­tas, bru­tal­men­te repri­mi­dos. Estos dos gru­pos –los cla­nes dis­cri­mi­na­dos y los isla­mis­tas– se unie­ron con­tra la dictadura.

Daniel Finn: Cuan­do el gobierno cen­tral de Moga­dis­cio se derrum­bó a prin­ci­pios de la déca­da de 1990, ¿qué for­mas de auto­ri­dad lo sus­ti­tu­ye­ron y cómo vivió el pue­blo soma­lí este periodo?

Eli­za­beth Sch­midt: El gobierno cen­tral se derrum­bó a prin­ci­pios de la déca­da de 1990, que fue tam­bién el final de la Gue­rra Fría, y eso no fue una coin­ci­den­cia. Con el debi­li­ta­mien­to polí­ti­co y eco­nó­mi­co de Mos­cú, Esta­dos Uni­dos ya no sen­tía que nece­si­ta­ra a Soma­lia como poli­cía regio­nal en el Cuerno de Áfri­ca. A con­ti­nua­ción, expre­só nue­vas preo­cu­pa­cio­nes por las vio­la­cio­nes de los dere­chos huma­nos come­ti­das por Siad Barre.

Obvia­men­te, Esta­dos Uni­dos era muy cons­cien­te de lo que Siad Barre esta­ba hacien­do antes, pero optó por hacer la vis­ta gor­da por­que que­ría uti­li­zar­lo como con­tra­pe­so a la Unión Sovié­ti­ca. Al des­apa­re­cer la Unión Sovié­ti­ca, Esta­dos Uni­dos empe­zó a denun­ciar las vio­la­cio­nes de los dere­chos huma­nos y sus­pen­dió su ayu­da eco­nó­mi­ca y militar.

Sin el masi­vo apo­yo esta­dou­ni­den­se que había reci­bi­do des­de fina­les de la déca­da de 1970, Siad Barre se con­vir­tió en un blan­co fácil. En enero de 1991, los seño­res de la gue­rra y las mili­cias de sus cla­nes derro­ca­ron al régi­men y Soma­lia se sumió en el caos. El sur de Soma­lia se divi­dió en feu­dos gober­na­dos por seño­res de la gue­rra riva­les que se enfren­ta­ron a un movi­mien­to isla­mis­ta resur­gen­te. Las ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les se desin­te­gra­ron y los agen­tes no esta­ta­les tuvie­ron que pres­tar ser­vi­cios, en la medi­da de lo posible.

Las orga­ni­za­cio­nes isla­mis­tas, en par­ti­cu­lar, desem­pe­ña­ron un papel cla­ve en ello. Res­ta­ble­cie­ron la ley y el orden en las zonas de gue­rra. Han res­ta­ble­ci­do ser­vi­cios socia­les bási­cos como la sani­dad y la edu­ca­ción. El pue­blo soma­lí lo ha aco­gi­do con satisfacción.

Daniel Finn: ¿Cuál fue el impac­to de las inter­ven­cio­nes mili­ta­res lide­ra­das por Esta­dos Uni­dos en Soma­lia en aque­lla época?

Eli­za­beth Sch­midt: En 1992, Esta­dos Uni­dos lan­zó una inter­ven­ción mili­tar mul­ti­na­cio­nal, apo­ya­da por la ONU. Cuan­do digo «mul­ti­na­cio­nal», quie­ro decir que estu­vo diri­gi­da esen­cial­men­te por Esta­dos Uni­dos, sal­pi­ca­da de tro­pas de otros paí­ses para poder rei­vin­di­car su con­di­ción de «mul­ti­na­cio­nal». Este esce­na­rio se ha repe­ti­do en otras oca­sio­nes en la polí­ti­ca estadounidense.

El obje­ti­vo de la ope­ra­ción de 1992 era garan­ti­zar el sumi­nis­tro de ayu­da huma­ni­ta­ria a la pobla­ción soma­lí. La idea era que el desas­tre de Soma­lia crea­ría ines­ta­bi­li­dad en el Cuerno de Áfri­ca, lo que no sería bueno para nadie. En 1993, otra misión de la ONU per­mi­tió a las fuer­zas diri­gi­das por Esta­dos Uni­dos des­ar­mar y dete­ner a seño­res de la gue­rra y mili­cia­nos somalíes.

En los ata­ques aéreos esta­dou­ni­den­ses murie­ron muchos civi­les, entre ellos líde­res de cla­nes, reli­gio­sos, inte­lec­tua­les y empre­sa­rios que se reu­nían para deba­tir una pro­pues­ta de paz de la ONU.

Esto era muy dife­ren­te de tener sim­ple­men­te tro­pas arma­das a lo lar­go de la carre­te­ra del aero­puer­to para per­mi­tir que flu­ye­ran los sumi­nis­tros de ayu­da. Pero este cam­bio no fue bien publi­ci­ta­do, por lo que mucha gen­te supu­so que se tra­ta­ba de la mis­ma misión huma­ni­ta­ria del año ante­rior. Esta­dos Uni­dos y la ONU favo­re­cie­ron a un señor de la gue­rra en detri­men­to de otro, mien­tras que al que real­men­te se opu­sie­ron fue a un hom­bre lla­ma­do Moha­med Farrah Aidid. Su obje­ti­vo era dete­ner­lo, des­ar­mar­lo o matarlo.

Estas masa­cres de líde­res y civi­les soma­líes pro­vo­ca­ron una enor­me reac­ción de la pobla­ción soma­lí. Empe­za­ron a diri­gir sus ata­ques de repre­sa­lia no solo con­tra las tro­pas esta­dou­ni­den­ses y de la ONU, sino con­tra cual­quier extran­je­ro. Perio­dis­tas y tra­ba­ja­do­res huma­ni­ta­rios fue­ron obje­to de ata­ques, y muchos se reti­ra­ron de Soma­lia. A su vez, las tro­pas esta­dou­ni­den­ses empe­za­ron a con­si­de­rar a la mayo­ría de los civi­les soma­líes como una ame­na­za poten­cial y los tra­ta­ron en con­se­cuen­cia. Las rela­cio­nes entre las tro­pas esta­dou­ni­den­ses y los civi­les soma­líes se dete­rio­ra­ron aún más.

Estos acon­te­ci­mien­tos lle­ga­ron a su pun­to álgi­do a prin­ci­pios de octu­bre de 1993, cuan­do los Ran­gers del ejér­ci­to esta­dou­ni­den­se y las tro­pas Del­ta For­ce, con la espe­ran­za de cap­tu­rar o matar a Aidid y a sus prin­ci­pa­les lugar­te­nien­tes, asal­ta­ron algu­nos de los com­ple­jos cono­ci­dos de Aidid en Moga­dis­cio. Las fuer­zas de Aidid derri­ba­ron dos heli­cóp­te­ros Black Hawk, que se estre­lla­ron con­tra los niños que se encon­tra­ban deba­jo. Como con­se­cuen­cia, tur­bas enfu­re­ci­das ata­ca­ron a los sol­da­dos que habían acu­di­do a res­ca­tar a los super­vi­vien­tes. Die­cio­cho sol­da­dos esta­dou­ni­den­ses y cien­tos de hom­bres, muje­res y niños soma­líes murie­ron en la vio­len­cia subsiguiente.

Daniel Finn: Tras la reti­ra­da de Esta­dos Uni­dos de Soma­lia en la déca­da de 1990, se reno­vó el inte­rés por lo que ocu­rría en el país des­pués del 11‑S, cuan­do Esta­dos Uni­dos lan­zó su lla­ma­da gue­rra con­tra el terror. ¿Cómo ha afec­ta­do este nue­vo giro en la polí­ti­ca esta­dou­ni­den­se a la situa­ción en Soma­lia y cómo se expli­ca el ascen­so del gru­po Al-Shabaab?

Eli­za­beth Sch­midt: En 1994, Esta­dos Uni­dos se apre­su­ró a reti­rar sus tro­pas de Soma­lia. Como hemos vis­to en otras par­tes del mun­do, Esta­dos Uni­dos espe­ra poder enfren­tar­se a adver­sa­rios en diver­sos con­flic­tos, pero no se les ocu­rre que los esta­dou­ni­den­ses ten­gan que pagar con sus vidas. Si mue­ren dema­sia­dos esta­dou­ni­den­ses, Esta­dos Uni­dos se reti­ra y pien­sa en otras for­mas de lograr sus objetivos.

Sin embar­go, Al Qae­da ha empe­za­do a sur­gir en otros luga­res de Áfri­ca Orien­tal, lo que gene­ra nue­vas preo­cu­pa­cio­nes. Los aten­ta­dos de 1998 con­tra las emba­ja­das esta­dou­ni­den­ses en Kenia y Tan­za­nia son un buen ejem­plo. A ello siguie­ron los aten­ta­dos del 11 de sep­tiem­bre de 2001 con­tra Esta­dos Uni­dos. Esta­dos Uni­dos incre­men­tó enton­ces su cola­bo­ra­ción con Etio­pía, archi­ene­mi­ga de Soma­lia des­de hace mucho tiem­po, lo que no augu­ra­ba nada bueno para las rela­cio­nes entre Esta­dos Uni­dos y Somalia.

Esta­dos Uni­dos con­si­de­ra­ba que todos los musul­ma­nes con­ser­va­do­res eran terro­ris­tas y yiha­dis­tas, lo que era una supo­si­ción inco­rrec­ta. Muy pocos isla­mis­tas apo­yan el extre­mis­mo violento.

Mien­tras tan­to, los gru­pos isla­mis­tas soma­líes se habían gana­do un impor­tan­te apo­yo popu­lar al pro­por­cio­nar ser­vi­cios socia­les esen­cia­les, como escue­las, aten­ción sani­ta­ria y tri­bu­na­les que apor­ta­ron algo de ley y orden a la zona de gue­rra. Esta­dos Uni­dos no com­pren­dió por qué el isla­mis­mo tenía tan­to atrac­ti­vo en Somalia.

Obvia­men­te había una razón reli­gio­sa. La mayo­ría de los soma­líes son musul­ma­nes, aun­que su visión del Islam es menos con­ser­va­do­ra que la de los isla­mis­tas, que creen que la reli­gión debe regir todos los aspec­tos de la vida. Los soma­líes han prac­ti­ca­do his­tó­ri­ca­men­te un Islam más abier­to y tole­ran­te. Pero los isla­mis­tas eran los que pro­por­cio­na­ban los ser­vi­cios que tan­to se nece­si­ta­ban, así que la gen­te recu­rrió a ellos.

Esta­dos Uni­dos con­si­de­ra­ba que todos los musul­ma­nes con­ser­va­do­res eran terro­ris­tas y yiha­dis­tas, lo que era una supo­si­ción total­men­te erró­nea. Muy pocos isla­mis­tas apo­ya­ron el extre­mis­mo vio­len­to. Sin embar­go, fue debi­do a esta idea erró­nea que Esta­dos Uni­dos deci­dió coope­rar con Etio­pía y se embar­có en una vio­len­ta cam­pa­ña para erra­di­car el isla­mis­mo en Soma­lia. Tam­bién se alió con los seño­res de la gue­rra soma­líes e impu­so un nue­vo gobierno en Soma­lia en 2004.

Este régi­men corrup­to esta­ba domi­na­do por el clan de un señor de la gue­rra y mar­gi­na­ba a los cla­nes riva­les, inclui­dos los que con­tro­la­ban Moga­dis­cio. Depu­ró el Par­la­men­to de miem­bros de la opo­si­ción. Este nue­vo gobierno, impues­to por extran­je­ros, solo sobre­vi­vió con la pro­tec­ción de las tro­pas etío­pes. Ni siquie­ra pudo entrar en Moga­dis­cio, la capi­tal, y tuvo que esta­ble­cer una capi­tal para­le­la en la ciu­dad de Bai­doa, mucho más pequeña.

Dos años des­pués, en 2006, Esta­dos Uni­dos apo­yó otra coa­li­ción de seño­res de la gue­rra para con­tra­rres­tar a los líde­res isla­mis­tas. Tam­bién apo­yó una inva­sión y ocu­pa­ción etío­pes que dura­ron has­ta 2009. La inter­ven­ción de Etio­pía pre­ci­pi­tó una insur­gen­cia inter­na. Como vimos en Irak, una inva­sión extran­je­ra des­en­ca­de­nó una insur­gen­cia don­de antes no exis­tía ninguna.

En el caso de Soma­lia, la insur­gen­cia inter­na esta­ba lide­ra­da por Al-Sha­baab, que sig­ni­fi­ca «La Juven­tud» [Hara­kat al-Sha­bab al-Mujahi­din, el «movi­mien­to de jóve­nes com­ba­tien­tes», tam­bién cono­ci­do sim­ple­men­te como el Sha­bab. NdT]. Ori­gi­nal­men­te, era una mili­cia juve­nil for­ma­da para apo­yar a los tri­bu­na­les islá­mi­cos. Eran estos tri­bu­na­les los que habían lle­va­do la ley y el orden a la zona de gue­rra: sí, eran tri­bu­na­les de la sha­ria, pero no, sus prác­ti­cas no incluían cor­tar las manos, algo que muchos occi­den­ta­les aso­cian con la sharia.

Eran tri­bu­na­les basa­dos en prin­ci­pios reli­gio­sos, y Al-Sha­baab se orga­ni­zó para apo­yar­los, pero no era vio­len­to en ese momen­to. Fue­ron la inva­sión y la ocu­pa­ción extran­je­ras las que con­vir­tie­ron el movi­mien­to en una mili­cia orga­ni­za­da para expul­sar a los ocu­pan­tes extranjeros.

Lo que lle­vó a Al Qae­da a Soma­lia fue la inva­sión extran­je­ra res­pal­da­da por Esta­dos Unidos.

Siem­pre oímos que Al-Sha­baab está vin­cu­la­da a Al-Qae­da. Es cier­to, lo es aho­ra, pero no se unió a Al Qae­da has­ta 2012, cuan­do se lan­zó la inva­sión en 2006. Duran­te seis años no estu­vo vin­cu­la­do a Al Qae­da, aun­que esta pro­cla­ma­ba su apo­yo a la insur­gen­cia. Una vez más, lo que lle­vó a Al Qae­da a Soma­lia fue la inva­sión extran­je­ra res­pal­da­da por Esta­dos Unidos.

En 2007, Al-Sha­baab había toma­do el con­trol de amplias zonas del cen­tro y el sur de Soma­lia, lo que pro­vo­có la inter­ven­ción de la ONU, la Unión Afri­ca­na y los paí­ses veci­nos, y no hizo sino refor­zar la inter­ven­ción extran­je­ra. Aun­que Esta­dos Uni­dos no envió sus pro­pias tro­pas, tra­ba­jó entre bas­ti­do­res, lan­zan­do una cam­pa­ña de gue­rra de baja inten­si­dad con­tra los ope­ra­ti­vos de Al-Sha­baab, des­ple­gan­do con­tra­tis­tas pri­va­dos –en otras pala­bras, mer­ce­na­rios– y fuer­zas espe­cia­les para entre­nar y acom­pa­ñar tan­to a las tro­pas soma­líes como a las de la Unión Afri­ca­na en las ope­ra­cio­nes de combate.

Esta deno­mi­na­da gue­rra de baja inten­si­dad inclu­yó ata­ques aéreos esta­dou­ni­den­ses y ata­ques con avio­nes no tri­pu­la­dos, diri­gi­dos con­tra los diri­gen­tes de Al-Sha­baab. Estos fue­ron sus­ti­tui­dos rápi­da­men­te por otros: los ata­ques cor­ta­ban la cabe­za de la hidra, pero cre­cía una nue­va cabe­za, por lo que no resol­vían el pro­ble­ma. Por el con­tra­rio, man­tu­vie­ron el flu­jo de nue­vos líde­res pro­ce­den­tes de la base mili­tan­te de al-Sha­baab. Poco a poco, el gru­po fue cen­tran­do toda su aten­ción en Occi­den­te, ata­can­do a coope­ran­tes, perio­dis­tas y soma­líes que tra­ba­ja­ban con ellos.

En 2012, fuer­zas exter­nas vol­vie­ron a impo­ner una nue­va con­fi­gu­ra­ción polí­ti­ca. Aun­que con­tó con la media­ción de las Nacio­nes Uni­das y el apo­yo de la comu­ni­dad inter­na­cio­nal, fue repu­dia­da por amplios sec­to­res de la socie­dad civil soma­lí, que ape­nas par­ti­ci­pa­ron en el pro­ce­so. Se tra­ta de un caso más de extram­je­ros que inten­tan con­fi­gu­rar el futu­ro de Soma­lia, sin per­mi­tir que los pro­pios soma­líes expre­sen sus que­jas y el tipo de socie­dad post-con­flic­to que desean. Nin­gu­na de las orga­ni­za­cio­nes de la socie­dad civil par­ti­ci­pó en las nego­cia­cio­nes, y nin­gu­na de sus apor­ta­cio­nes se tomó en serio.

Al-Sha­baab fue expul­sa­da de Moga­dis­cio hacia zonas más al sur, pero al mar­char­se, la orga­ni­za­ción se cen­tró en nue­vos obje­ti­vos. En lugar de ata­car a extran­je­ros en la capi­tal, empe­zó a ata­car obje­ti­vos «blan­dos» o des­pro­te­gi­dos: ofi­ci­nas guber­na­men­ta­les, escue­las, hote­les y res­tau­ran­tes. Lan­zó ata­ques a tra­vés de la fron­te­ra con Kenia y otros paí­ses que habían apor­ta­do tro­pas a las fuer­zas de inter­ven­ción de la Unión Afri­ca­na. El con­flic­to se esta­ba exten­dien­do más allá de Soma­lia en lugar de retroceder.

Hoy, tras la inter­ven­ción extran­je­ra, Al-Sha­baab man­tie­ne su fuer­te pre­sen­cia en Soma­lia en ausen­cia de un apa­ra­to esta­tal ope­ra­ti­vo. En mayo de 2022 se eli­gió un nue­vo pre­si­den­te tras una pro­lon­ga­da cri­sis polí­ti­ca. Los fac­to­res que con­du­je­ron a esta cri­sis fue­ron muy simi­la­res a los de otros gobier­nos: clien­te­lis­mo, corrup­ción y mala ges­tión. El ante­rior pre­si­den­te se había nega­do a cele­brar elecciones.

El gobierno cen­tral sigue sin pres­tar ser­vi­cios bási­cos. No exis­te un ejér­ci­to nacio­nal cohe­ren­te y las fuer­zas de segu­ri­dad, al igual que la admi­nis­tra­ción civil, están des­ga­rra­das por fac­cio­nes de cla­nes que luchan entre sí y no con­tra Al-Sha­baab. Según las encues­tas, pocos soma­líes creen que el nue­vo gobierno se com­por­ta­rá de for­ma dife­ren­te a la suce­sión de gobier­nos que le pre­ce­die­ron. Espe­ran que siga satis­fa­cien­do a las eli­tes corrup­tas y no a la mayo­ría de los ciu­da­da­nos soma­líes, y que igno­re los agra­vios que des­en­ca­de­na­ron la insurgencia.

Mien­tras tan­to, Esta­dos Uni­dos sigue libran­do una gue­rra en la som­bra. La natu­ra­le­za de la gue­rra ha cam­bia­do. El núme­ro de tro­pas sobre el terreno ha dis­mi­nui­do. Es la admi­nis­tra­ción Oba­ma la que ha inten­si­fi­ca­do el uso de ata­ques con avio­nes no tri­pu­la­dos para aca­bar con obje­ti­vos de Al Sha­baab, en lugar de recu­rrir a fuer­zas espe­cia­les y con­tra­tis­tas mili­ta­res esta­dou­ni­den­ses. La impli­ca­ción de Esta­dos Uni­dos en Soma­lia ha pasa­do des­aper­ci­bi­da para la mayo­ría de los ciu­da­da­nos esta­dou­ni­den­ses sim­ple­men­te por­que allí no mue­ren esta­dou­ni­den­ses. Real­men­te no pres­ta­ron aten­ción a lo que esta­ba hacien­do la admi­nis­tra­ción Oba­ma, que esta­ba crean­do aún más hos­ti­li­dad hacia Esta­dos Unidos.

Daniel Finn: Tal y como están las cosas, ¿cómo valo­ra las pers­pec­ti­vas polí­ti­cas y de desa­rro­llo a lar­go pla­zo de Somalia?

Eli­za­beth Sch­midt: Yo diría que la situa­ción es bas­tan­te som­bría. La mayo­ría de los civi­les soma­líes no han par­ti­ci­pa­do en ini­cia­ti­vas de paz nego­cia­das por acto­res exter­nos. Ya se tra­te de coope­ra­ti­vas agrí­co­las, gru­pos de muje­res, gru­pos de jóve­nes o sin­di­ca­tos, las ini­cia­ti­vas acti­vis­tas de con­so­li­da­ción de la paz han sido mar­gi­na­das por fuer­zas más pode­ro­sas, y los intere­ses de gobier­nos extran­je­ros y eli­tes soma­líes han pre­va­le­ci­do una vez más sobre los de los ciu­da­da­nos de a pie.

Lamen­ta­ble­men­te, pare­ce que la admi­nis­tra­ción de Joe Biden segui­rá los pasos de sus pre­de­ce­so­res Barack Oba­ma y Donald Trump con­fian­do en la fra­ca­sa­da polí­ti­ca mili­tar de la gue­rra sin fin. Mien­tras esto no se deten­ga, los ciu­da­da­nos soma­líes segui­rán sufrien­do las consecuencias.

Cogi­do de https://​www​.les​-cri​ses​.fr/​l​e​s​-​e​t​a​t​s​-​u​n​i​s​-​o​n​t​-​c​o​n​t​r​i​b​u​e​-​a​-​d​e​t​r​u​i​r​e​-​l​a​-​s​o​m​a​l​i​e​-​m​o​d​e​r​ne/ que lo pue­bli­ca­ron el 29 de diciem­bre de 2022.

Fuen­te: https://​jaco​bin​.com/​2​0​2​2​/​1​1​/​s​o​m​a​l​i​a​-​c​o​l​d​-​w​a​r​-​w​a​r​-​o​n​-​t​e​r​r​o​r​-​u​s​-​i​n​t​e​r​v​e​n​t​i​o​n​-​d​e​s​t​a​b​i​l​i​z​a​t​ion que lo publi­có el 21 de noviem­bre de 2022.

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