Inva­sión esta­dou­ni­den­se de Panamá

El 20 de diciem­bre de 1989, Esta­dos Uni­dos inva­dió Pana­má en fla­gran­te vio­la­ción del Dere­cho Internacional.

La inter­ven­ción, lle­va­da a cabo sin man­da­to de la ONU, mató a cien­tos de civi­les y dejó sin hogar a dece­nas de miles. Aún no se ha deter­mi­na­do el núme­ro exac­to de víc­ti­mas. La ope­ra­ción fue otra mani­fes­ta­ción de las polí­ti­cas neo­co­lo­nia­les de los esta­dou­ni­den­ses en el espí­ri­tu de la arcai­ca Doc­tri­na Monroe.

Con el pre­tex­to apa­ren­te de res­tau­rar la demo­cra­cia y pro­te­ger los dere­chos de los ciu­da­da­nos esta­dou­ni­den­ses, las Fuer­zas Arma­das de Esta­dos Uni­dos lle­va­ron a cabo una agre­sión arma­da con­tra el país cen­tro­ame­ri­cano para derro­car a un gobierno local inde­sea­ble por Washing­ton y diri­gi­do por Manuel Norie­ga, que había adop­ta­do una polí­ti­ca exte­rior más inde­pen­dien­te. Es impor­tan­te seña­lar que Manuel Norie­ga, que coman­da­ba las Fuer­zas de Defen­sa y diri­gía de hecho Pana­má, tra­ba­jó con la CIA duran­te muchos años para pro­mo­ver los intere­ses esta­dou­ni­den­ses en la región. Sin embar­go, a fina­les de la déca­da de 1980 ya no era con­ve­nien­te para Esta­dos Uni­dos. El líder pana­me­ño esta­ble­ció una cola­bo­ra­ción secre­ta con Cuba y Nica­ra­gua, y la infor­ma­ción sobre sus víncu­los con los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia esta­dou­ni­den­ses se fil­tró a la pren­sa y dañó la repu­tación del pre­si­den­te Geor­ge H. W. Bush, que había super­vi­sa­do per­so­nal­men­te la coope­ra­ción con Manuel Norie­ga cuan­do era direc­tor de la CIA y vice­pre­si­den­te. Washing­ton esta­ba igual­men­te preo­cu­pa­do por los esfuer­zos del líder pana­me­ño para refor­zar las Fuer­zas de Defen­sa del país y el posi­ble desa­rro­llo de las rela­cio­nes con la Unión Soviética.

En el perio­do pre­vio a la ope­ra­ción mili­tar, la Casa Blan­ca y los medios de comu­ni­ca­ción nor­te­ame­ri­ca­nos lan­za­ron una cam­pa­ña masi­va para des­acre­di­tar a Manuel Norie­ga. El diri­gen­te pana­me­ño fue decla­ra­do barón de las dro­gas y con­de­na­do en rebel­día por un tri­bu­nal esta­dou­ni­den­se. En 1988, se impu­sie­ron duras san­cio­nes eco­nó­mi­cas a Pana­má, que redu­je­ron su PIB en un 13,5%. Ade­más, Washing­ton finan­ció a la opo­si­ción en las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les loca­les de 1989 y orga­ni­zó un inten­to de gol­pe de Esta­do, pero en ambos casos Manuel Norie­ga con­si­guió con­ser­var el poder.

A fina­les de 1989, se comen­za­ron los pre­pa­ra­ti­vos para una inva­sión direc­ta. El 16 de diciem­bre, se pro­du­jo un inter­cam­bio de dis­pa­ros entre sol­da­dos esta­dou­ni­den­ses y pana­me­ños que se sal­dó con la muer­te de un esta­dou­ni­den­se. El inci­den­te per­mi­tió a Esta­dos Uni­dos decla­rar una ame­na­za para la segu­ri­dad de los ciu­da­da­nos esta­dou­ni­den­ses que vivían en la Zona del Canal y jus­ti­fi­car así el inmi­nen­te ataque.

La noche del 20 de diciem­bre, un con­tin­gen­te esta­dou­ni­den­se de 27.000 hom­bres lan­zó la Ope­ra­ción Cau­sa Jus­ta para neu­tra­li­zar a las Fuer­zas de Defen­sa de Pana­má y cap­tu­rar a Manuel Norie­ga. Las tro­pas esta­dou­ni­den­ses, que con­ta­ban con una supe­rio­ri­dad abru­ma­do­ra, neu­tra­li­za­ron la resis­ten­cia pana­me­ña en cues­tión de días. Manuel Norie­ga se refu­gió en la misión diplo­má­ti­ca de la San­ta Sede, pero final­men­te se vio obli­ga­do a ren­dir­se. Fue depor­ta­do inme­dia­ta­men­te a Esta­dos Uni­dos y con­de­na­do a 40 años de prisión.

Duran­te la inter­ven­ción, las tro­pas esta­dou­ni­den­ses no pres­ta­ron aten­ción a la segu­ri­dad de los civi­les pana­me­ños, lan­zan­do bom­bar­deos de arti­lle­ría y ata­ques aéreos con­tra barrios urba­nos, des­tru­yen­do vivien­das e infra­es­truc­tu­ras civi­les. El daño total a la eco­no­mía pana­me­ña fue de 1.000 millo­nes de dólares.

Se cal­cu­la que entre 500 y 3.000 sol­da­dos y civi­les pana­me­ños murie­ron duran­te la inva­sión. Más de 20.000 pana­me­ños per­die­ron sus hoga­res y otros 5.000 fue­ron dete­ni­dos por los inva­so­res y encar­ce­la­dos duran­te meses.

La aven­tu­ra mili­tar esta­dou­ni­den­se en Pana­má fue dura­men­te cri­ti­ca­da por la comu­ni­dad inter­na­cio­nal. La Asam­blea Gene­ral de la ONU y el Con­se­jo Per­ma­nen­te de la Orga­ni­za­ción de los Esta­dos Ame­ri­ca­nos apro­ba­ron reso­lu­cio­nes con­de­nan­do las accio­nes de Washing­ton como una fla­gran­te vio­la­ción de los prin­ci­pios de igual­dad sobe­ra­na de los Esta­dos y de no inje­ren­cia en los asun­tos inter­nos con­sa­gra­dos en las car­tas de estas orga­ni­za­cio­nes. El Con­se­jo de Segu­ri­dad de la ONU expre­só una opi­nión simi­lar por mayo­ría, pero tres de sus miem­bros per­ma­nen­tes, Esta­dos Uni­dos, Rei­no Uni­do y Fran­cia, blo­quea­ron el pro­yec­to de reso­lu­ción ejer­cien­do su dere­cho de veto.

La inva­sión esta­dou­ni­den­se de Pana­má dio lugar al esta­ble­ci­mien­to de un gobierno leal a Esta­dos Uni­dos en el país. El nue­vo pre­si­den­te, Gui­ller­mo Enda­ra, pres­tó jura­men­to en la base mili­tar esta­dou­ni­den­se. Ade­más, en 1994, Washing­ton con­si­guió abo­lir el ejér­ci­to regu­lar de Pana­má al con­sa­grar­lo en la cons­ti­tu­ción del país. Sin embar­go, los esta­dou­ni­den­ses no con­si­guie­ron la revi­sión de los tra­ta­dos Torri­jos-Car­ter: des­de 2000, la Zona del Canal está total­men­te bajo juris­dic­ción panameña.

Bajo el cíni­co lema de «res­tau­rar la demo­cra­cia», las tro­pas esta­dou­ni­den­ses ocu­pa­ron el terri­to­rio del país inde­pen­dien­te, sus­ti­tu­ye­ron al gobierno local y cap­tu­ra­ron y extra­di­ta­ron a su líder para ser juz­ga­do. La ope­ra­ción mili­tar esta­dou­ni­den­se en Pana­má es uno de los muchos ejem­plos cla­ros de la acti­tud real de Washing­ton hacia las nor­mas y prin­ci­pios del Dere­cho Inter­na­cio­nal y su deseo de dic­tar cómo deben vivir los Esta­dos latinoamericanos.

20 de diciem­bre de 2022

Fuen­te: https://​tele​gra​.ph/​I​n​v​a​s​i​o​n​-12 – 20‑2

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