Ofen­si­va anti­sin­di­cal y expo­lia­ción labo­ral en Esta­dos Uni­dos (ter­ce­ra parte)

Duran­te dos siglos el sis­te­ma capi­ta­lis­ta de una nación pode­ro­sa y en expan­sión ha diri­gi­do bue­na par­te de sus empe­ños a divi­dir a los tra­ba­ja­do­res, aba­ra­tar la fuer­za de tra­ba­jo y des­truir a los sin­di­ca­tos, el uso común de rom­pehuel­gas, repri­mir a san­gre y fue­go sus más com­ba­ti­vas agru­pa­cio­nes, coop­tar y corrom­per muchas de sus esfe­ras diri­gen­tes y del sin­di­ca­lis­mo ama­rri­llo, y lograr inclu­so que una par­te de ellos apo­ya­ran las polí­ti­cas imperiales.

Por otro lado, el movi­mien­to sin­di­cal rara­men­te es con­si­de­ra­do hoy como una voz de avan­za­da o como un alia­do con­sis­ten­te de los movi­mien­tos socia­les progresistas.

Coop­ta­ción e inser­ción política

Dada la esca­la de la eco­no­mía y el núme­ro de tra­ba­ja­do­res, la cen­tral labo­ral uni­fi­ca­da AFL/​CIO y algu­nos gran­des sin­di­ca­tos han sido un núcleo tra­di­cio­nal de la acción colec­ti­va en el país y han con­ta­do his­tó­ri­ca­men­te con una influen­cia polí­ti­ca no des­pre­cia­ble en Washington.

Pero es noto­rio que en los últi­mos dece­nios el poder polí­ti­co de los sin­di­ca­tos ha dis­mi­nui­do. La razón más obvia de la dis­mi­nu­ción de la influen­cia polí­ti­ca de los tra­ba­ja­do­res es que, a medi­da que la afi­lia­ción sin­di­cal se ha des­plo­ma­do, los sin­di­ca­tos han teni­do menos tra­ba­ja­do­res para movi­li­zar en polí­ti­ca y menos recur­sos para des­ple­gar en nom­bre y en fun­ción de los obje­ti­vos de los trabajadores.

Está muy debi­li­ta la capa­ci­dad de los sin­di­ca­tos para mon­tar una pode­ro­sa defen­sa polí­ti­ca de los tra­ba­ja­do­res a nivel nacio­nal o regio­nal. La ley alien­ta a los sin­di­ca­tos a con­cen­trar su ener­gía en el nivel de la empre­sa y no en el nivel social o polí­ti­co. Se enfa­ti­za que los sin­di­ca­tos tie­nen el deber legal de nego­ciar y repre­sen­tar a los tra­ba­ja­do­res en el lugar de tra­ba­jo, no de ser­vir como una voz para los tra­ba­ja­do­res en la polí­ti­ca y el gobierno en general.

La Cor­te Supre­ma ha limi­ta­do la capa­ci­dad de los emplea­do­res y los sin­di­ca­tos para uti­li­zar las cuo­tas sin­di­ca­les con fines polí­ti­cos. Se seña­la que la acti­vi­dad en asun­tos de polí­ti­ca y de inte­rés públi­co no es per­ti­nen­te [pro­pio o apli­ca­ble] a la fun­ción cen­tral de los sindicatos.

Sin embar­go exis­ten vias median­te las cua­les los sin­di­ca­tos pue­den par­ti­ci­par en polí­ti­cas elec­to­ra­les y pre­sio­nar a los fun­cio­na­rios del gobierno. En algu­nas cir­cuns­tan­cias, tam­bién pue­den uti­li­zar la pre­sión de carác­ter polí­ti­co para obte­ner con­ce­sio­nes de los emplea­do­res con res­pec­to a la orga­ni­za­ción y la nego­cia­ción colec­ti­va. En la prác­ti­ca, muchos sin­di­ca­tos gas­tan un gran can­ti­dad de ener­gía y dine­ro en la acti­vi­dad polí­ti­ca con un efec­to significativo.

Pero actual­men­te su poder se encuen­tra degra­da­do, las filas de aso­cia­dos muy mer­ma­das, y una par­te de ellos con diri­gen­cias refor­mis­tas, coop­ta­das, o corrom­pi­das. No pocos sin­di­ca­tos acu­mu­lan pre­ce­den­tes y prác­ti­cas de dis­cri­mi­na­ción racial y de géne­ro. Asi­mis­mo, pre­do­mi­na un enfo­que de «arri­ba a aba­jo» como vía para revi­ta­li­zar las orga­ni­za­cio­nes de tra­ba­ja­do­res, lo que no fomen­ta la par­ti­ci­pa­ción de los sin­di­ca­lis­tas de base.

Por otro lado, una par­te de los líde­res sin­di­ca­les reco­no­cen cada vez más que nece­si­tan una visión más amplia si aspi­ran a rever­tir los ata­ques que reci­ben, y que ello debe­rá incluir nue­vas accio­nes para con­tra­rres­tar la influen­cia corro­si­va del dine­ro cor­po­ra­ti­vo en la política.

Aun­que amplia­men­te aven­ta­ja­dos por el influ­jo y poder empre­sa­rial en Washing­ton, los sin­di­ca­tos se emplean en esfuer­zos de lobby y logran cier­ta influen­cia en el pro­ce­so polí­ti­co, sobre todo en las direc­ti­vas del Par­ti­do Demó­cra­ta. Duran­te varias déca­das, los sin­di­ca­tos y en par­ti­cu­lar la AFL-CIO hicie­ron sos­te­ni­das con­tri­bu­cio­nes de dine­ro y volun­ta­rios, y aun­que en la prác­ti­ca, en los últi­mos lus­tros, ese par­ti­do le ha vuel­to tam­bién la espal­da al movi­mien­to obre­ro y ha aumen­ta­do su depen­den­cia de la eli­te finan­cie­ra, tales víncu­los siguen tenien­do un efec­to neu­tra­li­za­dor sobre la mayor par­te del lide­raz­go sindical.

Los resul­ta­dos no han sido muy alen­ta­do­res. El movi­mien­to obre­ro se ha vis­to blo­quea­do e inca­paz de obte­ner vic­to­rias sig­ni­fi­ca­ti­vas bien sea como resul­ta­do de la labor orga­ni­za­ti­va y de nego­cia­cio­nes con la patro­nal o median­te la bús­que­da de estra­te­gias elec­to­ra­les y legis­la­ti­vas. Por lo cual algu­nos sec­to­res del movi­mien­to labo­ral y sus orga­ni­za­cio­nes han recu­rri­do o pre­ten­der impul­sar un enfo­que más uni­fi­ca­do, vin­cu­lan­do la nego­cia­ción con las empre­sas de con­jun­to con la acción política.

Es cla­ro que están en des­ven­ta­ja. Con­si­dé­re­se ade­más como la Cáma­ra de Comer­cio y otras enti­da­des patro­na­les han mul­ti­pli­ca­do sus recur­sos para influir sobre el gobierno y el Con­gre­so, de aque­llos tiem­pos en que tenía a su ser­vi­cio unas 175 fir­mas de cabil­deo regis­tra­das, a varias miles en la actua­li­dad. En lo fun­da­men­tal cuen­tan con el con­trol de las deci­sio­nes regu­la­do­ras del gobierno y una ges­tión ofen­si­va legal con­tra las nor­ma­ti­vas del mun­do del trabajo.

Se cal­cu­la que el dine­ro que dan las nue­ve empre­sas más impor­tan­tes de Esta­dos Uni­dos a las cam­pa­ñas elec­to­ra­les es cin­cuen­ta veces mayor que las apor­ta­cio­nes del con­jun­to de todos los sindicatos.

Por otra par­te, en cues­tio­nes de polí­ti­ca exte­rior ha sido noto­ria la casi com­ple­ta ali­nea­ción de la AFL-CIO con la pro­yec­ción impe­rial. Duran­te la Gue­rra Fría los nive­les altos de la diri­gen­cia sin­di­cal devi­nie­ron fir­me­men­te entre­la­za­dos con la polí­ti­ca inter­na­cio­nal del país. Supues­ta­men­te preo­cu­pa­dos con la pro­tec­ción de pues­tos de tra­ba­jo que gene­ra la indus­tria béli­ca, diver­sos sin­di­ca­tos han apo­ya­do fer­vien­te­men­te el empleo de fon­dos públi­cos para nue­vos sis­te­mas de armas y pre­su­pues­tos militares.

Duran­te años el AIFLD (Ins­ti­tu­to Nacio­nal para el Desa­rro­llo del Sin­di­ca­lis­mo Libre) de la AFL-CIO pres­ta­ba ser­vi­cio para la CIA y otras agen­cias del gobierno. Para lavar un poco la ima­gen, el AIFLD jun­to a otras tres depen­den­cias de la fede­ra­ción sin­di­cal se fun­die­ron en 1997 en el «Soli­da­rity Cen­ter» (Ame­ri­can Cen­ter for Inter­na­tio­nal Labor Soli­da­rity), lo cual ali­men­tó en algu­nos la espe­ran­za de que el accio­nar inter­na­cio­nal se dis­tan­cia­ría de su ante­rior política.

Sin embar­go, esa enti­dad sigue acom­pa­ñan­do los obje­ti­vos del gobierno esta­dou­ni­den­se, en el mar­co de su misión que enmas­ca­ra en el supues­to pro­pó­si­to de «ayu­dar al cre­ci­mien­to del movi­mien­to obre­ro glo­bal y el poder de los tra­ba­ja­do­res en todo del mun­do a tra­vés de sin­di­ca­tos demo­crá­ti­cos, inde­pen­dien­tes y efectivos».

El Soli­da­rity Cen­ter sigue depen­dien­do de fon­dos del gobierno, que inclu­so le lle­gan a tra­vés de la NED y la USAID, lo cual ha ses­ga­do y com­pro­me­ti­do su actuar hacia luga­res don­de el gobierno nor­te­ame­ri­cano pro­mue­ve una agen­da que pri­vi­le­gia la refor­ma neo­li­be­ral y la coope­ra­ción con sin­di­ca­tos con­ser­va­do­res y gru­pos de la socie­dad civil afi­nes a las metas de la polí­ti­ca exte­rior de Esta­dos Unidos.

Dile­mas y opor­tu­ni­da­des del movi­mien­to obre­ro organizado

La glo­ba­li­za­ción y el ambien­te inte­lec­tual y polí­ti­co a par­tir de los últi­mos dece­nios del siglo XX ha favo­re­ci­do el arrai­go de la fe en los mer­ca­dos, la acep­ta­ción cre­cien­te de las deman­das patro­na­les de fle­xi­bi­li­dad labo­ral, des­re­gu­la­ción y libre com­pe­ten­cia, como ocu­rrió en sec­to­res tales como las líneas aéreas, trans­por­te por carre­te­ras, ferro­ca­rri­les, la tele­fo­nía, etc., por sobre las obje­cio­nes de los sindicatos.

Por si fue­ra poco, exis­te una cober­tu­ra des­fa­vo­ra­ble por la casi tota­li­dad de los medios de difu­sión, tan­to res­pec­to a los sin­di­ca­tos (a los cua­les cali­fi­can como entes corrup­tos y con intere­ses espe­cia­les), como de los con­flic­tos labo­ra­les. El enfo­que pre­do­mi­nan­te es que las huel­gas cau­san moles­tias a la pobla­ción, con lo que, en no pocas oca­sio­nes, logran gene­rar recha­zo de la opi­nión públi­ca ante algu­nas pro­tes­tas legí­ti­mas del movi­mien­to obrero.

El núme­ro de huel­gas y paros labo­ra­les es aun limi­ta­do (aun­que la per­cep­ción se ve más que­bran­ta­da aun dado que la mayo­ría de las pro­tes­tas y paros siguen sien­do igno­ra­dos por los medios).

Por otro lado, mien­tras el empleo en la agri­cul­tu­ra y la manu­fac­tu­ra han esta­do decli­nan­do, el núme­ro de emplea­dos públi­cos en los gobier­nos esta­ta­les y loca­les se ha más que tri­pli­ca­do des­de 1950.

Han sido sin­di­ca­tos sur­gi­dos des­pués de la post gue­rra, tales con los de tra­ba­ja­do­res agrí­co­las, de emplea­dos públi­cos y de tra­ba­ja­do­res de ser­vi­cios, gene­ral­men­te de sec­to­res con bajos sala­rios, los que en cier­to gra­do y en los últi­mos años revi­vie­ron la com­ba­ti­vi­dad y las luchas obre­ras, y son de los pocos que han logra­do ampliar sus filas.

El movi­mien­to ha adqui­ri­do un mayor dina­mis­mo y vigor en los últi­mos años, como se ha mani­fes­ta­do en com­ba­ti­vas huel­gas de maes­tros en varios esta­dos, en la huel­ga en la Gene­ral Motors y en el empu­je de la cam­pa­ña para que el sala­rio míni­mo sea aumen­ta­do a 15 dóla­res la hora, según se ha logra­do con éxi­to y ha sido esta­ble­ci­do has­ta el momen­to en varias ciu­da­des el país.

Bajo el impul­so de gru­pos de tra­ba­ja­do­res jóve­nes se han con­cre­ta­do esfuer­zos que han redun­da­do en la orga­ni­za­ción de sin­di­ca­tos en sec­to­res con poca o nin­gu­na tra­di­ción gre­mial, tales como en com­pa­ñías de alta tec­no­lo­gía, empre­sas de medios de comu­ni­ca­ción digi­ta­les y otros.

Y a pesar de la pro­lon­ga­da decli­na­ción del núme­ro de tra­ba­ja­do­res pro­te­gi­dos por con­tra­tos labo­ra­les, los sin­di­ca­tos esta­dou­ni­den­ses cuen­tan con más de 16 millo­nes de afi­lia­dos y toda­vía son una fuer­za social muy capaz de enfren­tar el asal­to sobre los ingre­sos y los dere­chos labo­ra­les y movi­li­zar­se en pro de una mayor igualdad.

Tie­nen lugar luchas sig­ni­fi­ca­ti­vas, en con­di­cio­nes adver­sas, de las que poco se cono­ce pues, como ya men­cio­na­mos, son inten­cio­nal­men­te igno­ra­das por los medios de difu­sión. El movi­mien­to obre­ro (o par­te de él) ha dado sig­nos recien­tes de vuel­ta a la vida. Una ola cre­cien­te de mili­tan­cia en varios sec­to­res labo­ra­les. Des­ta­que­mos que una mili­tan­cia acti­va que estos últi­mos años, al gri­to de «Fight for 15», ha logra­do ele­var el sala­rio míni­mo en 30 esta­dos. Y por estos días dece­nas de miles de tra­ba­ja­do­res están opo­nién­do­se a las reduc­cio­nes sala­ria­les o deman­dan­do mejo­res con­di­cio­nes de tra­ba­jo y de segu­ri­dad1, y algu­nos pre­vén que está por con­cre­tar­se en la ocu­rren­cia de la mayor ola de huel­gas des­de los pode­ross paros labo­ra­les de maes­tros que en 2018 y 2019 redun­da­ron en vic­to­rias que le die­ron un sig­ni­fi­ca­ti­vo impul­so al movi­mien­to laboral.

Entre 25.000 y 100.000 tra­ba­ja­do­res se decla­ra­ron en huel­ga en octu­bre de 2021. Los tra­ba­ja­do­res de cua­tro plan­tas de cerea­les Kellogg pusie­ron fin a una huel­ga de once sema­nas des­pués de anun­ciar que se había lle­ga­do a un acuer­do con la empre­sa. El pri­mer Star­bucks votó para sin­di­ca­li­zar una sucur­sal en Buf­fa­lo, Nue­va York, y pos­te­rior­men­te lo siguie­ron otras sucur­sa­les en todo el país, muchas de las cua­les vota­ron por una­ni­mi­dad. A fina­les del año pasa­do, más de 10.000 tra­ba­ja­do­res de John Dee­re pusie­ron fin a una huel­ga de cin­co sema­nas tras obte­ner un aumen­to del 20% en los sala­rios y mejo­ras sus­tan­cia­les en sus con­di­cio­nes de tra­ba­jo. Más recien­te­men­te, un alma­cén de Ama­zon en Sta­ten Island se con­vir­tió en el pri­mer cen­tro de Ama­zon en sin­di­ca­li­zar­se, con­tra los esfuer­zos para impe­dir­lo por par­te de esa pode­ro­sí­si­ma corporación.

Cier­tos logros pun­tua­les en la sin­di­ca­li­za­ción de seg­men­tos de tra­ba­ja­do­res y otros alen­ta­do­res hechos recien­tes deben ser toma­dos con cau­te­la. Como ya apun­ta­mos, solo uno de cada diez tra­ba­ja­do­res está orga­ni­za­do en sin­di­ca­tos. Las patro­na­les siguen cam­pean­do por sus res­pe­tos. Los mie­dos son muchos. Hay colec­ti­vos obre­ros, por ejem­plo en plan­tas de ensam­bla­je en el sur del país, los cua­les en los últi­mos años han vota­do en con­tra de la opción de sindicalizarse.

Por otra par­te, las mis­mas pre­sio­nes de la com­pe­ten­cia y del mer­ca­do que lle­va­ron a las empre­sas manu­fac­tu­re­ras a esca­par de las zonas del nor­te indus­trial y de sus altos cos­tos labo­ra­les, y reubi­car sus plan­tas en el exte­rior, ha con­lle­va­do a que la pro­duc­ción de bie­nes y ser­vi­cios haya sido rees­truc­tu­ra­da, con­cen­tra­da y entre­la­za­da en modos que –se con­si­de­ra– podrían ser ven­ta­jo­sas para la orga­ni­za­ción y accio­nes efec­ti­vas de la cla­se trabajadora.

Kim Moody, un vete­rano sin­di­ca­lis­ta de izquier­da y ana­lis­ta de los temas labo­ra­les, está entre quie­nes lla­man la aten­ción sobre la impor­tan­cia y poten­cial ese hecho.

En par­ti­cu­lar, Moody alu­de a «la reor­ga­ni­za­ción de cade­nas de sumi­nis­tros basa­das en entre­gas pun­tua­les y cro­no­me­tra­das, con un núme­ro redu­ci­do de sumi­nis­tra­do­res y con un sis­te­ma de movi­mien­to de las mer­can­cías tec­no­ló­gi­ca­men­te guia­do y entre­la­za­do, todo orga­ni­za­do en torno a gigan­tes­cos «raci­mos» logís­ti­cos que emplean a dece­nas de miles de tra­ba­ja­do­res en áreas geo­grá­fi­cas rela­ti­va­men­te deli­mi­ta­das»2

Es decir, de la «desin­te­gra­ción espa­cial de la pro­duc­ción» ha sur­gi­do una rein­te­gra­ción tem­po­ral de la mis­ma, entre­la­za­da elec­tró­ni­ca­men­te y cro­no­me­tra­da, y con ella un estre­cha­mien­to de los víncu­los entre las con­cen­tra­cio­nes de trabajadores.

Las empre­sa­rios y mag­na­tes, en su bús­que­da de incre­men­tar ganan­cias vía tra­gar­se a los com­pe­ti­do­res y obte­ner una taja­da más amplia del mer­ca­do, en estos dece­nios pro­du­je­ron el mayor movi­mien­to de fusio­nes cor­po­ra­ti­vas de la his­to­ria del país. Las adqui­si­cio­nes y fusio­nes cor­po­ra­ti­vas en 1980 por un valor de 32.900 millo­nes de dóla­res; en 1990 subie­ron a 4.39 fusio­nes con un valor de 205.600 millo­nes de dóla­res. Ya para el 2000 fue­ron más de 11 mil fusio­nes y adqui­si­cio­nes por casi 3,5 billo­nes de dóla­res (millo­nes de millo­nes)…3

Más y más tra­ba­ja­do­res están emplea­dos por fir­mas rela­ti­va­men­te mayo­res y según líneas rama­les, en empre­sas y cen­tros de tra­ba­jo con 500 o más tra­ba­ja­do­res; en hos­pi­ta­les, hote­les, call cen­ters, cade­nas de comi­da rápi­da, ser­vi­cios cons­truc­ti­vos y de man­te­ni­mien­to, en gran­des tien­das al deta­lle y en fun­cio­nes logís­ti­cas de la pro­duc­ción y la dis­tri­bu­ción cre­cien­te­men­te cronometradas.

Moody ve en todo eso un poten­cial orga­ni­za­ti­vo. Ade­lan­ta la opi­nión de que: «Los sis­te­mas de sumi­nis­tros de entre­ga inme­dia­ta o pro­gra­ma­da con pre­ci­sión que entre­la­zan hoy la pro­duc­ción de la mayo­ría de los bie­nes y ser­vi­cios hace más vul­ne­ra­ble el con­jun­to del sis­te­ma a la acción de los tra­ba­ja­do­res. La enor­me con­cen­tra­ción de los tra­ba­ja­do­res en “nudos” y enla­ces logís­ti­cos den­tro o cer­ca de las gran­des áreas metro­po­li­ta­nas pro­vee un blan­co orga­ni­za­ti­vo a una esca­la que podría rever­tir a mediano pla­zo el decli­ne de los sindicatos».

De momen­to, la mayo­ría de las huel­gas exi­to­sas han sido gana­das real­men­te por el peque­ño por­cen­ta­je de tra­ba­ja­do­res que ya están sin­di­ca­li­za­dos. Algu­nos en el movi­mien­to lla­man a la cau­te­la y advier­ten que los recien­tes éxi­tos en el logro de la sin­di­ca­li­za­ción en algu­nas esfe­ras no son sufi­cien­tes para rever­tir la lar­ga caí­da de déca­das en el sindicalismo.

Fer­nan­do M. Gar­cía Bielsa

2 de mayo de 2022

Fuen­te: https://​lapu​pi​lain​som​ne​.word​press​.com/​2​0​2​2​/​0​5​/​0​2​/​7​8​0​84/

  1. Las con­di­cio­nes de tra­ba­jo en algu­nos sec­to­res han sido siem­pre bas­tan­te frá­gi­les si las com­pa­ra­mos con otros paí­ses indus­tria­li­za­dos. En la déca­da pre­via, en los años sesen­ta, habían muer­to en acci­den­tes de tra­ba­jo bas­tan­te más del doble de per­so­nas que todos los caí­dos en com­ba­te en Vietnam
  2. Kim Moody: U.S. Labor: What’s New, What’s Not?, Against the Current, mayo 1, 2016,
  3. Diez sumi­nis­tra­do­res con­tro­lan un ter­cio del mer­ca­do de pie­zas de repues­tos de autos; cua­tro fir­mas empa­ca­do­ras con­tro­lan más del 75% de la pro­duc­ción de car­nes; cua­tro com­pa­ñías con­tro­lan el 90% del mer­ca­do de tele­co­mu­ni­ca­cio­nes; cin­co empre­sas de ferro­ca­rril emplean el 80% de los tra­ba­ja­do­res de car­ga ferro­via­ria; entre UPS y FedEx emplean un 40% de todos los camio­ne­ros y tra­ba­ja­do­res de los ser­vi­cios expre­sos de entre­ga; de diez que eran en el 2000, las más gran­des y prin­ci­pa­les líneas aéreas han pasa­do a ser solo cuatro…

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